El fúbol no es gay friendly

columnista Susana M. Oxinalde

EN 1981, el londinense Justin Fashanu se convirtió en el jugador negro más caro de la historia, su traspaso al Nothingam Forest costó más de un millón de libras. En dos años perdió siete veces su valor. Fue el primer jugador de fútbol de categoría superior que salió del armario en 1990 en la portada de The Sun y se suicidó después de pasar por 23 clubes en 16 años. Han pasado casi tres décadas y no terminarnos de creernos que en Europa no haya futbolistas gais pero sí que son muy discretos, excepto para rodearse, claro, de las más buenorras del planeta. La teoría de la imposible convivencia entre rudeza y maricones tampoco se explica en la Europa progresista que contrasta con los conservadores EE.UU., donde grandes ídolos deportivos ya han confesado su homosexualidad doblando su valor: como referentes deportivos y emblemas de la diversidad y la valentía. Es la semana del Orgullo LGTB, en Madrid dos millones de personas entonarán ese gran escape de libertad y en los grandes recintos deportivos seguirá respirándose el miedo a los insultos, a las burlas, a la falta de renovación, al fin de los contratos con las multinacionales y al silencio, también sí, de los aficionados gais. Tal y como lo expresó John, el hermano de Justin también futbolista, que no lamentaba el acoso sufrido por su hermano sino el fin de sus contratos tras aquella escandalosa portada. 30 años después parece increíble que algo así siga pateando fuerte, lo mismo a la testosterona que al factor humano. Feliz Orgullo.

De la “panda de locazas” a la carroza multicolor: el triunfo del ‘gaypitalismo’

Evangelio de la pluma, encíclica maricona, manifiesto anti-gaypitalista… Shangay Lily le puso letra a la deriva mercantilista del Orgullo en su libro ‘Adiós, Chueca’, un paseo por la reconversión almibarada de la cita que terminó por pervertir su origen

Manifestación del Orgullo Gay celebrada en Madrid.- EFE

Antes de que germinara ese macro desfile multicolor que inunda cada junio las principales arterias capitalinas. Antes de que se multiplicaran por cinco los alquileres de la ciudad por esas fechas. Antes incluso de que se concibieran los semáforos gay-friendly o las carcasas arcoíris para Android, antes, mucho antes de todo eso, hubo una “panda de locazas” —como se les tildó en su día— dando guerra. Apenas unas 50 o 60 personas que se encaminaban a Sol con el entusiasmo, la rabia, la ilusión y la utopía por bandera. Entre la pedrada y el gueto.

Allí estaba Shangay Lily, modelo de compromiso para con lo marginal, que luchó desde muy diversos frentes del activismo social, queer, gay y feminista; un cuerpo disidente y pionero en muchas de sus reivindicaciones. En ese tránsito del gueto a la algarabía cromática debidamente esponsorizada, la artivista —como se autodenominaba Shangay— no paró de escribir. Testigo de excepción de la fagocitación del movimiento reivindicativo por los derechos de los homosexuales por parte de las lógicas neoliberales, así como su conversión en un bien de consumo fácilmente digerible, tomó buena nota de lo que acontecía y de lo que estaba por venir.

Y es que en el fondo la pregunta de Shangay sigue vigente: ¿es el Orgullo un negocio para ganar dinero o una herramienta para ganar dignidad? En su libro póstumo Adiós, Chueca. Memorias del Gaypitalismo. La creación de la marca gaydisecciona la maquinaria que puso en marcha esa reconversión almibarada. “Por culpa de estos gaympresarios, cada vez es más lo primero y, por desgracia, cada vez menos lo segundo: una herramienta que las locazas, bolleras y trans de Stonewall nos regalaron para dignificar la diferencia. ¡Vivan los tangas, la pluma, las musculocas, las bolleras camioneras, las trans disidentes y abajo el negocio gaypitalista! ¡Viva el Orgullo Gay!”.

Mercadear con la identidad

Shangay carga contra esa “trama de espabilados” que terminaron por convertir lo que en su inicio era toda una herramienta política de la comunidad LGTB —con las revueltas de Stonewall en la retina—, en una máquina expendedora de billetes en detrimento de la diversidad gay. “Es a las saqueadoras, que sólo se acuerdan de las maribollos y trans para sacarles dinero o hacer una carrera de ello, a las que habría que bajar de todas esas carrozas publicitarias para devolverle al orgullo su dignidad locaza”, denuncia la drag queen.

La receta es sencilla y seguro que les suena. En primer lugar se procede a la privatización de un colectivo y su lucha, esto se consigue por medio de la creación de una denominación de origen que en el caso que nos ocupa se llama Chueca. En su día un gueto, pasó a convertirse en campo de cultivo de ese nuevo fruto que todos ansiaban. “Se acordó que todo lo que creciese fuera de ese producto eran malas yerbas, plantas defectuosas, cosechas poco competitivas que hacían peligrar la excepcionalidad de la denominación de origen”, explica Lily.

Y así, una vez eliminado cualquier ente divergente, extemporáneo o raruno, entramos en la segunda fase, a saber; convertir una lucha en un negocio desideologizado, patriarcal y heterocentrado que beneficia a unos pocos. En ese sentido, Adiós, Chueca. Memorias del Gaypitalismo. La creación de la marca gay evidencia el tremendo error y la gran oportunidad perdida de utilizar la cita para hablar de las mil discriminaciones y agresiones que sigue sufriendo este colectivo en colegios, vías públicas, empleos y espacios públicos, en un evento en el que prima el capital.

 

Bolleras a popa

Maca y Esther, personajes de ‘Hospital Central’, en una escena de la serie.

Dejé de ver con mi madre Hospital Central cuando supe que era lesbiana. Pensé que me notaría algo raro cuando salieran Maca y Esther, los personajes lésbicos de la serie más longeva de la televisión en el Estado español. Entonces yo aún lloraba por ser bollo. Interpretadas por Patricia Vico y Fátima Baeza, probablemente sean la pareja más popular de la ficción española. No fueron las primeras lesbianas representadas en una serie de televisión, pero sus papeles marcaron un antes y un después. El argumento, sencillo: doctora lesbiana, de clase alta, rechazada por su familia seduce a una enfermera de barrio, de tradición heterosexual, que se deja llevar por el amor. Una serie de esas que se piensan para que se vean en familia contando una historia de amor entre dos mujeres. ¿Cómo fue posible?

Precisamente por eso: la historia cumplía con todos los requisitos para ser aplaudida. El trinomio amor monógamo-matrimonio-maternidad es la llave para la aceptación social de gais, lesbianas y trans. En los cuartos oscuros, claro, creerán que no hay amor. La serie de Telecinco fue la primera en retratar una boda entre parejas del mismo sexo. El capítulo ‘O calle para siempre’, en el que Maca y Esther se casan, fue emitido en diciembre de 2005, cinco meses después de la aprobación en el Parlamento español del matrimonio igualitario. Ninguna serie se atrevió antes a imaginar un enlace así. Curioso que, hasta en la ficción, tuviéramos que esperar tanto para lograrlo.

