En las aldeas chinas del sida

Ding Hongjun, de 27 años, yace en su lecho de muerte en la aldea de Dongguan

Ding Hongjun, de 27 años, yace en su lecho de muerte en la aldea de Dongguan QILAI SHEN

Cuando Wang Erxuan descubrió que no alcanzaba los kilos requeridos para comerciarcon su sangre -él sólo pesaba 52 y el mínimo exigido eran 56- decidió rellenarse los bolsillos con trozos de metal. Apenas tenía 16 años, pero ya se había ofuscado bajo la euforia general que propició la llamada “economía del plasma”.

“Teníamos que ir a media noche al hospital para conseguir un puesto en la cola. Había cientos de personas. Nos empujábamos en las filas. Había incluso un eslogan: ‘Si quieres mejorar, vende tu sangre’, rememora el campesino.

La aldea de Meng Lou donde vive Wang no difiere mucho del resto del entorno. La planicie de la provincia de Henan siempre fue el granero de China. Una región azotada en repetidas ocasiones por catástrofes naturales y tragedias motivadas por el designio humano como la terrible hambruna que propició el maoísmo. Los restos de las ingentes canalizaciones construidas durante la Revolución Cultural -encaramadas sobre arcos al estilo romano- son testigo de aquellos atribulados años, donde la pobreza más absoluta fue una constante.

El vehículo se mueve entre carreteras repletas de baches, motocarros y tractores, extensiones interminables de cultivos y riachuelos anegados por la basura. La mayoría de las viviendas dispone de enormes portones de color rojo decorados con imágenes deGuan Yu, el dios de la fortuna, o frases que intentan atraer la suerte que siempre ha sido esquiva con esta región. “Si la familia permanece unida, el futuro es brillante”, se lee en una.

Es una imagen de la China profunda muy distante de los trenes de alta velocidad y el desarrollo que domina Pekín, pero los lugareños recuerdan que el pasado fue mucho peor. “La gente vendía sangre porque no teníamos para comer. Los que ganaron algún dinero [con ese negocio] compraron ladrillos y pudieron construirse una casa. Antes usábamos barro”, recuerda Ma Shenyi, de 46 años.

El campesino deambula por los sembrados y se acerca a tres túmulos de tierra. Son las tumbas de su esposa, su hermano y su padre. Ella fue la primera en morir, en 2001. Su progenitor falleció en 2007 y cinco años más tarde, su hermano.

Es entonces cuando el visitante se percata de que las parcelas están salpicadas por los mismos montículos, que no son sino enterramientos al estilo tradicional de esta zona.

En las aldeas chinas del sida

Los tres familiares de Ma distan mucho de ser los únicos a los que se llevó la enfermedad. “Aquella tumba es de otro que también murió de eso y aquella otra… Hubo unos meses en los que moría mucha gente. Sólo en mi calle fallecieron tres en cuestión de semanas. En esta aldea han muerto más de 50”, recuerda el vecino de Wenlu mientras señala hacia las sepulturas.

Durante años, lugares como Wenlu, Meng Lou y toda una plétora de pequeños villorrios de Henan eran conocidos como las “aldeas del sida”. Fueron los mismos enclaves que durante la década de los 90 se vieron dominados por la fiebre de la compraventa de sangre apadrinada primero por las autoridades locales y después por toda una legión de avispados negociantes.

Ma Shenyi se sienta en el pequeño habitáculo donde dormita su madre. Ella también esseropositiva. Lo mismo que dos de sus hijos y su cuñada. De la pared cuelga una bolsa repleta de fármacos con un lema: “Toma las medicinas de forma regular, cuida de tu vida”.

“Empecé a donar sangre en 1992 o 1993. Lo hice decenas de veces. Al principio la gente iba a los hospitales. El problema surgió cuando aparecieron los comerciantes privados. Solían venir por las noches para evitar que los detuvieran. Te pagaban 45 yuanes [poco más de seis euros] por 800 centímetros cúbicos. Sólo te quitaban el plasma y te volvían a introducir el resto en las venas”, recuerda. En una época en la que ganar 100 o 200 dólares anuales [entre 88 y 177 euros] se consideraba toda una proeza, esas cantidades parecían una fortuna. “Era dinero fácil”, añade Ma.

La campaña pública derivó en frenesí colectivo. Todos los lugareños consultados para este reportaje coinciden en describir el mismo escenario: miles de empobrecidos campesinos agolpándose en hospitales, viajando de una ciudad a otra para poder volver a vender su sangre… Las autoridades permitieron que se crearan cientos de “bancos de sangre” en la provincia, no sólo en hospitales sino bajo el auspicio de unidades militares, factorías o minas de carbón. El proyecto era vender ese “producto” a las firmas extranjeras. El propio responsable del departamento de Salud de Henan, Li Quanxi, viajó a EEUU para promocionar este “negocio”.

Es la misma descripción que hace el escritor Yan Lianke en la novela que dedica a este suceso –El sueño de la aldea Ding-, que basa en su propia investigación. “Lo que comenzó como un goteo, pronto se convirtió en un torrente. No tardó mucho en ser elboom de la sangre. Se instalaron bancos de sangre en los mercados, en los cruces de carretera, en las casas y hasta en establos”, escribió Yan.

Wang Erxuan asiente. “Toda la provincia vendía sangre”, ratifica. Él mismo llegó a vivir durante un mes en un hotel junto a otra veintena de personas que sólo se dedicaban a comerciar con su flujo interno. “Pagábamos 10 yuanes [1,3 euros] por dormir allí. Cada mañana venía un comerciante y decía: ”¡A ver, quiero del tipo A!”. No hacían análisis ni nada. Ese mes yo vendí 30 veces, en ocasiones dos por día”, explica Wang. A él le pagaban 75 yuanes por los 800 cc. Se ganaba más si se dejaban extraer todo el líquido y no sólo el plasma. Aquello le salvó. Él no contrajo el VIH.

Los otros se hacían extraer el líquido a través de centrifugadoras que separaban el plasma y mezclaban el resto de la sangre -plaquetas y glóbulos rojos- con la de otros vendedores del mismo grupo sanguíneo, volviendo a inyectar ese compuesto en las venas de sus clientes. “Pensábamos que era más seguro así, porque no perdíamos toda la sangre”, precisa Zhany Junxi, un vecino de Zheng Lou, otro de los poblados afectados por la expansión del VIH. Un error que marcó la vida de decenas de miles de personas. Todas las víctimas consultadas se infectaron al utilizar las “máquinas”, como se refieren a ellas.

