El obispado de Alcalá también hace terapias homófobas con menores: “Si hubiera seguido allí, me habría suicidado”
- Samuel tenía 13 años cuando empezó a asistir a estas pseudoterapias que pretenden revertir la homosexualidad porque le dijeron que su sexualidad era un problema para él y también para su familia
- “Cuando acababa la sesión nos hacían arrodillarnos delante de un sagrario y nos imponían las manos en los hombros y en la cabeza”, cuenta esta víctima, que ahora roza la veintena
- Álvaro es otro de los afectados por los cursos de Reig Pla cuando era menor, en este caso en la diócesis de Murcia: “Fueron mis padres los que me llevaron. Un cura amigo suyo les comentó que podían tratarme para cambiar mi orientación”
El obispado de Alcalá celebra pseudoterapias para revertir la homosexualidad y no pone barreras siquiera para menores de edad. eldiario.es ha podido confirmar la asistencia de varios menores, con el conocimiento de sus padres, en Alcalá y Murcia, en la época en la que Reig Pla era obispo allí. Según alertan en el Consejo General de Psicología de España se trata de sesiones anticientíficas, peligrosas y que dejan secuelas.
Es el caso de Samuel -nombre falso porque prefiere no dar el suyo-, que empezó a asistir a los cursos cuando era menor de edad. Tenía 13 años el día que tuvo su primera sesión, a la que acudió por la presión de su entorno. “Me convencieron para ir. Me dijeron que mi orientación suponía un problema para mí y para mi familia”. En aquella sesión le dijeron que era un error lo que estaba haciendo y que tenía que ponerle remedio. “Como mi familia es para mí tan importante decidí ir a la terapia para curarme”, explica a eldiario.es.
Su asistencia a esta terapia se prolongó durante más de tres años y aquello le generó un trauma del que todavía tiene secuelas hoy, con apenas 20 años. “Yo estaba mal, me hundía más, me sentía como una mierda”. Pronto empezó a pensar que querían lavarle el cerebro. “Notaba que me estaban quitando la forma de pensar y de sentir”, recuerda. Samuel ha tenido que ir a terapia psicológica para poder superar la depresión en la que cayó tras sus encuentros en el obispado. “Si hubiera seguido allí me hubiera suicidado”. Decidió salir porque no aguantaba más, porque la presión le estaba afectando demasiado, según relata.
En el caso de los menores, las posibles responsabilidades aumentan, ya que están protegidos por la Ley Orgánica de Protección del Menor. Establece que los padres, tutores y poderes públicos, deben respetar los derechos de los menores de posibles ataques de terceros. El artículo de la norma expone que “tienen derecho a buscar, recibir y utilizar la información adecuada a su desarrollo” y que los padres o tutores velarán porque la información que reciban los menores “sea veraz, plural y respetuosa con los principios constitucionales”. Si estas terapias provocan algún tipo de secuela psicológica, tanto los tutores como quienes han impartido las sesiones podrían ser considerados responsables del daño provocado, según expertos consultados. También cualquier institución que lo hubiera amparado.
Además de las sesiones de psicoterapia, parte del tratamiento de Samuel tenía un fuerte componente religioso. “Cuando terminábamos íbamos a una capilla, leíamos la Biblia y la terapeuta nos hacía rezar. Nos hacía arrodillarnos delante de un sagrario y nos imponía las manos en los hombros y en la cabeza, a mí y a la persona mayor de edad que me acompañaba”. Íñigo (también prefiere un nombre falso) cree que tuvo suerte, porque muy pronto se dio cuenta de que no quería seguir “No quise aceptar lo que me decían, me contaban que estaba buscando una relación de abuso. Tengo un amigo que empezó a ir a esta terapia y ha acabado por distanciarse de todos nosotros”, se lamenta.
Álvaro (en este caso es su nombre verdadero) estuvo acudiendo a terapia en 2008, también cuando era menor de edad. Sus sesiones tuvieron lugar en el Centro de Orientación Familiar de Murcia. En ese momento, Reig Pla era el Obispo de la diócesis de Cartagena-Murcia y, por tanto, el centro también era responsabilidad suya. “Me dijeron que tenía que curarme sí o sí”, cuenta por teléfono a eldiario.es. “Fueron mis padres los que me llevaron. Un cura amigo suyo les comentó que podían tratarme para cambiar mi orientación”. La terapeuta, según cuenta Álvaro era itinerante, y no recuerda su nombre ni si era la misma B. V. de Alcalá, que estuvo con Reig Pla en Murcia. Álvaro se siente feliz por haber logrado salir de las terapias. “La relación con mis padres es ahora muy buena. Se llevan muy bien con mi marido, le tratan como a un hijo”, sentencia.
Íñigo fue a terapia en Alcalá hace dos años y explica que asistió casi por casualidad. “Yo no fui por mi orientación sexual, quería ver a un psicólogo y no podía permitírmelo”. Así entró en los cursos del obispado. Según cuenta, pensaron que sus formas eran amaneradas y trataron de convencerle de que tenía que dejar de ser gay. “En ese momento yo estaba confuso, no sabía si era o no homosexual”. Su terapeuta, B. V., es la misma persona que atendió al periodista de eldiario.es. Íñigo acudía a las sesiones cada dos semanas para tratar de reparar su masculinidad, según esta teoría. “Me dijeron que era inseguro, que no tenía confianza en mí mismo y que mi dinámica familiar no era sana”. Le ofrecieron asistir a una terapia de grupo, pero se negó. “No quería ir a terapia por miedo a que otra gente pensase que era gay”. Sus secuelas, aunque no psicológicas, también han condicionado su vida. “Siempre que empiezo a conocer a un chico me pregunto si la relación es sana o si la otra persona quiere aprovecharse de mí. Además, soy incapaz de decir la palabra gay”, relata a eldiario.es
“Me preguntaron qué clase de porno veía”
Samuel tampoco quiso ir a las terapias de grupo, porque le daba vergüenza compartir su experiencia. “Me dijeron que me vendría bien ver a personas que ya estaban sanadas para comprobar que no me iba a pasar nada malo y que me podía curar”. Le plantearon ir a terapias de pareja, con más gente gay y con chicas lesbianas, pero se negó porque no quería que la terapeuta le hiciera en público las mismas preguntas que le hacía en privado. “Si veía porno, si me masturbaba, qué clase de porno veía o el tipo de chicos que me gustaban”. Fue un religioso quien le instó a acudir a la terapia, también por considerar que su actitud era afeminada. “Un cura me dijo que había cosas en mí que no eran normales. Mi forma de hablar, de andar, mi forma de ser… Me dijo que yo era gay y que lo tenía que solucionar”. Le explicaron que las terapias las impartía una amiga del obispo y que servían para encontrar tu masculinidad. Esta supuesta terapeuta también era B. V.
A ambos les dijeron que tenían que reparar su masculinidad herida. Las heridas, como detalla la documentación a la que ha tenido acceso eldiario.es, son la causa de la homosexualidad según estos materiales. “Al final lo que están diciendo es que los homosexuales no son hombres completos. Si eres inseguro, estás buscando esa seguridad acostándote con otros chicos”, explica Íñigo. Los dos también recibieron multitud de documentos que explicaban que la vida gay era un camino equivocado alejado de la masculinidad. “Tú eres un varón con masculinidad, esta es tu real y verdadera identidad, pues esta es la forma en la que tu ser se manifiesta en el mundo, y aunque ésta no haya madurado lo suficiente, sin embargo siempre es tiempo de madurarla, y mucho más a tu edad.