Sexo seguro sin preservativo

Un buen uso de la medicación antiviral en parejas en las que uno de los dos tiene el VIH consigue de forma natural 150 nacimientos de niños sin el virus

raul-y-eva-pareja-que-ha-participado-en-el-ensayo-sobre-parejas-con-vih-el-miercoles-pasado-en-el-centro-sandoval

Raúl y Eva, pareja que ha participado en el ensayo sobre parejas con VIH, el miércoles pasado en el Centro Sandoval. SAMUEL SÁNCHE

Tres paneles de corcho ocupan las paredes del despacho del médico Jorge del Romero en el Centro Sanitario Sandoval de Madrid. Son tres enormes marcos llenos de fotos de los más de 150 niños que han nacido sanos gracias a un protocolo que empezó en 2002. Pero Sandoval no es una clínica ginecológica; está especializada en enfermedades de transmisión sexual, y el logro es que se trata de bebés nacidos de parejas en las que uno de los dos, el padre o la madre, tiene el VIH, pero que fueron concebidos y alumbrados naturalmente sin que haya habido infecciones entre la pareja o a los hijos sin más protección que el control de la medicación antiviral.

“Nosotros no usamos protección desde que ella empezó el tratamiento, en 1996 o 1997”, dice Raúl quien, como los demás participantes en el ensayo que se han entrevistado, usa un nombre falso, que el estigma del VIH aún impone. Aquella decisión encontró acomodo después en el programa que en 1998 empezó Romero para impedir la transmisión del virus entre parejas en las que uno de los dos estaba infectado, y que se amplió al aspecto reproductivo en 2002. “Nosotros no decimos que no se use el preservativo, pero si no lo vas a utilizar, no te juzgamos y te decimos la mejor manera de protegerte”, explica el médico.

Raúl y Eva, su pareja, han tenido dos hijos: el primero, con VIH, antes de recibir medicación; el segundo, sin el virus, cuando ya la madre tomaba antivirales. Sin que salgan sus nombres, ellos son protagonistas del artículo que acaba de publicar el equipo de Romero en Medicine, en el que documentan 144 embarazos desde 2002 a 2013 en 161 parejas serodiscordantes (uno con VIH, otro sin él) después de más de 7.000 coitos vaginales sin protección y “con cero transmisiones entre los progenitores y cero a los niños”, como recalca el médico.”Al principio de tener relaciones sin protección, yo no las tenía todas conmigo. Tenía miedo por él, no le fuera a transmitir algo”, dice la mujer. Raúl, sonriente, rebate: “Yo siempre estuve tranquilo. Y no me ha pegado ni un catarro”.

Otra de las protagonistas de este trabajo es Marta, de 41 años, 13 de ellos con VIH. La mujer es madre de dos hijos concebidos y nacidos de forma natural y sin el virus.  “Cuando te enteras de que tienes el VIH es un choque terrible; ni te planteas la maternidad”, dice. “Pero en 2007 nos enteramos de lo que hacían en Sandoval, y nos dijeron que estando en tratamiento con el virus controlado el riesgo de transmisión disminuye a cero, y nos animamos”, cuenta. “Te cambia la vida. Te la simplifica mucho, y no solo a ti misma, también a tu pareja. Yo confié en Jorge inmediatamente, y tuve la suerte de que mi chico también lo hizo”, añade.

La idea de poder tener relaciones con normalidad es muy importante, aunque para la mayoría de las parejas parezca algo resuelto, como mucho usando la píldora si no se quieren tener hijos. Pero, para estas parejas, es un paso más. “Yo me enteré de que tenía VIH cuando estaba embarazada del primero de mis hijos”, cuenta Eva. Era 1992, y en aquella época “las expectativas eran muy malas”. “Al nacer el niño, nos dijeron que disfrutáramos de él, que tenía una expectativa de cinco años de vida”. Ahora, con un aspecto inmejorable a los 51 años, su problema de cara a las relaciones ya no es tanto el VIH como la menopausia, dice Eva entre risas.

“Al principio, cuando le hacían controles a mi pareja, reconozco que tenía cierta cosilla en la tripa”, afirma Marta. Ellos entraron en el programa poco a poco. “Solo teníamos relaciones sin protección para tener niños; de resto, usábamos condón. Luego te relajas”.

Cero transmisiones

Ese era el protocolo original: se medía la carga viral (las copias de virus) en la sangre y otros fluidos, se comprobaba que las personas no tenían ninguna otra enfermedad de transmisión sexual y, en los días de mayor fertilidad, tenían las relaciones desprotegidas. Aquellas prácticas, revolucionarias hace 15 años, han permitido, con artículos como el que se acaba de publicar y otros anteriores, que se llegue al que ha sido el gran cambio en el tratamiento de la epidemia del VIH en el mundo: que medicar a los afectados es la mejor prevención para la propagación del virus. Así lo aceptan ya todas las autoridades científicas, y eso supone que en países como España ya se medique a los infectados desde el momento en que reciben el diagnóstico. La Organización Mundial de la Salud también apoya ya ese abordaje, aunque los fármacos solo llegan al 50% de quienes los necesitan.

“Hace unos años costaba lanzar este mensaje, porque parecía que estábamos animando a la gente a dejar el preservativo alegremente, y este tiene un papel de protección ante otras enfermedades de transmisión sexual”, afirma Romero. “Pero con el VIH la evidencia es clara: sin medicación es un desastre; con ella, tenemos cero transmisiones. Va a ser la manera de frenar el sida”.

Y AHORA, LAS PAREJAS GAIS

jorge-del-romero-en-su-despacho-del-centro-sandoval-de-madrid-el-miercole

Jorge del Romero en su despacho del Centro Sandoval de Madrid el miércoles. SAMUEL SÁNCHEZ

EMILIO DE BENITO, MADRID

Cuando las grandes agencias mundiales, como la OMS, hablan de medidas efectivas para frenar la transmisión del VIH, piensan, sobre todo, en las relaciones heterosexuales, que son la causa de más del 90% de los nuevos casos en el mundo. Pero en los países occidentales, más del 50% se da en hombres que tienen sexo con hombres. Y hacia ellos se dirige ya, también, el programa de asesoría a parejas del Centro Sandoval de Madridque dirige Jorge del Romero.

“Cuando empezamos, no podíamos incluirlos porque, al menos los que acuden aquí, tienen características especiales: sus relaciones duran menos y muchas son parejas abiertas”, explica el médico. Este último hecho hacía imposible medir si había transmisión del VIH entre ellos, porque este podía venir de un tercero. Pero los avances en las técnicas y la incorporación de marcadores genéticos ahora permite hacer ese seguimiento, y el programa ya incluye a parejas serodiscordantes (unos con VIH, otro sin él) de hombres. “Si hay una transmisión, podemos saber la fuente”, dice Romero.

