La rebelión de las pistolas rosas
La organización Pink Pistols anima a los homosexuales estadounidenses a armarse para repeler agresiones: «Métete con alguien de tu calibre», dice su lema
Todo empezó con un artículo de prensa que tenía mucho de desahogo. En el año 2000, el columnista Jonathan Rauch escribía en ‘Salon’ sobre los ataques a homosexuales y llegaba a una conclusión inesperada: «Es llamativo que el movimiento gay en América no haya considerado nunca una estrategia que debería ser deslumbrantemente obvia. Treinta y un estados permiten que los ciudadanos cualificados porten armas fuera de la vista. En esos estados, los homosexuales deberían embarcarse en esfuerzos organizados para familiarizarse con las armas, aprender a usarlas con seguridad y llevarlas encima. Deberían crear cuerpos especiales de Pistolas Rosas, patrocinar cursos de tiro y ayudar a otros homosexuales a conseguir la licencia para llevar armas. Y deberían hacerlo de manera que se le dé tanta publicidad como sea posible». Probablemente, ni siquiera el propio Rauch tenía mucha confianza en que su planteamiento se llevase alguna vez a la práctica, ya que las organizaciones en favor de las armas están tradicionalmente ligadas a la derecha más conservadora, pero un activista de Pensilvania recogió el guante y fundó con tres amigos Pink Pistols.
Desde entonces, la organización no ha parado de crecer. En la actualidad cuenta con 45 capítulos en distintos lugares de Estados Unidos y también con delegaciones en Canadá, aunque la condición de miembro es un vínculo informal y difícilmente cuantificable: si sirve de algo, el número de seguidores a través de Facebook ha superado hace poco las nueve mil personas, después de los notorios picos de interés que siguieron al tiroteo del club Pulse de Orlando (en el que un pistolero mató a 49 personas e hirió a otras 53) y a la victoria de Donald Trump en las elecciones. «Hay personas que se han declarado portadoras de armas porque Trump hace que se sientan inseguras. Yo creo que sus miedos no tienen fundamento, pero no puedo conseguir que no estén asustados, así que no tengo ningún problema con lo que decidan hacer para sentirse seguros siempre que lo hagan de manera responsable», ha resumido la portavoz de Pink Pistols, Gwen Patton, en una conversación con la BBC.
Serpiente de cascabel
La organización se declara «estrictamente no partidista» y centra sus esfuerzos en un solo asunto: el uso «legal, seguro y responsable» de armas de fuego «para la autodefensa de la comunidad sexual minoritaria». Cualquier otra reinvindicación, por obvia que pueda parecer y por mucho apoyo que reciba de los socios, queda fuera de sus objetivos. Los miembros de Pink Pistols se juntan al menos una vez al mes en un campo de tiro para practicar y ayudan a los recién llegados a elegir el arma más indicada para ellos, conseguir los permisos correspondientes y dar con un instructor ‘gay-friendly’: la organización ha recogido en un listado más de quinientos, incluidos algunos que imparten las clases de manera gratuita a este colectivo. El propósito de Pink Pistols, que actúa bajo el lema ‘Métete con alguien de tu calibre’, es evidentemente disuasorio, tal como apuntaba ya el artículo fundacional en su referencia a la publicidad: «Cambiamos la percepción de las minorías sexuales, de manera que aquellos que nos han visto como blancos fáciles para la violencia y los actos de odio se den cuenta de que, ahora, un segmento de esta población tiene armas y sabe usarlas», argumentan los responsables. Gwen Patton sostiene que «la autodefensa no es una acción, es una manera de pensar, y Pink Pistols no es en realidad un club, sino una elección ética y un estilo de vida».
«Los malos tienen pistolas, y los únicos que pueden detenerlos son los buenos con pistolas», resume una integrante de la organización. La masacre del Pulse, ocurrida en junio del año pasado, conmovió a la comunidad LGBT estadounidense y afianzó dos posturas contrapuestas: en un extremo, el colectivo GAG (Gays Against Guns, es decir, ‘gais contra las pistolas’) aboga por prohibir el acceso a las armas más letales; en el otro, Pink Pistols ha diseñado su propio plan para que no sucedan más matanzas de ese estilo. Su propuesta es crear la figura del ‘defensor designado’, es decir, que los locales hosteleros admitan la presencia de clientes armados, identificados con brazaletes, que se abstendrían de beber alcohol (igual que hacen los ‘conductores designados’) y se ocuparían de responder a posibles tiroteos. Los homosexuales partidarios del uso defensivo de las armas cuentan incluso con su propio emblema, una adaptación de la bandera de Gadsden, tradicional símbolo rebelde usado en EE UU desde el siglo XVIII: en la original aparece una serpiente de cascabel acompañada de la leyenda ‘No me pisotees’, pero la nueva versión añade el fondo arcoíris y cambia el texto por ‘Devuelve los disparos’.