El boom fue tal que los personajes de Maca y Esther empezaron a moverse entre la ficción y la realidad. Esto, claro, se debe al propio éxito de la serie pero, sobre todo, a la falta de referentes lésbicos de carne y hueso. Mientras Elena Anaya dedicaba el Goya a “su amor”, las actrices, Patricia Vico y Fátima Baeza eran galardonadas con diferentes premios por su trabajo a favor de la visibilidad de las lesbianas. Patricia Vico, la actriz que interpretaba a Maca, llevó a cabo en 2006 una campaña en contra de la homofobia y la lesbofobia junto a Jesús Vázquez, promovida por Amnistía Internacional. Las críticas del movimiento LGTB se escucharon tímidamente entonces, pero cabe suponer que para dos actrices heterosexuales resulta más cómodo abanderar la visibilidad lésbica que para muchas lesbianas.

El espejismo de la igualdad, del que tanto se ha escrito desde el movimiento feminista para denunciar la idea falsa de que hombres y mujeres gozamos ya de los mismos derechos, puede aplicarse sin mayor dificultad a la realidad del colectivo LGTBI. No seré yo quien defienda lo que siempre he entendido como una falta de valentía, pero, todavía hoy, ser lesbiana es un acto de resistencia al poder hegemónico. La normatividad es heterosexual y no todas estamos dispuestas a vivir de guerrilla en guerrilla.

El elemento definitorio de las lesbianas en las series de televisión que más me llama la atención, al menos en las series que analicé para mi tesina ‘ De la invisibilidad a la irreverencia: Lesbianas en televisión‘, es la falta de conciencia sobre el lesbianismo que tienen los personajes. El hecho de ser bollera, más allá del trauma que supone para casi todas ellas en el proceso de salida del armario, no implica nada más. La lesbofobia apenas cabe en la ficción, no se representa como estructura y ninguna de las bolleras que aparecen en la tele parecen necesitar de activismo LGTBI ni de amigas lesbianas con las que despotricar de lo difícil que sigue siendo ser bollera.

En Hospital Central sí que representaron en un capítulo cómo Maca y Esther tuvieron algún problema para encontrar piso, pero la lesbofobia a la que se enfrentaron entonces se subsanó con mucho amor entre ellas. Y ahí está otra clave: el amor. Es el elemento que más define las representaciones de personajes LGTBI en televisión y es el mismo razonamiento que se utiliza desde las instituciones y el movimiento más conservador para trabajar por la igualdad.

El Ayuntamiento de Madrid ha empapelado la ciudad con un eslogan que tengo que reconocer que, en un primer momento, me emocionó: “Ames a quien ames, Madrid te ama”. Pero, después de detenerme a pensarlo un poco más, me asaltaron las alarmas porque no es cierto. La ciudadanía, gracias a todo el trabajo del movimiento, ha aprendido ya que el amor no entiende de géneros, pero no hemos logrado aún que se celebre la diversidad en las distintas formas de habitar el mundo. Las bolleras, si se visten de blanco para casarse y tienen bebés, si los domingos van a ver a la familia y trabajan de lunes a viernes, pueden formar parte de la sociedad sin recibir demasiadas críticas; con los maricas pasa igual y también con las compañeras trans, que ganan aceptación social según aumenta su binarismo. La ambigüedad no está bien vista en un mundo que apuesta por los blancos y los negros.

La visibilidad sigue siendo un punto clave en la agenda lésbica, pero lo cierto es que ya no estamos sometidas al mismo ostracismo. Si desde el lesbofeminismo se sigue reivindicando la necesidad de encontrar referentes lésbicos ya no es tanto por la falta de estos sino por lo planos que son todos. Es un puntazo que Sandra Barneda se haya animado a hacer visible su forma de amar, pero necesitamos de referentes más diversos.

Las lesbianas que aparecen en los medios de comunicación haciendo visible su condición bollo no pueden referenciarme si en sus declaraciones quitan importancia a la cuestión, si tienen una posición económica a la que ni aspiro y, sobre todo, si su imagen no se corresponde a la que encuentro yo a mi alrededor. Aquí también nos encontramos ante una cuestión muy representativa de cómo son las bolleras de la tele y es que ninguna tiene pluma. Ninguna. Miro en mi entorno y las bolleras que veo, lo parecemos. Es una cuestión de estereotipos, pero es que estos han funcionado siempre también como estrategia de reconocimiento entre iguales, como forma de conocernos y, sobre todo, de poder encontrarnos.

No me encuentro en Maca y Esther, no tienen nada que ver conmigo, pero su historia fue imprescindible también para la mía. Por primera vez veía un beso entre dos mujeres en televisión, comentaba con la que era mi novia entonces aquella historia de amor y drama, nos emocionamos con su enamoramiento y lloramos con su ruptura. Ojalá entonces me hubiese atrevido a tumbarme en el sofá con mi ama para verlo juntas. Ella, ahora, disfruta con ese entusiasmo de mis amores, de mi propia historia. El camino no ha sido fácil, pero nosotras ya no necesitamos ficción para entendernos. Maca y Esther tienen algo que ver en ello.

Los casos de discriminación por racismo, género e identidad sexual se duplican en Euskadi

El Gobierno vasco constata “dificultades” policiales y judiciales para el reconocimiento de los delitos de odio

Inmigrantes en las calles de Bilbao. (Oskar Martínez)

Los casos de discriminación por razón de origen, etnia, género e identidad sexual atendidos por la red Eraberean se han duplicado en el último año en Euskadi, al pasar de los 25 de 2015 a los 49 del pasado ejercicio, de los que el 53 por ciento estuvieron relacionados con el racismo y la xenofobia. Además, el Gobierno vasco ha constatado la existencia de “dificultades” policiales y judiciales para el reconocimiento de estos delitos de odio.

GASTEIZ. Estos datos han sido dados a conocer este lunes por la consejera de Empleo y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, en una comparecencia en el Parlamento Vasco en la que informado sobre la actividad de la red Eraberean en 2016.

Esta red, impulsada por el Gobierno vasco, integra a numerosas entidades que trabajan en el ámbito de la atención a colectivos minoritarios, como Cruz Roja, CEAR, SOS Racismo y EHGAM, entre otros. El objetivo de la plataforma es luchar contra la discriminación por origen racial, étnico o nacional, y por orientación e identidad sexual e identidad de género.