Aunque el programa acaba de empezar las conclusiones van exactamente en la misma dirección que las obtenidas entre parejas heterosexuales, y ello pese a que hay diferencias (la mucosa anal no es igual que la vaginal): no ha habido ninguna transmisión cuando el componente con VIH está bien medicado, toma las pastillas diariamente y, gracias a su efecto, la cantidad de virus en su sangre, que es lo que se mide, se considera indetectable. “Era lo lógico, pero había que probarlo”, dice el médico.

Ciencia invertida contra la homosexualidad

Víctor Mora disecciona en su ensayo ‘Al margen de la naturaleza’ cómo durante el franquismo se retorció el conocimiento para justificar la persecución del diferente

manifestacion-del-dia-del-orgullo-gay-de-1978-en-madrid-en-la-que-se-pidio-la-derogacion-de-la-ley-de-peligrosidad-social

Manifestación del Día del Orgullo Gay de 1978 en Madrid en la que se pidió la derogación de la ley de Peligrosidad Social. FOTO: CHEMA CONESA

Oficialmente, Víctor Mora (Valencia, 1981) enmarca su libro Al margen de la naturaleza (Debate, 2016, 222 páginas) en su tesis doctoral en Humanidades en la Universidad Carlos III de Madrid. Pero en la conversación se trasluce que es parte –y, seguramente, no la más importante– de su activismo con lo que él llama, con gran acierto y economía lingüística, “la diversofobia”, una manera de englobar el odio a gais, lesbianas, transexuales, bisexuales, intersexuales y cualquier otra identidad u orientación evitando las clasificaciones, “un elemento de control por parte del poder en general y del franquismo en particular”.

Porque el periodo de la Dictadura es el eje del libro, premio Sagasta de Ensayo de este año, pero yendo un poco más allá que otros estudios y relatos sobre la represión. En la obra, Mora busca la base (pseudo)científica en que se basaron las autoridades y los legisladores para considerar que la diferencia en general, y la homosexualidad en particular, eran un peligro que había que reprimir o reeducar.

Visto en pleno Siglo XXI, la sucesión de autores y sus tesis podría parecer una extravagancia, pero en su momento tuvieron mucho predicamento y éxito. Mora destaca a Mauricio Carlavilla del Barrio, cuyo libro Sodomitas -“como se ve, no se andaba por las ramas con los títulos”, dice con ironía el ensayista- llegó a las 12 ediciones desde los años veinte hasta los setenta. “Fue fundamental para extender una imagen negativa y estereotipada”, dice Mora. En un párrafo que, por desgracia, hoy sigue de actualidad en muchos lugares, Carlavilla , inspector de la Dirección general de Seguridad durante la dictadura de Primo de Rivera, explica cuál es la reacción de los padres que descubren que su hijo es homosexual. “¡Mejor muerto!, gritaréis […]. Mejor para él, para vosotros y para con Dios”.

Carlavilla, que se cambió el nombre por el de Mauricio Karl, quizá para ganar la respetabilidad asociada a los científicos alemanes, es tan extremo que cae “en la parodia”. Aunque no era científico, sirve para que Mora apunte uno de sus enfoques: “La carcajada es la mejor venganza”. Una risa que puede convertirse en un rictus, pero que sirve para recordar.

También previo al Franquismo es Albert Chapotin, quien en su libro Los defraudadores del amor zanja el asunto de los pervertidos y desviados afirmando que es inconcebible “incluir en la especie humana a estos engendros”. De él toma Mora el título del libro: deben estar al margen de la naturaleza.

“Chocan estos planteamientos tan poco rigurosos en un siglo que es el de la ciencia”, comenta Mora. “Siempre pensamos que la ciencia trabaja con la verdad”, y, en este caso, esta fue retorcida para adaptarla a temores, prejuicios y conveniencias. Y esto no afectó solo a ciertos personajes más o menos estrafalarios. Hasta el propioGregorio Marañón tuvo que adaptar su mensaje. En 1929 publicó Los estadios intersexuales en la especie humana, en el que defendía que la homosexualidad era una especie de estado indefinido en el desarrollo y que había que “estudiar los orígenes profundos” de la inversión para “tratar de rectificarlos”. Pero, añadía, “en modo alguno hay que castigar al homosexual, siempre que no sea escandaloso”. Después de la Guerra Civil, Marañón “tuvo que cambiar su tesis”. En una reedición de 1951 de sus Ensayos sobre la vida sexual, mantiene la idea de que el “homosexualismo” es “producto de la insuficiente diferenciación sexual”, pero añade es una manifestación “aberrante del amor”. “Es normal que hubiera un cambio. En esos tiempos no se podía hacer ciencia de otra manera. La mayoría de los que querían hacerla en serio se habían ido”, matiza Mora.

No es el único apellido ilustre que se metió en estos charcos. Tiene un papel destacado Antonio Vallejo Nájera, “el psiquiatra del régimen”, como lo define Mora. “Fue el encargado de encontrar el gen rojo”, entre otras teorías, como sus intentos de asociar un aspecto físico al perfil de un delincuente. También se cita a Juan José López Ibor, “que intentó desacreditar el famoso informe Kinsey” que evaluó, por primera vez, la proporción de hombres que habían tenido relaciones homosexuales (un famoso 10% que los estudios posteriores no han confirmado). “No disimulaba nada bien que tenía un asco tremendo a los gais”, comenta Mora.

Pero al margen de personajes de relumbrón, hay algunos más ocultos, más burocráticos, pero que fueron determinantes. Antonio Sabater Tomás trabajaba en organismos institucionales, y estuvo detrás de la Ley de Peligrosidad Social de 1970. Luis Vivas Marzal, presidente de la Audiencia Provincial de Valencia en 1963, “estaba preocupado porque no estaba seguro de que la homosexualidad fuera ilegal”, expone Mora. “Para que lo fuera, se apeló a la Salud Pública, convirtiéndola en una patología contagiosa”· “Era, para un régimen que quería abrirse, una manera de mantener la represión pero lavándose la cara”, señala.

El autor hace dos reflexiones más sobre sus conclusiones. Una, que estas tesis “se exponían en congresos internacionales”. En loa años cincuenta y sesenta, “España era única porque tenía una dictadura muy larga, pero en cuanto a género e identidad, la discriminación era universal. Ahí está el caso de Jaime Gil de Biedma,. expulsado del Partido Comunista”, relata.

Y otra que va más al corazón de libro. “Todos, en algún momento dejaban los argumentos científicos de lado. No podían usar la ciencia para demostrar lo que no es”.

