Una inmunoterapia frena el VIH en ensayos en humanos

Un linfocito invadido por tres VIH

Un linfocito invadido por tres VIH. / SCIENCE

 Parte de la eficacia infectiva del VIH es que ataca, precisamente, al sistema inmunitario, y este se convierte en el cazador cazado. Pero esta situación puede empezar a revertirse con ensayos como el que ayer publicó Nature. En este pequeño trabajo —apenas 29 voluntarios, 17 con VIH, aparte de los estudios previos en ratones y macacos— se consiguió, por primera vez, una reducción sostenida (al menos 28 semanas) del número de virus circulante tras aplicar un tratamiento, un anticuerpo monoclonal, que refuerza la respuesta inmunitaria de la persona infectada.

Los anticuerpos monoclonales se estudian, sobre todo, para el tratamiento del cáncer. Básicamente son moléculas que se unen a las células, bacterias o virus que hay que eliminar y las hacen más visibles al sistema inmune. Es como si se pegaran unos adhesivos fosforescentes a un comando invasor para que las defensas lo neutralicen más fácilmente.

Este abordaje ya se había intentado anteriormente, pero los productos diseñados no conseguían una respuesta suficientemente fuerte (las pegatinas no se veían bien) o duradera (se caían). Y eso cuando no causaban efectos adversos. El equipo que dirige Michel Nussenzweig, de la Universidad Rockefeller, ha identificado un producto, el 3BNC117, que tiene una gran afinidad por la parte de la superficie del VIH que se une a los receptores CD4 de los linfocitos. Estas últimas moléculas son el puerto al que se ancla el virus antes de empezar su infección, por lo que actuar sobre esa ligazón es un abordaje muy específico.

Los propios autores del trabajo reconocen que el estudio es muy pequeño, pero permite obtener algunas conclusiones. La primera, que el anticuerpo era “generalmente bien tolerado a todas las dosis que se ensayaron, tanto en las personas con VIH como en las del grupo de control”. En verdad, este es el hito que un ensayo en fase I, la primera de las pruebas que se hacen con fármacos en humanos, busca: demostrar la seguridad del tratamiento. En este caso, se miden los efectos adversos. Estos se clasifican, por su gravedad, de 1 a 5. Durante el ensayo, que siguió a los voluntarios durante 56 días, no hubo de grado 3 o superior.

Pero los primeros datos permiten ir más allá. Lo que importa de un tratamiento contra el VIH, como los antirretrovirales que se emplean actualmente, es que reduzcan la cantidad de virus circulante (lo que se denomina carga viral). En el ensayo se vio que esto sucedía de manera proporcional a la dosis de anticuerpo utilizado, con reducciones de hasta 100 veces en la carga viral en 28 días. Pero también se observó que había un paciente que no experimentaba ninguna mejoría porque su virus ya era resistente al nuevo anticuerpo.

Ahora habrá que seguir con el ensayo a mayor escala y centrándose en ajustar la dosis más efectiva para conseguir la mayor reducción de la carga viral. En ninguno de los casos del ensayo se eliminó el virus circulante, lo que indica, afirma Nussenzweig, que probablemente este anticuerpo monoclonal no se vaya a usar en la práctica clínica solo, sino en combinación con otros o con los antivirales existentes. Esto es importante porque mientras no se consiga erradicar el virus, los afectados tienen que medicarse durante toda su vida. Y este proceso, a medio plazo, supone que aparezcan virus resistentes a los fármacos, por lo que siempre hay que tener nuevas familias de tratamientos.

José Alcamí, de la Unidad de Inmunopatología del Sida del Instituto de Salud Carlos III, destaca varios aspectos del trabajo. “El artículo tiene un interés grande como prueba de concepto ya que utiliza un anticuerpo neutralizante de amplio espectro de gran potencia, a diferencia de los utilizados previamente y además de la seguridad y la búsqueda de dosis parte con la idea de demostrar no solo una neutralización del virus circulante sino un impacto a medio plazo”, dice por correo electrónico.

Alcamí opina que la pregunta clave es si “los anticuerpos podrían contribuir al control a medio-largo plazo de la enfermedad”. Esto es así por los siguientes motivos: primero, “la producción de elevadas dosis de anticuerpos es compleja y muy cara”; segundo, su “vida media es muy corta” y, “de hecho es la mitad en los seropositivos (9 días) que en los seronegativos (17 días)”; tercero, el efecto de estos anticuerpos puede anularse por la “generación de auto-anticuerpos”.

Además, el investigador destaca que este trabajo parte de otro en monos, pero que “el humano es un escenario más duro ya que la infección no es clonal como en el macaco sino por un diversidad de variantes [del virus]”. “En mi opinión el futuro de esta estrategia pasa por expresar los anticuerpos en vectores de terapia génica mediante inyección intramuscular y verificar su impacto a medio plazo”. Con ello no se inyectarían por vía intravenosa los anticuerpos en sí mismos, sino los genes que los crean, lo que permitiría una producción sostenida de estos. Pero el proceso tiene complejidades añadidas. Este mecanismo debería compensarse con “la inclusión de mecanismos moleculares” que frenaran la producción de anticuerpos, dice Alcamí, para evitar que el propio organismo genere anti-anticuerpos.

Andrew Freedman, de la Universidad de Cardiff, es más conciso, informa Manuel Ansede: “Este es un estudio pequeño pero muy bien llevado en 17 pacientes con VIH. No se observó ninguna respuesta en los seis pacientes que recibieron las menores dosis de anticuerpos, pero 10 de los 11 que recibieron una dosis mayor tuvieron variables pero significativas reducciones de la replicación viral. Esto sugiere que hay un efecto real del tratamiento con anticuerpos, pero está claro que harán falta ensayos mayores antes de que este tratamiento pueda utilizarse en la práctica clínica”.

La igualdad vence a los prejuicios

Las protestas masivas en EEU U obligan a dos Estados a modificar una ley sobre libertad religiosa que abría la puerta a la discriminación de los homosexuales

manifestacion en indiana

Manifestación en Indiana contra el gobernador Pence. / NATE CHUTE (REUTERS)

Una oleada de protestas en Estados Unidos ha forzado esta semana la rectificación de dos leyes que amenazaban el avance de los derechos de los homosexuales en nombre de la libertad religiosa. Las manifestaciones, boicots y pronunciamientos de las mayores empresas del país, casi al unísono, lograron que los Estados de Indiana y Arkansas dieran un paso atrás para evitar que las leyes sean utilizadas para discriminar contra gais y lesbianas. Pero su iniciativa ha sacado a la luz el intento del sector más conservador de la sociedad estadounidense para impedir la consolidación de unos derechos que muchos ya consideran inevitable.

