Más educación en la tolerancia para acabar con las agresiones homófobas

El repunte de las agresiones homófobas que se está registrando en España -en muchos casos de forma silenciosa por miedo y dificultades a la hora de denunciar- y el hecho de que los agresores sean cada vez más jóvenes, e incluso menores, es un dato alarmante ante el que no podemos permanecer impasibles. Ahora que las encuestas del CIS indican que el 70% de los españoles acepta el matrimonio entre personas del mismo sexo -lo que revela que la homosexualidad es percibida con mayor normalidad que nunca por la ciudadanía-, llama la atención que este tipo de agresiones representen cerca del 40% de los delitos de odio que se cometen en este país. La educación en la tolerancia y los valores cívicos son sin duda el mejor arma para erradicar el odio. Por ello, cabe preguntarse en qué están fallando familias y escuelas en la formación de nuestros jóvenes, dado que los agresores de entre 16 y 20 años son cada vez más numerosos.

Los testimonios de asociaciones de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (LGTB) que recogemos hoy en nuestras páginas son elocuentes. Las estadísticas muestran que en 2015, el número de ataques homófobos no ha caído frente al año anterior. Pero los representantes de este colectivo son más pesimistas y aseguran que las agresiones no denunciadas han aumentado este año en España y en el resto de Europa. Internet está jugando un papel cada vez más importante como agitador de las agresiones. Por un lado, en la Red, muchos jóvenes son animados a atacar a los homosexuales.Y por otro, las redes sociales se han convertido en una herramienta de acoso a gays y lesbianas difícil de controlar. Vincular a la Administración en la lucha contra las agresiones promovidas en el entorno digital y al mismo tiempo, educar en una sociedad menos machista a nuestros jóvenes es vital para reducir delitos de odio como los que se han registrado este verano en Madrid. Como recuerda hoy en nuestras páginas el autor de La edad de la ira, Fernando J. López, la homofobia, transfobia y misoginia están estrechamente relacionadas y son materias transversales en Secundaria. Por otra parte, ante el aumento de casos de este tipo de violencia en las aulas también sería deseable una mayor implicación de la Fiscalía de Menores, como reclaman las asociaciones.

También es preciso reforzar la atención a las víctimas, puesto que tan sólo se denuncian el 25% de las agresiones homófobas. Al igual que ocurre con la violencia de género, el temor a las represalias, la falta de pruebas o la impotencia hacen que en muchos casos los agredidos prefieran no denunciar. En este sentido, hay que aplaudir la iniciativa puesta en marcha por la Comunidad de Madrid esta semana. Después de las tres denuncias que se han presentado este mes de agosto en la región por ataques a gays y transexuales, el Gobierno de Cristina Cifuentes se ha puesto a trabajar con el Ministerio de Justicia para que las oficinas judiciales de ayuda a las víctimas atiendan de manera integral a las personas que sufran delitos de odio.

Homófobos más jóvenes

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“En Barcelona tenemos identificado un grupo de cinco menores que en los últimos meses ha atacado varias veces a homosexuales”, asegura Eugeni Rodríguez, presidente del Observatorio contra la Homofobia de Cataluña (OHC). “Insultan, persiguen, rompen pancartas por la igualdad… han llegado incluso a hacer pintadas en la casa de una persona que vive en un bajo mientras le tiraban excrementos con la nota Maricón de mierda“.

Del insulto y el acoso a la agresión física sólo hay un paso. Y todavía son niños. “El caso está en la Fiscalía de Menores, a la que hemos pedido que nos deje hacer una labor pedagógica con ellos para evitar que dediquen su tiempo libre a acciones homofóbicas”, explica Rodríguez.

Educación en tolerancia, y un compromiso mayor por parte de la Administración, es lo que piden las asociaciones que defienden al colectivo LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales).

“La educación es el factor clave en la prevención de las agresiones homofóbicas y evidentemente algo no se está haciendo bien. Debemos recordar que la mayoría de los agresores tiene menos de 30 años”, apunta Rubén López, vocal de Delitos de Odio de Arcópoli.

Según el último estudio publicado por el Ministerio del Interior, en 2014 el perfil del agresor homófobo más extendido era el de hombre español de entre 26 y 40 años. Sin embargo, al menos tres asociaciones del colectivo homosexual coinciden en que en este 2015 están observando un repunte de esta violencia en jóvenes de entre 16 y 20 años. En Cataluña, que es la única comunidad en la que hay un observatorio contra la homofobia, los casos de discriminación en las aulas ya suponen el 8,4% de las denuncias.

El último estudio a nivel estatal sobre jóvenes LGTB, de 2012, refleja que el 57% de los menores de 25 años que componen este colectivo afirman haber sufrido algún tipo de violencia psíquica y/o física. Además, un informe de INJUVE asegura que el 80% de la población joven española reconoce haber sido testigo de agresiones verbales a homosexuales y transexuales, un 40% de situaciones de exclusión y un 20% de violencia física.