“OJALÁ LA DIVERSOFOBIA FUERA SOLO UN PROBLEMA LEGAL”

Víctor Mora utiliza una palabra, diversofobia, como una manera de englobar a todo el que tiene odio a géneros, identidades u otras características diferentes. Viene a ser un equivalente a la LGTBI-fobia (fobia a lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, intersexuales) “y todo lo que pueda venir”. Está especialmente preocupado por el número creciente de agresiones a ese colectivo, y, por eso, hace un año participa en Sección Invertida, un movimiento que se dedica a concienciar mediante actuaciones callejeras (limpiar con fregonas rosas el lugar de un ataque, por ejemplo).

Para él, el paso de hablar de un libro sobre la represión en el Franquismo a esta situación no es un salto. Es parte del mismo proceso, de su identidad. “Me interesa especialmente la construcción de la identidad en contextos de resistencia, y en eso este tiempo se parece al anterior. En momentos de crisis, siempre se busca al enemigo interno. Primero son los inmigrantes, pero en segundo lugar siempre nos toca a nosotros”, dice.

Y la vulnerabilidad, aunque parezca una contradicción, ha crecido últimamente. “Se ha perdido el miedo, pero también la conciencia. Ya no hay un sujeto marica como pudo haber en los setenta y ochenta, que se identificaba con una lucha. Hay un sujeto gay completamente despolitizado”.

La conquista legal de derechos, obviamente, ha sido buena, pero no es la solución definitiva. “Ojalá la diversofobia fuera un problema legal, pero es cultural, social. Hay algo que no hemos hecho bien. Quizá pensamos que con los derechos estaba todo conseguido”.

“Obviamente, si fuéramos a los activistas de los setenta y les dijéramos cómo estábamos ahora, no se lo creerían. Ni en sus mejores sueños lo habrían esperado. Pero hay que elaborar una crítica del activismo. No se trata de si hemos avanzado más o menos, sino de si lo hemos hecho en la dirección adecuada”.

El continuo añadido de siglas al movimiento -a la l de lesbiana y la g de gay se han añadido la t de transexual, la b de bisexual, la i de intersexual, la q de queer (que no pretende encajar en ninguna de la anteriores) y hasta la h de heterosexual comprometido- le parece a Mora un símbolo de un proceso de categorización con el que no está de acuerdo. “Nos definimos por oposición. La lectura normativa de la naturaleza es falsa. El fascismo es la identidad, lo único, pero en la naturaleza solo hay diversidad”.

Para el escritor y activista, las primeras víctimas de estas clasificaciones son las personas transexuales, que tan mal encajan en algunas. “Su despatologización todavía está a debate. Y mientras hay estudios que les dan una esperanza de vida de 35 años. Imagina la cantidad de suicidios que tiene que haber”,. Quizá en lugar de ir creando categorías lo que debamos sea eliminarlas todas”.

FRASES AL RESPECTO

Los teóricos de la homosexualidad del Siglo XX se explayaron en descripciones y comentarios. Aquí hay algunas de sus afirmaciones.

Albert Chapotin. “Armaos de valor. Sobreponeos a vuestro legítimo desprecio”

Gregorio Marañón. “Tengo que decir desde ahora que los estados intersexuales no son estados de perversión, de anormalidad monstruosa o pecaminosa del instinto, tal como muchos pretenden interpretar”.

Gregorio Marañón. “Cada cual en este mundo, no ama lo que debe, sino lo que puede”.

Antonio Sabater Tomás. “Otros invertidos son sujetos celosos, sádicos, brutales, con manía persecutoria, que van armados, que amenazan de muerte y a veces matan, producto de su posición homosexual que no pueden dominar”.

Mauricio Carlavilla. “La manada de fieras sodomitas, por millares, se lanza a través de la espesura de las calles ciudadanas en busca de su presa juvenil”.

Antonio Vallejo Nájera. “Toda desviación del destino biológico transmuta también los caracteres psicológicos, y hace del varón un afeminado y de la hembra un marimacho”.

Mauricio Carlavilla. “¿Dónde soñará el sodomita y el eunicoide satisfacer mejor su hipertrófico impulso de dominio sino llegando a ser Dictador divinizado del Estado Comunista?”.

Hans Giese. “El homosexual se haya determinado al absurdo social”.

Antonio Sabater Tomás. “[Los castigados por la ley de peligrosidad social” demuestran no merecer libertad, por haber abusado de ella”.

Luis Vivas Marzal. “Hay homosexuales congénitos sobre los que se puede sentir compasión, pero su peligro fundamental radica en su afán de proselitismo. Además, es innegable su responsabilidad moral a pear de su tara congénita”. “La aplicación de medidas de seguridad está, pues, plenamente legitimada desde el punto de vista de defensa social”.  Ante los homosexuales, “rigor en ocasiones, caridad siempre, simpatía, nunca”.

La Terremoto: “Apadrine una rata, si no la tiene ya…”

la-terremoto-de-alcorcon

Hace ya un lustro que Paco León presentó en el Teatro Calderón The Hole, un cabaret canalla, ideado por él e Yllana, que gracias a su gran acogida tendría un segunda parte con toques de revista en el Teatro de La Latina. Ahora, el mismo escenario acoge su precuela y lo hace de la mano de la que se ha convertido en la gran anfitriona del espectáculo,Pepa Charro, más conocida como La Terremoto de Alcorcón. Vedette, mujer de altos vuelos e incluso chica Almodóvar en Los amantes pasajeros, ella conduce este espectáculo sexy y lleno de numeros circenses, que se ambienta en una alocada nochevieja de 1979.

Llevas varios años presentando The Hole, ¿qué es lo que más te sorprende de este espectáculo?

Que su público sea tan fiel, que juegue a vivir durante un rato en el loco mundo de la Terremoto sin prejuicios y me haya dejado demostrarle que debajo de la peluca había algo más que un Con Loli.

¿Hay alguna anécdota con la que te quedes?

Sin duda, el día que conocí al ser que interpretaría al bandido que me robaría el corazón… Mi ratita Cristóbal. Nunca pensé que trabajaría tan a gusto con una rata, y aunque me haya mordido o me haya hecho caquita y pipí encima… ¡Es adorable! Apadrinen una rata si no tienen una ya en el trabajo o en sus casas.

Los números de The Hole siempre son atrevidos. ¿Con qué vais a sorprender esta vez?

Los de esta edición son los más impresionantes de la historia de este agujero. Tenemos dos premios mundiales de circo y ¡la rueda de la muerte! Yo aún no puedo mirar a algunos de los acróbatas. El gesto de llevarse la mano a la boca es inevitable.

La segunda parte era más sexy que la primera. ¿Aquí también vais a seguir enseñando carne?

Hay mucho color, piensa que toda la precuela se desarrolla en Studio 54. Irse a los 80 era avanzar más en este terreno. ¡Los mejores cuerpos y las mejores voces!

Creo que has participado en el guión del montaje junto al director Felix Sabroso. Pero, realmente, siempre parece que estés improvisando…

Félix me ha creado un patrón perfecto, yo me encargo en directo de hacer los dobladillos, coser los ojales o deshacer los hilvanes…

¿Cómo se os ocurrió la idea de dar un salto atrás en el tiempo?