En el tira y afloja que protagonizan estos días los conservadores y la comunidad homosexual es el mismo que sucedió a las primeras regulaciones del derecho al aborto o el acceso a los anticonceptivos. La sociedad estadounidense, impulsada por un cambio demográfico que forma una nación más diversa y más progresista, respalda ampliamente el derecho a la igualdad de los homosexuales. En el extremo contrario, la libertad religiosa se convierte en el último recurso legal de los conservadores contra ese avance.

Los principales líderes republicanos han defendido la ley de Indiana, copiada después por Arkansas. El republicano Jeb Bush, exgobernador de Florida y probable candidato a la Casa Blanca, afirmó que Indiana ha hecho “lo correcto” y que la ley “no es discriminatoria”. Su compañero de partido y candidato a la presidencia en 2016, Ted Cruz, celebra que la ley diera voz “a millones de valientes conservadores”. Frente a ellos, la demócrata Hillary Clinton lamentó que EE UU todavía se enfrente a estos debates. La Casa Blanca rechazó la ley porque “renuncia a los valores que defienden los ciudadanos”.

La estrategia republicana responde a los últimos avances de los derechos de los homosexuales, explica Sally Steenland, del Center for American Progress. El Tribunal Supremoestudiará esta primavera si los homosexuales tienen derecho a casarse. Seis de cada 10 votantes apoyan el matrimonio entre personas del mismo sexo y siete de cada 10 viven en uno de los 37 Estados donde está reconocido el matrimonio homosexual. Un 72% cree que el matrimonio igualitario es inevitable, según datos del Centro Pew. Las cifras justificaron una portada del diario conservador The Indianapolis Star esta semana. Eran tres palabras en blanco sobre negro para instar a los legisladores a cambiar la ley: “Arreglen esto ya”.

Los republicanos se amparan en una ley firmada por Bill Clinton en 1993, pero el país ha cambiado profundamente desde entonces. Decenas de organizaciones civiles reaccionaron contra Indiana junto a líderes empresariales de Apple, Walmart, General Electric o Yelp y gobernadores demócratas que anunciaron boicoteos contra Indiana.

Estados Unidos busca el límite donde pueden convivir la libertad religiosa y los derechos de las minorías. Los asuntos sociales separan a los republicanos de los demócratas, aunque en el caso de Indiana, los conservadores libran una batalla con su propio ideario, obligados a satisfacer a los votantes de mayor edad sin poner en peligro el futuro al electorado más joven ni el ala empresarial del partido.

En este primer choque cultural del año ha vencido el derecho a la igualdad de los homosexuales. Las protestas celebradas durante toda la semana obligaron a Indiana a modificar el texto de la ley para prohibir que se niegue la atención a nadie en los comercios. “El mensaje es claro. Nuestros negocios están abiertos. Damos la bienvenida a todo el mundo. No discriminamos contra nadie”, declaró el portavoz de su Asamblea, Brian Bosma.

Conscientes del riesgo de perder votantes por estas posiciones más conservadoras, el grupo de jóvenes Log Cabin Republicans celebró los cambios en la legislación. “Era demasiado amplia y vaga e invitaba a cualquiera a confiar en que el Estado le defendería si se le acusaba de discriminación”, dice su director, Gregory Angelo. “Ahora sí queda claro que la libertad religiosa y los derechos de la comunidad LGBT sí pueden convivir”.

La primera señal de la desconexión entre los políticos más conservadores y el resto de la sociedad llegó el pasado domingo. Un periodista preguntó al gobernador de Indiana, Mike Pence, si su nueva ley daba permiso para discriminar. Su reacción de fue un tartamudeo de varios días. El jueves, Pence atribuyó la fuerte reacción ciudadana a una “confusión” creada por los medios.

“La ley supone una limitación en lo que el Gobierno federal puede decir y lo que no”, afirma Montserrat Alvarado, directora de operaciones de la fundación Becket Fund, especializada en la intersección entre la libertad religiosa y los derechos de las minorías.

El rechazo y la reacción casi coordinada de decenas de organizaciones revela un cambio de mentalidad impensable hace solo cinco años. “Al tener que hablar de discriminación, perdieron la iniciativa en este debate”, alega Sally Steenland. La experta define la reacción de la sociedad y los líderes empresariales como una “bofetada” a los republicanos. “Lo que les sorprendió fue lo fuerte y alto que sonó el rechazo en todo el país”.

La aprobación de las leyes en Indiana y Arkansas ha funcionado como una luz roja para los republicanos. El gobernador de Indiana, Mike Pence, tardó solo una semana en proponer una enmienda para impedir la discriminación por motivos de orientación sexual. Su homólogo de Arkansas, que había copiado el texto en una iniciativa similar, anunció que no firmaría la ley. Y en Georgia, el siguiente en la lista, han cancelado su votación.

Para la Unión Americana por los Derechos Civiles el giro “representa un cambio drástico” en la manera en que EE UU reacciona a la discriminación en nombre de la religión. “Indiana cometió un error terrible y peligroso y chocaron con una condena que va a dañar su reputación y su economía”. Era el mismo argumento de cinco exalcaldes de Indianápolis, que exigieron en una carta la corrección inmediata de la ley para evitar “consecuencias indeseadas”.

La avalancha de protestas, y la consiguiente rectificación, puede haber llegado a tiempo para evitar que esta polémica se convierta en un problema para la campaña republicana. El partido conservador se enfrenta al reto de convencer a un electorado cada vez más joven más diverso y más abierto a los avances sociales de lo que lo ha estado nunca EE UU.

Un año de ofensiva republicana

Numerosos gobernadores republicanos han alegado en los últimos meses que era necesario aprobar leyes similares a nivel estatal para impedir que el Gobierno interfiriera en las prácticas religiosas de los ciudadanos. El último de ellos ha sido el de Indiana.