El número de casos de discriminación por razón de origen, etnia, nacionalidad, orientación e identidad sexual y de género atendidos en el marco de la Red Eraberean en 2016 ascendió a 49, casi el doble de los 25 atendidos en 2015.

Del total de casos de discriminación atendidos y registrados por las entidades de la red, el 53% estuvieron relacionados con el racismo y la xenofobia. El 27% de los casos atendidos estuvieron motivados por actos de LGTBIfobia, es decir, de discriminación por razón de orientación o identidad sexual y de género. El 20 por ciento restante estaban vinculados a discriminación hacia el colectivo gitano.

“DIFICULTADES” JUDICIALES

La consejera ha alertado de que se han detectado “dificultades” para que en los procesos judiciales por estas formas de discriminación se apliquen los tipos delictivos de odio, aunque ha señalado que se están logrando “avances” en este ámbito.

Artolazabal ha explicado que, en ocasiones, este problema se debe a que la Policía carece de la formación necesaria sobre esta materia, por lo que “no instruye adecuadamente” sus diligencias sobre denuncias relacionadas con estos comportamientos. Con el fin de resolver estas deficiencias, ha anunciado que se está trabajando para mejorar la formación de los agentes.

La consejera ha reconocido que existe cierta escasez de datos estadísticos sobre casos de discriminación o delitos de odio que permitan conocer la dimensión cuantitativa y cualitativa de esta realidad.

“MIEDO”

A pesar de ello, ha alertado de que diversos indicadores, basados en encuestas de población, “constatan que la discriminación aumenta”, aunque en muchos casos no se denuncia “por miedo, desconocimiento o desconfianza”. Además, ha explicado que en la mayoría de las ocasiones, las víctimas de hechos discriminatorios y delitos de odio no se sienten “resarcidas” tras el proceso judicial.

La consejera ha anunciado algunas de las acciones que la Red Eraberean desarrollará este año. Con el objetivo de contribuir a una mayor sensibilización en materia de igualdad de trato y no discriminación, la red desarrollará acuerdos de colaboración con distintos medios de comunicación. Los acuerdos están destinados a la no proyección de estereotipos y prejuicios, especialmente por razón de origen, etnia, nacionalidad, orientación e identidad sexual y de género.

Para afrontar los casos de discriminación múltiple, Eraberean profundiza en el trabajo en red con otros agentes que desarrollan su actividad en relación a otros motivos de discriminación.

FORMACIÓN EN LA ERTZAINTZA

Además, la red trabaja para elaborar en un marco de colaboración con la Academia vasca de la Ertzaintza, con el fin de formar a las nuevas promociones de agentes en materia de igualdad de trato y no discriminación. Esta formación se podrá ampliar posteriormente a organizaciones policiales y de operadores jurídicos.

Eraberean también potenciará el uso de mecanismos de resolución de conflictos basados en el diálogo colaborativo buscando la reparación a las víctimas. Asimismo, la red colabora en un proyecto de sensibilización sobre igualdad de trato y no discriminación en las aulas, impulsado por las viceconsejerías de Políticas Sociales y Educación del Gobierno vasco.

Por otra parte, la red estudia fórmulas de colaboración institucional para avanzar en el consenso de indicadores compartidos en la recogida de datos sobre discriminación.

Los objetivos de Eraberean son la promoción y orientación en políticas específicas en materia de Igualdad de trato y no discriminación, así como integrar el principio de igualdad de trato en las políticas sectoriales. Además, la red pone al servicio de la ciudadanía mecanismos y herramientas de información, asesoría y orientación cuando hayan podido ser víctimas de un trato discriminatorio o de un delito de odio.

La falta de formación policial lastra el proceso judicial de los delitos de odio

Artolazabal señala que hay más casos de discriminación y que a veces la instrucción que se realiza es inadecuada

Casi un tercio de los casos atendidos por la Red Eraberean en 2016 han sido casos de LGTBIfobia. (AFP)

BILBAO – Los casos de discriminación por origen, etnia, nacionalidad, orientación e identidad sexual y de género, así como los delitos de odio están aumentando en Euskadi. Y, al parecer, ni la Policía ni la Justicia están totalmente preparadas para dar una respuesta adecuada a quienes sufren estas conductas.

“Diversos indicadores, basados en encuestas de población, constatan que la discriminación aumenta. En muchos casos no se denuncia por miedo, desconocimiento o desconfianza y en la mayoría de las ocasiones las víctimas de hechos discriminatorios y delitos de odio no se sienten resarcidas tras el proceso judicial. Detectamos dificultades para que en los procesos judiciales se apliquen los tipos delictivos relativos a los delitos de odio pero se está avanzando positivamente en ello” dijo ayer en el Parlamento Vasco la consejera de Empleo y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal.

Artolazabal compareció en una comisión parlamentaria, a petición de Elkarrekin Podemos, para explicar la labor de la Red Eraberean, que trabaja junto con su Departamento en la detección y asesoramiento de situaciones de discriminación por razones de etnia, nacionalidad, orientación e identidad sexual y de género. La consejera subrayó que gracias a esta red “afloran situaciones discriminatorias que de otra forma permanecerían ocultas y que la sociedad podrá corregir y erradicar”. El trabajo de la Red Eraberean -creada a finales de 2014 e integrada por varias organizaciones sociales y servicios técnicos del Gobierno vasco- ha permitido conocer 15 casos de discriminación en lo que va de año y 49 durante 2016, que son prácticamente el doble que los 25 casos detectados en 2015.

MÁS RACISMO Del total de casos de discriminación atendidos y registrados por las entidades el año pasado, el 53% fueron de racismo y xenofobia; el 27% fueron casos de LGTBIfobia y el 20% del total estaban vinculados al colectivo gitano. “Existe una carencia de datos estadísticos sobre casos de discriminación o delitos de odio, que permitan conocer la dimensión cuantitativa y cualitativa de esta realidad. La discriminación múltiple es un fenómeno todavía invisibilizado, en gran medida debido al desconocimiento que hay sobre la misma, pero también debido a la imposibilidad de contar con bases de datos que empleen indicadores compartidos que permitan cruzar las denuncias recogidas con distintos motivos de discriminación”, explicó Artolazabal.

La consejera añadió que “trabajamos para contribuir a una mayor sensibilización en materia de igualdad de trato y no discriminación, desde la Red Eraberean desarrollamos acuerdos de colaboración con distintos medios de comunicación, con especial atención a aquellos de titularidad pública, sobre la no proyección de estereotipos y prejuicios, especialmente por razón de origen, etnia, nacionalidad, orientación e identidad sexual y de género”. Eraberean también colabora en un proyecto de sensibilización sobre igualdad de trato y no discriminación en las aulas que está impulsado por las viceconsejerías de Políticas Sociales y Educación del Gobierno vasco.