¿Por qué no? Todo va un poco hacia atrás estos últimos años…

¿Cómo se va a notar el toque retro en el espectáculo?

Por supuesto, hay un punto retro, pero también, dentro de ese universo tan del ¡Hola!, hemos hecho una interpretación bien contemporánea de la Transición. Y muy importante es la música. Juan Sánchez ha hecho una selección para nosotros de esos imprescindibles en nuestras vidas, música de los 70 y 80, de la que bailas ya tengas 20, 40 o 70 años.

¿Por qué crees que el espectáculo funciona tan bien?

Porque tiene la clave de éxito en las venas. Lo parieron Paco León e Yllana, en un momento dramático para la cultura (del que aún no hemos salido) e invitaron a la vida y al canallismo. Por aquí han pasado algunas de las almas más alborotadoras y gamberras del panorma cabaretero: Edu Casanova, Alex O’Dogherty, Ángel Ruiz, Edu Soto, Anabel Alonso, Canco Rodríguez o una menda… ¿Cómo no iba a funcionar, alma cándida?

Qué: The Hole Zero

Dónde: Teatro Calderón (Atocha, 18. Madrid)

Cuándo: hasta el miércoles 21

El primer árbitro abiertamente gay está bajo protección policial por nuevas amenazas de muerte

“Tengo mucho, mucho miedo”, confiesa Jesús Tomillero

jesus-tomillero-en-el-estadio-de-la-real-balompedica-linense-en-la-linea

Jesús Tomillero, en el estadio de la Real Balompédica Linense, en La Línea. MARCOS MORENO

Desde el pasado domingo, 11 de septiembre, Jesús Tomillero Benavente sale a la calle acompañado de dos policías, que también hacen guardia a la puerta de su casa, en La Línea de la Concepción (Cádiz). El árbitro de 21 años,único colegiado de fútbol español que ha reconocido públicamente su homosexualidad y que se había retirado en mayo por los insultos homófobos que recibía, ha sufrido nuevas agresiones y amenazas de muerte desde que volvió a pisar el campo, el pasado sábado.

El partido entre el Atlético Zabal y Lassalle de la segunda división infantil andaluza se interrumpió en el minuto 48, cuando un espectador le gritó a Tomillero: “¡Retírate que hay que ser maricón! ¡Vete a Gran Hermano, chula!”. “Me duele especialmente que haya sido por parte de un compañero árbitro de Puerto Real”, cuenta el joven. Tras escuchar la frase, Tomillero paró el partido y pidió que el delegado retirara al hombre del estadio. Pero el individuo luego volvió y siguió con los insultos: “¡Eres un maricón de mierda!”

miedo-jesus-tomillero-a-agresiones

Después del partido, el árbitro denunció la agresión a la Federación Andaluza de Fútbol y a la Policía Nacional. Y entonces empezaron las amenazas. “Eres un hijo de puta, has jodido al club. Espero que mueras de SIDA, maricón”, le han escrito en Twitter. En su cuenta en Instagram, le han enviado imágenes de un hombre tiroteado en la cabeza, con el mensaje: “El patrón está muy enojado, no le gustan maricones en sus campos, te aconseja que te retires o mueras”.

Desde que asumió su homosexualidad, en marzo, las agresiones homófobas han sido una constante en la vida de Tomillero. “Una vez me tiraron huevos por la calle”, cuenta. Pero él afirma que no habían sido tan graves como ahora. “Tengo mucho, mucho miedo”, confiesa, aunque seguirá luchando por sus derechos. Esta semana se ha reunido con representantes del Parlamento Europeo para impulsar la creación de medidas de protección a las personas LGTB en el deporte. “Este fue mi último partido por un tiempo, pero seguiré defendiendo nuestro derecho a estar dónde queramos, incluso en el deporte”, afirma el árbitro.

El Bronx acoge la primera exposición dedicada al impacto del sida en el arte

Art AIDS America, con obras de Haring, Maplethorpe o Leivobitz, estará en Nueva York hasta el 23 de octubre

fotogaleria SIDA ene l arte 1

Exhibición de arte relacionada al VIH/SIDA en el MoMA Bronx de Nueva York. MARISOL DIAZ (QUALITY)

Cuando Keith Haring realizó su última obra no podía levantarse de su cama de un hospital del Nueva York de 1990. Tenía 31 años y su asistente le ideó un mecanismo para que, pese a todo, pudiera realizar aquel canto de cisne: le preparó un molde de cera y en él el artista estadounidense pudo dibujar con el dedo su último festival de siluetas infantiles, bailarinas y optimistas pese a que la obra se titulara Altar Piece, fuera un tríptico al que no le faltaban la Madonna con el niño ni un pueblo esperando la salvación y estuviera tomada por el miedo a una muerte inminente. Esta pieza es uno de los principales reclamos y una excelente síntesis de las emociones divididas que se agitan en la coctelera de Art AIDS America. Incertidumbre, infección, dolor, estigma, sentimiento religioso in extremis, folclore, activismo, sentimiento de culpa, sangre y semen conviven en la primera exposición que analiza el impacto del sida en el arte no solo entonces, sino también ahora.

Still Here reza un cuadro de Deborah Kass, pintado en 2007, para un doble recordatorio: que todavía duelen las heridas de la época más destructiva de la enfermedad y que, aunque el virus ya no cause la carnicería de los años 80, sigue allí, se sigue transmitiendo, sigue siendo incurable y sigue arrastrando una considerable desinformación. Art AIDS America ha recalado, no por casualidad, en el Museo del Bronx de Nueva York, que hasta el 23 de octubre lanza un grito más político que artístico, aunque sea a través de 125 obras con nombres tan importantes como, además de Haring, Robert Maplethorpe, Annie Leibovitz, Derek Jackson o los latinos Félix González-Torres, Tino Rodríguez o Luis Cruz Azaceta. “¿Por qué se ha tardado tanto?”, exclamaba desde el New York Times el crítico de arte y ganador del premio Pulitzer Holland Cotter. Y aseguraba que el sida había sido para Estados Unidos el segundo Vietnam.

fotogaleria SIDA ene l arte 2

“Ante todo queríamos abrir un debate”, explica a EL PAÍS el director del museo, Sergio Bessa, que ha completado la exposición con un ciclo de conferencias y proyecciones. “La exposición creó cierta polémica en Tacoma (estado de Washington, donde arrancó un recorrido que terminará en Chicago) por no tener suficiente representación latina y afroamericana (…) Además, el Bronx fue una comunidad especialmente afectada por el sida de una manera diferente: más por las drogas y las transfusiones de sangre que por la homosexualidad. Eso implicó que los archivos oficiales y la prensa no registraran sus cifras ni sus efectos”, añade.

