La triple condena de los gais sirios

Los homosexuales abandonan Siria para evitar los asesinatos de los yihadistas, que se suman a la represión del régimen y al rechazo de sus familias y tribus

IS asesina a un gay

Captura de un vídeo del EI en el que dos yihadistas arrojan al vacío a un supuesto homosexual en Nínive.

El pasado noviembre, dos veinteañeros sirios eran apedreados hasta la muerte. La ejecución ocurría en Deir Zor, en el noreste de Siria y feudo del Estado Islámico (EI). Su crimen: ser homosexuales. Se trataba de la primera ejecución pública de gais a manos del grupo yihadista. Un hombre leía la brutal condena amparado por la rigurosa ley religiosa que sirve de Constitución en el califato. A 140 kilómetros de allí, Ibrahim ya hace más de un año que huyó de Raqqa, su ciudad natal y capital del EI. Médico de 33 años, su homosexualidad le ha valido una persecución continua. Encarcelado bajo la ley siria, condenado a muerte por la de los yihadistas y desterrado por su propia tribu, Ibrahim ha logrado sobrevivir a una triple condena.

Tras cuatro años de guerra y más de 200.000 muertos, las ejecuciones de homosexuales aumentan en el reino del EI que se extiende entre Siria e Irak. Las imágenes de dos jóvenes empujados desde la azotea de un edificio en Irak dieron la vuelta al mundo. Con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda, eran lanzados al vacío al tiempo que el verdugo voceaba: “¡Musulmanes, sed testigos de la aplicación de la ley!”.

En 2010, y antes de que estallaran las primeras revueltas sirias, Ibrahim fue arrestado en virtud del artículo 520 del Código Penal sirio en vigor desde el protectorado francés. Aquellos que realicen “actos sexuales innaturales” serán condenados a hasta tres años de cárcel, reza el artículo. Bajo tortura, uno de sus amigos detenidos le delató. La familia de Ibrahim, que pertenece a una conocida tribu, decidió tapar el escándalo recurriendo a contactos en el régimen y previo pago de 18.000 euros. Ibrahim salió de la cárcel, pero la libertad le duró poco: “Cuando pensé que todo había pasado, empezó lo peor. La revolución comenzó, el caos se apoderó de Raqqa, el Ejército Libre Sirio mutó en Al Nusra [filial de Al Qaeda en Siria] y en el EI”.

Tres de sus amigos homosexuales fueron ejecutados por los yihadistas. Uno murió de un infarto mientras era torturado. Los otros dos, de un tiro en la nuca. “En Raqqa, la comunidad gay era activa. Pero solo a los que reciben en el acto sexual se les considera gais. Muchos de aquellos que tenían mujeres y se acostaban con hombres fueron a parar a las filas de Al Nusra y del EI. Para expiar sus culpas entregaron a todos los gais que conocían de su fase prerevolucionaria. Mis tres amigos pagaron con su vida y de sus teléfonos sacaron los números de decenas de otros como yo”, relata con amarga sonrisa.

Al poco, Ibrahim fue secuestrado y torturado por los yihadistas. Su tribu intervino por última vez pagando 10.000 euros por su vida. “Tenía familiares cercanos al EI y Al Nusra que pedían mi cabeza. Mi tío logró negociar mi libertad pero me dieron dos horas para abandonar Raqqa. Yo había deshonrado a mi familia y a mi tribu”.

Su primera parada fue Damasco, zona leal al régimen y donde aún perduran varios hamam (baños) convertidos en lugares de encuentro para homosexuales. “Es ilegal pero si los dueños untan a la policía, estos hacen la vista gorda”, espeta al teléfono desde Madrid Jorge, joven de 35 años de padre sirio y madre española. En marzo de 2012, Jorge quedó con su novio en un hotel. “La policía nos pilló en la cama. Nos arrastraron desnudos por los pasillos y por la calle. Nos llamaban enfermos mentales al tiempo que nos pateaban”, rememora este antiguo profesor de Filología Hispánica. Logró pagar los 3.000 euros de fianza para salir del calabozo. “Al poco me convocaron para alistarme en el Ejército. Al ser hijo único estoy exento del servicio militar por lo que supe que era una trampa para encarcelarme por ser gay. Hice las maletas y hui a España”, concluye Jorge a quien le salvó su pasaporte español.

