La presión mediática consigue rebajar la condena de los homosexuales linchados en público en Marruecos

Protesta contra el movimiento LGTBI 'Estamos contra los gays porque van contra las leyes de la naturaleza', dijo uno de los manifestantes

Abdelaziz R., de 37 años, ha sido condenado por homosexualidad a tres meses de prisión -en suspenso- en el tribunal de Beni Mellal, en el centro del país, por lo que hoy mismo saldrá de la cárcel, según ha informado su abogado a eldiario.es. El caso ha tenido una amplia repercusión mediática en Marruecos porque el condenado fue exhibido desnudo en público, linchado y grabado en vídeo junto a su pareja por un grupo de vecinos del barrio de Aït Thaysh, donde se produjo el asalto. En cuanto a los agresores, que también han pasado hoy por el tribunal para escuchar el veredicto por “agresión con arma blanca, allanamiento de morada y publicación de un vídeo contra la moral”, dos de ellos han recibido una condena de entre 4 y 6 meses de prisión firme y otros dos han sido exculpados. Un quinto agresor, un menor, será juzgado el próximo miércoles.

En el vídeo de la agresión, que fue difundido masivamente en las redes sociales, aparece un grupo de jóvenes atacando a una pareja de hombres desnudos y ensangrentados en el interior de una vivienda que posteriormente son arrastrados sin ropa a la calle. El compañero de Abdelaziz, Abdelah B., de 54 años, fue arrestado el pasado 9 de marzo y condenado, una semana más tarde, a cuatro meses de prisión. La pena para sus agresores fue exactamente la mitad: dos meses, algo que pasó inadvertido hasta la difusión del vídeo, dos semanas más tarde. Hoy, en la sesión de apelación, la pena ha sido, como la de Abdelaziz, de 3 meses de prisión en suspenso. También quedará en libertad. “Ha sido la presión mediática la que ha conseguido este cambio de rumbo en el veredicto”, señala Betty Lachgar, del colectivo MALI por las libertades individuales.

En Marruecos, la homosexualidad es un delito que se castiga con multas y penas de entre seis meses y tres años de cárcel. “No estaban en un espacio público. Estaban en una vivienda, y cada uno puede hacer en su casa lo que le plazca, es una libertad individual”, señala a eldiario.es Brahim Hassala, el abogado que ha defendido a Abdelaziz. Lo habitual es que los abogados nieguen la homosexualidad de sus clientes. Muchos aseguran que jamás defenderían a alguien que se declara homosexual, pero la línea de defensa del letrado Hassala es distinta.

Su defendido admite que es homosexual, cuenta el abogado. Pero Hassala va más allá y ha pedido la derogación del artículo 489: “En todos los países democráticos eso no existe. Cuando la gente es adulta y hay consentimiento, ¿por qué condenarles? Además, la homosexualidad no es un crimen. Somos como somos. Es la voluntad de Dios. Yo he pedido la exculpación, pero la sentencia no está mal. Podría haber sido peor, explica”.

Por si no hubiera suficiente ruido con el caso, hacia la una de la tarde dos activistas de FEMEN que se presentaron con los senos desnudos frente al tribunal, fueron arrestadas por la policía en medio de los insultos de los manifestantes. Las dos activistas, “Gala” y “Lola”, van a ser expulsadas del país acusadas de “atentar contra la moral”. El comunicado de la wilaya (gobierno regional) indica que “pertenecen a una organización extranjera que predica la depravación de las costumbres”. En junio del año pasado, Marruecos expulsó a otras dos integrantes de FEMEN Francia que se besaron con el torso desnudo en el mausoleo Hassan II de Rabat para exigir derechos para el colectivo LGTB.

Los colectivos en defensa de la libertad sexual en Marruecos se encuentran divididos sobre la pertinencia de las manifestaciones de la organización. Una parte de ellos cree que el tipo de acciones de FEMEN son perjudiciales para avanzar en la aceptación social de sus derechos y otros opinan que son muy necesarias como revulsivo.