La exposición ha sumado así varias obras importantes, entre ellas el documentalTongues Untied (lenguas desatadas) del fallecido Marlon Riggs, que sirve de prólogo de lo que luego vendrá en una muestra dividida en cuatro capítulos temáticos: cuerpo, espíritu, activismo y camuflaje, como si fueran fases evolutivas de la propia enfermedad.

“La primera respuesta a la crisis del sida llevó a los artistas hacer obras sobre el impacto físico de la enfermedad, sea con fotografías o trabajos que trabajan con sangre, piel… Pero también había otra gente, particularmente los infectados, intentaron encontrar una salvación espiritual”, argumenta Bessa. De un lado se pueden ver obras donde las erupciones cutáneas se traducen en lienzos abultados y sanguinolentos cual sarcoma de Kapozy, como la impactante obra del artista israelí Izhar Patkin, todavía vivo, realizada irónicamente con látex y titulada Desvelando una manera moderna de castidad (1981). Pero también duele la sábana santa surgida de una máquina de gimnasio que forma parte de la serieIcaria, de Daniel Goldstein.

El activismo, como el propio arte, llega como respuesta a una sociedad que no responde institucionalmente: el silencio llegaba tanto desde la administración de Ronald Reagan como de las grandes instituciones artísticas. “Tomó mucho tiempo hasta que los políticos reaccionaron como crisis sanitaria, pensaron que era una cuestión de subcultura”, asegura Bessa, quien también señala obras fotográficas de este bloque de la exposición que muestran mensajes de castigo moral a los infectados. De hecho, la obra más grande de la muestra se llamaSilencio = Muerte creada con neones por el colectivo Gran Fury en 1987.

Con el camuflaje llega el decir sin decir y, con él, algunas de las piezas más poéticas: La Cortina Azul de González-Torres, que al abrir se asoma a la obra de David Wognarowicz Buffalo, una impactante fotografía de estos animales despeñándose por un barranco, símbolo de la brutal estampida del sueño americano con la llegada del neoliberalismo radical de los años 80.

Sin embargo, pese a la fuerza de los artistas más afectados por la enfermedad y más involucrados en la escena homosexual, Art AIDS America lucha por dar voz a los enfermos menos estandarizados y es por eso que Bessa destaca dos artistas: el heterosexual Willie Cole que hace un juego léxico en una pizarra en su Cómo deletreas América y el trabajo de la veinteañera Kia Labeija, que nació en 1990 con VIH y desde entonces vive como miembro de una de las casas de voguingque sobreviven, la Casa Labeija, y retrata con exuberancia y el colorismo una existencia marcada por un virus que algunos se atreven a pensar que ha pasado de moda.

El reto de envejecer con VIH

Quienes no combatieron el virus en las primeras fases han sometido a su sistema inmune a un estrés que se acaba pagando con los años

Una paciente mayor con VIH en un hospital de Camboya. MASARU GOTO BANCO MUNDIAL

A Bill O’Loughlin le ha vuelto a entrar el miedo a morir por culpa del VIH. Seropositivo desde 1982, este australiano de 59 años compara el presente con los escalofriantes años ochenta y principios de los noventa para los portadores del virus, cuando la muerte les acechaba a la vuelta de la esquina: “No digo que sea exactamente igual, pero vuelvo a ver a amigos enfermando y muriendo; me recuerda a aquellos tiempos”.

Desde principios de este siglo, el VIH es una enfermedad crónica que se trata con antirretrovirales (ARV). Con ellos, los pacientes pueden hacer una vida normal. Al menos en teoría. Con las terapias modernas aplicadas desde las primeras etapas de la infección, tal y como recomiendan los estándares de la Organización Mundial de la Salud, es probable que los enfermos tengan una vejez relativamente plácida a pesar de tomar una pastilla diaria durante décadas. Pero el panorama suele ser bien distinto para aquellos que portan el virus desde hace muchos años, que comenzaron a recibir la medicación cuando el virus ya se había multiplicado de manera masiva o que tomaban los primeros fármacos, más agresivos y menos eficaces.

En estos casos, el sistema inmunitario ha estado sometido a un tremendo estrés durante mucho tiempo y, más allá de las enfermedades relacionadas directamente con el VIH, como la tuberculosis, otras comienzan a aparecer de forma más temprana y agresiva que para las personas seronegativas. “No sabemos las causas exactas, pero el virus parece acelerar el proceso de envejecimiento”, explica Sharon Lewin, directora del Instituto Peter Dotherty de Melbourne en el Congreso Internacional de Inmunología que se está celebrando esta semana en la ciudad australiana.

Existe suficiente evidencia que demuestra el envejecimiento prematuro, pese a que queda mucha investigación para conocer por qué sucede y dar soluciones adecuadas. Varios estudios muestran un deterioro celular entre 10 y 14 años más temprano en mujeres que han sufrido a lo largo de sus vidas una gran activación del sistema inmunitario. Tony Kelleher director de inmunovirología y patogénesis del Instituto Kirby, explica que las enfermedades de riñón, los infartos y ciertos tipos de cáncer aparecen como promedio entre 5 y 10 años antes en estos pacientes.

La activación del sistema inmune, el estrés constante, es algo que no solo les ocurre a las personas con VIH. Es frecuente en las poblaciones de los países pobres, donde son comunes los parásitos, como el que causa la malaria. El organismo tiene una sobrecarga de trabajo para luchar contra estos y otros microorganismos que suelen estar presentes en lugares con falta de higiene, y más aún en personas sin una alimentación adecuada. Esto, a la larga, conduce a un considerable empeoramiento en la calidad de vida y se ha observado que las afecciones cardiovasculares son más recurrentes en estos entornos.

Por eso, cuando oye que el sida (en realidad es el VIH) se ha convertido “simplemente” en una enfermedad crónica, O’Loughlin salta como un resorte. “Se está presentando como que es una situación simple, que se solventa con tomar una pastilla al día, pero hay mucho alrededor. Más allá de los problemas de salud por otras enfermedades que vienen con el virus, a menudo quienes lo portan sufren problemas psicológicos, soledad, estrés, alcoholismo y adicciones a estupefacientes”, relata.

Clovis Palmer, director de inmunometabolismo del Burnet Institute de Melbourne, reclama especial cuidado para los pacientes que viven durante largo tiempo con el virus, así como herramientas para tratar de detectar de forma temprana otras enfermedades que pueden venir asociadas.

Varias investigaciones en curso tratan de lograr estos objetivos y retrasar el envejecimiento prematuro que provoca el estrés de las defensas del cuerpo. Una de las dolencias más comunes asociadas al virus es el daño al tracto gastrointestinal, donde el sistema inmunitario al que ataca el VIH no es completamente normalizado con los tratamientos antirretrovirales. Un estudio de intervención en 20 pacientes mostró el año pasado que la toma de probióticos mejoraba su salud gastrointestinal.