Ibrahim también escapó. Ahora, como refugiado sirio en Líbano, aun guarda esperanzas de una nueva vida: “Hemos estado años bajo la represión del régimen y a la comunidad internacional no le ha importando. Llevo siete meses en espera de asilo político en Europa. Intento mantener la cordura, porque sé que merezco un nuevo comienzo. Pero hasta ahora no me han dado la oportunidad”.

Beirut, refugio para el asilo político

Varios jóvenes homosexuales sirios intercambian sus relatos en las oficinas de la ONG Proud Lebanon, a las afueras de Beirut. Consigo arrastran un doble trauma acumulado en su huida de la guerra y en su lucha por sobrevivir a su sexualidad. Perseguidos tanto en zona leal como rebelde, a la comunidad homosexual siria tan sólo le queda el exilio para sobrevivir. En 2013, el libanés Bertho Makso y cofundador de la ONG, comenzó acogiendo a refugiados sirios gais.

“Proporcionamos servicios médicos, psicológicos, cursos de formación y un plato caliente. Para muchos será el único que ingieran en el día”, explica Cosette Maalouf, trabajadora de la ONG. El centro acoge a 320 homosexuales, más del 60% sirios. “La mayoría ven Beirut como un lugar de paso para ir a Europa”, explica Makso, quien asegura que el pasado año, 70 de ellos obtuvieron asilo político.

A diferencia del resto de refugiados sirios, están solos. Han roto con su familia y huido de régimen y rebeldes. “Se trata de una comunidad muy vulnerable dentro de los refugiados sirios, pero no hay estudios u organismos que realmente monitoreen estos casos. No son solo perseguidos por el Estado Islámico, [EI] sino por rebeldes, las leyes sirias y la propia moral social. Los ataques del EI son más visibles por su policía moral” apunta Nadim Khoury, director de Human Rights Watch en Beirut.

Entre los 320 beneficiarios, tan sólo se cuentan cuatro mujeres. “En nuestra sociedad no se considera que la mujer tenga una sexualidad, y durante la guerra estamos recluidas en el hogar. De ahí que a las lesbianas nos sea más fácil pasar desapercibidas. No sé de ninguna ejecución de una mujer homosexual”, cuenta desde Alepo al teléfono Bahiya, de 28 años.

La webserie gay que arrasa en Marruecos

Hamza tiene 22 años. Tenía 14 la primera vez que besó a un chico, en un hammam de Casablanca y cada vez que se acuerda, evoca el momento con una sonrisa: “Nos quedamos solos, desnudos. Él me acarició la espalda y la caricia terminó en un beso”. Después vinieron los golpes. A sólo 14 kilómetros de un país como España, donde los homosexuales pueden casarse y tener hijos, ser homosexual en Marruecos significa enfrentarse a la cárcel, a la exclusión social y familiar y a la violencia. Mucha violencia

la-webserie-gay-que-arrasa-en-marruecos-987-body-image-1425289811

A Hamza le insultan por la calle: “Me llaman zamal (marica) y hasta me han atacado con un cuchillo. Mira, aquí”, cuenta en conversación con Vice News, señalando una pequeña cicatriz en el brazo. Su vida, entre besos prohibidos y golpes marcados, le ha convertido en activista. Su testimonio, siempre a cara cubierta, le ha convertido en el protagonista del primer capítulo de la webserie que está publicando en youtube el activista LGTB Marwan Bensaïd, titulada “Kaynin”, que en dariya -el dialecto árabe que se habla en Marruecos- significa “Existimos”. Ya tiene casi 300.000 visitas.

Con un montaje muy sencillo y dos localizaciones, en la medina de Rabat y en el interior de un apartamento de la capital, Hamza va construyendo el relato a lo largo de casi siete minutos: cuenta que en la escuela los profesores le avergonzaban y los compañeros le acosaban, que tuvo que cambiar itinerarios para volver a casa porque le tiraban piedras, que buscó amigos en otros barrios. Pero lo que más le duele es la reacción de su familia.

Su hermano le pisó la cabeza y le partió dos dientes antes de decidir que no podía vivir más en su casa y que tenía que marcharse. Hace unos meses volvió y su padre y su hermano le esperaban armados con palos. “Eres una desgracia para la familia”, le dijeron. “No puedo ir a la policía, porque ante la ley, el criminal soy yo”, cuenta en el vídeo, silbando las eses como consecuencia de aquel golpe en los dientes. En Marruecos, el código penal castiga la homosexualidad con penas de seis meses a tres años de cárcel.