Artolazabal reconoció que se han detectado “dificultades” para que en los procesos judiciales por los delitos asociados a estas formas de discriminación se apliquen los tipos delictivos de odio, aunque añadió que se están logrando algunos “avances”. Explicó que, en ocasiones, este problema se debe a que la Policía carece de la formación necesaria sobre esta materia, por lo que “no instruye adecuadamente” sus diligencias sobre denuncias relacionadas con estos comportamientos y anunció que con el fin de resolver estas deficiencias se está trabajando para mejorar la formación de los agentes.

FORMACIÓN POLICIAL En estos momentos la Red Eraberean trabaja para elaborar un marco de colaboración con la Academia vasca de la Ertzaintza con el objetivo de que sirva para formar a las nuevas promociones de agentes en materia de igualdad de trato y no discriminación, una formación específica que en el futuro podría ampliarse a organizaciones policiales y de operadores jurídicos.

En cuanto a la recogida de datos, la red estudia fórmulas de colaboración institucional para avanzar en el consenso de indicadores compartidos en la recogida de datos sobre discriminación, según explicó la consejera. Y para afrontar los casos de discriminación múltiple, desde Eraberean se profundiza en el trabajo en red con otros agentes que desarrollen su actividad en relación a otros motivos de discriminación.

La labor desarrollada por la Red Eraberean durante su trayectoria se ha llevado a cabo en torno a los ejes de prevención, formación y sensibilización. El objetivo de este eje de trabajo es impulsar procesos de transformación social, combinando con este propósito programas y actuaciones de formación, creación de materiales de divulgación y asesoramiento a instituciones, organizaciones sociales y la sociedad civil y de atención, asistencia y asesoramiento.

El Gobierno vasco critica que la Policía «no tiene formación» para perseguir delitos de odio

La consejera de Empleo y Políticas Sociales anuncia cursos para la Ertzaintza mientras el PP pedirá explicaciones al lehendakari por la descoor. El PP pedirá explicaciones al lehendakari por «la falta de coordinación»

La consejera Beatriz Artolazabal, en el Parlamento vasco. / BLANCA SAENZ DE CASTILLO

La consejera de Empleo y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, ha dibujado hoy un panorama oscuro de la lucha contra los delitos de odio en el País Vasco. Según su diagnóstico, este tipo de discriminaciones -en ocasiones delictivas- se han duplicado en Euskadi al pasar de 25 en 2015 a 49 en 2016. Este aumento, además, se produce en un contexto en el que la Policía vasca «no instruye adecuadamente o no tiene la suficiente formación» para trasladar estos casos a los tribunales. «Se tramitan como agresiones y delitos leves y no como posibles delitos de odio», lamentó Artolazabal, quien anunció que la Academia de Arkaute comenzará en breve a mejorar la preparación de los agentes.

Los datos han sido facilitados hoy por la responsable del departamento de Políticas Sociales, que ha comparecido en el Parlamento vasco a petición de Elkarrekin-Podemos para explicar el balance de Eraberean, la red de asociaciones que trabaja en la detección de situaciones de discriminación por razones de etnia, nacionalidad, orientación e identidad sexual y de género. Las cifras proporcionadas por estos colectivos ponen de relieve el incremento de los delitos de odio pero también que, en su mayoría, se trata de situaciones de racismo o xenofobia. Según el balance de Eraberean, el 53% de los casos detectados está vinculado con personas procedentes de otros países a los que se ataca por su condición de extranjeros. El 26% surge de situaciones de odio por razones de género y el 20% está vinculado con el colectivo gitano.

Cambio de atestado

Una de las quejas que la consejera ha puesto sobre la mesa es la dificultad para que estos temas lleguen a los tribunales, algo que relacionó de forma directa con la preparación de los policías. Ha relatado, por ejemplo, el caso de una mujer musulmana que fue agredida e insultada en el metro de Bilbao. El atestado realizado por la policía concluyó que se trataba de un delito leve pero la intermediación de Eraberean permitió cambiar la calificación y que se instruyese como un delito de odio. Tras dos años de procedimiento, la sentencia de conformidad ha dado la razón a la víctima y sus agresores han tenido que reconocer que les movieron razones xenófobas y pidieron perdón a la mujer. Ella renunció a la indemnización económica.

Artolazabal ha expuesto este caso para ilustrar como en ocasiones «no se denuncia por miedo, desconocimiento o desconfianza». La consejera, en base a los estudios de Eraberean, ha indicado que se dan «dificultades» para que en las situaciones detectadas «se apliquen los tipos delictivos relativos a los delitos de odio, por lo que las víctimas no se sienten resarcidas por la justicia».

A raíz de las declaraciones de la consejera, la parlamentaria del PP Nerea Llanos ha presentado una iniciativa en el Parlamento vasco en la que pide a lehendakari Íñigo Urkullu que explique su valoración sobre la crítica realizada por el departamento de Políticas Sociales. La representante popular en la Cámara vasca ha asegurado que, por un lado, la consejería de Seguridad debe explicar las críticas a la Ertzaintza vertidas por Beatriz Artolazabal, que considera un ejemplo de «descoordinación» del Ejecutivo. Asimismo, considera que «en última instancia es el Lehendakari el responsable del correcto funcionamiento de la Ertzaintza y de la coordinación entre las dos consejerías».

‘Plumofobia’, así es la homofobia entre gays que se multiplica en Internet

http://www.elmundo.es/f5/comparte/2017/06/27/5950fa0a46163f5d4b8b465d.html

 

Dentro del mundo LGTB no es ninguna novedad. El discriminado hace tiempo que se ha convertido también en discriminador. Lo que ya venía siendo una tendencia al alza en el universo offline parece haber encontrado el acomodo perfecto en la esfera virtual, donde los casos de homofobia entre gays se han multiplicado con las nuevas plataformas y aplicaciones sociales.

Un estudio realizado por Cal Strode, en el que participaron 280 homosexuales de Estados Unidos y Reino Unido, dejaba poco lugar a la duda. El 37% de los gays que se autodefinía sin pluma afirmaba que los gays con plumamanchan la imagen de los homosexuales en general. Aun más llamativo era el dato que indicaba que el 35% de los homosexuales que no se veían en absoluto afeminados se identificaba más con la comunidad heterosexual al considerarla “menos extravagante”. Por si esto fuera poco, en las conclusiones de este informe se podía leer que cuatro de cada 10 gays que aseguraba no tener pluma renegaba por completo de la lucha contra la homofobia.

Encontrar ejemplos de plumofobia dentro del mundo LGTB es relativamente sencillo. Tan sólo hace falta darse una vuelta por alguno de los locales de ambiente leather, S/M u oso y leer lo que rezan muchos de los carteles de promoción de sus fiestas. En éstos es fácil encontrar advertencias del tipo “sólo tíos machos”, “abstenerse locas y plumas” y otras perlas similares. Allí, muchos ya lo saben, los hombres afeminados están muy mal vistos.