Los conservadores se amparan en una normativa que aprobó el presidente Bill Clinton en 1993, la Ley de Libertad Religiosa. El texto concedía a los ciudadanos determinadas excepciones en el caso de que una legislación federal les obligara a actuar en contra de su religión. En la actualidad, un total de 20 Estados cuentan en la actualidad con leyes de estas características que, según sus detractores, pueden ser utilizadas para justificar la negación de determinados servicios a los homosexuales. Otros 12 las han incorporado solo en el último año.

Las normativas, como ha alegado el gobernador de Indiana, tienen el objetivo de obligar al Gobierno federal a cumplir con más requisitos para poder exigir a corporaciones, organizaciones o individuos que actúen en contra de sus principios religiosos.

El mapa de los 32 Estados que cuentan con este tipo de leyes, frente a los que carecen de ellas, es muy similar al de los lugares donde el matrimonio entre personas del mismo sexo ha sido legalizado. Mientras que las costas Este y Oeste avanzan con la mayoría de la sociedad, en un cambio que ha llegado también incluso a Alabama, tradicionalmente conservadora, el centro y el medio oeste mantienen la misma postura que se respiraba hace más de 20 años, cuando Clinton firmó las protecciones legales para minorías religiosas en la Casa Blanca.

Rechazo a una ley de Indiana acusada de discriminar a homosexuales

El gobernador firma una ley que permite a empresarios negarse a servir a parejas gais si consideran que esto viola su libertad religiosa

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El gobernador Mike Pence durante una comparecencia. / Michael Conroy (AP)

Una ley de libertad religiosa aprobada por el Estado de Indiana que facilita el rechazo contra gais y lesbianas por parte de empresarios que aleguen que, en el caso de proporcionarles sus servicios, estarían atentando contra sus creencias, se ha convertido en el último punto de enfrentamiento en la lucha por el avance de los derechos de los homosexuales en Estados Unidos.

El Tribunal Supremo estudiará dentro de cuatro semanas un caso que puede desembocar en el reconocimiento del derecho al matrimonio de los homosexuales. La sentencia llegará unos meses después, pero ya ha sido anticipada como el cruce definitivo de la última frontera en la batalla por los derechos civiles, y los conservadores están agotando sus últimos recursos para impedirlo.

Es el caso del gobernador Mike Pence, de Indiana, un político republicano que está considerando su candidatura a las presidenciales de 2016, por lo que puede convertir este asunto en una de las espinas de la campaña. Esta semana, Pence firmó en su despacho una ley que protege “las libertades religiosas que muchos sienten están siendo atacadas por el Gobierno”.

La ley ha sido rechazada por un gran número de organizaciones y personalidades por su parecido a las leyes que permitieron hace décadas negar acceso y servicios por motivos raciales. El gobernador ha defendido sin embargo que la ley no es discriminatoria. “Si supiera que iba a legalizar la discriminación, la hubiera vetado”, aseguró Pence.

La normativa establece que desde el próximo 1 de julio, los dueños de restaurantes de Indiana puedan negarse a servir banquetes de boda a parejas del mismo sexo, por ejemplo. Floristas, cocineros o fotógrafos también podrán negar sus servicios a clientes gais si consideran que esto atenta contra su libertad religiosa y serán defendidos por el Estado si son acusados de discriminación, tal y como asegura el grupo Advance America, que ha promocionado la legislación.

El caso es un ejemplo del constante tira y afloja de la sociedad estadounidense entre los derechos de los ciudadanos, frente a las regulaciones federales que, según consideran en este caso los conservadores, interfieren en las libertades de otros. La ley de Indiana puede ser rechazada en las cortes, sin embargo, los jueces deberán demostrar que una persona está obligada a actuar en contra de la religión cuando exista un “interés apremiante” en impedir la discriminación.

El difícil equilibrio de ese interés es el que llevó al Supremo a dar la razón el año pasado a un grupo de empresarios religiosos que se negaban a proporcionar determinados seguros médicos a sus empleadas porque cubrían el gasto de anticonceptivos. Aquel fue el caso conocido como Hooby Lobby y el hecho de que la Corte reconociera que la libertad religiosa de los empresarios estaba por encima del derecho de las trabajadoras a ese seguro médico, inspiró esta nueva estrategia de Indiana.

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Imagen compartida por el gobernador Pence en Twitter tras firmar la legislación en presencia de líderes religiosos de Indiana.

La exsecretaria de Estado Hillary Clinton y posible candidata a la presidencia en 2016 rechazó en Twitter el paso dado por el gobernador Pence y lamentó que esta ley “pueda aprobarse hoy en América”. Otra de las voces en contra de la legislación fue Tim Cook, presidente de Apple, quien la calificó de “decepcionante”. Y el alcalde de San Francisco ha anunciado el primer boicot a la ley: la ciudad no pagará con dinero público ningún viaje de sus funcionarios a Indiana.

La firma de esta ley coincide además con la llegada de la final de la liga universitaria de baloncesto a Indiana, cuyo impacto económico puede verse reducido si siguen adelante las protestas. El exjugador Jason Collins, el primer baloncestista que reveló su homosexualidad durante su etapa profesional en 2013, preguntó desde su cuenta de Twitter al gobernador si estaba “legalizando la discriminación” contra él cuando viaje a la final.

La controvertida ley de Indiana coincide además con lo que ya advirtió la juez del Supremo Ruth Ginsburg tras la sentencia del caso Hobby Lobby, al asegurar que a pesar de que ese caso solo abordaba una pregunta sobre cobertura de anticonceptivos, la sentencia “invitaba a las empresas privadas a buscar excusas” para incumplir normas basándose en cuestiones religiosas. “¿Qué pasa si un empresario se siente ofendido por las obligaciones de vacunación o porque no cree en que deba pagar lo mismo a un hombre que a una mujer?”. Según la juez, el Supremo acababa de adentrarse “en un campo de minas”.

Cuando se atraganta la democracia

Una iniciativa que propone matar a los homosexuales pone a prueba los límites de la democracia directa en California

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La fiscal general de California, Kamala Harris. / REUTERS

Los ciudadanos y políticos de California están acostumbrados a ver todo tipo de excentricidades, mezcladas con propuestas serias, intentar abrirse paso hacia las urnas a través de su avanzada democracia directa. Sin embargo, una iniciativa legislativa disparatada autodenominada “Ley de Eliminación de la Sodomía”, que directamente propone matar a los homosexuales a tiros, ha provocado una reacción política inaudita y un debate poco habitual sobre si se debe poner límites al proceso de iniciativa popular.