“Es la primera vez que una acción LGTB en Marruecos hace tanto ruido”, explica satisfecho Bensaïd, estudiante de 23 años y fundador de una revista online de contenido LGTB, “Aswat“. Se lanzó con la webserie porque “sabíamos que una serie documental iba a ser mucho más impactante. Queremos visibilizar la homofobia en la sociedad marroquí”.

Según un sondeo del pasado noviembre de TNS para el semanario Tel Quel, el 83% de los marroquíes no son nada tolerantes con la homosexualidad, como prueban algunos de los comentarios de la gente que ha visto el vídeo en youtube: “Estáis enfermos”, “Es haram” (pecado) o “Que lo hagan, pero en su casa” son los más habituales.

Bensaïd se los toma bastante bien. Al menos, la gente habla: “Salvo excepciones, los medios de comunicación marroquíes tratan el tema desde el morbo y el escándalo. Estamos seguros de que ahora, cuando han publicado algo sobre Kaynin, lo han hecho para obtener más clicks. Con la serie colgada en youtube se ha creado un poco de debate social”. El director lo dice porque también le han llegado comentarios alentadores, como “No estoy de acuerdo con vosotros, pero estoy en contra de la violencia contra vosotros”, e incluso cartas de padres de hijos gays dándole las gracias por normalizar una tendencia sexual distinta de la hetero.

Después de los dos primeros capítulos, el primero protagonizado por Hamza y el segundo por Houssem, un joven de Fez que estuvo en prisión, Bensaïd quiere a una chica para el tercero: “Habíamos hablado con ella, pero al final le ha dado miedo. También conocemos a algunos transexuales, pero eso está aún más estigmatizado. Están muy escondidos. Los únicas personas visibles están fuera de Marruecos”.

Una de las primeras asociaciones marroquíes de lucha por los derechos de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales tuvo que irse a la orilla de enfrente, a España, para ser legalmente una asociación. Se llaman “Kif Kif” (Iguales) y su portavoz, Samir Bargachi, ha decidido darse un respiro en los medios de comunicación porque sigue recibiendo amenazas. Hamza y Marwan dicen que no le temen a un posible arresto en Marruecos: “Ya de entrada nada de lo que hacemos es legal. Yo soy un activista, es lo que hago”, cuenta Marwan. “Siempre hay amenazas”, continúa Hamza. “Pero necesitamos sentirnos orgullosos de lo que somos”.

Hamza tuvo un novio marroquí que le decía que estaban enfermos; no aceptaba su opción sexual, una actitud muy frecuente entre los homosexuales marroquíes. Muchas veces acuden en busca de ayuda psicológica porque creen que lo que les pasa es una enfermedad. Y, además, está la religión. En el Corán, dos suras condenan de manera explícita al pueblo de Lot, los sodomitas, pero investigadores como Abdennur Prado interpretan que no se trata de una condena a la homosexualidad sino a las “perversiones sexuales” de todo tipo y violaciones que se practicaban en Sodoma.

También esta extendida la idea de que al homosexual activo no se le considera homosexual: un hombre sólo es gay si es afeminado o pasivo. Es parte de la proverbial esquizofrenia de Marruecos, un país que las guías turísticas describen, para los extranjeros, como “gay friendly” siempre que sean discretos.

Para los marroquíes no es una cuestión de discreción. Viven aquí pero, de momento tienen que vivir escondidos. Las nuevas tecnologías, las aplicaciones para móviles y el bluetooth, con los que se liga hasta en los trenes, han facilitado mucho las cosas, pero para el cara a cara siguen encontrándose en parques y carreteras alejadas de las ciudades. Preguntamos a Marwan cuál es su experiencia personal, cómo es para él ser gay en Marruecos: “No te lo puedo contar. Es por mi seguridad”.

Los padres de alumnos piden que el currículum incluya educación sexual

La asociación Baikara y Gehitu advierten de que en esa falta de formación en el respeto a la diversidad «puede estar el sustento del bullying»

La asociación de padres y madres de alumnos de la escuela pública de Gipuzkoa, Baikara, reclamaron ayer al Gobierno Vasco que el currículum incluya contenidos sobre educación afectiva y sexual «al mismo nivel que otras áreas, tanto en número de horas como en la adquisición de competencias y contenidos mínimos obligatorios». Su petición es compartida por la asociación Gehitu y la asociación de madres y padres de hijos lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (Ampgyl), con quienes han realizado una encuesta en distintos centros escolares para testar el apoyo a su reivindicación.