“Las nuevas tecnologías, y el mimetismo con la situación de auge de este tipo de delitos que se está viviendo en el resto de Europa, no hacen sino incrementar el problema entre nuestros jóvenes”, denuncia Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia. “Nuestra legislación es inadecuada, no sirve para atajar el acoso ni el discurso del odio del que nuestros menores se empapan”, añade.

No es únicamente lo que reciben por la red lo que ha propiciado este aumento de la homofobia entre los menores que denuncian las organizaciones. “La Administración establece su perfil de agresor en un rango de edad demasiado alto al no poder reflejar a los más jóvenes por la Ley del Menor“, asegura Ibarra. “Los grupos neonazis, por ejemplo, saben que utilizando a estos chicos sus acciones van a quedar impunes”, denuncia.

El presidente del Movimiento contra la Intolerancia vaticina además un repunte de todas las modalidades de delitos de odio entre los más jóvenes, no sólo homofóbicos. “Un día les llevan a cazar homosexuales, otro pobres, otro inmigrantes… Así es como se educan; más de un padre ha venido a preguntarnos porque estaba preocupado por su hijo de 14 años”, explica.

De los 1.285 delitos de odio que el Ministerio del Interior registró el año pasado, 513 fueron por motivos de orientación o identidad sexual. Esto supuso un aumento del 13,5% respecto a 2013, cuando se produjeron 452 agresiones de este tipo. Y para las asociaciones es sólo la punta del iceberg.

El Movimiento contra la Intolerancia asegura que sólo se denuncian el25% de las agresiones homófobas y transófobas. “Las víctimas del colectivo LGTB siguen sin denunciar por miedo a acudir a la Policía, a las represalias, a quedar señaladas… miedo a asumir que hoy en día te han pegado por maricón“, explica López. “Algunos ni siquiera quieren hablar con las asociaciones por lo que pueda pasarles”.

Un problema de visibilidad y concienciación que para las organizaciones LGTB tiene dos formas claras de atajarse: campañas públicas y de educación, y una ley estatal contra la homofobia y transfobia.

“A corto plazo necesitamos una campaña grande de concienciación, y sobre todo que la gente vaya a denunciar para que las administraciones se pongan las pilas y dejen de argüir que no hay tantos casos”, exige el vocal de Delitos de Odio de Arcópoli.

“A largo plazo necesitamos una enseñanza más activa en tolerancia en las aulas, ese lugar donde maricón y bollera siguen siendo los insultos más escuchados. Además, exigimos que se cree una ley a nivel estatal de protección del colectivo LGTB como las que ya han ido promulgando en algunas comunidades autónomas”, añade López.

Se refiere a las leyes de igualdad social y contra la discriminación del colectivo LGTB vigentes actualmente en Extremadura y Cataluña, esta última en vigor desde octubre del año pasado.

“Desde que entró en vigor la ley hasta el 10 de agosto tenemos registrados alrededor de 70 incidentes homófobos sólo en Cataluña, sufriendo el 69% los hombres”, explica el presidente del Observatorio contra la Homofobia de Cataluña.

A nivel estatal, y dentro del colectivo LGTB, la discriminación y agresión por motivos de identidad sexual es muy importante. En lo que llevamos de año, la organización Transexualia asegura tener constancia de al menos ocho agresiones.

“Siempre hemos sido un blanco fácil por la cantidad de prejuicios que existen, pero este año hemos detectado un aumento del número de agresiones”, denuncia Javier Gómez, miembro de la Junta Directiva de Transexualia.

“Vivimos en una sociedad multicultural y diversa en la que todos debemos aprender a respetarnos mutuamente. El desconocimiento de la transexualidad provoca prejuicios que por desgracia desembocan en demasiadas ocasiones en agresiones verbales y físicas”, lamenta Gómez.

Donde el amor es ilegal: 8 testimonios brutales que te revolverán las tripas

El fotógrafo Robin Hammond documenta historias de intolerancia, persecución y supervivencia LGTBI alrededor del mundo. Sus experiencias dejan sin habla

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Color, orgullo, desfiles, celebración y baile… pero también vejación, intolerancia, persecución y muerte.

Bajo la bandera arcoiris caben muchas realidades distintas. Algunas son vistosas, y otras… no tanto. Mientras la sociedad occidental celebra los avances en materia de derechos y visibilidad para la comunidad LGBTI, miles de gais, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersex siguen sufriendo abusos brutales cada día en muchas regiones del mundo.

Es algo que sabemos, algo de lo que se habla a menudo, pero no es lo mismo leer un informe de Naciones Unidas, Amnistía Internacional o ILGA queescuchar el dolor quemando en las bocas de sus protagonistas.

Where Love Is Ilegal nace para dar voz y poner cara a esas víctimas, para contar las historias que aún no han sido contadas.