El texto de la propuesta, que firma un abogado de Huntington Beach, al sur de Los Ángeles, empieza diciendo: “El abominable crimen contra la naturaleza conocido como sodomía es una maldad monstruosa que Dios Todopoderoso (…) nos ordena que eliminemos”, bajo amenaza de acabar como en Sodoma y Gomorra. Con esta premisa, la lógica es aplastante: “Dado que es mejor que los criminales mueran a que Dios nos mate a todos (…) el pueblo de California ordena, temeroso de Dios, que se mate a cualquier persona que voluntariamente toque a otra del mismo género con el propósito de gratificación sexual, con disparos a la cabeza o por cualquier otro método conveniente”. Además, prohíbe la propaganda gay bajo pena de un millón de dólares y destierro del Estado.

California tiene uno de los sistemas de democracia directa más avanzados del mundo, aprobado hace más de un siglo e inspirado en Suiza. Los ciudadanos pueden proponer leyes cuando opinan que sus representantes están faltando a su obligación de legislar sobre algo, pueden votar para echar a cargos electos y pueden revocar en referéndum leyes aprobadas por el Legislativo. El autor ha podido presentar este texto como iniciativa legal tras pagar una tasa de 200 dólares. No hay nada que legalmente las autoridades puedan hacer para frenarlo. De hecho, están obligadas a cooperar en el resto del proceso.

El siguiente paso es buscar las firmas necesarias para que la iniciativa llegue a votarse en las urnas. Para ello es necesario reunir un número de firmas equivalente al 5% de los votos emitidos en la última elección a gobernador. El año pasado eran medio millón de firmas, pero la participación ha caído tanto que desde la elección del pasado noviembre hacen falta unas 365.000 firmas. Las posibilidades de que la “Ley para la Eliminación de la Sodomía” acabe en la papeleta son remotas. El mismo tipo intentó en 2003 que se votara una ley para adoptar la Biblia como libro de texto en la escuela primaria. Nunca reunió las firmas necesarias y quedó en el olvido como tantas otras iniciativas.

Todo el mundo da por hecho que el extremista en cuestión jamás logrará esa cifra y no habrá que pasar por el bochorno de votar algo así en las elecciones de 2016. Sin embargo, esta semana la fiscal general del Estado, Kamala Harris, le ha regalado a la iniciativa una publicidad impagable con una reacción inaudita tras saltar a la prensa el texto. Harris tiene la desagradable obligación de escribir un título y un sumario de 100 palabras de la iniciativa que serán los que se presenten para la petición de firmas. Harris hizo público un comunicado el pasado miércoles en el que pedía a la Corte Suprema de California que le permita no hacer su trabajo en el caso de esta ley, que “no solo amenaza la salud pública, es patentemente inconstitucional, absolutamente rechazable y no tiene lugar en una sociedad civilizada”.

Harris es la favorita y única candidata por ahora a ocupar el escaño en el Senado de Barbara Boxer, quien ha anunciado su retirada para 2016. Harris anunció su candidatura muy pronto, y la potencia de su campaña ha hecho que al menos dos contendientes demócratas con historial, personalidad y ambición como para haberlo intentado, como el exalcalde de Los Ángeles Antonio Villaraigosa o el millonario filántropo Tom Steyer, hayan desistido de presentarse. Es el primer escaño libre en el Senado por California desde 1992.

Organizaciones de derechos humanos y algunos opinadores se han sumado al debate pidiendo que se bloquee de alguna manera el proceso, algo inaudito en un Estado que valora su democracia como un tesoro, pero al mismo tiempo reconoce que el sistema necesita mejoras, según las encuestas. El consenso de los expertos legales es que Harris no tiene ninguna capacidad para frenar la iniciativa. Dos legisladores demócratas han presentado una propuesta para subir la tasa de 200 dólares a 8.000 dólares y así disuadir las locuras, pero no es una solución muy popular. No será la primera vez que California aprueba en votación una ley inconstitucional, pero eso lo deciden los tribunales. Para 2016 hay ya varias iniciativas curiosas, como una que declara ilegal la destrucción de la “vida humana inocente”, otra que prohíbe las deportaciones y otra que quiere cambiar el título de gobernador de California por el de “presidente”.

Hasta el momento, la reacción más interesante contra la “Ley de Eliminación de la Sodomía” (Sodomite Suppression Act) es, cómo no, otra iniciativa legislativa. El miercoles, una conocida activista llamada Charlotte Laws presentó una proposición llamada “Ley del Gilipollas Intolerante” (Intolerant Jackass Act), que dice: “El abominable crimen conocido como prejuicio contra la orientación sexual (…) es una visión destructiva que la sociedad nos obliga a eliminar”. Por tanto, propone que cualquier persona “que presente una propuesta a votación que anime a matar gays y lesbianas” sea obligada a hacer cursos de sensibilización y a donar 5.000 dólares a una organización de defensa de los homosexuales.

El pasado septiembre, el gobernador de California, Jerry Brown,aprobó una ley que por primera vez introduce novedades en el proceso de iniciativa popular. Las nuevas reglas amplían el plazo de recogida de firmas, establecen 30 días durante los cuales los autores pueden enmendar sus iniciativas (ese plazo ya ha pasado en el caso de la “Ley de Sodomía”) y obligan a dar a conocer a los diez mayores donantes de la campaña de una iniciativa.

 

“Fuimos a investigar el ‘cruising’ y nos entraron”, admite un concejal

La corrupción provoca un intenso debate en un extenso pleno del Ayuntamiento

Ibon Areso, en el centro, preside el pleno del Ayuntamiento de Bilbao

Ibon Areso, en el centro, preside el pleno del Ayuntamiento de Bilbao. / FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

 

Un total de seis horas y media ha durado la última sesión plenaria del Ayuntamiento de Bilbao, sin tiempo para el aburrimiento. En una convocatoria donde se sucedieron momentos de tensión por acusaciones de corrupción y el alcalde, Ibon Areso, ha pedido que no era el momento de ponerse “nostálgicos” porque aún quedan por celebrar dos cortos plenos extraordinarios -para el cierre de las cuentas-, antes de las eleccionesmunicipales de mayo, también se ha hablado de cruising.