Junto a ellas, igual que hace una semana durante la primera audiencia del juicio, un centenar de personas ha vuelto a manifestarse este lunes frente a la corte gritando “Basta de homosexualidad”, acusando al Estado de querer normalizar esta opción sexual y pidiendo la libertad de los cuatro agresores.

Megáfono en mano, Abdalah Mudalajr, del Colectivo Karama (dignidad) por los Derechos Humanos, animaba a los manifestantes en la última audiencia: “¡No queremos homosexuales aquí!, ¡Deshonráis el Islam!, ¡Animáis a la homosexualidad!”. Ante la prensa extranjera, el líder de esta asociación vinculada a los islamistas del barrio de Aït Thaysh donde se produjo la agresión, moderaba su discurso: “Que vivan su vida privada como quieran, pero que no salgan en un barrio tan pequeño, que no vayan abrazados delante de la gente. Eso está bien en Francia o en España, pero no aquí”, comentaba a eldiario.es.

Es imposible encontrar en el barrio a alguien que defienda a los dos condenados por homosexualidad. El ambiente es de abierta hostilidad hacia ellos. Son viejos conocidos del barrio, y no sólo por su opción sexual. El puesto de chucherías que regenta Abdelah R. en la avenida Bagdad de Aït Thaysh continúa cerrado desde su detención, con la persiana metálica echada hasta abajo. En la puerta se han reunido algunos de los vecinos que han estado manifestándose pidiendo que liberen a los agresores y allí enumeran la lista de altercados en el barrio que atribuyen al condenado: peleas, ebriedad y acoso sexual.

“No podemos permitir que alguien como él, que bebe y que se acuesta con hombres, venda caramelos a los niños”, explica Mustapha, un vecino, junto al puesto de chucherías. Según el abogado Hassala, Abdelaziz cumplió un año de prisión en 2011 por homosexualidad e intento de violación. De acuerdo con un informe policial que cita el semanario TelQuel, la víctima fue un menor con discapacidad. El semanario también da cuenta de los antecedentes de Abdalah B. por prenderle fuego a una vivienda y por ebriedad en la vía pública.

“Quizás habría pasado inadvertido en una ciudad como Rabat o Casablanca, pero aquí se conoce todo el mundo. Todos saben lo que hace el de la puerta de al lado. Ellos no son buena gente”, asegura Aziz. “No está bien lo que hace, tiene mala fama en el barrio, pero es cierto que tampoco se puede llegar al extremo de esta agresión”, añade Issam.

De la región de Beni Mellal, entre el Medio Atlas y la llanura de Tadla, salieron miles de los marroquíes que emigraron a Francia en los años 70, y a Italia y a España en los 90. Muchos han vuelto por la crisis económica en Europa, pero siguen pensando en regresar a España algún día. “Aquí no hay trabajo, no hay nada que hacer y cuando el diablo no tiene nada que hacer, ya se sabe. Estos chicos, los agresores, todavía no tienen la cabeza amueblada, son muy jóvenes”, explica Mohamed para justificar la agresión.

En 2014 se inauguró el aeropuerto de Beni Mellal y hace menos de un año que ha abierto la autovía A8 que comunica esta ciudad del centro de Marruecos con Casablanca. Hasta entonces, recorrer los 230 kilómetros de distancia que separan este municipio de 192.000 habitantes de la macro urbe y capital económica del país era una aventura por pistas mal asfaltadas y peor mantenidas y carreteras secundarias apenas iluminadas.

Todavía no hay fecha, en cambio, para acortar distancias entre ese Marruecos del barrio marginal y conservador de Aït Thaysh de Beni Mellal y ese otro Marruecos de los colectivos que se han movilizado pidiendo la derogación del artículo 489 del código penal que criminaliza la homosexualidad. Pese al amplio rechazo social en el país de esta opción sexual, 20 ONG marroquíes han firmado un manifiesto en el que pedían la libertad para los dos homosexuales.

A ellos se ha sumado HRW, que en un comunicado publicado el viernes pasado, denuncia que la justicia marroquí persigue a dos personas agredidas en su propio domicilio que mantienen una relación consentida: “Perseguirles muestra la determinación de las autoridades marroquíes de reforzar las leyes anti-homosexualidad”, señala la organización.