Los resultados, presentados ayer, arrojan una mayoría de familias (73%) que piensan que la educación afectivo sexual debería impartirse en las clases «dentro de un currículum específico y no de forma transversal». La misma proporción opina que esa formación debería darse en todos los niveles educativos, empezando desde Educación Infantil. «Sabemos de la importancia en la preadolescencia, adolescencia y juventud de sentirse iguales a los demás y de la aceptación del entorno. Tenemos que formar a nuestros alumnos y alumnas desde la más temprana edad para que la diferencia y la diversidad la sientan con una riqueza inestimable y no como un riesgo o peligro para su integridad», defienden. Piden a las autoridades educativos «que no ignoren esta demanda». «En esta falta de atención al alumnado puede estar el sustento de los casos de sexismo y maltratos entre iguales (bullying), que cuando ocurren hacen levantar voces de alarma y exigencias de protocolos, que difícilmente pueden solucionar los daños irreparables causados», advierten.

También piden que se haga un «esfuerzo formativo del personal docente y no docente que trabajan en los distintos centros educativos, que les permita gestionar con competencia estas situaciones». Animan asimismo a las autoridades a que sea en el sistema educativo y no únicamente a través de ONGs, entidades privadas y ayuntamientos donde se trabaje el concepto de diversidad.

73%

de los padres y madres de la escuela pública

de Gipuzkoa encuestados por Baikara y Gehitu consideran necesario que el currículum incluya formación en educación sexual y afectiva en todos los niveles educativos.

¿Qué hacer si descubre que su esposo es homosexual?

¿Qué hacer si descubre que su pareja no es heterosexual como usted creía? ¿Cómo confesarle a su pareja y a sus hijos que usted es homosexual? La sinceridad y la claridad, claves.

Aceptar la propia homosexualidad a veces resulta complejo. Investigaciones psicológicas muestran que las personas que lo asumen desde edad temprana, declaran sentirse más adaptados a las condiciones sociales, sufren menos de dolencias como ansiedad y depresión, y cuentan con mayores factores de protección.

“Lo mismo para las personas que asumen su identidad e inician una adecuación de su género. Hoy por hoy muchos adolescentes salen del clóset con mayor tranquilidad y cuentan (en muchos casos) con el apoyo de familia y de amigos, y se esfuerzan por llevar una vida auténtica con el respaldo de mecanismos jurídicos como acciones de tutela y sentencias de la Corte. Antes que ver este fenómeno como un problema, debería pensarse como algo positivo”, asegura Andrés Felipe Castelar, sicólogo del Grupo de Género de la Universidad Icesi.

Pero no siempre las personas se percatan de sus deseos o de su orientación a temprana edad. Mientras algunos declaran que desde siempre se han sentido atraídas por otros de su mismo sexo, el periodista Felipe Zuleta declaraba, en una entrevista reciente, que él no sabía que era gay y solo se percató de ello después de haber tomado decisiones trascendentales como casarse y adoptar una hija. Cada persona se inserta en una dinámica personal y familiar distintas, singulares y sobre las que no es correcto hacer imposiciones.

De modo que, explica Castelar, “puede ocurrir que alguien que tiene una vida social y personal aparentemente organizada y definida, de un momento a otro vea su mundo vuelto de cabeza, sin saber qué hacer ni tener en quien confiar. Incluso, esta persona puede tener una pareja estable e hijos”.

Para alguien que se entera que su pareja es homosexual, esa noticia puede ser devastadora. Sentimientos de frustración, rabia y desengaño pueden surgir e instalarse en el vínculo con la pareja; preguntas como “por qué a mí?” revelarían una crisis que no siempre se maneja adecuadamente.

Mejor a tiempo: ”No podemos casarnos porque…”

*Carlos es un administrador de empresas de 30 años. Hace cuatro es novio de Ana*, de 26 años. Su familia lo adora, él es encantador no solo con ella, sino con todos los que la rodean, quienes son los más felices con la noticia de que la querida pareja “al fin se casa”.

Pero primero deben pasar por el que ambos consideran un requisito más, una formalidad, el curso prematrimonial. Ambos asisten entusiasmados al encuentro con la idea de unir sus vidas para siempre en el “sagrado vínculo del matrimonio”.

Sin embargo, cuando los orientadores los convocan a que durante esos tres días se sinceren y digan completamente todo lo que tengan que decir a sus parejas sobre ellos, sin dejar algo oculto que pueda perjudicar la relación, Carlos entra en una crisis interna.