El fotógrafo Robin Hammond tuvo la idea de crear Where Love Is Ilegal cuando, en uno de sus frecuentes viajes por África, tuvo la oportunidad de entrevistar a cinco jóvenes nigerianos arrestados y apaleados en público por su condición homosexual.

Hammond siguió viajando por Uganda, Sudáfrica y Camerún, recolectando historias para el proyecto. Con ayuda del activista Harold Smith-Franzen, llegó a Malasia, Rusia y Líbano.

En todos los lugares escuchó testimonios tremendos, recuentos de agresiones brutales, realidades vitales que oscilaban entre la devastación total y el empoderamiento de quienes saben que su única opción es permanecer fieles a sí mismos.

“Quedé profundamente conmovido por la experiencia de escuchar estas 65 historias“, asegura Hammond en una reciente entrevista con National Geographic.

A continuación puedes leer fragmentos de ocho de los testimonios recogidos hasta el momento en Where Love Is Ilegal. El resto te esperan aquí.

Vas a necesitar estómago para digerir tanta violencia.

Jessie, Líbano.

Jessie, Líbano

“Cuando era pequeño mis padres me vieron jugando con una Barbie junto a una niña. Me golpearon. Hay tabús, y los chicos no deben jugar con las chicas. Mi padre me dijo que era como un burro, un perro. ‘Eres una desgracia para mí’, dijo…

Cuando tenía 6 o 7 años, aprovechaba cuando mi familia salía para sentarme frente del espejo y maquillarme como mi madre. En ocasiones mi familia me pillaba; entonces me insultaban y me pegaban.

Mi tió me violó cuando tenía 11 años y me dijo que no se lo contara a nadie. Me violó tres veces. Me sentí destruido. Era fuerte y me forzó a hacerlo contra mi voluntad. Cai en depresión. Fue un período horrible de mi vida. Solía gritarle y pedirle que se fuera. No podía contárselo a nadie porque no me creerían al ser él una persona religiosa.

Mi hermano siempre se ha avergonzado de mí. Aún lo está. Muchas veces a lo largo de mi vida me ha pegado e insultado. Cinco o seis veces, con el apoyo de mi padre, ha intentado matarme. Mi hermano ha intentado acuchillarme, pero nunca lo ha conseguido. Una vez mi padre intentó estrangularme, pero logré escapar… Solía llegar a la escuela con la cara llena de arañazos. Los profesores me preguntaban que había pasado. Yo lloraba y no decía nada. Estaba asustado”.

Amanda, Sudáfrica.

Amanda, Sudáfrica

“Mi nombre es Amanda. Soy lesbiana. En 2007 fui violada mientras viajaba en compañía de un amigo. De camino a visitar a otro amigo, me puse a buscar una tienda para comprar cigarillos. Vi a este chico en una esquina y le pregunté. Me mostró dónde podía comprar lo que buscaba. Me acompañó hasta el lugar, y en el camino de vuelta se volvió contra mí.

Primero me preguntó si salía con chicas, y le dije que sí. Luego me preguntó si era lesbiana, y le dije que sí. Luego dijo que me iba a demostrar que yo era una mujer, sacó una pistola y me ordenó que me desnudara. Me forzó a tener sexo con él.

(…)

Ahora odio a los hombres por lo que me pasó aquel día”.

Gad, Siria.

Gad, Siria

“Dejé Homs porque mi vecindario estaba siendo atacado, fue bombardeado en múltiples ocasiones. Me mudé a Líbano con la esperanza de poder encontrar un empleo. Encontré trabajo en un baño árabe dando masajes… Me vi obligado a aceptarlo para poder ayudar a mis padres en Siria.

Solía trabajar durante dos meses, luego volvía a Homs a pasar unos días, y luego de vuelta Líbano. Una noche de agosto de 2004 mi casa fue asaltada por la policía. Recibí puñetazos y patadas. Me pusieron una bolsa de tela negra en la cabeza. Siguieron pegándome y dándome patadas. No sabías de dónde te venían los golpes. Vi cómo trataban a otros de la misma manera. A veces estabas tú solo en una habitación, otras veces estabas con otras dos o tres personas. Podíamos oír cómo torturaban al otro. Aquello continuó durante tres días”.

Ruslan, Rusia.

Ruslan, Rusia

“Mientras estaba en el instituto, mis compañeros nunca desperdiciaban una oportunidad de llamarme maricón y hacer todo tipo de comentarios que subrayaban mi homosexualidad para ridiculizarme. Nunca entendí por qué lo hacían, porque yo nunca expresé en la escuela que era gay.

Un día, mientras iba caminando con una amiga de una escuela cercana, aquellos chicos comenzaron a seguirnos. Se reían y nos lanzaban insultos. De repente, uno de ellos me empujó bajo las ruedas de un coche que pasaba en aquel momento. El conductor me vio y frenó, pero las ruedas me pasaron por encima de la pierna. El doctor me dijo luego que me había roto varios huesos y que si no hubiera sido por las botas que llevaba, la rueda me hubiera machacado la pierna.