Una iniciativa del PP, defendida por el concejal Luis Hermosa, pedía que el Ayuntamiento actúe contra la actividad sexual “incívica” que se produce en el Alto de Santo Domingo.

Los ediles de los diversos grupos han aludido a que allí se practica elcruising, término con que se conoce la actividad de buscar sexo en lugares públicos, principalmente por hombres homosexuales.

Enterado del asunto hace días por la moción del PP, el concejal de Seguridad, Tomás del Hierro, acudió a la zona para hablar con los vecinos e interesarse por la situación. “Fuimos y nos ‘entraron’ (quienes practican cruising), ha confesado Del Hierro entre las risas de los corporativos.

Tras subrayar que “el problema es que se haga a la vista de la gente”, el responsable municipal de Seguridad ha agregado: “la sensación que tuve allí… No sé explicarme”, ha añadido turbado.

La portavoz de EH Bildu, Aitziber Ibaibarriaga, ha dicho que, después de que el PP haya “prohibido” otras cosas, “ahora parece que se prohíbe follar, y perdón por la expresión”.

El Alto de Santo Domingo está “lo suficientemente apartado como para que no suponga un problema de seguridad”, ha señalado Ibaibarriaga, quien, a propósito del exhibicionismo, ha revelado: “en París me salió un exhibicionista en unos baños”.

Alfonso Gil ha considerado que el cruising no es “lo que se ha hecho toda la vida en Bilbao”, sino que es una práctica que “va más allá”, por lo que entiende que exista “preocupación de los vecinos”. El edil del PP Luis Hermosa ha reprochado que este problema tiene “bastante poco humor” para los vecinos de la zona, aunque finalmente ha visto aprobada su propuesta.

El alcalde ha explicado que el gobierno local ha respaldado la iniciativa porque en ella se pide “hacer cumplir” la ordenanza de Espacio Público en lo relativo a las prácticas sexuales “incívicas”, aunque ha puntualizado que se trata de un asunto que debe tratarse con “prudencia”.

 A su vez, los minutos de mayor tensión se han producido cuando la edil de EH Bildu Ana Etxarte ha dicho que “la política está secuestrada por corruptos interesados” y que el Ayuntamiento bilbaíno se siente “cómodo en esta democracia devaluada y de baja intensidad”.

Etxarte ha reprochado que “no se permita que la gente hable en este pleno” y ha responsabilizado de esta situación al PNV, el partido que dirige el gobierno local, así como al PSE-EE y al PP.

El alcalde ha tomado la palabra para pedir a Etxarte “que no llame corrupto a todo el mundo” y que mantenga la “cortesía parlamentaria”. La concejala de EH Bildu ha asegurado que no ha llamado corrupto “a nadie en concreto” y se ha reafirmado en sus palabras.

El portavoz del PSE-EE, Alfonso Gil, le ha dicho a Etxarte que “transmite odio” y ha afirmado que “la mayor corrupción moral, ética y política es exterminar al contrario”.

Esta situación se ha producido durante el debate de una propuesta de Bildu en la que se pedía que el Ayuntamiento elaborase un reglamento de consultas ciudadanas, lo que no ha sido aprobado por el PNV, que ha defendido que conviene esperar a que se apruebe la Ley Municipal de Euskadi, donde se regulará este asunto.

En busca de la serie gay definitiva

La cancelación de ‘Looking’ abre un debate sobre las ficciones centradas en el mundo gay

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Desde la izquierda, Frankie J. Alvarez, Jonathan Groff y Murray Bartlett en ‘Looking’.

 

Con un comunicado 48 horas después de la emisión del último episodio de la segunda temporada que no explicaba las razones de su decisión, la cadena de pago estadounidense HBO confirmaba anteayer la cancelación de la serie Looking. Las andanzas de un grupo de jóvenes gais en el San Francisco actual, que en Españaemite Canal + Series, han llegado a su final, aunque la emisora ha prometido un episodio especial para cerrar de una forma menos precipitada las aventuras de sus protagonistas y satisfacer a un público que ha encendido las redes sociales declarándose cuando menos “decepcionado”.

La serie tenía poca audiencia, unos 325.000 espectadores de media frente a los 700.000 de una producción como Girls. Además, había mermado notablemente en la segunda temporada —el último episodio de la primera fue visto por 425.000 espectadores frente a los 298.000 del capítulo final—, pero la cancelación no parece haber sido sólo una cuestión de share. HBO basa su rentabilidad en sus abonados y no en los audímetros y se caracteriza por apostar por productos originales y sin restricciones temáticas. El detonante podría estar en las malas críticas y, sobre todo, en que Looking no ha conseguido cumplir su objetivo.

Los críticos consideraron a la serie aburrida desde un principio. Los episodios transcurrían con historias cotidianas de sus protagonistas, principalmente sus citas y sus relaciones laborales, familiares y de amistad. Se suponía que esa era una de las mayores virtudes del guion: mostrar a la comunidad homosexual a través de personajes con los que todo el mundo puede sentirse identificado y con un asunto tan universal como la búsqueda del amor. E intentaba hacerlo alejándose de los excesos sexuales y la frivolidad de productos como Queer as Folk, y de una forma más seria, pero sin miedo a adentrarse en cuestiones íntimas, no comoWill and Grace. Esa voluntad ha terminado volviéndose en su contra.

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Los activistas LGTB se quejaban de la falta de compromiso de los protagonistas con la lucha por los derechos de los homosexuales, y quizás por eso Agustín, que en la primera temporada era un artista despreocupado y sexualmente muy promiscuo, ha terminado trabajando como voluntario en un centro de menores y enamorado de un seropositivo. Otros reprochaban que el protagonista, Patrick, viviese obsesionado con la idea de encontrar la estabilidad sentimental en una relación basada en la fidelidad, para terminar descubriendo que su novio tiene pretensiones distintas.