Una de las ventajas de este experimento es que la administración de probióticos está prácticamente exenta de efectos secundarios, ya que otro de los grandes problemas de los portadores del virus es la gran cantidad de pastillas que a menudo han de ingerir. Más allá del ARV diario para mantener al virus a raya, es frecuente que se necesiten otros fármacos para aminorar sus consecuencias adversas y luchar contra otras dolencias que suelen aparecer, como altos niveles de colesterol, estreñimiento y osteoporosis.

“Es un problema tratar los efectos de los medicamentos con más medicamentos. Esto es algo que, esperamos, no sucederá con quienes están tomando los ARV más modernos. Pero hay que permanecer alerta, nada sale gratis cuando hablamos de fármacos”, advierte Kelleher.

Travestismo de hierro y papel

La colección de fotos del cineasta Sébastien Lifshitz en Arlés recorre los orígenes del movimiento transgénero a través de imágenes anónimas de mercadillos de medio mundo

Hombre en esmoquin rodeado de seis travestis. Alemania, invierno de 1937

Hombre en esmoquin rodeado de seis travestis. Alemania, invierno de 1937. EL PAÍS

Seguirá exasperando a los reaccionarios más furibundos, pero el travestismo es tan antiguo como la humanidad: ahí están los mitos griegos, las vidas de santos, las leyendas chinas y el teatro barroco para demostrarlo. Con la invención de la fotografía, a mediados del siglo XIX, aparecen las primeras muestras visibles de una práctica proscrita durante siglos en nombre del orden sexual, sobre el que reposaba también el social. El Antiguo Testamento consideraba que el travestismo suponía “una abominación a los ojos de Yahvé”, mientras que la ley civil de muchos países europeos lo castigó con la pena capital hasta el siglo XVIII, cuando quedó sustituida por una simple multa y fue catalogada como perversión clínica.

Esta firme prohibición no impidió que parte de la humanidad siguiera vistiéndose con el atuendo del género opuesto. La colección fotográfica del cineasta francés Sébastien Lifshitz supone una prueba adicional de ello. Su archivo, formado por 2.000 imágenes anónimas rastreadas en mercadillos de medio mundo durante los últimos 20 años, se expone por primera vez en los Encuentros Fotográficos de Arlés, que se celebran en la ciudad francesa hasta finales de septiembre. La colección también ha dado lugar a un libro, recién publicado, Mauvais genre(Éditions Textuel), que traza una historia anónima del travestismo durante el último siglo.

Dos ferrotipos decimonónicos retratan a proletarias vestidas con el atuendo masculino, tal vez porque sus empleadores no pusieron cortes femeninos a su disposición. Aparecen mujeres vestidas de esmoquin en la Inglaterra victoriana y prisioneros de un campo de guerra alemán durante la Primera Guerra Mundial, engalanados con ropajes femeninos en un contexto enigmático. Después, la colección se adentra en las bambalinas de un cabaret transformista en el Nueva York de 1960 y en un exuberante concurso de drag queens, un par de décadas más tarde. El conjunto recorre los cambios en el significado social del travestismo, a través de imágenes que no fueron tomadas para ser expuestas en público. “Recogen una memoria privada y secreta. Por ese motivo, hay quien considera que mostrarlas en público es una violación”, reconoce Lifshitz, que no comparte esa opinión. “Estas fotos nos pertenecen a todos. Reflejan la historia de una manera distinta: no a partir de los nombres ilustres, sino de la microhistoria, de las vidas anónimas y olvidadas”, sostiene el cineasta de 48 años, que se ha especializado en retratar la diferencia sexual a través de la ficción y el documental, con títulos como Primer verano o Les invisibles.

Sin estar siempre animada por una voluntad subversiva, esta práctica terminó adquiriendo un cariz político innegable, más allá del aspecto paródico que suele asociarse al transformismo. “El objetivo de estos hombres y mujeres no era solo burlesco. A veces, tenemos la sensación de descubrir una especie de pretransexualidad, un precedente al actual movimiento transgénero”, afirma Lifshitz. La historiadora francesa Christine Bard, autora del ensayo Historia política del pantalón (Tusquets), sostiene la misma tesis en el catálogo: “Como en el desorden autorizado durante los carnavales, implica una suspensión temporal de la prohibición de invertir los roles. Estas imágenes hacen visibles los marcadores de género. Los desnaturalizan y revelan que son un código, una arbitrariedad cultural”.

Hombre maquillado en una imagen de fotomatón en Estados Unidos, 1920

Hombre maquillado en una imagen de fotomatón en Estados Unidos, 1920. EL PAÍS

La estadounidense Virginia Prince, que nació llamándose Charles, se convirtió en una pionera del activismo transgénero con su revista Transvestia,que empezó a publicar en 1960. Desde sus páginas, dejó clara la separación entre sexo y género (el primero corresponde a la biología; el segundo, al rol que se le atribuye culturalmente). “Se confunde el sexo con el género. Yo siempre soy de sexo masculino, pero cuando me convierto en Virginia tengo género femenino”, dejó escrito. Se anticipaba así a la tercera ola de feminismo que arrancó en los noventa y a los grandes nombres de la teoríaqueer, como Judith Butler, autora deDeshacer el género, volumen de referencia publicado en 1990.

Para la historiadora de la fotografía Isabelle Bonnet, el valor de este archivo es considerable, ya que “apenas existen autorrepresentaciones de las minorías transgénero previas a los movimientos de liberación gais y lésbicos de finales de los sesenta”. Es decir, anteriores a la revuelta de Stonewall en 1969. “Su historia nos concierne a todos, porque examina los estereotipos ligados a la sexualidad y al género. El pensamiento binario de una virilidad —positiva— opuesta a una feminidad —negativa— no es ni natural ni demasiado antiguo. Se desarrolla en el siglo XIX y comporta una fobia de la afeminación de los hombres”, asegura Bonnet en el libro. De ahí surgirá la llamada “gran renuncia masculina”, teorizada por el psicoanalista John Carl Flügel: la imposición de un vestuario desprovisto de ornamentos para los varones.

Las imágenes más enigmáticas de la colección son las que se alejan tanto de los parámetros políticos como de los burlescos, para inscribirse “en un extraño deseo de normalidad”, como apunta Bonnet. Por ejemplo, una larga serie de fotos describe las fiestas de un grupo de hombres que, durante los años treinta y cuarenta, se reunieron a puerta cerrada en sus domicilios de la periferia de Washington para vestirse y maquillarse como mujeres. Pero no emulaban el estilo de las estrellas de Hollywood, sino el de amas de casa de suburbio residencial. Mientras tanto, en las universidades estadounidenses para mujeres se celebraban los llamados mock weddings (o bodas de broma), documentados en este archivo: una estudiante se vestía de hombre y la otra, de mujer. La vida estudiantil suponía un paréntesis en el que la bisexualidad estaba tolerada, antes del acceso a la vida adulta. En el viejo continente tampoco faltan los ejemplos. En algunas regiones francesas, las mujeres solteras solían vestirse de hombre durante las fiestas de Santa Catalina, patrona de las célibes, hasta el primer tercio del siglo XX. La depresión económica y el clima de preguerra hicieron que estos ejemplos de travestismo lúdico cayeran en desuso, “aplastados por el conformismo moral de los años treinta”, como apunta Bard.