Marc Gómez, uno de los bloggers más sensibilizados con lo que él denomina LGTB-fobia, define la plumofobia como una suerte de “miedo y rechazo a la pluma” o “miedo y rechazo a los hombres afeminados”. El italiano Andrea Puggeli, otro activista, profundiza en este asunto y sostiene que “la plumofobia va en contra de aquellas personas que se salen de sus roles de género: contra las mujeres que no hacen lo que tienen que hacer las mujeres y contra los hombres que no hacen lo que se supone que deben de hacer los hombres“. Una reflexión que enlaza directamente con el cada vez más mediático concepto de heteropatriarcado, entendido como sistema socio-político en el que el género masculino y la heterosexualidad gozan de una supremacía latente y donde el binarismo de género hombre / mujer y sus desequilibrados roles son los que configuran la realidad social.

Discriminación a los roles de género

En uno de sus comunicados, la Asociación Respeta LGTBH, que en reiteradas ocasiones se ha manifestado incómoda y contraria a las etiquetas y a los estereotipos, explicaba así lo que ellos advierten como la percepción generalizada en relación a los homosexuales con pluma: “La sociedad percibe la pluma de gays y lesbianas como elemento inherente a su orientación sexual. Así lo exhiben los medios de comunicación, que al final son los que consolidan las opiniones de la masa. Por eso, la gente presume heterosexual a quien no tiene pluma. Esto invisibiliza a bisexuales y homosexuales sin pluma y, por qué no decirlo, a heterosexuales y bisexuales con pluma que son automáticamente catalogados como gays y lesbianas”.

Sobre este último asunto ya avisaba hace un par de años la guía Abrazar la diversidad, elaborada por el Instituto de la Mujer, donde se alertaba de la incipiente discriminación relacionada con los roles de género entre jóvenes de 15 a 19 años denunciando en sus conclusiones que “los hombres que no son percibidos como suficientemente masculinos sufrirán el insulto homófobo, al igual que las mujeres que no sigan los mandatos de la feminidad”.

Más allá de la plumofobia, la discriminación creciente dentro del mundo gay no afecta exclusivamente al asunto de los roles de género. Cada vez son más los homosexuales que están señalando la discriminación racial que se da en las aplicaciones para ligar. Allí, es tan fácil encontrar usuarios a la caza de hombres negros en busca del estereotipado rol de chico duro y dominante, como otros que no tienen reparo alguno en redactar en sus bios observaciones tan hirientes como “negros no”. Lo mismo que sucede con asiáticos, latinos o gitanos.

¿Autodesprecio?

Joan es un ex usuario de lo que denomina como “apps de folleteo”. Desencantado, decidió borrarse su perfil debido a la fauna que merodea por estos escaparates humanos. Allí, comenta, suele ocurrir que muchos de los que incluyen en sus descripciones de búsqueda aquello de “no negros”, “no asiáticos”, “sólo gimnasio”, “sin pluma” y otros requisitos que califica como “absurdos, excluyentes e inaceptables”, son los mismos que se construyen perfiles con identidades falsas y, a menudo, sin fotografía. “Bajo el anonimato que ofrece la cibermáscara se permiten unas licencias que en la vida real no se atreverían a tomar“, agrega, lamentando que, “desgraciadamente, igual que hay muchas mujeres machistas, también hay mucha homofobia dentro del mundo gay”.

Otro de los temas que Joan pone sobre la mesa, y que tampoco suele tratarse con frecuencia en relación al colectivo LGTB, es la misoginia que se da en ambientes abiertamente gays y más concretamente en locales en los que se trata de evitar -cuando no se prohíbe- la entrada de mujeres. Tres cuartos de lo mismo ocurre en los cada vez más concurridos festivales de ambiente en los que sólo son bienvenidos hombres musculados. Bajo el pretexto de crear espacios temáticos destinados a satisfacer los deseos de una minoría lo que encontramos son, a menudo, minorías discriminando otras minorías.

La manida frase “yo no tengo nada en contra de los gays, pero con las locas no puedo”, que seguro casi todos hemos escuchado alguna vez en boca de un heterosexual, parece haberse extendido llamativamente dentro del propio colectivo LGTB. Javier Sáez y Sejo Carrascosa, en su Elogio de la Pluma, son tajantes a la hora apuntar las posibles causas de esa latente homofobia dentro y fuera del mundo gay: “Muchos de esos supermachos plumófobos tienen más pluma que un edredón noruego, con lo cual uno se pregunta si no habrá también una pizca de autodesprecio inconsciente en ese rechazo visceral a la pluma del otro”.

1977: El día en que la homosexualidad salió de la clandestinidad para tomar la calle

Asistentes a la primera manifestación homosexual en España, organizada por el FAGC el 26 de junio de 1977 EFE

A los pocos días de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco, una organización clandestina convocó una manifestación en las Ramblas de Barcelona que sería también histórica. Era el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), que por primera vez en España tomaba la calle para reivindicar los derechos de gays y lesbianas. “Teníamos que conseguir libertad en el momento en que el resto de la población alcanzara libertad”, recuerda Eliseu Picó, uno de los fundadores del FAGC. Por eso después de la llamada a las urnas del 15 de junio de 1977, organizaron su primera manifestación el domingo 26.

El movimiento, por supuesto, no nace en ese momento. Desde 1970 se había ido articulando una respuesta a la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social que aprobarían ese año las Cortes franquistas. Era una evolución de la Ley de Vagos y Maleantes, que provenía de la República pero a la que en 1954 se incorporó la homosexualidad. En ese contexto se organiza lo que más tarde vendría a ser el Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH), y sus impulsores envían primero cartas anónimas a los obispos presentes en las Cortes y más tarde, con el apoyo de la revista francesa Arcadie, hacen llegar a todos los miembros de la cámara información sobre homosexualidad y ley.

“Fue el primer éxito que nos dio coraje para seguir, porque hubo un debate en las Cortes y la ley ya no perseguía a los homosexuales por el simple hecho de serlo, sino a quienes cometieran actos, en plural, de homosexualidad”, explica Armand de Fluvià, uno de los impulsores de ese movimiento. A partir de ahí el MELH siguió su trabajo, y en 1972 empezó a publicar una revista, Aghois, que se enviaba por correo desde Francia a los “valientes suscriptores” y pretendía romper con la soledad de los homosexuales.