Sabe que ha llegado el momento de confesar una verdad que ni su novia ni la familia de esta sospechan siquiera. Una verdad que se ha convertido en una carga para él, durante esos tres días en los que ella le ha confesado sus más mínimas verdades. Ante la mirada estupefacta de Ana y de las demás parejas, Carlos suelta públicamente su confesión : “No me voy a casar, no puedo seguir engañándote, Ana, soy gay”.

A los dos años de haber desertado a su matrimonio, Carlos conoció a su actual pareja, y Ana halló el amor de otro hombre, pero sigue siendo amiga de Carlos a quien le agradeció por su sinceridad. La familia de ella sigue queriendo mucho a Carlos.

“Mi esposa me encontró con un hombre en casa”

Víctor* es profesor, tiene 42 años y hace siete unió su vida a la de Mónica*, quien tiene 38 años y es contadora. Durante esos años, Victor cometió una serie de infidelidades de las que Mónica no se dio por enterada.

Él vivía aferrado a Internet, se la pasaba chateando con amistades virtuales. Fue un día en el que su esposa regresó a casa que descubrió a Víctor en pleno encuentro sexual con uno de sus amigos del chat. Un amigo de Víctor cuenta que la esposa no solo armó un escándalo ese día y los siguientes sino que le exigió el divorcio, no sin antes hacer hablar mal de él entre amigos, familiares y conocidos de ambos para que todos se enteraran de la que ella sentía era una “doble traición” por engañarla no con una mujer, sino con un hombre.

Actualmente Víctor sale con un hombre mucho más joven que él, pero siente que se liberó de una carga por haber ocultado tanto tiempo su realidad.

Y aunque con su exesposa no se pueden ni ver y ella no le permite acercarse a su casa, su hijo en común que hoy tiene 17 años le ha dado todo su apoyo.

Los hijos: ”Mamá, ¿por qué no me lo dijiste?”

Elizabeth Castillo, abogada y coordinadora del grupo de Apoyo a Mamás Lesbianas (www.mamaslesbianas.org), cuenta el caso de una madre de tres hijos, dos de ellos ya adolescentes, uno de 16 años y otro de 18, y el más pequeño de 12.

La mamá decide contarle a los dos primeros que ya no vivirá más con su padre porque está enamorada de otra mujer. No le cuenta al más pequeño porque considera que por su edad no podrá manejar el tema.

Cuando decide contarle la verdad al niño lo que este no le puede aceptar y le reclama constantemente no es su condición sexual, es haber sido excluido de un tema tan relevante. “¿Pero por qué no me dijiste a mí mamá? ¿Por qué mis hermanos saben y yo no sobre una información tan importante en la familia?”.

En el caso de Elizabeth, su hijo tenía 11 años cuando le contó de su condición sexual. “Yo estaba con mi pareja y hablamos los tres. Hubo un momento muy emotivo, pero luego me preguntó si yo era feliz y me dijo “Si tú estás feliz, yo estoy feliz, no tengo problema con ese tema”.

En India: ”Mi marido tiene otros gustos”

En India hasta el 85 % de los gays están casados con mujeres que lo saben y lo aceptan, según el diario El Mundo, de España.
“Sé que tiene algún novio pero a pesar de ello soy feliz porque me trata bien”, cuenta Sana quien tiene 39 años y lleva 17 años casada con Faruk. Luego de cinco años juntos descubrió la condición sexual de su marido. “Me enteré por sus comportamientos, sus ademanes cada vez más femeninos, salía mucho con otros hombres y llegaba tarde a casa, lo intuí y él lo acabó reconociendo”, dice ella que vive en Vadodara, en el estado de Gujarat.

Admite que al enterarse lo pasó muy mal y pensó en dejarle. Pero no se fue por no separarse de sus hijos (niño y niña). Ella dice: “Sé que mi marido tiene algún novio, pero a pesar de eso soy feliz porque él me trata bien, trata bien a los niños y se hace cargo de sus deberes como padre”. Además lo apoya en su lucha por los derechos de la comunidad LGTBI, acude a las manifestaciones lideradas por la organización en la que trabaja su esposo. Ella comprende que él tiene otros gustos, pero no contemplan el divorcio.

“No podemos separarnos porque somos familia. Nuestras madres son hermanas y nosotros, primos. Si nos divorciamos, la relación familiar se romperá y eso en India es muy importante”. La mamá de Faruk ha sabido siempre que su hijo de 40 años es homosexual. “Mi madre lo respeta mientras yo cumpla con mis deberes vitales, que son casarme y tener hijos”, afirma. La madre de Sana no sabe nada de los gustos sexuales de su yerno.