LA REALIDAD IGNORADA

La publicación de Mauvais genre coincide con un momento de visibilidad creciente del colectivo transgénero en la cultura. Lo demuestran películas como La chica danesa o Tangerine, aplaudidas series como Transparent y Orange is the new black, o los artistas Zackary Drucker y Rhys Ernst, que reflejaron sus operaciones de reasignación de sexo en Relationship, un proyecto fotográfico presentado en la pasada bienal del Whitney de Nueva York. Esos ejemplos apuntan a una normalización relativa de una realidad que, hasta no hace tanto, era ignorada o tratada de manera truculenta o caricaturesca. “Se ha necesitado tiempo. La historia de la transexualidad es muy reciente, porque no empieza hasta la posguerra europea, a excepción de tres o cuatro casos”, contextualiza Sébastien Lifshitz, que retrató a un personaje transgénero en Wild side, una de sus primeras películas. “En los últimos 15 años, se les ha empezado a prestar una atención fuerte en el cine y el resto de la cultura, pero también en los estudios de sociología y de historia. El problema es que los textos de la teoría queer no suelen contar con imágenes que reflejen un fenómeno más complejo y diverso de lo que habíamos imaginado”, afirma el director. Su colección supone, en ese sentido, un referente visual bienvenido.

El Supremo ordena tramitar el asilo de un camerunés que sufrió persecución por ser homosexual

Prosper K.T. había denunció en Barajas que él y su novio habían recibido una paliza en Camerún

El Tribunal Supremo ha revocado la denegación del asilo de un ciudadano camerunés que alegó que había sido perseguido en su país por ser homosexual. El Supremo ordena al Ministerio del Interior, que denegó la petición en noviembre de 2014, que inicie la tramitación del procedimiento administrativo correspondiente.

Interior denegó la petición, formulada el 3 de noviembre de 2014 en el puesto fronterizo del aeropuerto de Madrid-Barajas, por considerar que sus alegaciones sobre la persecución padecida en Camerún eran “inverosímiles e insuficientes”, en aplicación de la Ley de Asilo, que faculta al ministro a inadmitir por dicha causa solicitudes de protección internacional presentadas en la frontera en un plazo máximo de 12 días.

El ciudadano camerunés, Prosper K. T., había relatado en su demanda en el aeropuerto madrileño que, al enterarse de su orientación homosexual, los jóvenes de su barrio en Camerún le dieron una paliza a él y a su novio en julio de 2014. Según su versión, su pareja murió a causa de los golpes. Prosper K. T. decidió huir, primero a Nigeria, luego a México y por último a España, donde reclamó asilo y protección internacional subsidiaria.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) presentó un informe apoyando la admisión de la petición. Interior denegó, sin embargo, dicha solicitud, por lo que el reclamante recurrió primero a la Audiencia Nacional, que confirmó la decisión del ministerio.

El ciudadano camerunés planteó entonces recurso de casación ante el Supremo. El alto tribunal ha señalado que ni en la sentencia de la Audiencia Nacional ni en las resoluciones se dice que el solicitante hubiese formulado alegaciones incoherentes, ni que su relato contradiga la información disponible sobre el país de origen. “Más bien al contrario”, añade la sentencia, que también señala que en la legislación de Camerún se tipifican como delito los actos homosexuales y que se trata de una conducta efectivamente reprimida en ese país.

¿Por qué no encontramos cura para el sida?

Los mayores expertos mundiales ponen en común los últimos avances contra el VIH en la conferencia internacional de sida de Durban. La victoria no está cerca

Activistas de la asociación Granmothers Unite se manisfiestan a las puertas de centro de conferencias de Durban, donde se celebrará el congreso internacional de sida

Activistas de la asociación Granmothers Unite se manisfiestan a las puertas de centro de conferencias de Durban, donde se celebrará el congreso internacional de sida. ABHI INDRARAJAN IAS

Si hay una enfermedad contra la que la humanidad haya reaccionado rápido, ésa es el sida. Desde su descubrimiento hasta hallar un tratamiento efectivo transcurrieron menos de dos décadas. De sentencia de muerte a dolencia crónica. Pero el siguiente paso, conseguir curarla, no está resultando tan sencillo. De las tres grandes pandemias (tuberculosis, sida y malaria) es la única para la que no hay remedio. Mientras tras un brote de ébola que segó la vida de 11.300 personas se aceleraron las investigaciones y, en meses, se halló una vacuna efectiva, después de más de 34 millones de muertesno existe inmunización para el VIH. Es un virus distinto a todos los que hemos conocido hasta ahora.

Si hay una enfermedad contra la que la humanidad haya reaccionado rápido, ésa es el sida. Desde su descubrimiento hasta hallar un tratamiento efectivo transcurrieron menos de dos décadas. De sentencia de muerte a dolencia crónica. Pero el siguiente paso, conseguir curarla, no está resultando tan sencillo. De las tres grandes pandemias (tuberculosis, sida y malaria) es la única para la que no hay remedio. Mientras tras un brote de ébola que segó la vida de 11.300 personas se aceleraron las investigaciones y, en meses, se halló una vacuna efectiva, después de más de 34 millones de muertesno existe inmunización para el VIH. Es un virus distinto a todos los que hemos conocido hasta ahora.

Si bien eliminar por completo al virus de las personas infectadas es una aspiración, la comunidad científica se daría más que por satisfecha si en el medio —incluso largo— plazo se diera con la tecla para que los pacientes lograran mantener la carga viral a niveles indetectables en plasma. Es lo que consiguen las modernas terapias antirretrovirales (ARV), que propician que las personas seropositivas puedan hacer una vida normal y reduzcan tremendamente (entre un 95% y un 97%) el riesgo de infectar a otras.

“Con 37 millones de personas viviendo con VIH y otros dos millones de nuevos afectados cada año, una aproximación efectiva para curar o lograr una remisión significativa sería un avance innovador en la salud global. Todavía estamos en una etapa inicial, pero se han producido hallazgos reseñables”, aseguraFrançoise Barré-Sinoussi, que ganó el premio Nobel por descubrir el virus.