Zhany tenía 20 años cuando se inició en el “negocio”. Vendió su sangre más de media docena de veces a lo largo de un año. “Una vez tuve que ir a las dos de la mañana para pillar sitio. Debíamos ser unos 200”, rememora. Otra víctima de este comercio, Xing Xinwei, de 46 años, alude al dicho que se usaba en esos días. “Extiende el brazo y te caerá el dinero”, repite. “Los compradores de sangre venían a las aldeas y se metían en tus casas con las máquinas. Hasta en las cocinas. Nadie te hacía análisis”, añade.

Durante aquellos tiempos de fervor común, algunos consiguieron mejorar de forma ostensible su nivel de vida. Los locales se percataron cuando les vieron construir nuevas viviendas. “Si tenías muchos miembros en la familia y todos donaban sangre, podían ganar dinero”, admite Ma Shenyi. Aunque fueron casos aislados, puntualiza. El beneficio que obtenían los campesinos seguía siendo ínfimo. El mismo Wang Erxuan, tras la maratón que realizó aquel mes en el que se dejó extraer sangre decenas de veces, volvió a su casa con 300 yuanes de ganancia (36 euros).

Manchas en la piel

Y entonces, un día apareció la fiebre. Nadie sabía qué significaba el sida. “La gente pensaba que era un resfriado. No tenían ni idea de lo terrible que es esta enfermedad”, dice Ma Shenyi. A él le diagnosticaron que era seropositivo en el año 2000. Todo comenzó con “un poco de fiebre y manchas en la piel… La gente tomada pastillas pero no se le curaba”, dice

La “plaga” se extendió “por la planicie”. “Se abatió sobre nosotros como una inundación, envolviendo a docenas, quizás cientos de aldeas. Y cuando eso ocurrió, la gente moría como hormigas… Murieron como hojas de un árbol muerto; caían al suelo y se los llevaba el viento… Era raro que pasara una semana sin que muriera alguien”, escribió Yan Lianke en su memorable texto.

Los funerales se convirtieron en un acontecimiento repetitivo. “En la aldea de Nan Dawu murieron ocho personas en el mismo día”, asevera Wang Erxuan.

Aunque las propias víctimas comenzaron a denunciar el escándalo en 1998, el Gobierno no reconoció la magnitud del problema hasta agosto de 2001, cuando asumió que entre 30.000 y 50.000 personas se habían contagiado. El viceministro de Salud de aquellas fechas, Yin Dakui, reconoció que era una estimación a la baja y que podían ser hasta 100.000. Los activistas que denunciaron lo ocurrido multiplicaron por cinco o 10 esos guarismos y alertaron de que el azote se había extendido por al menos cinco provincias, aunque Henan fuera el epicentro del polémico comercio.

las tumbas del campesino ma shenyi. Aquí, junto a los tres túmulos de tierra donde enterró a su esposa, su hermano y su padre. Murieron de sida tras contagiarse al vender su sangre.

las tumbas del campesino ma shenyi. Aquí, junto a los tres túmulos de tierra donde enterró a su esposa, su hermano y su padre. Murieron de sida tras contagiarse al vender su sangre. JAVIER ESPINOSA

En realidad nadie conoce con precisión la magnitud del infortunio, pero los habitantes concuerdan en que más de la mitad de los que comerciaron con su sangre se infectó. “En esta aldea hubo más de 100 personas que la vendieron y la mitad enfermaron. Hoy sólo quedamos vivos una decena. El resto murió”, aduce Zhang Junxi, el vecino de Zheng Lou. Entre los fallecidos figuraban su hermano y su cuñada.

Bajo la presión del escándalo, Pekín prohibió la venta de sangre en 1998 e intentó minimizar el alcance de la controversia. Muchos de los expertos que alertaron de las graves consecuencias, como la veterana doctora Gao Yaojie, el también médico Wang Shuping o el activista Wan Yanhai, tuvieron que exiliarse. Las visitas de los periodistas extranjeros a los villorrios del sida solían concluir con su detención y expulsión de la zona.

Dientes blancos y rotos

Los residentes locales todavía rememoran con cierta aprensión la jornada de 2003, en la que cientos de policías asaltaron uno de los villorrios y apalearon a sus habitantes después de que éstos protagonizaran un tumulto cuando pretendían acceder a una oficina oficial para protestar por la situación de los enfermos. “Estaba lloviendo. Llegaron por la noche y comenzaron a pegar con palos a todo el mundo. A varios les rompieron los dientes, el brazo…”, relata Wang Erxuan.

Todavía hoy las reclamaciones pueden concluir en prisión. Es lo que le pasó a la esposade Wang, Li Xiaohe. Su marido muestra la sentencia que la condena a dos años de cárcel por “crear problemas”. Li había participado en varias ocasiones en los viajes que organizaban hasta Pekín grupos de víctimas del VIH de Henan, que intentaban aprovechar las reuniones del Parlamento local para exponer sus reclamaciones. En febrero de 2012, la Policía se personó en su domicilio de Meng Lou y se la llevó. “Sólo pedía que el Gobierno le diera una ayuda para tratar a nuestro hijo, enfermo de sida”, asegura Wang Erxuan.

Li sufre la misma dolencia. Su marido dice que se infectó en un hospital público “y sólo vendió sangre dos veces”.

El condado de Shangcai, del que dependen todos los villorrios del área de Wenlu y Meng Lou, se convirtió en una especie de zona cero de la epidemia. De las 38 aldeas que el Gobierno identificó como las más afectadas, más de la mitad pertenecía a ese distrito donde habitan 1,3 millones de personas.

El legado sigue siendo devastador. En la región es habitual ver orfanatos de niños cuyos familiares sucumbieron a la enfermedad y hospitales que intentan paliar su expansión. Los muros de muchos pueblos están salpicados de carteles que anuncian servicios médicos.

El número real de menores que nacieron con el VIH a consecuencia de este infortunio tampoco se conoce, pero el vástago de Wang y Li es uno de ellos. “Aquí hay cerca de 600 o 700 niños que nacieron con el VIH. Sólo en esta aldea eran media docena pero únicamente dos siguen vivos”, estima su padre.

El joven Wang Xuefeng asiste a la conversación cabizbajo. A sus 23 años, preocupaciones tan normales en este contexto como buscar una posible esposa ni se le pasan por la cabeza. “¿Quién se va a querer casar con un enfermo de sida?”, inquiere. El estigma forma parte de la truculenta herencia que dejó la “economía del plasma”. “Toda mi vida me he sentido discriminado. Aún hoy. Los niños no querían jugar conmigo en el colegio. Salían corriendo al verme”, comenta.

Después de que el Gobierno comenzara a distribuir de forma gratuita medicamentosantirretrovirales a partir de 2003, las muertes se frenaron. Aunque no todas.