(…)

La segunda vez que fui atacado, sucedió en mi primer año de universidad. Estaba paseando a mi perro en el patio. Apareció un grupo de skinheads por allí. Era el blanco perfecto porque tenía el pelo largo y llevaba ropa vistosa. Todo pasó muy rápido. Me reventaron la cabeza con un bate de béisbol.

(…)

La consecuencia de múltiples conmociones cerebrales son desmayos frecuentes, dolores de cabeza, sangrados por la nariz. Un médico me dijo una vez que le sorprendía el hecho de que me no me hubieran dejado inválido.

El último ataque afectó también a mis amigos. Estábamos cerca de un club cuando fuimos atacados por los patrones de ese mismo establecimiento. Nos dijeron que ‘los maricones no deben bailar al lado de nuestras novias’. Saltaron sobre nuestras cabezas hasta que nos dejaron inconscientes.

Ir a la policía no ayuda. No hacen nada”.

Simon, Uganda.

Simon, Uganda

“El 11 de septiembre de 2012, mi novio y yo estábamos en nuestra habitación de alquiler teniendo sexo. Uno de los vecinos nos oyó. Él siempre había sospechado que éramos gais. Según oyó nuestros gemidos, salió corriendo hacia la comisaría y de camino se dedicó a advertir a los vecinos del pueblo de que nos había oído teniendo sexo. Luego se plantó con todos los hombres del pueblo y la policía en nuestra puerta. No abrimos, así que la policía forzó la puerta para entrar.

Nos encontraron aún desnudos, nos esposaron y nos lanzaron fuera. Inmediatamente la muchedumbre nos empezó a golpear con piedras y con palos con clavos diciendo que estábamos malditos y que debíamos morir. Luego la policía nos llevó a través del pueblo desnudos, arrastrándonos sobre piedras que nos causaron pérdidas de sangre severas.

Al llegar a la comisaría no se nos prestó ningún tipo de auxilio médico. Nos tiraron en las celdas. Les dijeron a los reclusos que éramos gay, y estos también comenzaron a golpearnos hasta que les entró el sueño. Doy gracias a Dios de no haber muerto aquel día, porque el dolor era insoportable. Al día siguiente, cuando nos llevaron al hospital, estábamos en estado crítico “.

Nisha, Malasia.

Nisha, Malasia

“Nunca hubiera imaginado que acabaría siendo una expresidiaria. Siempre pensé que las prisiones son lugares para la gente que hace daño a otros. Yoestuve en prisión simplemente por mi identidad como mujer transexual musulmana que vive en Malasia. Me metieron allí para corregir mi comportamiento y cambiar mi identidad de género a lo que ellos consideran correcto, que es que yo sea hombre.

Estar allí fue un infierno para mí. Mis derechos como ser humano me fueron arrebatados. Sufrí todo tipo de abusos hasta el punto de que quise suicidarme. Un día en prisión era como un año para mí, pero a pesar de lo mucho que se esforzaron, siempre permanecí fiel a la persona que soy.

Dejé la cárcel sin mi máximo atractivo, que es mi pelo, como superviviente.Dejé la cárcel como mujer transexual“.

Khalaf, Jordania.

Khalaf, Jordania

“Vine a Líbano escapando de mi familia. Cuando salí del armario, mi hermano mayor apareció en mi casa con tres de mis otros hermanos. Me enseñó una pistola y dijo ‘has destruido el honor de nuestra familia, prepárate para morir’. Me golpearon, me dieron patadas y puñetazos. Perdí mucha sangre por la nariz”.

Khalad proviene de una tribu beduina en la que el honor familiar se considera algo muy importante. Cuando se enteraron de su homosexualidad, sus hermanos se reunieron en la casa de los padres para hablar sobre de qué manera debían matarle. Su esposa y su madre pudieron oír esa conversación desde una habitación contigua. Su mujer subió al piso de arriba a avisarle: “Tus hermanos quieren acabar contigo. Espera a que se hayan ido, coge tu pasaporte y vete”.

Khalaf reveló su homosexualidad de forma pública durante una entrevista que se pudo ver a través de las redes sociales. “Toda mi familia y la gente que me conocía vio la entrevista. Por primera vez me acepté a mí mismo, por primera vez en mi vida el Khalaf real estaba hablándole al mundo“.

En Líbano, Khalaf no ha conseguido encontrar trabajo y vive en la pobreza. Sobrevive gracias a donaciones de amigos. “La vida aquí es difícil, he perdido a mi familia, pero no me arrepiento. Aquí me siento libre de aquella opresión”.

M, Siria.