Si bien las fuerzas del orden no perseguían activamente a los homosexuales de la misma manera que a los militantes políticos, sí había detenciones, y cárceles destinadas a este fin en Badajoz y Huelva. “Básicamente a partir de denuncias de familia y de vecindario”, explica Jordi Petit, fundador de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya y más tarde secretario general de la International Lesbian and Gay Association (ILGA). “Ese período significó problemas de autorechazo y autohomofòbia, de no aceptarse, y más en una cultura nacionalcatólica donde la iglesia imponía una determinada moral”, apunta. Él mismo aceptó la recomendación de ponerse el silicio para “educar la voluntad”.

La represión durante el franquismo, sin embargo, no afectaba de igual manera a hombres y mujeres. “Como siempre, las mujeres tenemos una sexualidad que no es reconocida, que se considera subsidiaria de la masculina, y por tanto en el caso de las lesbianas quedaba todo más escondido, sin nombre, también en cuanto a la persecución, y aún hoy cuesta conseguir la visibilidad lesbiana”, apunta Mercè Otero, militante feminista y miembro de Ca la Dona.

La necesidad de salir a la calle

En este contexto, el cerco alrededor del MELH se fue estrechando. En 1973 Armand de Fluvià recibió una llamada de alguien que decía que quería recibir la revista Aghois. Reconoció la voz de Vicente Juan Creix, de la Brigada de Investigación Social de la policía, y supo que ya habían descubierto de dónde salía la publicación. “Les dije a los chicos que nos habían pillado y que teníamos que disolver los grupos, y sólo mantuvimos el que editaba la revista, que duró hasta el año 75, poco antes de morir Franco”, explica.

Con la muerte del dictador el movimiento hizo un cambio importante. “Si bien el MELH era un movimiento reformista, con muchos de los que éramos y muchos más que reunimos, fundamos el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (Frente de Liberación Gay de Catalunya), que era un movimiento revolucionario, con un manifiesto todavía muy vigente que fue la base para todas las otras organizaciones que se formaron después en toda España”, explica Fluvià. El cambio de nombre representaba la adopción de una perspectiva antipatriarcal y anticapitalista, y una estrategia frentista, que acabaría llevando el movimiento a salir a la calle.

Eugeni Rodríguez, que fue portavoz del FAGC desde 1985 y hoy preside el Observatori Contra l’Homofòbia, explica el carácter de esta nueva organización: “El emblema del FAGC es muy claro, tenemos el triángulo equilátero invertido, que era el símbolo que se ponía a los homosexuales en los campos de exterminio nazis, para recordar de dónde venimos; tenemos las cuatro barras, porque nos reivindicamos de una tierra oprimida, que es Catalunya; y el puño alzado, porque es una lucha que se hace desde una perspectiva obrera”.

El FAGC empezó a salir a la calle para acompañar las otras luchas sociales del momento. La primera vez fue en la manifestación por la amnistía convocada por la Assemblea de Catalunya en 1976. “Salimos con miedo, con una pancarta tapándonos hasta los ojos, y en cambio nos encontramos aplausos en todas partes, ningún insulto ni nada, todos nos aceptaban, y eso nos alentó”, recuerda Armand de Fluvià. A partir de aquí el FAGC empezó a hacer acto de presencia en el Día de la Mujer, el Primero de Mayo, en la Diada de Catalunya y mítines por la mayoría de edad a los 18 años o por el derecho al divorcio. Hasta que con las redes de apoyo tejidas con todo tipo de movimientos se vieron con fuerzas para convocar su propia manifestación.

Una manifestación unitaria

En la primera marcha por los derechos LGTBI que tenía lugar en el Estado, lo que pedía el FAGC, en ese momento todavía una organización ilegal, era la derogación de la Ley de Peligrosidad y Reforma Social, y a pesar de la represión la respuesta fue muy amplia. “La convocaba el FAGC pero nos añadimos enseguida movimiento feminista, movimiento vecinal, sindicatos y partidos, y allá no había sólo militantes políticos y gays y lesbis, también matrimonios y parejas heterosexuales, porque se había contagiado mucho esta lucha antirrepresiva, y la gente respondía”, explica Empar Pineda, militante feminista lesbiana y en ese momento dirigente del Movimiento Comunista. “Fue una manifestación muy unitaria y te sentías muy acompañada, y vale la pena recordarla aunque se haga una cada año”, añade Mercè Otero.

La marcha subió las Ramblas de Barcelona casi enteras. “No nos lo pensábamos y llegamos casi hasta el final, en la Fuente de Canaletas”, recuerda Eliseu Picó. Fue entonces cuando la policía dispersó la manifestación con golpes y balas de goma. “La presencia de los grises hacia la mitad de las Ramblas hizo que la gente se empezara a dispersar, y quien hizo de escudo y nos protegió fueron transexuales y travestis, a quienes no habíamos dejado ocupar la cabecera de la manifestación porque nos preocupaba la imagen”, lamenta Pineda. “Las feministas decían que aquello era una caricatura de la mujer objeto y los gays decían que esto nos sacaba la seriedad, sólo después hemos visto que aquello fue un error”, remacha Jordi Petit.

Una vez el movimiento tomó la calle ya no paró, y este 1 de julio se celebrará la 40ª manifestación por la liberación LGTBI en la ciudad de Barcelona, que  resiste con un fuerte carácter político a la sombra del Pride. Al año siguiente el FAGC sufrió su primera escisión, con la formación de la Coordinadora de Col·lectius per l’Alliberament Gai (CCAG), de carácter más libertario, y las pocas lesbianas que militaban abandonaron la organización para integrarse en el movimiento feminista. Por otra parte, la manifestación de 1978 tuvo réplicas también en Madrid, Bilbao y Sevilla y a finales de ese año se consigue la retirada de la homosexualidad de la Ley de Peligrosidad y Reforma Social.

En 1979 el FAGC convocará la manifestación reivindicando la legalización de las organizaciones gays, que finalmente se conquista en 1980. Desde entonces el movimiento ha tenido altos y bajos con multiplicidad de organizaciones y reivindicaciones, pero todos los que lucharon entonces coinciden en reivindicar la importancia de ese momento histórico y que hoy todavía queda mucho por hacer para combatir la LGTBIfobia.

Los barrios «gay-friendly» más populares del mundo

Lugares en los que no es necesario esconderse ni ocultar las muestras de afecto en público, se han convertido en destinos ideales para el turismo LGTB. Hoy nos paseamos por los barrios gay-friendly más populares del mundo.

 

El turismo LGTB o gay-friendly se ha visto incrementado en los últimos años, potenciando aquellos lugares donde todas las personas pueden disfrutar sin problema de su tiempo de ocio y vacaciones, sin importar su orientación sexual, de manera que el fomento de la integración resulta uno de sus principales objetivos.

Lugares en los que no es necesario esconderse ni ocultar las muestras de afecto en público, pues la aceptación social de la homosexualidad es mayor, se han convertido en destinos ideales para el colectivo LGTB. De tal forma, en las zonas urbanas, destacan los barrios gay-friendly más populares del mundo. Hoy nos paseamos por algunos de ellos para disfrutar de su libertad, su diversidad y su multiculturalidad en estupendos entornos.