La familia de Zhou Yulan se encuentra reunida en torno a su cama desde hace días. Tienen tal certeza sobre su inmediato futuro que ya le han preparado la ropa que vestirá durante su funeral. Una chaqueta roja brillante y unos pantalones oscuros. “No creo que sobreviva muchos días”, admite su hijo, Xing Xinwei. “Las medicinas no funcionan. Le producían problemas en el estómago. Tiene la boca totalmente podrida y no puede comer”, dice.

El poblado de Xiongqiao es otro de los nombres más emblemáticos de las “aldeas del sida” de Henan. En el clan de Xing Xinwei seis personas desarrollaron la enfermedad, incluido él mismo. Su padre y su esposa murieron hace años. La salud de Xing también se encuentra muy resentida. Respira con dificultades. “Tengo mal el estómago”, aclara.

Como su madre, Xing sólo comenzó a medicarse hace tres años, aunque sabe que es seropositivo desde 1992. “Empecé a vender sangre con 17 años. Era algo normal. Oculté que era seropositivo porque no quería avergonzar a mi familia. Hoy, muchos siguen sin decirlo”.

Xing reparte la responsabilidad de esta adversidad entre las autoridades y él mismo. “El Gobierno fue quien inició este negocio pero nadie me obligó a vender la sangre”, puntualiza. Es una opinión compartida por otros. “Fue una especie de sueño colectivo. Nadie nos forzó”, apunta Zhang Junxi. Para Wang Erxuan, toda la culpa es del “Gobierno”. “Nos engañaron, no nos dijeron lo peligroso que era”, defiende.

Ma Shenyi prefiere aferrarse al pragmatismo: “Da lo mismo quién fue el culpable. Ya nadie puede quitarme el sida o devolverme a mi esposa. Fue todo muy triste“, concluye.

El falso ‘paciente cero’ del VIH

Un estudio de la Universidad de Tucson desmonta la teoría de que Gaétan Dugas, un asistente de vuelo al que se le acusó de propagar el virus por EE UU, fuese el primer caso de SIDA en el país

Gaétan Dugas

Gaétan Dugas. / Wikipedia

Un sobrecargo canadiense al que se atribuyó en la década de 1980 el haber introducido y difundido el virus del sida en Estados Unidos, apodado el ‘Paciente Cero’, no desempeñó en realidad ese papel, ha determinado un equipo de investigadores estadounidenses. “No hay prueba biológica ni histórica de que el ‘Paciente Cero’ fuese el primer caso en Estados Unidos”, según ha concluido un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Tucson (Arizona) y presentado en una conferencia en Boston. Las conclusiones no han sido todavía publicadas en detalle.

El equipo, dirigido por el profesor de biología Michael Worobey, analizó el genoma del virus contenido en ocho muestras de sangre de enfermos estadounidenses, que eran parte de los nueve genomas más antiguos recuperados en el mundo hasta ahora, obtenidos en 1978-1979, así como el del “Paciente Cero”, conseguido en 1983.

Este último, el sobrecargo canadiense Gaétan Dugas, había sido designado por el periodista Randy Shilts en su libro ‘And the band played on’ (Y la banda tocó, de 1987) como el hombre que había introducido el VIH a Estados Unidos y como quien lo diseminó con sus múltiples viajes y su vida disipada, recuerda la revista Science.

Pero al combinar los análisis moleculares, filogenéticos (lazos de parentesco entre organismos vivos que permiten componer un árbol genético) e históricos, el equipo del profesor Worobey estableció que el virus había sido transferido desde Africa al Caribe (Haití principalmente) entre 1964 y 1970 (probablemente antes de 1967), antes de entrar a Estados Unidos por Nueva York entre 1969 y 1973 (probablemente antes de 1971).

En medio de la epidemia

El virus, cuyo genoma muta con cada duplicación permitiendo crear una historia geográfica, a continuación fue transportado a San Francisco (antes de 1975) “con una importante mezcla geográfica en Estados Unidos y otros lugares poco después”, según el resumen.

Gracias al árbol genealógico realizado, los científicos determinaron que el genoma del “Paciente Cero” no se situaba en el comienzo del árbol genealógico de los primeros años de la epidemia en Estados Unidos, sino “casi al medio”, indicó la revista Science. Esto demuestra “claramente” que Gaétan Dugas, fallecido 1984, no introdujo el sida en Estados Unidos, concluye la revista.

Un año clave en la lucha para el fin del sida

En 2016 tendrán lugar tres importantes eventos que buscan acabar con esta pandemia en 2030

Niños se someten a una prueba de detección de sida en Ucrania. YURI MECHITOV BANCO MUNDIAL

Tuiteaba Michel Sidibe, el director ejecutivo de ONUSIDA (la agencia de Naciones Unidas para la lucha contra esta enfermedad) que si no hay financiación suficiente para el sida, la pandemia rebotará y se tirarán por tierra todos los esfuerzos realizados hasta la fecha. Un esfuerzo que nos ha llevado al momento actual, en el que casi la mitad de los 35 millones de personas con VIH tiene acceso a tratamiento antirretroviral.

Este gran trabajo colectivo, orquestado por grupos de pacientes, activistas, organizaciones de la sociedad civil y el compromiso de algunos gobiernos, sin embargo, no puede darse por terminado. En la actualidad, de toda la gente que vive con sida, 17 millones no son conscientes de ser portadores del virus y 22 millones no tienen acceso al tratamiento contra una enfermedad que mató a 1,2 millones de personas en 2014.

El pasado septiembre, los estados miembros de las Naciones Unidas firmaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la continuación de los Objetivos de Desarrollo de Milenio (ODM). Entre ellos se remarcó un objetivo ambicioso y contundente: acabar con la epidemia de sida en 2030. Algo factible, sin duda, si la voluntad política es la adecuada. 2016 será un año clave para conocer la viabilidad de este objetivo, y debemos marcar varias fechas en el calendario; tres importantísimos eventos que habrán de marcar las líneas a seguir para la sociedad civil y gobiernos de todo el mundo, entre ellos el próximo Gobierno de España.

Reunión de alto nivel de Naciones Unidas para el sida (8 a 10 de junio. Nueva York, EE UU)

El sida ocupa un lugar preferente en el programa de la ONU desde comienzos del milenio. En 2001, 198 gobiernos se dieron cita en la sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA. Aquella fue una reunión al más alto nivel político ante la alarma por una epidemia que se propagaba aceleradamente y cuyos estragos repercutían en todo el mundo. De allí surgió la Declaración de compromiso en la lucha contra el VIH/sida, con la que los jefes de Estado y Gobierno afrontaban el VIH/Sida como una cuestión de seguridad global y creaban un marco estratégico con objetivos de financiación, prevención, tratamiento e investigación y un periodo extraordinario de sesiones para acabar con el sida.