Looking terminaba incluyendo todos los tópicos del mundo gay de los que aspiraba a desmarcarse, aunque este giro argumental ha sido aplaudido por los que querían más acción y por los que defienden la historia por su honestidad y por no intentar vender al colectivo ocultando parte de su realidad. En una época en que los homosexuales han conseguido la igualdad de derechos, son presentados como miembros de una minoría perfectamente integrada —la serie también ha sido criticada por mostrar sólo a personajes de nivel socioeconómico medio-alto—, con sus particularidades y con el derecho a pelear contra otro tipo de barreras, las primeras dentro de su propia comunidad, pero sin dejar de pertenecer a ella.

Los seguidores de la serie han creado una página para recoger firmas y pedir a HBO que se replantee su decisión. De momento, deberán conformarse con el especial, que se prevé en forma de telefilme de una hora de duración. Mientras que en Reino Unido ficciones comoCucumber, Banana y Tofu exploran el mundo gay, en EE UU parece que la serie definitiva de temática homosexual aún está por llegar.

Elton John y Courtney Love llaman al boicot contra Dolce & Gabbana

Los cantantes se suman a una campaña contra los diseñadores, que rechazan la adopción de las parejas gais

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La pareja de diseñadores de ‘Dolce&Gabbana’. / Reuters

“¡Cómo os atrevéis a llamar sintéticos a mis preciosos hijos! Os tendría que dar vergüenza haber apuntado con vuestros dedos prejuiciosos a la fecundación in vitro, que ha permitido a legiones de personas que aman, heterosexuales o gais, cumplir su sueño de ser padres”. Elton John ha respondido con este mensaje en su cuenta de Instagram a la pareja de diseñadores Dolce&Gabbana tras la polémica entrevista que vio la luz hace unos días y en la que los italianos declaraban que “la única familia es la tradicional” o que “nosotros, siendo pareja gai, decimos no a las adopciones gais. Basta de hijos de la química y úteros en alquiler. Los hijos deben tener un padre y una madre”.

El cantante británico concluía su mensaje anunciando que no volverá a vestir sus diseños “porque vuestra moda está tan lejos de los tiempos actuales como vuestro pensamiento arcaico”, para después concluir con el hashtag #BoycottDolceGabbana, animando a sus seguidores a dejar de comprar los productos de la firma. Elton John no ha hecho más que sumarse a los cientos de personas que han abierto esta campaña en Internet en contra de una de las parejas más importantes del mundo de la moda, ambos abiertamente homosexuales, pero que defienden un pensamiento contrario a los intereses del colectivo al que pertenecen.

Las declaraciones de Domenico Dolce y Stefano Gabbana al semanario italiano Panorama no dejan margen a la interpretación. “Nosotros no hemos inventado la familia. La ha convertido en un icono la Sagrada familia. No es una cuestión religiosa o social, no hay vuelta de hoja; naces y hay un padre y una madre. O al menos debería ser así. Por eso no me convencen los que yo llamo niños sintéticos”. Sobre si les gustaría tener hijos, Stefano respondió que sí, mientras que Domenico afirmó: “soy gay, no puedo tener un hijo. Creo que no se puede tener todo en la vida. Es también hermoso privarse de algo. La vida tiene un recorrido natural, hay cosas que no se deben modificar. Una de ellas es la familia”.

La reacción del británico no ha sido la única entre los famosos. La cantante estadounidense Courtney Love ha usado su cuenta de Facebook para proclamar: “estoy reuniendo todas mis cosas de Dolce&Gabbana y quiero quemarlas. ¡Boicot contra la intolerancia sin sentido!” El mensaje de Love va acompañado de una imagen que compara dos portadas de los diseñadores italianos con dos mensajes contradictorios. En una de ellas, de hace diez años para la revista Vanity Fair, posaban rodeados de niños con el titular “El deseo de ser padres”. Junto a ella, la de la actual polémica, titulada “Viva la familia (tradicional)”.

Los italianos han cambiado de opinión con los años sobre la cuestión familiar y el papel de los homosexuales en este terreno, y no parecen arrepentidos de su nuevo parecer. Desde que comenzó el llamamiento al boicot, Stefano Gabbana no ha dejado de publicar al respecto en su cuenta de Instagram. Más de 30 imágenes en pocas horas, la mayoría capturas de mensajes de gente apoyándoles. También algunos comentarios en su contra y entre todos ellos, una foto de Elton John con la respuesta del propio Stefano: “Pero, ¿quién quiere verle vestido de Dolce&Gabbana?”.

Elton John, pillado con una bolsa de Dolce&Gabbana

Stefano Gabbana ha publicado en su cuenta de Instagram una foto en la que se ve al cantante con el paquete después de asegurar que boicoteaba a la firma

La polémica entre Dolce & Gabanna y Elton John

La polémica entre Dolce & Gabanna y Elton John / Instagram

La polémica entre los diseñadores italianos Stefano Gabbana y Domenico Dolce y el músico británico Elton John continúa. En las últimas horas ha sido Gabbana quien ha respondido al cantante británico a través de su cuenta de Instagram después de que este llamara al boicot de la firma. En ella ha colgado una captura de una foto publicada por el tabloide británico Daily Mail en la que se ve a Elton John en chandal y con una bolsa de Dolce&Gabbana por una calle de Los Ángeles horas después de que este asegurara que no iba a llevar ninguna prenda de la marca después de que los diseñadores criticaran el que los gais recurrieran a vientres de alquiler para poder se padres. La imagen publicada por Gabbana va acompañada de una frase que dice: “Sir Elton con Dolce & Gabbana en Los Ángeles! hace 30 minutos”.

“Naces y tienes un padre y una madre. O al menos esto debería ser así, por eso no me convencen aquellos que yo llamo ‘hijos de la química’, ‘niños sintéticos’. Úteros de alquiler, elegidos de un catálogo”, dijo Gabbana en las polémicas declaraciones que despertaron la ira del cantante británico. Palabras a las que también se sumó Dolce, quien justificó sus opiniones por la educación recibida. “Soy siciliano y he crecido con un modelo de familia tradicional, formado por una madre, un padre y un hijo. Sé que existen otras realidades y es justo que existan, pero mi visión de la vida es la que me han transmitido”, declaró a medios locales. “He crecido así, eso no quiere decir que no apruebe otras opciones. He hablado por mí, sin juzgar las decisiones de los demás”, agregó.