 

Grachtengordel (Ámsterdam)

Ámsterdam (Holanda) es uno de los primeros destinos homosexuales del mundo. En pleno centro de la ciudad, en el barrio de  Gratchendgordel, se encuentra más de un centenar de establecimientos dirigidos al colectivo LGTB. Cada primer fin de semana de agosto se celebra la fiesta del Orgullo Gay de Ámsterdam (Amsterdam Gay Pride), que atrae a numerosos visitantes cada año.

Destaca el Homomonument, un monumento conmemorativo, erigido en 1987, en memoria de las víctimas del nazismo formado por tres triángulos de granito rosaque simbolizan aquellos que los nazis obligaban a coser a los prisioneros homosexuales en sus uniformes.

 

Barrio de Castro (San Francisco)

El centro de la comunidad LGTB en San Francisco (Estados Unido) es el barrio de Castro, cercano a la colina donde se encuentra el famoso mirador de Twin Peaks. Su zona más emblemática se extiende entre Castro Street y Market Street hasta la calle nº19. En este hermoso rincón de San Francisco se encuentra el GLBT History Museum, primer museo gay de Estados Unidos, y otro monumento conmemorativo en el Parque del Triángulo Rosa en recuerdo de las víctimas homosexuales asesinadas por los nazis.

Se cuenta que, durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército de los Estados Unidos destinó a esta ciudad a miles de hombres a los que no permitieron combatir por su condición homosexual. Muchos de ellos se instalaron en Castro y la comunidad empezó a crecer en el ambiente de libertad y respeto que tanto la caracteriza.

 

Le Marais (París)

El barrio gay-friendly de París es Le Marais. En pleno centro histórico de la ciudad, donde se encuentran destacados museos, Le Marais cuenta con centenares de locales nocturnos, hoteles, bares, restaurantes, saunas y comercios pensados para el público LGTB, además de ser un lugar multicultural donde siempre vale la pena perderse.

 

San Telmo (Buenos Aires)

Uno de los destinos preferidos del turismo homosexual es Buenos Aires (Argentina). Y es que esta bella localidad cuenta con zonas gay-friendly como el barrio de Palermo, el de Recoleta y el de San Telmo. Este último, plagado de un ambiente bohemio en el que destacan las galerías de arte, tiendas, bares, clubes y salones de tango, es el centro de la movida nocturna.

El barrio de San Telmo es uno de los más antiguos de la ciudad, con sus calles adoquinadas y sus edificios decimonónicos, además de contar con algunos de los salones de tango más grandes de la capital argentina.

 

Schöneberg (Berlín)

Los berlineses albergan una de las comunidades LGTB más grandes de Europa. Sus primeros locales se inauguraron en el barrio de Schöneberg, durante los años veinte del siglo XX. En la esquina de la plaza Nollendorf y la calle Einemstraße se ubica el Centro de Homosexuales de Berlín (Mann-O-Meter), mientras que en las calles MotzstraßeKleiststrasse y Martin Luther Strasse se puede disfrutar de la mayor concentración de pubs y bares.

 

Gayxample (Barcelona)

En la zona céntrica de Barcelona se localiza el que se ha convertido en otro de los principales destinos turísticos gais europeos: el Gaixample, también conocido como Gayxample.

En este barrio han proliferado establecimientos orientados al colectivo LGTB, como comercios de ropa, bares, restaurantes y locales de ocio nocturno. En el año 2003, se inauguró aquí el primer hotel gay-heterofriendly del mundo: el lujoso Axel Hotel.

 

Greenwich Village (Nueva York)

Nueva York es una de las ciudades de Estados Unidos con mayor número de homosexuales. Aquí, la zona gay-friendly más famosa se encuentra en Greenwich Village, un barrio bohemio, situado en el bajo Manhattan, donde algunos establecimientos permanecen abiertos hasta altas horas de la madrugada.

La calle Christopher, donde se ubican numerosas tiendas y clubs para homosexuales, como el Stonewall Inndonde se inició en los años sesenta el movimiento por los derechos de gais y lesbianas, son las rutas imprescindibles en un barrio en el que se rodaron series míticas como FriendsSexo en Nueva York y Mad Men.

 

Barrio Alto (Lisboa)

En Lisboa (Portugal), el ambiente LGTB se congrega alrededor de la Praça do Principe Real y la Praça Luís de Camões, por el hermoso Barrio Alto, con numerosos bares, cafés, locales nocturnos y saunas. Es aquí donde se puede ir a bailar a la famosa discoteca Lux, propiedad del actor norteamericano John Malcovich. Además, cada año, Lisboa acoge una celebración para no perderse: el Festival Internacional de Cinema Queer.

 

Church Wellesley Village (Toronto)

La Gay Parade más popular de América del Norte se celebra cada año en Toronto(Canadá), subvencionada tanto por las instituciones públicas como por las empresas privadas. El barrio más importante de la comunidad LGTB en esta ciudad canadiense es Church Wellesley Village, donde se ubican numerosos restaurantes, bares, comercios y clubes nocturnos, además de ofrecer todo un crisol de actividades culturales.

El colectivo LGTB está integrado de tal forma en la ciudad que a nadie sorprenden las grandes vallas publicitarias protagonizadas por el mismo, así como sus inconfundibles señalizaciones.

 

10 Chueca (Madrid)

Si de barrios gay-friendly del mundo se trata no podemos olvidar Chueca, en Madrid, uno de los más famosos del continente europeo. Galerías de arte, terrazas, librerías, comercios, cadenas de moda, establecimientos de restauración y sus locales nocturnos lo han convertido en un referente en todo el mundo.

Cada año, este barrio madrileño celebra por todo lo alto el Día del Orgullo Gay. El 23 de junio se iniciarán además los actos del WordlPride Madrid 2017, que se extenderán por otros lugares de la capital. En el programa de actividades destaca la programación de la Manifestación Mundial del Orgullo LGTB, que se estima que será la más grande del mundo.

 

Escritora y redactora gallega. Autora de los libros Las nueve piedras y El Libro del Único Camino, así como de numerosos relatos en revistas de género, colabora asiduamente con sus artículos y columnas de opinión en diversos medios digitales. Con la pasión y la curiosidad que la caracterizan, descubre el mundo a través de su historia, su cultura, sus lugares y sus gentes para difundir y compartir todo tipo de sensaciones y hallazgos. Porque todo viaje comienza con un solo paso.