Esas sesiones extraordinarias resultaron en las reuniones de alto nivel de 20062008 y 2011 que sirvieron para examinar tanto los éxitos como las fallas de los compromisos adquiridos anteriormente, además de firmar declaraciones conjuntas como la Declaración Política de VIH/sida de 2011, que marcaba nuevos objetivos, como el ya conseguido 15 en 15: que para el año 2015 hubiese 15 millones de personas bajo tratamiento.

La reunión de alto nivel de 2016, que se celebrará del 8 al 10 de junio en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, servirá para analizar los aciertos y las carencias de los últimos cinco años en la lucha contra la enfermedad. Servirá también para analizar los muchos y verdaderos retos que existen aún. Entre otros muchos: hacer los tratamientos disponibles para todas las personas, reducir el costo de los mismos, incentivar el avance científico para realizar nuevos descubrimientos, alcanzar objetivos esenciales en prevención, eliminar de una vez el estigma y la discriminación, priorizar la atención a mujeres y niños, apoyar a los países de renta baja y media aumentando la financiación durante los próximos años. Todo para no dejar a nadie olvidado y acabar con la pandemia en 2030.

Conferencia Internacional del Sida (17 al 22 de julio. Durban Sudáfrica)

Cada dos años tiene lugar la mayor conferencia del mundo respecto a salud o desarrollo: la Conferencia Internacional del Sida.  Cerca de 20.000 científicos, investigadores, políticos, sociedad civil, grupos de pacientes y muchos más profesionales de la salud pública se juntan para “promover la excelencia científica y la investigación, fomentar la acción individual y colectiva, el diálogo multisectorial y el debate constructivo” y crear una respuesta global y conjunta al sida.

Este año el evento tendrá lugar en Durban, Sudáfrica. Se trata de un lugar simbólico para la lucha contra esta enfermedad. Allí se celebró en 2000 la decimotercera edición de estas conferencias, bañada en un mar de protestas por el acceso asequible a tratamientos para el sida. La reunión fue clausurada por un Nelson Mandela que exigía a su Gobierno y a todos los gobiernos del mundo una acción más rápida en la lucha contra el virus, con acceso a tratamientos y programas de prevención, sobre todo en Sudáfrica, donde 4 millones de personas tenían el virus del VIH y este se propagaba más rápidamente que en ningún otro país del mundo.

La conferencia de 2000 fue un punto de inflexión y un altavoz de la lucha contra el sida. Por aquel entonces, los tratamientos costaban alrededor de 9.000 euros por paciente, haciéndolos inaccesibles para gobiernos de países en desarrollo y, en consecuencia, para su población. De hecho, en ese año solo unas 700.000 personas en el mundo tenían acceso a estos. Tras las muertes de millones de afectados y el esfuerzo tremendo que grupos de pacientes, activistas y organizaciones como Treatment Action Campaign o Médicos Sin Fronteras, entre muchas otras, el precio de los tratamientos se ha ido reduciendo hasta los 90 euros de hoy gracias a la entrada de los genéricos. Por todo esto, y mucho más, la AIDS 2016 de Durban será especial. Responsables políticos, científicos, líderes de opinión y grupos de pacientes marcarán el camino hasta 2030, sin olvidar, eso sí, otra fecha clave: 2020. Veremos entonces si se ha alcanzado el ambicioso objetivo 90-90-90: que el 90% de todas las personas que viven con el VIH conozcan su diagnóstico; que el 90% de las personas afectadas tengan acceso a tratamiento y que el 90% de las personas en tratamiento no tengan carga viral.

Conferencia de reposición de fondos para el Fondo Mundial de lucha contra sida, tuberculosis y malaria

En 2002, gracias al impulso político de la comunidad internacional, se crea el Fondo Mundial de Lucha contra Sida, Tuberculosis y Malaria: una asociación entre gobiernos, sociedad civil, sector privado y personas afectadas por estas enfermedades que recauda e invierte más de 3.500 millones de euros al año y, hoy por hoy, ofrece tratamiento a más de la mitad de las 15 millones de personas que, globalmente, tienen acceso a estos. Además, combate ferozmente la tuberculosis (que ya mata cada año a más gente que el sida) y la malaria. En su último informe, asegura que desde 2002 se han salvado 17 millones de vidasgracias a las inversiones realizadas. Y pretende alcanzar los 22 millones a finales de 2016.

La financiación del Fondo Mundial llega sobre todo a través de los países donantes, organizaciones privadas y filántropos que proveen dinero con el que el Fondo apoya programas dirigidos por expertos locales de los países y comunidades más afectados. Cada tres años, el Fondo se enfrenta al reto de conseguir la financiación necesaria para poder llevar a cabo estos programas. A finales de año (aún no se conoce la fecha y la localización exacta) los países donantes se reunirán para anunciar las contribuciones económicas que harán para cubrir las necesidades del Fondo Global en los próximos tres años (2017-2020).

Al igual que Sidibe, en el Fondo Mundial también son conscientes de que una falta de inversión fuerte provocará un receso en la trayectoria y rebrotes de las epidemias, con un alarmante coste social y económico. Afirman, incluso, que mantener los costes actuales de inversión no servirá para alcanzar la meta: hay que invertir más.

A nivel global la inversión actual de lucha contra el sida está alrededor de los 20.000 millones de euros anuales. En 2014, ya más de la mitad de los fondos provenían de los países afectados; el resto llegó de las donaciones internacionales, donaciones privadas y filantrópicas y a través de organismos multilaterales como, por ejemplo, el Fondo Mundial. Durante los próximos cuatro años debemos ver fuertes compromisos y grandes niveles de inversión. En 2020 deberá llegar el pico de la inversión anual: unos 30.000 millones de euros. A partir de ahí bajará hasta el año 2030, en el que la inversión estará por debajo de los 27.000 millones y en el que, si nadie es olvidado (especialmente los más jóvenes y las poblaciones especialmente vulnerables) y desaparece el estigma y la discriminación, podríamos ver que el sida ya no es un problema de salud pública.

La aportación española

Hoy, los datos oficiales sitúan la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) de 2014 en un 0,13% de la renta nacional bruta, ese decir, el mismo nivel que en 1982, cuando dejamos de ser receptores de la ayuda para pasar a ser donantes. España, que en la década pasada llegó a donar más de 650 millones de euros al Fondo Mundial (siendo su quinto mayor donante), lleva cuatro años sin aportar ni un solo euro, y ha dejado de ser un actor clave en la lucha contra el sida.