M, Siria

“Todo empezó cuando Jabhat Al Nusra secuestró a varios gais en nuestra área. Primero secuestraron a algunos de sus amigos, obtuvieron sus fotos de los teléfonos de aquellas personas y empezaron la caza.

A mí intentaron secuestrarme con la ayuda de un chico que se hizo pasar por gay y quería conocerme. Después de salir un día juntos, decidimos ir a casa de sus amigos. Tenían planeado secuestrarme allí, en la calle. Era una encerrona.

Me amenazaron con cortarme la cabeza o dispararme. Ponían un cuchillo en mi cuello y me decían ‘¿estás preparado para morir?. Luego hicieron lo mismo con una pistola. Sugerí que negociaran con mi familia. Me tuvieron encerrado durante dos semanas. Al final mi familia pagó 13.000 dólares por mi liberación.

Cuando volví a mi casa, el guarda de la finca estaba temblando. Me dijo, ‘¿Por qué estás aquí? ¡ISIS te está buscando! ISIS se había llevado mi documentación.

Llamé a uno de mis tíos que se puso en contacto con ellos. La gente de ISIS le dijo: ‘Lo necesitamos. Es un homosexual y debe ser asesinado. Es un fugitivo. No tiene permiso para estar en nuestro estado’.

Mi tío llegó a un acuerdo para que me dejaran escapar. Me dieron dos horas para salir de allí. Me marché con lo puesto a una ciudad que permanecía bajo el control del régimen sirio, luego a Damasco, luego a Beirut.

Las noticias de que era gay se diseminaron por el entorno de ISIS y llegaron a mis familiares. Ahora mis familiares quieren mi cabeza“.

“Más allá del arcoíris, la gente sigue sufriendo por su condición sexual. ¿Hasta cuándo?”

El joven gay agredido en Almería: “Empezaron a gritarnos y tras el golpe no recuerdo nada”

J.J.S, el joven homosexual de 24 años que fue agredido en la madrugada del lunes en el recinto ferial de Almería cuando se encontraba con su pareja en la parte trasera de la caseta del colectivo Colega, ha señalado que aún no entiende los motivos por los que fue atacado y ha pasado hospitalizado casi dos días con fractura de mandíbula y en una mano.

gay agredido en almeria

“Pasó un grupo de chicos y empezaron a gritarnos, no recuerdo que decían, y ya de ahí, solo recuerdo que me llevaron hasta la caseta y pedí ayuda a mis compañeros. Tras el golpe apenas no recuerdo nada”, ha explicado a Europa Press la víctima, quien ha afirmado que no tuvo la oportunidad de defenderse ya que la agresión le vino a él y su pareja “por sorpresa” y sin cruce de palabras previo.

El joven, que ha sido de alta este mismo miércoles, asegura que aún está “un poco mareado” por todo lo ocurrido y a causa de las lesiones, por las que le han puesto dos placas fijas en las mandíbulas y un tornillo en la base del pulgar izquierdo. “Solo puedo comer líquidos con una pajita”, se ha lamentado.

Según su relato, él se encontraba trabajando como camarero en la caseta de Colega, de forma que sobre las 3,00 horas aprovechó para hacer un descanso y salir a charlar con su pareja, de manera que fueron a la parte posterior del establecimiento. “Él tampoco recuerda mucho, nos pilló todo de imprevisto”, ha apuntado.

Así, según su versión, en un momento dado “pasó un grupo de chicos” que comenzó a gritarles, con lo que posteriormente se produjo una agresión. “Solo recuerdo los gritos y que me ayudaron a ir a la caseta, donde me vi sangrando por la boca”, ha explicado.

Fue su pareja, que resultó herido leve, quien consiguió llevarlo casi a rastras al interior de la caseta, donde se alertó a policía y servicios sanitarios, antes de su traslado al hospital, donde fue intervenido quirúrgicamente.

Agredida una pareja gay en Almería

Colega denuncia que una de las víctimas fue hospitalizada e intervenida quirúrgicamente.

El colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales de Almería, Colega Almería, ha denunciado la agresión que sufrieron una pareja de jóvenes homosexuales en las inmediaciones de la caseta que la asociación mantiene en el recinto ferial de la ciudad andaluza. Una de las víctimas ha tenido que ser hospitalizada e intervenida quirúrgicamente.

Fuentes de la entidad han explicado que los hechos tuvieron lugar en torno a las 3,00 horas en el recinto ferial de la Vega de Acá, cuando la pareja, de menos de 26 años cada uno, se encontraba en las proximidades de la caseta. En este sentido, se estima que los chicos fueron atacados por al menos tres personas que, hasta ahora, no han sido plenamente identificados.

En esta línea, desde la asociación se sospecha que la agresión pueda tener tintes homófobos, ya que poco antes de que se produjera el ataque, los jóvenes se habían mostrado en actitud afectiva.

