2×1

MANUEL JABOIS

En muchos ámbitos públicos una pareja de hombres o mujeres se ve como anomalía, o como excepción, o como objeto de condescendencia

La legalización del matrimonio homosexual fue unos de los pocos momentos en los que un Gobierno español legisló en tiempo real con la sociedad. En momentos impagables, incluso adelantándola. De hecho una de las frases más afortunadas de aquella época procedió no del colectivo gay sino del PP: el Gobierno socialista, según la oposición, estaba generando un debate en donde no había. En un país claudicante, aquello estaba mal visto. Para el PP las “cosas que no importan a nadie” o “los asuntos de los que nadie habla” no deberían de ser ocupación del Gobierno. Pero a menudo debería de ser la primera: para eso es el poder, para ejercerlo.

Ese Ejecutivo de Zapatero fue un Gobierno que visibilizó un problema, abrió una discusión pública y, como se denunció, dividió a los españoles entre los que creían que un homosexual debía de tener los mismos derechos que cualquier persona, y los que no; se necesitan más divisiones así. La ley convirtió a España en el tercer país del mundo que permitía contraer matrimonio a los homosexuales. Semejante velocidad en materia de derechos humanos sacó a la calle a decenas de miles de personas enfurecidas que volverían a protestar por la ley del aborto. Por un lado denunciaban que la tradición de la izquierda era intervenir la vida privada del ciudadano; por el otro, se ponían a gobernar la cama de todo el mundo.

Italia vive hoy el debate que España superó hace diez años. La oposición conservadora dice que las bodas de homosexuales “alteran las leyes de la naturaleza” y “dividen en asuntos en los que estábamos de acuerdo”. Ése es el buen camino, pero cuando se recorra quedará otro: que la sociedad se ponga a la altura de la ley. Como aquí el Gobierno fue por delante de la normalización, siguen produciéndose enormes desajustes. En muchos ámbitos públicos una pareja de hombres o mujeres se ve como anomalía, o como excepción, o como objeto de condesdendencia.

La cadena VIPS ha dado un paso natural: una publicidad de 2×1 con el mensaje de que la oferta no te pille sin pareja; la ilustra una pareja gay. La plataforma HazteOir acoge la petición de que se retire porque “normaliza una familia que no es natural” bajo la amenaza de boicot. Lleva más de 10.000 firmas. “Niños y jóvenes las están viendo. Niños y jóvenes que podrían ser tus hijos, tus sobrinos o tus nietos”. Sería bueno que la viesen todos. Para que no tengan que sentir ellos la sensación de anormalidad que tienen en exclusiva los que pretenden hacérsela sentir.