Desde Salud por Derecho, alarmados por este grave problema, lanzamos durante la campaña electoral nuestra iniciativa Comprometidos. Con ella pedimos a los candidatos a la presidencia y a sus partidos un compromiso real con el Fondo Mundial, para volver a hacer que España tenga un papel fundamental en esta lucha, que debe llegar ya a su fin. PP y Ciudadanos no se comprometieron, pero sí lo hicieron PSOE, PODEMOS, UP-IU, UPyD y Unió a través de cartas, correos y mensajes: estaremos atentos al nuevo Gobierno que ha de venir y le recordaremos su responsabilidad.

Casi la mitad de los homosexuales negros en EEUU podría tener VIH

La mitad de la población homosexual y bisexual de raza negra en Estados Unidos podría ser diagnosticada como portadora del VIH, según muestra un estudio gubernamental en relación con el ratio de prevalencia de este virus entre ese segmento de población en países en vías de desarrollo, como Mauritania o Senegal.

Los hombres negros que tienen sexo con otros hombres en EEUU tienen 250 veces más probabilidades de ser diagnosticados con el virus en comparación con los heterosexuales, tal como refleja el informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

En el caso de la comunidad latina, se prevé que uno de cada cuatro tendrá VIH a lo largo de su vida. Para un homosexual y bisexual blanco, la probabilidad es de uno entre 11, según el estudio publicado esta semana.

Los funcionarios del CDC hacen públicas estas cifras a modo de recordatorio del esfuerzo que debe realizarse en la prevención del VIH y del sida.

“Cientos de miles de personas serán diagnosticadas en su vida si ahora no se aumenta el esfuerzo para remediarlo”, ha dicho Jonathan Mermin, director del Centro Nacional para el VIH/Sida, Hepatitis Viral, ETS de los CDC, y Prevención de la Tuberculosis.

Las previsiones para gays negros en EEUU evocan las tasas de VIH y sida en países africanos como Mauritania, donde el 44% de los hombres homosexuales y bisexuales tenía VIH en el año 2014, según refleja el programa ONUSIDA de Naciones Unidas sobre el virus. En el caso de Senegal, la tasa es del 42%, según el mismo informe.

En EEUU, más de 1,2 millones de personas tienen VIH (datos de CDC). A nivel mundial, esta cifra ascendía a casi 37 millones a finales de 2014 (ONUSIDA).

Como dato positivo, las muertes relacionadas con el sida alcanzaron su punto más alto en todo el mundo en 2004. Desde entonces, el número de infectados por el VIH ha ido cayendo.

El anuncio de Charlie Sheen dispara la búsqueda de datos sobre VIH

En noviembre de 2015, el actor confesó que era portador del VIH. Desde entonces, Google ha registrado el mayor número de búsquedas relacionadas con el virus en EEUU.

El 17 de noviembre de 2015 Charlie Sheen anunció que era portador del VIH

El 17 de noviembre de 2015 Charlie Sheen anunció que era portador del VIH. / Wikipedia

La prevención del VIH continúa siendo una asignatura pendiente. Años después de que la epidemia acabara con la vida de millones de personas en el mundo, la cronificación de la enfermedad parece haber causado en la población una pérdida del miedo al contagio. Los expertos y sociedades médicas se devanan los sesos año tras año por lanzar campañas de concienciación que, a la larga, no tienen mucho éxito. Sin embargo, la confesión pública a finales de 2015 del actor Charlie Sheen de que tenía VIH ha supuesto un punto de inflexión.

Según un estudio publicado esta semana en la revista Archives of Internal Medicine, Google ha registrado desde su revelación el mayor número de búsquedas relacionadas con la enfermedad en EE UU, lo que puede estimular su sensibilización y prevención. El equipo de autores, liderado por John W. Ayers, investigador de la Universidad Estatal de San Diego (EE UU), utilizó las noticias y búsquedas de internet para examinar el compromiso con los temas relacionados con el VIH en el momento del anuncio de Sheen.

Para ello, se usaron las tendencias de noticias obtenidas a través de Bloomberg Terminal –una compañía estadounidense que ofrece software financiero, datos y noticias–, que incluía los informes globales en inglés con el término ‘VIH’.

Las búsquedas en internet se recogieron a través de Google Trends e incluían búsquedas procedentes de EE UU en cuatro categorías: VIH, condones, síntomas y pruebas de la enfermedad. El análisis de los datos se realizó entre el 17 noviembre (momento del anuncio público) y el 8 de diciembre.

Los autores afirman que, desde el año 2004, las noticias sobre VIH habían disminuido de 67 historias por cada 1.000 a 12 por cada 1.000 en 2015. En el día del anuncio de Sheen, hubo un incremento del 265% en las noticias que mencionaban el VIH, con más de 6.500 historias solo en Google News. De acuerdo con los resultados publicados, estas cifras suponen que las búsquedas de noticias sobre VIH se han situado en el top 1 de media por día de los últimos siete años.

VIH, lo más buscado

La confesión de Sheen se corresponde con el mayor número de búsquedas de Google relacionadas con el VIH jamás registradas en EE UU. Los autores señalan que se registraron aproximadamente 2,75 millones de búsquedas más de las esperadas que incluían el término VIH.

Igualmente, 1,25 millones de búsquedas se relacionaban directamente con resultados de salud pública, ya que contenían términos de búsqueda como condones, síntomas o pruebas. “Si bien nadie debe ser forzado a decir si es portador del VIH, la revelación de Sheen puede beneficiar a la salud pública ayudando a muchas personas a aprender más sobre la infección y su prevención. Se debería hacer más para que conseguir que este beneficio sea más amplio y duradero”, concluyen los autores.

¿Qué fue de los ‘madonnos’?

Madonna y sus bailarines, en los años del tumulto.

Madonna y sus bailarines, en los años del tumulto.

El 13 de abril de 1990, Madonna arrancaba en Chiba (Japón) su tercera gira mundial, The blond ambition world tour. Un espectáculo a la medida de Like a prayer (1989), su cuarto elepé, que jugaba a mezclar iconografía católica y toneladas de sexo más o menos explícito (durante la canción Like a virgin, por ejemplo, dos de sus bailarines simulaban masturbarse vestidos de sacerdotes). De esa gira nació Truth or dare (1991), en Europa conocida como En la cama con Madonna, un polémico documental que desvelaba los entresijos de la gira y que, de paso, lanzaba a la fama (efímera) a su troupe de baile, seleccionada personalmente por la propia artista: Luis Camacho, Oliver Crumes III, Salim Gauwloos, Jose Gutierez, Kevin Stea, Gabriel Trupin y Carlton Wilborn.