A consecuencia de la paliza, uno de los heridos, que además pertenece a la asociación, tuvo que ser atendido por una ambulancia in situ, si bien posteriormente fue trasladado hasta el Hospital Torrecárdenas ante las fractura en un brazo y la mandíbula que presentaba. El otro joven sufrió un ataque de ansiedad. La asociación espera a la recuperación del joven, aunque ya estudia tomar medidas legales contra los agresores, que aún no han podido ser denunciados.

Recientemente, fueron agredidos una pareja en Madrid y varios jóvenes en Alcalá de Henares. Buena parte de las agresiones permanecen invisibles, como aseguran los colectivos gais, que sostienen que sólo se denuncian dos de cada diez agresiones.

La invisibilidad de las agresiones homófobas: sólo se denuncian dos de cada diez casos

La última pareja gay agredida en Madrid acudió a la policía, pero la mayor parte de los ataques son silenciados y no llegan a engrosar las estadísticas, según las asociaciones

“¿Sois maricones?”, preguntaron antes de pegarles. Venían abrazados desde Chueca, el barrio gay de Madrid, y sufrieron una agresión homófoba nada más poner un pie en la Gran Vía. Su experiencia engrosará las estadísticas de 2015, porque la pareja decidió presentar una denuncia, pero buena parte de los casos motivados por la identidad sexual de las víctimas permanecerá estancada en el limbo de la impunidad. Del silencio.

Sólo dos de cada diez víctimas denuncian las agresiones, según el último informe del Observatorio de Redes contra el Odio, elaborado por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). “Hacerlo supone visibilizar una orientación sexual que mucha gente oculta”, justifica Charo Alises, miembro del grupo de trabajo que ha arrojado luz sobre esta lacra invisible. “Una persona de raza negra, por ejemplo, cuenta con el apoyo de su familia, pero en nuestro caso hay familiares que no saben que el agredido es gay”.

Hay otras razones, como apunta Inmaculada García de la Fuente, directiva de la asociaciónDeFrente de Sevilla. “Temor a que tus vecinos descubran tus inclinaciones, sentir que es una pérdida de tiempo porque no vale para nada y miedo a las represalias de los atacantes”. Alises, que también preside la asociación malagueña Ojalá, insiste en la necesidad de acudir a la policía. “Soy abogada y mi experiencia me dice que cuando se denuncia, el agresor deja de actuar, por lo que nuestra misión es poner los medios para que se atrevan a hacerlo. La única forma de visibilizar el problema es ponerle freno”.

Pero las cifras son magras. El Informe sobre incidentes relacionados con los delitos de odio en España, difundido por el Ministerio del Interior, señala 188 casos en Andalucía el año pasado, muy por encima de los 43 de Catalunya y Galicia. Los colectivos LGBT creen que son muchos más, por lo que Alises no duda en recordar que sólo el 10% de los gais españoles ha denunciado el último incidente sufrido, pese a que un 38% se sintió perseguido o discriminado en el último año, según un estudio de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. “Como estos delitos no son visibles, también sufrimos la falta de atención de la sociedad”, se queja la presidenta de Ojalá. “Estamos en pañales”.

Es necesario, según Yago Blando, ponerlo en conocimiento de las autoridades para que las instituciones sean conscientes de la magnitud del problema. “Más allá de hacer justicia, si no se denuncia la agresión, las administraciones desconocen su existencia y, en consecuencia, no lucharán contra ellas”, afirma el coordinador de Arcópoli, una asociación estudiantil que trabaja en las universidades Autónoma y Complutense. “Si nos atenemos a los datos de Interior, en 2014 hubo en Madrid 26 agresiones, cuando sólo nosotros tenemos constancia de una cifra similar, que finalmente se tradujo en apenas dos denuncias”. Es la punta del iceberg, asegura Blando, que advierte de que el número real podría ser alarmante.

El informe del Observatorio de Redes contra el Odio indica que la mayoría de las víctimas son hombres (tres de cada cuatro), jóvenes (el 60% tiene entre 18 y 35 años) y que desconocen al agresor (64,3%). Sólo un 17% presentó denuncias, cuyo número se redujo respecto a 2013. Frente a ellos, según los datos de Interior, la mayoría de los detenidos o imputados por delitos de odio tenían entre 18 y 40 años. En 273 ocasiones, el motivo de la agresión fue la orientación o identidad sexual de la víctima, frente a las 84 por racismo o xenofobia.

Aunque los últimos casos registrados en Alcalá de Henares y en Madrid refuerzan el estudio de la FELGTB, que refleja que la mayoría se produjeron en núcleos urbanos y grandes ciudades, ambas activistas subrayan que la homofobia es mayor en las zonas rurales. “Asistimos a un chico que tuvo que irse de su pueblo por el acoso que estaba sufriendo él y su familia”. Primero, los insultos. Luego, el coche rayado. “Llegó un momento en que no podía salir a la calle”, recuerda García. Tampoco saldrá en las estadísticas.