El momento de la verdad: Confianza y claridad

Elizabeth Castillo, coordinadora del grupo Mamás Lesbianas, dice que “es una experiencia que seguramente es muy traumática para la pareja, no solo para quien está recibiendo la información sino para quien la está dando”.

“Lo importante es que quien recibe la información entienda que la persona que le está hablando está teniendo un gesto muy fuerte de confianza al contarle estas circunstancias, sabiendo el daño que le va a causar, porque muy probablemente ahí hay una relación con afecto, con cariño”, agrega.

Recibir la información no es fácil, hay unas recomendaciones para hacer la salida del clóset en cualquier circunstancia, no solo con la pareja: No se debe hacer en medio de una discusión, como una manera de lastimar al otro, en una fecha especial de la familia, mucho menos en un evento luctuoso.

Lo ideal es buscar un espacio de conversación tranquila en el que se pueda compartir la información de manera clara y amorosa. Es una revelación difícil para quien la recibe y para quien está la está contando y haciendo su salida el clóset.

Es más probable que una mujer que le diga a su pareja hombre que es lesbiana sea maltratada por este, que en el caso contrario de que sea el hombre quien le diga a su pareja mujer que es gay.

Es importante generar un espacio seguro en el cual conversar, de manera clara, segura, en una cafetería, en un restaurantes, donde haya un llamado de control de ambas partes.

Las mamás o los papás que van a contar a sus sus hijos que son homosexuales, tienen que estar muy seguros, muy claros de la información que van a dar, que la información de por sí no es dañina, sino que está generando la posibilidad de construir unos lazos y una relación más sólida con sus hijos, porque es de confianza. Y deben ser conscientes de que el hecho de contarle a su hija o a su hijo que es homosexual no representa un daño irreversible para su vida. No es una gran tragedia, ni es un pecado, ni es una enfermedad ni nada grave. Es simplemente una información adicional

Respecto a los hijos, lo ideal es que sean las propias mamás o papás quienes se lo cuenten, no que lo escuchen por boca de otros o se enteren porque vieron a su papá o mamá besándose con su otra pareja. No porque darse un beso sea malo, sino porque en ese momento la información pierde sentido y hay que busca otras maneras de acercarse. El reclamo de los hijos en muchas ocasiones es “¿Por qué no me lo dijiste antes?”.

Uno no puede hablar con un hijo de 5 años de la misma manera que habla con uno de 7, 9, 11 o 15. Eso tiene que ver con la capacidad de comprensión que ellos tienen. Pero en la medida en que se hable con ellos con claridad, los hijos reciben la información de manera muy serena.

¿Cómo manejar la situación?

Andrés Felipe Castelar Caicedo, psicólogo del Grupo de Género de la Universidad Icesi, respondió algunas de las preguntas más frecuentes respecto a la revelación de una persona sobre su condición sexual frente a su pareja
o a sus hijos:

Soy heterosexual y quiero revelarle a mi pareja actual que soy homosexual. ¿Cómo abordar el tema con él o con ella?

La clave está en contar con un vínculo previo que sea sano y que permita una apertura de los sentimientos de ambos. Si bien es cierto que el diálogo es la base de la resolución de los problemas, también es necesario depositar la confianza en la pareja y abstenerse de tomar decisiones apresuradas o radicales.

¿Luego de la revelación se puede establecer una relación amigable?

Sí es posible que perdure una relación de amistad: incluso algunas parejas logran seguir casadas pero separadas en lo afectivo. El acompañamiento terapéutico también es un apoyo valioso en este tipo de procesos.

¿Qué tan cierto es que una persona homosexual (hombre  o mujer) tiene conductas que delatan su verdadera condición, aunque se muestre a los demás como una persona heterosexual?

Este es un prejuicio muy difundido y bastante dañino. No hay una correlación entre el género que deba “delatar” la orientación. No se debe confundir el rol asumido en la sociedad con la identidad personal ni con el objeto de atracción. Y hay que evitar ese tipo de prevenciones, pues cada vez hay más personas que no se comportan desde los modelos típicos (hombres tiernos y cariñosos, mujeres de carácter decidido, independientes de las relaciones con los varones) y esto no los hace ser más que mejores personas.