¿I de invisible? No, de intersexual

La I es la letra más olvidada del colectivo LGTBI EFE

Está bajo el paraguas del colectivo, pero sigue siendo la letra más olvidada de sus siglas. Ha sido la última en incorporarse a LGTBI, la forma de nombrar la diversidad sexual y de género más frecuente, sin embargo, a pesar de estar cada vez más presente en medios, discursos, conversaciones y pancartas, sigue siendo menos visible que el resto y la pregunta se ha convertido en habitual: “¿Qué significa la I?”.

La I de LGTBI hace referencia a las personas intersexuales, que según define la organización Human Rights Watch son aquellas que nacen con características sexuales que no encajan con las nociones binarias típicas de los cuerpos considerados masculinos o femeninos. “La intersexualidad se utiliza para definir a un amplio abanico de situaciones que a veces incluso no se perciben físicamente en el momento del nacimiento”, explica la jefa de pediatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, Beatriz García Cuartero.

La comunidad médica suele contabilizar más de 40 variaciones intersexuales que pueden mostrarse en los cromosomas, los genitales, las hormonas o en órganos sexuales secundarios. Así, entrarían casos como el de una persona con genitales considerados femeninos, pero que internamente posee testículos; un bebé que nace con el clítoris más grande de lo habitual o una persona que tiene células con cromosomas XX y otras con cromosomas XY, entre otros ejemplos.

“Hay muchos tipos, algunas incluso no son visibles, algo que provoca que haya personas que se mueran sin saber que son intersexuales y otras que lo descubran, por ejemplo, la primera vez que les hacen una ecografía o en la adolescencia con los cambios corporales”, explica Daniel J. García, jurista especializado en intersexualidad y autor del libro  Sobre el derecho de los hermafroditas (ed. Melusina).

En la publicación, J. García analiza cómo el tratamiento de las personas intersexuales ha pasado del ámbito jurídico al médico al culminar con las investigaciones del psicólogo John Money, que inspiró en los años 70 los actuales protocolos por los que se rige el tratamiento de la intersexualidad. El investigador sentó las bases de las intervenciones quirúrgicas que suelen realizarse a bebés intersexuales con el objetivo de asignarlos a uno u otro género.

¿Qué suele ocurrir cuando nace un bebé intersexual?

La doctora  García Cuartero explica que cuando nace un bebé con características intersexuales un equipo multidisciplinar de profesionales se encarga de “valorar la situación de cada paciente y la posible necesidad de cirugías. Estas se realizan en momentos diferentes dependiendo de las características” de cada persona. J. García considera estas operaciones en su mayoría “mutilaciones genitales” porque “la práctica médica hegemónica no lo ve como una muestra de la diversidad humana y propone cirugías invasivas e irreversibles para adecuar las características físicas”.

Así le ocurrió a Lucía Pérez (nombre ficticio) y su marido, cuando hace dos años y medio dio a luz a su bebé. La criatura nació con características intersexuales, lo que motivó que “al día siguiente los médicos vinieran a la habitación y nos dijeran que había que operarle porque había nacido con una fusión en los genitales”, explica. Sin embargo, “nos dieron poquísima información, solo que lo iban a hacer allí mismo”, prosigue Pérez, que prefiere no dar el nombre del hospital ni la ciudad en la que tuvo la experiencia.

“Cada vez que venían a la habitación nosotros nos negábamos porque no había razones médicas, la criatura estaba sana”, explica la mujer, que insiste en que en aquel momento no sabían lo que estaba ocurriendo. Siete días después fueron citados para realizar al bebé una analítica “que derivó en que el médico le cogió, le desnudó y le midió los genitales con una regla. Fue ahí cuando nos informaron de que tenía una malformación que se arreglaba con una operación normalizadora y que si le educábamos en ese sentido –hombre o mujer– eso es lo que sería”.

Al llegar a casa, Pérez y su marido comenzaron a buscar información en internet para descubrir que su bebé era intersexual. “Pasamos por un proceso en el que nos sentimos muy solos porque, aunque desde el principio rechazábamos la operación por un motivo que no es médico sino estético, piensas que solo te está pasando a ti”, dice Pérez. “La falta de información, el secreto y el silencio es habitual. Te dicen que es mejor que ni se lo cuentes a tu criatura ni a su entorno”, explica.

La oposición de organismos internacionales

En ocasiones existen razones relacionadas con la salud para intervenir a los bebés, e incluso hay situaciones que requerirán control médico en el futuro –el bebé de Laura y su marido le hacen una vez al año una ecografía de sus gónadas–. Pero hay otras denunciadas en las que son los estereotipos de género los que motivan las cirugías. Estas han sido objeto de denuncias por parte de la ONU, que las tacha de “innecesarias” en dos informes y asegura que pueden tener “consecuencias físicas o psíquicas” o provocar discriminación y estigma.

Por su parte, Amnistía Internacional presentó el pasado mes de mayo el informe  En primer lugar, no perjudicar circunscrito a Dinamarca y Alemania en el que denuncia que  los bebés intersexuales “corren peligro de ser sometidos a una serie de intervenciones médicas innecesarias, invasivas y traumatizantes”. Este tipo de operaciones, recoge la organización en su estudio, pueden tener “efectos potencialmente dañinos”, explica.

“Hay muchas personas que llegado un punto rechazan el sexo que les han construido o cuando se enteran piensan que les hubiera gustado ser consultadas”, apunta J. García, que apuesta por esperar y dejar que sea la propia persona intersexual la que decida en el futuro. El jurista cree que lo que hay detrás de la mayoría de intervenciones médicas es un sistema “que necesita constantemente definir a las personas en un binario” y si no lo hacen “son sometidas a violencia”.

Estas violencias, explica J. García, “proceden del mismo foco que las que sufren otras personas del colectivo LGTBI. Es decir, la idea de construir un modelo heterosexual binario y ser penalizado cuando no respondes a sus cánones afecta igual a una lesbiana que a un intersex”. Sin embargo, prosigue, “existe un debate dentro del colectivo intersexual sobre la pertinencia de estar o no en el LGTB porque en ocasiones se priorizan unas luchas sobre otras y a veces es meramente testimonial”.

La invisibilidad y el silencio, tanto dentro como fuera del colectivo LGTBI, es uno de los primeros estigmas con los que las personas intersexuales quieren romper. Para ello, analiza Pérez, “es necesario que los médicos, que son las cabezas de turco del sistema, y a los padres, que tienen que tomar una decisión difícil en un momento complicado, entiendan que existe la genitalidad diversa y la diferencia humana”.

Por su parte, J. García indice en que “es fundamental el desarrollo de una legislación que garantice la prohibición de este tipo de cirugías” cuando no atienden a razones de salud “tal y como hace Malta, Chile y la Comunidad de Madrid”, explica el experto, que denuncia que a pesar de que en la región española se han prohibido estas prácticas “existe opacidad y no sabemos qué está pasando”.