“¡Cómo os atrevéis a llamar sintéticos a mis preciosos hijos! Os tendría que dar vergüenza haber apuntado con vuestros dedos prejuiciosos a la fecundación in vitro, que ha permitido a legiones de personas que aman, heterosexuales o gais, cumplir su sueño de ser padres”. Ese era el mensaje con el que Elton John respondió en su cuenta de Instagram a la pareja de diseñadores Dolce&Gabbana para después concluir con el hashtag #BoycottDolceGabbana, animando a sus seguidores a dejar de comprar los productos de la firma. Un boicot que siguieron centenares de sus seguidores en las redes sociales y  muchos de sus famosos amigos, como Courtney Love.

 

La polémica sinceridad de Dolce y Gabbana

Sus declaraciones sobre su modelo de familia han dejado claro que las opiniones que no sean políticamente correctas arden en la pira de 140 caracteres

Domenico Dolce y Stefano Gabbana, tras un desfile en Milán

Domenico Dolce y Stefano Gabbana, tras un desfile en Milán. / Luca Bruno (AP)

La sinceridad y más en los tiempos que corren, es una medicina peligrosa que debe administrarse con precaución, a resguardo de la luz pública y, sobre todo, una vez filtrada por el tamiz de lo políticamente correcto. Los modistos italianos Stefano Gabbana y Domenico Dolce no lo tuvieron en cuenta.

Hace unos días, los dueños de Dolce&Gabbana concedieron una entrevista a la revista italiana Panorama, editada por Mondadori, y decidieron desnudar sus vidas —desde sus recuerdos de infancia a su larga trayectoria en pareja y su posterior separación— sin encomendarse ni a Dios ni al diablo. El motivo, en principio, era hablar de su último proyecto, #DGfamily. Se trata de construir un mosaico de fotografías —ya han recibido 4.000— para explicar la evolución de la familia en todo el mundo. Pero una cosa fue llevando a la otra y al final Stefano Gabbana y Domenico Dolce terminaron reconociendo que no tuvieron una infancia feliz.

Gabbana ya limpiaba baños a los seis años para ayudar a su madre, Piera, que trabajaba de portera y limpiadora doméstica en Milán. Dolce recuerda que Rosaria, la suya, era tan rígida que lo obligaba desde muy pequeño a trabajar en la sastrería de la familia en un pueblo de Sicilia: “Yo fui viejo ya desde niño”. La autobiografía trazada por el primero, de 56 años, y por el segundo, de 52, no se ahorra un detalle. Gabbana cuenta que su madre se enteró —al menos oficialmente— de su noviazgo con Dolce a través de un telediario, lo llamó por teléfono y le preguntó: “¿Y ahora qué les digo yo a las vecinas?”. Dolce asegura que siempre supo de su homosexualidad, pero que en Polizzi Generosa, un pueblo de apenas 4.000 habitantes en el corazón de Sicilia, no era una cuestión que se pudiera confesar así como así hace medio siglo. De manera que no le quedaba más remedio que fingir: “Llevaba a casa a mis novias, claramente poco agraciadas. Y mi madre las criticaba y se enfadaba porque eran feas. A Stefano, en cambio, lo quiso desde el principio, se entendieron enseguida”.

Y así, poco a poco, casi de forma cronológica, la pareja de modistos con más glamour de Italia va dejando constancia en la entrevista —sin esconder ni un detalle de la esforzada vida de sus padres para salir adelante— de su difícil ascenso al éxito y la fama. Y tal vez porque una vez desnudos ya hay poco que quitarse, los modistos responden con la mano en el corazón a una pregunta delicada para casi todas las parejas sin hijos: ¿habríais querido ser padres? Stefano Gabbana, el milanés, responde claro y conciso: “Sí, yo un hijo lo tendría”. Domenico Dolce, el siciliano, también lo tiene claro, pero justo en el sentido contrario: “Soy gay, no puedo tener un hijo. Creo que no se puede tener todo en la vida. Y es incluso bonito privarse de algo. La vida tiene un recorrido natural, y hay cosas que no deben ser modificadas. Y una de ellas es la familia”.

Y fue partir de ahí —seguro que lo han adivinado— cuando la entrevista, y por ende la paz íntima, social y empresarial de Dolce&Gabbana, se empezó a complicar. Según Gabbana, después de observar las miles de fotografías que desde 2013 les han mandado desde muchos países para construir su proyecto #DGfamily, se han dado cuenta de que “la familia no es una moda pasajera”, sino que tiene “un sentido de pertenencia sobrenatural”. Domenico Dolce, sin percatarse de que aquella vieja advertencia policial —todo lo que diga puede ser utilizado en su contra— ya no es aplicable solo a los detenidos, se explayaba: “No hemos inventado nosotros la familia. La Sagrada Familia la convirtió en un icono, pero no es una cuestión religiosa o social: un niño cuando nace debe tener un padre y una madre. O al menos debería ser así. No me convencen aquellos que yo llamo los hijos de la química, los niños sintéticos. Úteros de alquiler, casi elegidos por catálogo. Y después ve a explicarles a estos niños quién es la madre. ¿Usted?”, le pregunta Dolce a la entrevistadora, “¿aceptaría ser hija de la química? Procrear tiene que ser un acto de amor. Hoy, ni siquiera los psiquiatras son capaces de afrontar los efectos de experimentación”.

Protestas en Londres contra Dolce&Gabbana

Protestas en Londres contra Dolce&Gabbana. / LEON NEAL (AFP)

La que se armó dura todavía. Aquellas frases —“hijos de la química”, “niños sintéticos”, “úteros de alquiler casi elegidos por catálogo”— se convirtieron en bombas de racimo a través de Twitter. Hubo muchos —empezando por Elton John y Courtney Love— que no solo se sintieron ofendidos por las declaraciones de la pareja de diseñadores, sino que llamaron al boicot de la marca Dolce&Gabbana: “¡Cómo os atrevéis a llamar sintéticos a mis preciosos hijos! Os tendría que dar vergüenza haber apuntado con vuestros dedos prejuiciosos a la fecundación in vitro, que ha permitido a legiones de personas que aman, heterosexuales o gais, cumplir su sueño de ser padres”. Además de llamarlos “arcaicos” y de poner en circulación el boicot a sus productos, el cantante británico y la cantante estadounidense han animado a sus seguidores a sacar de sus armarios y tirar a la basura todo lo que lleve la firma italiana, ya sean bolsos o calzoncillos. Incluso Madonna publicó en su Instagram una fotografía protagonizada por ella y un bebé para la firma con el mensaje: “Pensad antes de hablar”.