¿Qué pasa si yo como miembro de una relación estable, descubro que mi pareja es homosexual? ¿Cómo actuar en ese momento? ¿Debo confrontar o debo callar? ¿Cómo puedo sanar ese dolor que me produce haber sido engañado o engañada?

En primer lugar, hay que evitar que las sospechas o los temores lleven a acciones inapropiadas como espiar a la pareja o revisar sus comunicaciones (correos, mensajes, etc.) por más confianza que tuviesen ambos. Es mejor abrir el espacio y comentar las dudas que se tienen, más que confrontar o presionar a la pareja.

Al fin y al cabo, hablamos de una pareja con la que quizá se lleven años de convivencia. Y siempre estará el riesgo de sentirse defraudado, pues las expectativas que se fijan desde el comienzo de la relación, se ven frustradas. No necesariamente hay que hablar de un engaño: reconocer la homosexualidad no implica que ya se tengan relaciones homosexuales.

Incluso, puede ocurrir que se siga amando a esa persona, aunque el sentimiento de frustración estará ahí un tiempo. Recurrir a la aceptación y reformular los proyectos de vida personales (“la idea de volver a empezar”) pueden ser de utilidad. Hay que recordar que si esta situación se presenta en parejas maduras, con hijos adultos, la crisis se hace más intensa debido a los cambios en los roles y las tareas de crianza. Pero se puede tomar como una nueva oportunidad.

¿Después de experimentar una revelación o descubrir a la pareja, qué tan fácil o difícil es para la persona afectada volver a creer y apostar por una nueva relación? ¿Qué tan cierto es que por culpa de una decepción muchos deciden volverse homosexuales?

Eso dependerá del proceso que se emprenda. Usualmente el componente de “traición” tiene un peso considerable en los discursos de exparejas de personas homosexuales, pero como se dijo antes, siempre se podrá volver a empezar. Es necesario superar afirmaciones irracionales como que todos los hombres son lo peor o que no se puede confiar en nadie.

Nadie se vuelve homosexual por venganza o por decepción: esa es una idea que trata falsamente de explicar la salida del clóset en personas adultas, en especial de mujeres. El deseo es un aspecto esencial de la vida de cada uno de nosotros y se estructura desde la infancia: hay presiones sociales y discursos que imponen la heterosexualidad normativa (“El hombre propone y la mujer dispone”; “los hombres en la cocina… las mujeres en el balcón…”) y limitan la expresión de orientaciones y géneros diversos.

Confirmado: casarse ya no está de moda

‘Sí, quiero’ son las palabras tan esperadas para muchas parejas después meses o años de noviazgo, o quizá no, porque lo cierto es que según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el matrimonio está de capa caída. En el año 2013, último del que se tienen datos definitivos, se celebraron un total de 156.446 matrimonios, un 42% menos respecto al año 1975, año dorado del matrimonio español.

[Descargue aquí los datos].

Claro que no es de extrañar teniendo en cuenta que el coste medio de una boda en el año 2013 se situaba en unos 12.590 euros, el equivalente a un año de trabajo de un mileurista, según las estimaciones publicadas por la Federación de Usuarios Consumidores Independientes (FUCI).

La entrada en vigor de la Ley 13/2005, por la que se permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo, hizo subir el contador de matrimonios contraídos, aunque no lo suficiente como para mejorar la caída año tras año, a excepción del año 2012 en el que se celebraron más de 5.000 matrimonios. En el siguiente gráfico puede ver cómo ha evolucionado el número total de enlaces entre personas del mismo o diferente sexo.

Por comunidades, Castilla y León celebró en 2013 un 55% menos de enlaces matrimoniales que hace 38 años. En el lado opuesto se encuentra Melilla, donde sus habitantes son menos reticentes al dar el ‘sí quiero’ y solo pierden un 5% de nupcias.

En 2006, primer año completo con la ley de matrimonio homosexual ya en vigor, se registraron 4.313 enlaces entre personas del mismo sexo, que suponen un 2,08% respecto al total de matrimonios celebrados. Al parecer fue el año de mayor “fiebre” por casarse, al calor del mencionado avance en derechos de este colectivo, aunque al año siguiente el ‘boom’ decayó en más de un millar de bodas.

Por sexo de los cónyuges, son más los matrimonios entre hombres que entre mujeres, aunque entre los primeros se ha producido una tendencia a la baja desde el año 2006, mientras que las nupcias entre mujeres presentan una evolución al alza, con algún que otro altibajo.