En aquella cinta se podía ver a siete personajes extravagantes hasta extremos nunca vistos y, además, actuando de manera abiertamente gay. Para muchos homosexuales, el beso que se daban dos de ellos en una de las secuencias era el primero entre dos hombres que veían en una pantalla de cine. Gracias a eso, el filme se convirtió en una especie de pieza de culto para la comunidad gay, mientras la propia Madonna subía a los altares homo gracias a su apoyo a los derechos de los homosexuales, la liberación sexual y la lucha contra el sida.

Hoy, 25 años después de aquel jaleo, otro documental relata la vida de estos siete hombres tras aquel punto y aparte que supuso formar parte del universo de la diva. Strike a pose, que así se llama la cinta, celebró ayer su estreno mundial dentro de la Berlinale. Obra de la escocesa Ester Gould y el holandés Reijer Zwaan, dos jóvenes directores indies, Strike a pose muestra los estragos de la fama fugaz y su bajonazo posterior, cuando ya nadie se acuerda de ti.

“Recuerdo ver En la cama con Madonna por primera vez cuando tenía 11 años y los bailarines me impactaron muchísimo”, comentaba ayer Reijer Zwaan, después del estreno berlinés. “La vi decenas de veces en VHS con mi hermana. Para mí estos chicos eran algo más grande que la vida: estaban girando con Madonna y eran parte de todo aquel show. Cuando conocí a Ester Gould, que también era una gran fan del filme, nos preguntamos dónde estarían esos siete bailarines que nos habían cambiado la vida como a mucha otra gente. Y ahí nació la idea de esta película. Empezamos a buscar en internet y también había un montón de personas preguntándose lo mismo. La gente decía: ‘Gracias a ellos salí del armario’ o ‘Gracias a ellos pude liberarme'”.

Los supervivientes de la 'troupe', en 2015.

Los supervivientes de la ‘troupe’, en 2015.

Mientras duró el impacto del Blond ambition world tour los siete bailarines eran la salsa de todos los platos: las discotecas de medio mundo se pegaban por tenerlos en sus zonas VIP, la gente les reconocía por la calle e, incluso, aprovechando el tirón, dos de ellos, llegaron a grabar un disco (Queen’s English) bajo el nombre de Jose & Luis. Después de esa gira, Madonna nunca jamás volvió a contar con ellos. La inevitable resaca, ya se sabe: muchos tuvieron que enfrentarse al VIH (uno de ellos, Gabriel Trupin, falleció a causa de la enfermedad en 1995), superar sus adicciones al alcohol y a todo tipo de drogas y cargar con una mochila de sueños rotos.

“Conseguimos contactar con los seis supervivientes a través del correo electrónico”, continúa Gould. “Les mandamos un mail y algunos respondieron y otros no. En verano de 2014 pudimos visitarlos uno a uno en diferentes ciudades de EE.UU. Y ahí nació la idea de volver a juntarlos a todos para alguna de nuestras escenas, ya que hacía 25 años que no estaban todos juntos”.

Por el documental planea, claro, la ausencia de Madonna Louise Ciccone, que sólo aparece en pantalla en las tomas de sus conciertos de la época. Si en 1991 estatroupe era “parte de su famlia” (según sus propias palabras), en 2016, rige la ley del “si te he visto no me acuerdo”. “Creemos que Madonna verá la película en algún momento, cuando acabe su actual tour“, se excusa Zwaan. “Y seguro que volverá a quedarse impresionada de nuevo con estos hombres. Pero nuestra idea desde un principio era hacer una película sobre ellos, no sobre Madonna. Ésa sería otra historia muy diferente”.

Expertos en el sida creen un «fracaso del sistema» el índice de nuevos contagios

Consideran necesarias la vuelta de las campañas de sensibilización para acabar con los estigmas de los portadores de VIH

La mejora de los tratamientos de los enfermos de sida ha permitido que su esperanza de vida aumente de forma considerable; pero también, ha provocado que se relaje la percepción social de que es una enfermedad que durante décadas estuvo considerada como una auténtica pandemia. Por este motivo, varios expertos que participaron en el programa educacional ‘Hitos en Investigación Básica y Clínica en VIH/Sida’ impulsado por Gilead, reclamaron a las administraciones más atención al sida. “La infección por VIH continúa siendo un problema de salud pública. En 2014, 36,9 millones de personas con VIH, de los cuales, dos millones se infectaron ese año y 1,2 millones de personas murieron por causas relacionadas con este virus”, explicó el doctor Josep Maria Gatell, del hospital Clínic de Barcelona.

Este experto y profesor en la Universidad de Barcelona enumeró los datos de este virus en España: entre 130.000 y 160.000 personas que viven con el VIH, de los cuales 3.366 se produjeron en 2014 -el último año completo del que el Ministerio de Sanidad tiene datos-, con una mediana de edad de 35 años. Sin embargo, esa cifra es similar a la de años anteriores: 3.866 (2013), 3.732 (2012), 3.493 (2011), 3.748 (2010), 3.628 (2009) o 3.471 en 2008. Una tendencia que demuestra que el trabajo realizado para mejorar la prevención no ha sido suficiente. “Hay una percepción de que esto no es un problema. Pero es un fracaso del sistema tener las mismas cifras que hace una década”, añadió el doctor José Alcamí, del Instituto de Salud Carlos III de Madrid. Unos fallos que se den también en otros países europeos como el Reino Unido o Francia.

Ante esta situación recuperar las campañas de prevención de contagio sobre todo entre los hombres que mantienen relaciones homosexuales, el principal colectivo donde se producen los nuevos contagios, es fundamental. “Hay una cierta complacencia”, comentó el doctor José Ramón Arribas, jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital La Paz (Madrid), que reclamó estas medidas para acabar con el estigma de las personas porteadoras. “En España no ha salido nadie conocido diciendo que es portador del VIH porque se sienten avergonzadas. Hay que normalizar esta situación”, indicó.

De esta manera, se logrará terminar con uno de los problemas que tiene esta enfermedad, que es el conocimiento de la misma. “Aproximadamente uno de cada diez casos en el mundo occidental no sabe que está infectada por el virus. En los países no desarrollados, son dos de cada tres. De ahí la gran importancia que tiene la prevención y el diagnóstico precoz en la lucha contra el VIH”, añadió el doctor Gatell.