Agreden en Madrid a una pareja de homosexuales tras preguntarles si eran “maricones”

El colectivo Arcópoli pide que haya más seguridad para las personas LGTB en la capital.

MADRID.- El colectivo Arcópoli ha denunciado este lunes una agresión homófoba que tuvo lugar la madrugada del pasado sábado en el centro de Madrid, cuando dos chicos de 25 años fueron increpados y uno de ellos golpeado al grito de “maricones”, según un comunicado de esta asociación.

Los agresores, que también tenían la intención de robar a estos dos jóvenes, fueron disuadidos por un viandante que acudió ante la llamada de auxilio de los agredidos.

Cuando los dos chicos volvían a casa abrazados después de tomar algo por Chueca (el barrio gay de Madrid), en la confluencia de las calles Alcalá y Gran Vía, se les acercaron dos personas que, tras preguntarles si eran “maricones”, propinaron un puñetazo a uno de ellos.

El mismo sábado, en cuanto el colectivo Arcópoli tuvo constancia de la agresión, atendió a una de las víctimas y le animó a poner una denuncia, que, según ha explicado, ha interpuesto hoy en el complejo policial de Moratalaz.

Arcópoli ha insistido en la necesidad de un plan de choque con las administraciones local y autonómica para frenar “el incremento en la inseguridad” de personas LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) en el centro de Madrid.

“La mayoría se producen en las inmediaciones de Chueca, cuando las parejas del mismo sexo siguen visibilizándose de forma espontánea, pero sin estar ya en el barrio”, ha señalado.

Cabe recordar que el pasado 17 de agosto se produjo otra agresión de este tipo también en la capital, concretamente en Alcalá de Henares. Entonces un grupo de neonazis agredieron e insultaron a varios jóvenes homosexuales dentro de uno de los locales de la ciudad al grito de “maricones”. En este caso no hubo denuncia, pues los neonazis fueron expulsados del bar y los jóvenes LGTB, lejos de acobardarse, continuaron bailando.

Una guía de la fundación de mujeres del PP dice que ser promiscua aumenta el riesgo de sufrir maltrato

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Una de las páginas del manual Las jóvenes como nuevas víctimas

La fundación del PP Mujeres en Igualdad considera que “la promiscuidad y el comienzo temprano de relaciones [sexuales]” son “factores de riesgo” que aumentan las posibilidades de que una chica joven sea víctima de violencia de género. Que “se muevan en entornos toxicómanos” o que tengan un “nivel bajo de escolarización y dificultades económicas” son otras de las variables que apuntan.

Además añaden que la vulnerabilidad de las jóvenes ante las agresiones machistas aumenta si son mujeres débiles emocionalmente –”baja autoestima, escasa asertividad, distanciamiento emocional, síntomas de ansiedad, dependencia emocional excesiva, trastornos de la conducta alimentaria, depresión crónica”– y si se mueven en un entorno conflictivo: “Pertenencia a pandillas violentas o grupos cerrados y clandestinos, exposición reiterada a la violencia en comunidad”.

“Un emparejamiento temprano” y “una maternidad prematura (15-20 años)” son otras de las causas a las que hacen referencia.

Mujeres en Igualdad, fundación del PP según la web del partido, recoge estas afirmaciones en un manual con el que pretenden “sensibilizar a las y los jóvenes contra el maltrato y dar las claves para detectarlo”. La guía titulada Las jóvenes como nuevas víctimas se publicó en 2011, sigue estando disponible en la página web de la organización, y fue elaborada gracias a una subvención de 11.005 euros otorgada por el Instituto de la Mujer (cuando estaba en el Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero) y el Fondo Social Europeo.

En la guía no hacen referencia a las fuentes en las que se han basado para elaborar esta argumentación. Según ha explicado una portavoz de la organización a eldiario.es, han extraído la información de dos estudios, uno realizado en la Universidad del País Vasco y otro en la de  Maryland (Estados Unidos). Además, señalan que van a revisar esta información e intentarán renovarla ya que, según indican, su organización no defiende que la promiscuidad sea un factor de riesgo en la violencia de género.

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Una página del manual

Expertos en prevención de violencia de género apuntan que las conductas de las mujeres, como la promiscuidad a la que hace referencia el manual, nunca son causantes de agresiones. “La culpa de los malos tratos es de la sociedad machista y del maltratador, nunca de la víctima”, explica María del Carmen Cuadrado , experta en género y juventud. “La violencia no depende de ellas, sino de ellos. Con esta argumentación se está imponiendo un criterio moral. Se busca desviar la atención al cuestionar las agresiones que sufren las mujeres teniendo en cuenta su comportamiento”, responde Miguel Lorente , exdelegado del Gobierno para la violencia de género con el gobierno socialista que la financió.