Como curiosidad, la edad a la que los españoles deciden dar el paso también ha cambiado. Por ejemplo, en el año 1976 los hombres pasaban por el altar a la edad de 27 años, mientras que las mujeres lo hacían a los 24. Ahora, lo habitual es casarse pasado el umbral de los 30. Ellos lo hacen rozando los 37, ellas los 34. Justo una década más viejos.

Pop español contra la homofobia

MADRID Concierto

coro gay de madrid

Los integrantes del Coro Gay de Madrid. EL MUNDO

Un calzoncillo sucio aparece en mitad de la sala de ensayo del Coro de Hombres Gays de Madrid. «No hay duda, aquí hay un hetero», se escucha entre las cuatro paredes. Los hombres homosexuales, asustados, empiezan a recabar pruebas para averiguar quién se ha infiltrado en su agrupación. Están expuestos a muchos peligros. ¿Y si ese enfermo les contagia su heterosexualidad?

El grupo estrena esta tarde a las 20.00 horas en el Teatro Rialto su nuevo espectáculo ¡Qué Movida!, un repaso por la historia del pop español, desde los años 50 hasta la actualidad. Humor, sarcasmo e intriga se fusionan en una obra que trata de cambiar los roles impuestos en sociedades arcaicas. Esta vez los homosexuales serán los cazadores y un heterosexual la presa.

El coro ha estado puliendo los últimos retoques este fin de semana para que todo salga a pedir de boca en el estreno. En los ensayos muchos nervios aderezados con sonrisas, para hacerlos más llevaderos.

Entre los 70 cantantes masculinos de entre 18 y 60 años que forman parte de este grupo se paseaba Pablo Malavé, productor y fundador de la iniciativa, corrigiendo los timbres de voz de los integrantes. Malavé ya tenía el proyecto de este teatro musical en mente desde los 15 años. Después de trabajar en grandes producciones como Los Miserables, Mamma Mia o El Rey León decidió dar el salto y crear esta agrupación en 2013.

Siguió el modelo de los coros de hombres gays en América, es decir, fundó una asociación sin ánimo de lucro cuyo objetivo es fortalecer la aceptación e integración de la comunidad homosexual en la sociedad. Al mismo tiempo pretende ser una alternativa de ocio, entretenimiento y encuentro para los hombres homosexuales residentes en Madrid.

«No hemos tenido ningún tipo de discriminación por parte del Ayuntamiento, pero tampoco se puede decir que nos hayan facilitado las cosas. Promovemos igualdad y estamos dando a conocer la ciudad. Hemos echado de menos un poco de ayuda por parte de los organismos», explica Malavé, que vería «justo» que les cedieran teatros o locales de ensayo.

Para entrar en este coro hay que pasar unas audiciones que se realizan anualmente. «El objetivo es capturar a personas que tengan oído y capacidad vocal», resalta el fundador, que no sabe si todos los componentes del coro son homosexuales, aunque lo intuye.

Y es que en esta función no todo son chistes sobre cárceles y pastillas de jabón. La parte musical tiene un gran protagonismo y corre a cargo de Gonzalo G. Baz. En el repertorio se podrán escuchar clásicos como Digan lo que digan de Rafael, Bailando de Alaska y Feo, fuerte y formal de Loquillo.

«Las canciones se escogieron por votación. En total cantamos 10 temas propuestos tanto por miembros del coro como del equipo directivo», explica el director musical, que asegura haber tenido plena libertad para llevar a cabo su trabajo.

El concierto contará con la participación sorpresa de artistas del teatro y la televisión que se comprometen con este proyecto y que tratan de normalizar una situación que, según los propios cantantes, «hace tiempo que debería ser algo cotidiano».

«Al venir hacia el ensayo me han llamado maricón por la calle. Sigue existiendo violencia hacia los homosexuales, sólo hay que ver las recientes palizas que han recibido miembros de nuestra comunidad en la capital. Siento pena por una sociedad que está muy atrás», subraya Malavé.

Para él, erradicar la homofobia depende de la educación que reciban los niños tanto en las escuelas como en sus casas. «Tanto los profesores como los padres deben abrir las mentes de los más pequeños y enseñarles que una sociedad civilizada se construye a base de respeto».

El coro tuvo la oportunidad de conocer al ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero en un concierto especial de Nochevieja. «Habló con nosotros, fue muy sonriente y amable. Algunos integrantes del grupo, los más mayores que vivieron una época de represión antes de la llegada de la democracia, le dieron las gracias encarecidamente por aprobar el matrimonio homosexual», concluye Malavé.