Descrita la actividad del VIH oculto en el sistema linfático

El virus de los enfermos crónicos continúa reproduciéndose a salvo de la acción de los fármacos

Un médico toma una muestra de sangre a un hombre en Kampala (Uganda) para hacerle la prueba del VIH. REUTERS

Una vez que se instala, el VIH nunca desaparece del todo del cuerpo de las personas que infecta. A lo más que ha llegado la medicación antiviral –y no es poco– es a hacer que desaparezca de la sangre del individuo. Pero el microorganismo se mantiene en los reservorios, lugares como el sistema linfático, y por eso los afectados tienen que tomar la medicación durante toda la vida: cuando no lo hacen, el virus sale de sus escondrijos y reproduce la infección. Por eso la lucha definitiva contra el patógeno pasa por saber qué ocurre en esos lugares. Ramón Lorenzo, de la Feinberg School of Medicine en la Northwestern University en Chicago y uno de los firmantes del artículo en Natureque lo ha descrito, explica que había dos posibilidades: que al ADN viral se mantuviera integrado en el de las células que lo acogen de una manera silente, o que el virus continúe su ciclo vital en los reservorios, aunque no pueda salir de ellos por la acción de los antivirales que actúan fuera. Esta última ha sido la opción que el equipo de investigadores ha encontrado.

Para llegar a esa conclusión, los investigadores tomaron durante seis meses muestras del sistema linfático (los ganglios que hacen de reservorio) de tres personas que tenían el virus controlado. Al analizar el ADN observaron que este mutaba, como es habitual en cualquier virus que está reproduciéndose, pero no adquiría resistencias a los medicamentos. “El virus es capaz de seguir replicando de forma residual en estos compartimentos anatómicos”, afirma por correo electrónico Lorenzo. Además, los reservorios “proveen de virus al resto del cuerpo, incluso cuando los pacientes están tomando fármacos de manera efectiva”, dice. Y añade: “Como los fármacos no llegan en concentraciones óptimas a estos lugares del cuerpo, el virus no necesita adquirir mutaciones de resistencia, que siempre son menos eficaces que el virus original, para sobrevivir”.

Consecuencias terapéuticas

El descubrimiento tiene importantes consecuencias terapéuticas de cara a curar a una persona del VIH. Por un lado, se explican “los rebotes de carga viral que se observan cuando el tratamiento falla o se interrumpe”. La carga viral mide la concentración de virus en la sangre u otros fluidos corporales. La medicación antiviral actual consigue en la mayoría de los afectados que la toman bien –es decir, siguiendo las pautas– que esta sea tan baja que se la denomina generalmente “indetectable” (aunque se puede medir). Por eso se considera que una buena adherencia a la pauta farmacológica es la mejor medida para que un portador no transmita el virus.

Pero, aparte de explicar lo que pasa, hay otras implicaciones. “Actualmente los principales esfuerzos para curar el VIH se centran en activar las células latentes y eliminar el virus que hay en ellas. Nuestros resultados predicen que esta estrategia no funcionará completamente hasta que no se consiga también desarrollar medicamentos que puedan alcanzar las poblaciones virales de tejidos como los nódulos linfáticos”, explica el investigador español. Es decir, va a haber que reforzar los estudios y ampliarlos, porque centrarse solo en los virus latentes no va a ser suficiente. “El desarrollo de nuevos fármacos con mayor eficacia en los diferentes tejidos del cuerpo en los que el virus se esconde y que son su principal fuente de producción durante el tratamiento, son indispensables para acabar con el virus”, explica Lorenzo.

El científico lo resume así: “Hemos encontrado dónde se esconde el enemigo, ahora hay que ir allí y acabar con él”.

Una familia inmune al VIH

Una alteración genética provoca en un linaje una distrofia muscular mortal que también les protege de infectarse del virus del sida

Algunas noches Abrahán Guirao tiene miedo a morir. Un temor que crece al acostarse: “Así fue como falleció mi padre: una noche se metió en la cama muy flojo y nunca despertó”, recuerda Guirao, que tiene 31 años. Como toda su familia, nació con una mutación genética que le provoca una distrofia muscular degenerativa; todos los músculos de su cuerpo van perdiendo fuerza poco a poco. “Va siempre con nosotros, en nuestros genes, y cuando se despierta, empiezan los problemas”, explica. La mutación lleva acompañando a su familia ocho generaciones —actualmente hay un centenar de personas diagnosticadas y calculan que unas 200 tienen el gen alterado—, pero hace tres algo cambió: no solo identificaron el origen de su enfermedad , sino que descubrieron que Guirao y su familia eran prácticamente inmunes al VIH. Su maldición genética les protegía del virus del sida.

Con seis años Guirao ya se dio cuenta de que no corría como los otros niños. Con 12, que le costaba subir escalones. A los 24 requirió los servicios de la silla de ruedas en la que se desplaza actualmente. “Es complicado porque te cuesta todo: caminar, sostener objetos, respirar…”, cuenta Guirao. Su padre falleció a los 54 años, tres décadas después de que la enfermedad despertara en su cuerpo. “Sin querer, haces cálculos, pero no te puedes obsesionar”, añade. Él no se deja amilanar. Además de radiar los encuentros del Villarreal, el equipo de fútbol de su pueblo natal, Vila-real, Abrahán Guirao es vicepresidente de la asociación Conquistando Escalones, creada hace poco menos de un año. Está formada básicamente por sus familiares: tíos, abuelos, primos lejanos… que viven en Murcia —lugar donde nació hace ocho generaciones el paciente cero, la primera persona con esta mutación— Alicante, Valencia, Castellón, Barcelona, Huelva e Italia. “Muchos no nos conocíamos entre nosotros. Ni siquiera sabíamos que teníamos todos esta enfermedad. Ahora estamos en contacto continuo”, explica Guirao.

En 2013 se identificó el gen causante de la distrofia muscular de cinturas que sufren; la suya se tipificó como LGMD1F. Ese descubrimiento representó una revolución. “Al identificar el origen genético de la enfermedad vieron que afectaba a una proteína, la transportina 3, clave en la infección del VIH. Fue toda una sorpresa”, explica José Alcami, investigador de inmunopatología del sida en el Instituto de Salud Carlos III. Paradójicamente, el gen mutado que afecta al linaje de Guirao les protege frente al VIH. Ante ese descubrimiento, el Instituto Carlos III, el Hospital Vall d’Hebron, el Hospital de la Fe y la Universidad de Valencia han unido esfuerzos para investigar las posibles aplicaciones del descubrimiento en la búsqueda de una cura o vacuna para la infección de VIH. “En teoría es posible”, continúa Alcami. “Si podemos bloquear la transportina 3 solamente en los leucocitos [las células del sistema inmunológico a las que ataca el VIH] sin que afecte a los músculos, detendríamos el virus. Esto nos muestra una nueva diana para luchar contra la pandemia”, concluye el virólogo.