Los modistos han intentado defenderse reivindicando su libertad de expresión y acusando de intolerantes a quienes, como Elton John, parecen dispuestos a quemarlos en la pira junto a sus creaciones. Lo que ha quedado claro es que cualquier opinión que no se amolde a lo políticamente correcto será sometida de inmediato a público escarnio, y ni la sinceridad ni el contexto actuarán en defensa del infractor, cuya trayectoria, prestigio y hacienda arderán en la universal pira de los 140 caracteres.

El reverso oscuro de Sor Sonrisa

‘Las dominicas’ aborda la historia real de la religiosa belga cantante que se suicidó con su pareja, también monja, acosada por el fisco

Rosa Cadafalch y Annabel Castan, en 'Las dominicas'.

Rosa Cadafalch y Annabel Castan, en ‘Las dominicas’.

Las historias de monjas son un verdadero tesoro, un subgénero que ha dado mucho de sí. Baste con recordar las peripecias de Sor Citroën o el drama de Audrey Hepburn como la protagonista de Historia de una monja de Fred Zinnermann (basada en la historia real de Marie Louise Habets en el Congo y en la Bélgica ocupada por los nazis). Ahí están también Meryl Streep y Rosa Maria Sardà en la piel y los hábitos de la hermana Aloysius de La duda. El éxito de la temporada teatral en Barcelona lleva escrito el nombre de otra monja Sister act,el musical coproducido por Whoopi Goldberg, Stage y El Terrat, que acaba el 26 de abril sus representaciones en el teatro Tívoli para iniciar una gira por más de veinte ciudades españolas. Pero la novedad en la cartelera barcelonesa es la próxima irrupción de otra historia de monjas no menos sorprendente y muchísimo más negra.

Se trata de Las dominicas (Les dominiques, en catalán), de Iñaki Garz, que también dirige el montaje. La obra, que se estrena en La Seca-Espai Brossa el próximo 9 de abril, relata los últimos días de dos monjas, amantes, amenazadas de desahucio, acosadas por Hacienda, y que acabarán suicidándose con barbitúricos y alcohol. La historia es real y está basada en la vida de la famosa Sor Sonrisa, “la monja cantante”, que triunfó con su guitarra y sus composiciones en los años sesenta para abismarse luego en una verdadera tragedia que ríete tú de la de las monjas en Katanga.

Sor Sonrisa, era Jeanine Deckers, monja belga que llegó a número uno en la lista de éxitos musicales en EE UU. Tras muchas vicisitudes Deckers terminó alcoholizada, en la ruina y con la única compañía de su amante, la también monja Annie Pécher, once años más joven, realizando un pacto de suicidio en un piso de la periferia de Wavre del que las dos mujeres iban a ser desalojadas.

La obra de teatro de Iñaki Garz —que no es la primera creación sobre el caso: hubo una versión en musical aparte de una película, The Singing Nun, 1966, con Katharine Ross y Chad Everet—- no cambia los nombres aunque, señala Rosa Cadafalch, la actriz que encarna a Sor Sonrisa, inventa algunas situaciones y diálogos tratando de imaginar cómo fueron las últimas horas de la pareja. “Mi sorpresa fue muy grande al enterarme de que la historia era real, que las dos protagonistas existieron y se suicidaron como en la obra”. Cadafalch, que actúa con Annabel Castan (en el papel de Pécher), indica que Las dominicas “no explica toda la vida de las monjas, pero ofrece muchas pistas”. La actriz, que estudió en un colegio de monjas, considera que la función “es un regalo para nosotras, se centra mucho en la relación de pareja y en cómo esa relación se va agriando”.

La obra, según su autor, “nos introduce en la lucha tenaz de las dos protagonistas contra todos los estamentos sociales y religiosos que han marcado la trayectoria de sus vidas personales”. La pieza, continúa “es fiel reflejo del movimiento social de lucha y rebelión que caracterizaba los años setenta”.

La verdadera Sor Sonrisa.

La verdadera Sor Sonrisa.

Jeanne-Paule-Marie Deckers (Laeken, 1933-Wavre, 1985) era hija del dueño de una pastelería y tras destacar en los boy scouts estudió y trabajó de maestra. Ingresó en 1959 en las Hermanas Misionarias Dominicas de Nuestra Señora de Fichermont, con sede en Waterloo y tomó el nombre de Hermana Luc-Gabrielle. En el convento destacó por escribir y cantar canciones. Sus superiores la animaron a que grabara un disco y en 1962 la canción Dominique, editada en single, se convirtió en un hit. La monja se hizo famosa como Soeur Sourire, Sor Sonrisa. La simpática historia entra a partir de entonces en el terreno del drama. Deckers denunció que le censuraban las canciones y la obligaban a aparentar una felicidad que no sentía. En 1963 en un curso de Teología en Lovaina, que ya es sitio para ligar, reanudó la amistad con una vieja amiga de juventud, Annie Pécher.

Artísticamente en declive y en desacuerdo con sus superiores dejó el convento en 1966, aunque ella seguía considerándose monja a todos los efectos. Seguidora del Concilio Vaticano II, lanzó una canción a favor de los anticonceptivos titulada Gloria al Señor por la Píldora Dorada que no fue bien recibida por las autoridades católicas y tampoco escaló la lista de éxitos precisamente.

Deckers sufrió un colapso nervioso y fue tratada con psicoterapia. La relación con Pécher tampoco marchaba bien pues Deckers se negaba a ir a mayores y la joven realizó un intento de suicidio al pensar que su amada se marchaba a las misiones. Finalmente, tras muchas resistencias, la relación se convirtió en abiertamente homosexual (en la obra de teatro las monjas ya son amantes).

A finales de los setenta llegó un nuevo golpe para la monja cantante al reclamarle la Hacienda belga los impuestos impagados durante su carrera. Deckers y Pécher se suicidaron el 29 de marzo de 1985, dejando una nota en la que pedían que se las enterrara juntas, como se hizo.