Existen varias líneas de investigación para encontrar una cura. La mayoría de ellas maneja la idea de reforzar al sistema inmune para que pueda defenderse. Esto se puede hacer por distintos métodos que, sin embargo, hasta ahora han fracasado. Uno de ellos es hallar una vacuna, que no solo podría ser útil para evitar la transmisión a población sana, sino también para ayudar al sistema inumne de los portadores a controlar al virus. Se parte de una que se probó en Tailandia entre 2003 y 2006. Consiguió unos resultados modestos (31% de efectividad), insuficientes para generalizarla, pero sentó las bases para posteriores experimentos que se han realizado con modificaciones para mejorarla. Los resultados esperanzadores de un estudio que verá la luz el martes permiten ya afirmar que un nuevo ensayo a gran escala empezará en breve con varios miles de pacientes implicados en el sur de África. Esta fase será crucial para determinar la capacidad de protección de esta novedosa variante de la vacuna.

Más allá de una vacuna, los expertos ponen muchas esperanzas en que los nuevos métodos para combatir el cáncer sirvan también para luchar contra el VIH. Son medicamentos de última generación que precisamente ayudan al sistema inmune contra las células cancerígenas. “No necesariamente estamos hablando de usar los mismos fármacos, aunque podría ser, es más bien utilizar su filosofía contra el virus”, explica Steven Deeks, profesor de medicina en la Universidad de California y miembro del programa de sida del Hospital General de San Francisco. Estas terapias de última generación, que son muy prometedoras a medio plazo en el ámbito oncológico, están todavía lejos de llegar al tratamiento contra el VIH. “En primer lugar, por un problema de rentabilidad para las empresas farmacéuticas, lo cual es legítimo [los remedios contra el cáncer son mejor negocio que los del sida]. En segundo, quizás no se presta tanta atención porque con el VIH ya hemos encontrado una forma de frenar la muerte, algo que no sucede siempre con el cáncer”, reflexiona. La colaboración entre estos dos mundos es algo que quieren potenciar los investigadores que se han dado cita en Durban.

Una tercera vía para dar con la sanación es la de las células madre. De hecho, solo existe constancia de una persona en toda la historia que se haya curado; y fue por este método. Es el conocido como paciente berlinés, que además padecía leucemia y recibió un transplante de médula. Los médicos buscaron un donante con una mutación genética llamada delta-32, que inmuniza al portador de la mayoría de las cepas del VIH. Un consorcio europeo conocido como Epistem monitoriza pacientes que han recibido trasplantes de médula para comprobar si se puede replicar este caso. Hasta el momento no ha sucedido. Los resultados, conocidos este sábado en Durban, muestran significativas reducciones de la carga viral, si bien no se descartan rebotes. De forma parecida, varios estudios buscan la manera de insertar células madre que propicien este rechazo al virus. Pero siguen siendo métodos agresivos cuya implementación no es hoy día segura. Incluso si se hallasen formas de conseguirlo sin riesgos sería, a priori, una fórmula muy cara, solo aplicable en países ricos, y no donde están los mayores focos de VIH, según coinciden los expertos consultados.

A pesar de estas tenues luces de esperanza, queda mucho camino por recorrer en la búsqueda de una cura para el VIH. Los esfuerzos en investigación se vienen multiplicando en los últimos años: de los 80 millones de euros que se invertían en 2012 hemos pasado a 183 en 2015. Con solo 17 millones de personas recibiendo tratamiento antirretroviral frente a los 20 millones que carecen de él, algunos activistas abogan por poner el foco en cubrir a todos los enfermos. Los expertos que forman el comité en busca de una cura de la Sociedad Internacional de Sidaexplican que los esfuerzos para hallar una sanación no se deberían detraer de los programas de prevención y tratamiento. La prioridad, coinciden, es el control del virus. “Sin embargo, es un imperativo que los donantes, los Gobiernos y la comunidad de personas implicadas en la lucha contra el sida haga viable y sostenible la inversión económica para la investigación de una cura para el VIH”, concluyen.

Ni más ni menos que una de las patas para acabar con el sida

Las pastillas profilácticas para frenar el contagio del VIH pueden ser una herramienta fundamental contra el virus, pero solo como un complemento entre poblaciones de riesgo

Materiales para prevención de sida en poblaciones de riesgo

Materiales para prevención de sida en poblaciones de riesgo. TRINN SUWANNAPHA BANCO MUNDIAL

El tratamiento profiláctico contra el sida (conocido como PrEP por sus siglas en inglés) fue una de las estrellas en el congreso internacional de sida que se celebró hace justo un año en Vancouver. Aunque la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA) lo había aprobado en 2012, los estudios que se presentaron en Canadá sirvieron para certificar, con consenso científico, que el uso de estas pastillas entre la población de riesgo puede ser una herramienta eficaz para acabar con la epidemia del VIH. Este es, nada menos, el objetivo que se ha propuesto la comunidad internacional de aquí a 2030, dentro de losObjetivos de Desarrollo Sostenible.

El tratamiento, una combinación de principios activos antirretrovirales, ha demostrado una eficacia del 90% a la hora de frenar la transmisión sin preservativo. Muchos de los investigadores implicados en los diferentes ensayos que se presentaron en Vancouver aseguraban que la protección se aproximaba mucho al 100% entre los sujetos que tomaban la medicación religiosamente.

Todo esto ha propiciado que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiende, como precaución adicional, el uso de PrEP en la población de riesgo: trabajadores sexuales, transexuales, hombres homosexuales, personas que coitan sin protección. Los especialistas lo contemplan como una de las patas sobre las que se tiene que asentar la lucha contra la enfermedad, junto al tratamiento antirretroviral para todos los infectados en cuanto se detecta el virus. Con ambas medidas “se podrían evitar 21 millones de muertes y 28 millones de nuevos casos de aquí a 2030”, según la OMS.

Esto no quiere decir que los científicos alienten dejar el condón de lado. Seguirá como un arma crucial contra el sida, entre otras cosas, porque el PrEP tardará en llegar a todos los que lo necesitan y porque no es un tratamiento indicado para la gran mayoría de la población. No deja de ser un agresivo cóctel farmacológico entre personas sanas, y todo medicamento tiene efectos secundarios. Si insisten en sus bondades es porque se ha asumido como inevitable que no todo el mundo use preservativos, que se rompan o que haya descuidos, así que puede ser un buen complemento. Han concluido que los riesgos son menores que los beneficios, siempre entre estos grupos de riesgo.

Una de las preocupaciones que se expresaron en Vancouver fue que al sustituir los condones por este nuevo tratamiento se disparasen otras infecciones de transmisión sexual (ITS). Sin embargo, los estudios que se han hecho hasta el momento han demostrado que la prevalencia de otras ITS entre quienes usaron PrEP no había aumentado.

En unos días comenzará la edición de este año del congreso mundial sobre sida, esta vez en Durban (Sudáfrica). Varios de los estudios que allí se presentarán mostrarán más detalles sobre el éxito (o no) de este tratamiento.