La investigación también allana el camino para curar a toda la familia de Guirao. “Me da mucha alegría saber que nuestra enfermedad pueda ayudar a mucha gente. También rabia porque en mi familia llevamos sufriendo esto durante más de un siglo y nunca se había investigado en profundidad”, reconoce Mara Guirao, tía de Abrahán. Su dolencia es más leve que la de su sobrino; “está aletargada, pero ahí está”, matiza. Ella también forma parte de la asociación, cuyo objetivo final es recaudar un millón de euros para financiar la investigación que podría curarles.

“Llevamos 25.000 euros. Pero ahora vamos a contar con el apoyo del Villarreal”, cuenta Abrahán Guirao. La solidaridad del club de fútbol, con un mensaje de apoyo a la causa de Vicente del Bosque, la ha conseguido él por sus contactos futboleros. “También estamos organizando un festival de monólogos humorísticos”, añade. Él va a estrenar uno en el que lleva trabajando varios meses. “Llevo una vida normal. Esto no puede ser el centro de tu existencia y menos ahora que estamos consiguiendo cosas”, explica Guirao. Y concluye: “No hay que dejarse llevar porque si se lo permites, la enfermedad te come”. A pesar de ese ánimo y de la posibilidad de encontrar una solución a su dolencia, a veces no puede evitar asustarse: “En ocasiones me invade el miedo de que la cura llegue demasiado tarde”.

El camarero despedido por tener el virus del sida

Daniel Jiménez junto al edificio en que vive en Madrid

Daniel Jiménez junto al edificio en que vive en Madrid. / KIKE PARA

Daniel Jiménez tenía 25 años cuando contrajo el virus del VIH, en 2014. Su madre lo apoyó desde el primer momento y la medicación que lo mantiene sano le permite llevar una vida normal. Pero el año pasado, cuando trabajaba de camarero, se topó por primera vez con el estigma social, ese obstáculo adicional en la vida cotidiana de los pacientes seropositivos. En cuanto él comunicó su enfermedad a su jefa, esta le echó de un día para otro.

Jiménez presentó denuncia por despido improcedente y el pasado lunes la empresa admitió que había sido discriminado por su enfermedad. A cambio, la víctima ha renunciado a la indemnización, correspondiente a ocho meses de salario.

Este es el primer caso en España en el que una empresa reconoce la vulneración de derechos por motivo del VIH, asegura Juan Silvestre, portavoz de Imagina Más, una asociación madrileña especializada en ayudar a enfermos de VIH. El bar ha sido identificado por esta asociación y no por la víctima, que se compromete en el acta de conciliación a no revelar el nombre de su exempleador.

El madrileño había comenzado a trabajar en el Mokäi, un local de la plaza de Pedro Zerolo, en Chueca (Madrid), a principios de mayo de 2015. La empresa, asegura él, tardó unos 10 días en redactar el contrato, por lo que cuando firmó él todavía se encontraba en período de prueba.

La confesión

Al principio la relación con su jefa era algo tirante, pero en seguida cogieron algo de confianza. Ella le llegó a contar problemas personales suyos. “Una tarde empecé a sudar bastante, porque estaba asimilando una nueva medicación, y ella me preguntó por qué sudaba”, recuerda. Tras intentar esquivar la conversación, terminó contándole que tenía el virus del VIH. “Al principio ella sintió eseshock en el que no sabes qué responder”, cuenta el joven, pero en seguida se mostró receptiva y, al terminar la jornada, él se fue a su casa como siempre. Fue al llegar cuando recibió un mensaje de Whatsapp: “Siento mucho lo que te ocurre, pero no me parece justo que no me lo hayas comunicado antes de contratarte. Tengo un negocio de restauración y al menos me podías haber contado esto, no me puedo arriesgar. Mañana hablaré con la gestoría y le comunicaré tu baja. Me parece un golpe bajo por tu parte”, según se lee en uno de los mensajes que el chico guarda. Más abajo, su exjefa añade: “La empresa tiene todo el derecho de contratar a gente sana”.

Al no ser el VIH una enfermedad transmisible a través de la manipulación de alimentos, discriminar a alguien en un puesto de hostelería con motivo de su enfermedad es discriminatorio, según la coordinadora estatal de VIH CESIDA .

“Yo no sé nada”

EL PAÍS contactó este martes con la encargada del bar Mokäi, a la que que en la sentencia sale solo como “Rebeca”, sin apellidos. “Yo no tengo nada que ver con el administrador”, aseguró este martes por teléfono. “No. Yo no traté con Daniel Jiménez, no sé absolutamente nada. A él lo despidió la empresa, a mí este tema me han dicho que estaba zanjado, y punto. No tengo nada de qué hablar, no sé nada”, agrega.

La dueña del local, y quien acudió al juicio el lunes pasado, es su hija. Jiménez añade que el verano pasado la empresa negó, a través de su página de Facebook, que lo hubieran discriminado. Esta web está hoy fuera de servicio.

Cuando le echaron se sintió traicionado, explica la víctima. Denunció “por rabia, por impotencia; el dinero me da igual”. Lleva siete meses en tratamiento psiquiátrico, sufriendo crisis de ansiedad y pesadillas por las noches. Aunque trabaja en el sector de la hostelería desde los 16 años, actualmente está en paro. Desde que denunció ha tenido dificultades para encontrar trabajo. “Corrí un riesgo, porque cuando voy a algún trabajo y conocen un poco mi caso, ponen excusas para no contactarme. No me dicen claramente ‘no te quiero porque tienes VIH’, dicen que no les intereso porque no valgo. O porque este no es mi trabajo. Y, sin embargo, toda mi vida he sido camarero”, explica Jiménez.

Ahora se plantea el futuro en otros términos: “Mi vida ha dado un vuelco. Es verdad que necesito trabajar de algo. Pero me gustaría poder ayudar a otra gente que esté en mi situación, que sepan dónde acudir, cómo recurrir y todo eso. Cuando lo vives en tus propias carnes, es muy difícil. Me gustaría dedicarme a una labor más humanitaria”.

En España se detectan de media 10 nuevas infecciones de VIH al día. Según el Ministerio de Sanidad, la proporción de hombres que tienen sexo con hombres subieron entre 2010 y 2014, frente a las infecciones de consumidores de droga por vía intravenosa, que disminuyeron. En 2014, el año que diagnosticaron a Jiménez, hubo 3.366 nuevos casos. “A mí me da igual dar la cara. Si hubiera habido más gente que hubiera luchado por esto públicamente, quizá yo no hubiera tenido este problema. Eso es lo que falta: gente visible”, remata el joven.