Lorente explica que el organismo que él dirigía no tenía control sobre las partidas económicas que gestionaba el Instituto de la Mujer. Considera que si esta guía no se ajusta a lo que se planteó al solicitar la subvención “es exigible que se pida el reembolso de la cantidad económica recibida”.

Estos profesionales coinciden al señalar que no existe un perfil de posible víctima de agresiones machistas. El único factor de riesgo es ser mujer. “En el año 88 se insistía mucho en el perfil de la persona maltratada. Se planteaba que era una mujer con baja autoestima, dependiente, depresiva. Al final se llegó a la conclusión de que estas características eran las consecuencias de la violencia de género, no las causas”, continúa Lorente.

En esta guía señalan que las variables educativas y económicas son factores de riesgo, indican que aumenta la vulnerabilidad en mujeres con “nivel bajo de escolarización y dificultades económicas”. Sin embargo Cuadrado explica que existen malos tratos en todas las clases sociales, “aunque dependiendo del nivel económico cambia el tipo de agresión”. “Mientras que en un perfil socioeconómico más bajo el tipo de maltratador es una personas autoritaria, ejerce una violencia física más violenta y más directa. Al subir en la escala socioeconómica es un agresor más encubierto, más psicológico, más perverso”, aclara.

La mejor prevención, la educación

La asociación que ha promovido este manual, Mujeres en Igualdad, se define como una “organización estrechamente vinculada a la lucha contra la violencia de género”. “El objetivo principal es promover la participación de la mujer en la sociedad, con especial incidencia en temas de carácter educativo, cultural, medio ambiental, asistencial y, en general, en aquellos campos en los que debe tener una participación más activa y relevante”, añaden en la web del PP. La mayor parte de la junta directiva está compuesta por diputadas y eurodiputadas del partido . La Secretaria General es María del Carmen Fúnez de Gregorio , senadora popular.

Según explican en el manual, el objetivo de este documento es prevenir la violencia de género en jóvenes. Los expertos consultados por eldiario.es consideran que la formación en clase, en los colegios e institutos, es la forma más correcta de evitar las agresiones machistas. “La educación debe de ser continuada, no vale con dar solo una serie de recomendaciones. La violencia está construida en una forma de entender que se es hombre siendo controlador y que se es mujer aceptando a esos varones. Así que hay que cambiar esa identidad masculina y femenina. Por un lado, construyendo nuevas referencias identitarias para que no se llegue a la normalización de la violencia. Por otro, deconstruyendo muchos de esos elementos que están interiorizados como parte de la normalidad”, finaliza Lorente.

Denuncian una agresión homófoba a manos de un grupo de neonazis en un bar de Madrid

El incidente se produjo en un local de Alcalá de Henares en la capital. Varios jóvenes LGTBI recibieron insultos y golpes, y el grupo de neonazis fue expulsado del lugar. La Asociación DiversAH condena este ataque “fascista” y exige que la Administración actúe

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MADRID.- La Asociación DiversAH ha denunciado este lunes una nueva agresión homófoba a varios jóvenes LGTBI en un bar de Alcalá de Henares a manos presuntamente de un grupo de neonazis, según ha informado el colectivo en un comunicado.

El incidente violento se produjo la madrugada del pasado sábado por parte de un grupo de neonazis a un varios jóvenes en un bar de la localidad de Alcalá.

Al entrar en el bar, un grupo de jóvenes LGTBI fueron recibidos con insultos homófobos al grito de “maricones”, según denuncia el colectivo. “Lejos de acobardarse los jóvenes continuaron bailando con total normalidad ante lo cual recibieron golpes por parte del grupo de neonazis”, ha señalado.

Posteriormente, el grupo fue expulsado del bar pero se mantuvo en los alrededores con el objeto de seguir agrediendo a estos jóvenes.
DiversAH ha condenado esta agresión de carácter “fascista” y ha exigido la actuación de la Administración y del conjunto de los movimientos sociales para frenar la escalada violenta por parte de estos grupos y concienciar a la población sobre la “diversidad sexogenérica”.

Muere travesti que se burló de Jesucristo crucificado

Noticia publicada en Tac3news

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El travesti que desfiló como Jesucristo cuando se legalizó la homosexualidad, fue encontrado muerto con los brazos abiertos de la misma forma que desfiló.

Hace menos de un mes se legalizó el matrimonio entre personas del mismo genero en todos los estados de Estados Unidos. Esto causó conmoción dentro de la comunidad LGBT y fuera de ella también.

El travesti que se vistió de Jesucristo durante la parada LGBT de Nueva York se hizo bastante famoso por su controversial decisión de querer llamar la atención burlándose de un ícono religioso.

El cuerpo del travesti fue encontrado en un bosque cerca de Manhattan, tirado en un pastizal, vestido casi igual que estaba disfrazado en la parada. Lo más irónico es que también se encontró el cadáver como si estuviese crucificado.