EL CORREO: El primer obispo abiertamente homosexual de la Iglesia Episcopaliana anuncia su divorcio

Gene Robinson, que se retiró de su cargo en 2013, anunció el futuro divorcio en una carta enviada a la diócesis episcopal de New Hampshire

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Gene Robinson. / AFP

El primer obispo abiertamente homosexual de la Iglesia Episcopaliana, cuya elección al frente de la diócesis del estado de New Hampshire hace una década desató una gran polémica, ha anunciado este domingo que se divorciará de su marido tras cuatro años de matrimonio.

Gene Robinson, que se retiró de su cargo en 2013, anunció el futuro divorcio en una carta enviada a la diócesis episcopal de New Hampshire y en un ensayo publicado por el diario ‘Daily Beast’, en el que ha subrayado que “su convicción en el matrimonio sigue intacta”.

“Es al menos un pequeño alivio para mí que, tal y como abogan los que defienden los derechos de los homosexuales y la igualdad en el matrimonio, al igual que en cualquier otro matrimonio, las parejas gays y lesbianas hacen frente a las mismas complicaciones que afectan a los matrimonios entre parejas heterosexuales”, ha sostenido.

Robinson ha indicado que los detalles de su divorcio de Mark Andrew, con el que se casó en 2010 cuando el matrimonio entre personas del mismo sexo fue legalizado en el estado, serán privados.

PUBLICO.ES: “El uso abusivo del género masculino en el lenguaje ha provocado la invisibilización de la mujer”

María Márquez, profesora de la Universidad de Sevilla, publica un libro en el que denuncia el sexismo lingüístico y carga contra el inmovilismo de intelectuales y académicos.

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La profesora María Márquez. D. F.

María Márquez es profesora en las Facultades de Filología y Comunicación de la Universidad de Sevilla y, desde hace unos meses, autora del libro Género gramatical y discurso sexista, publicado por la Editorial Síntesis dentro de la colección Perspectivas Feministas. En él, Márquez aborda el sexismo lingüístico, es decir, los usos que en nuestra lengua pueden contribuir a la discriminación e invisibilización de las mujeres en la sociedad. Observa que, en el debate social sobre el tema, las diferentes posiciones se han polarizado generando cada una su propio fundamentalismo. La autora llama la atención sobre la resistencia de ciertas instituciones, como la RAE, y de algunos hablantes a asimilar palabras nuevas surgidas para designar realidades emergentes. Según ella, tales neologismos no tienen que ver con lo políticamente correcto, pues la tendencia a dotar de femeninos específicos a los sustantivos con referencia personal es algo espontáneo desde los orígenes del castellano.

En una presentación reciente de su libro, la autora aseguró que las Guías para un Uso no Sexista coinciden en lo esencial con los principios sólidamente establecidos en nuestro sistema gramatical, sin que pueda entenderse, por tanto, el temor irracional de algunos investigadores, escritores y académicos ante la creación de nuevos términos o la instauración de ciertos usos comunicativos destinados al ámbito de la administración. La parodia, la ridiculización, e incluso la violencia verbal de la que han sido objeto estas guías no pueden explicarse como una defensa de nuestro sistema gramatical, sino como la muestra de una posición ideológica inmovilista.

¿Es machista el idioma o lo es el uso que se hace de él?

Se han vertido ríos de tinta tratando de dilucidar si es sexista nuestra lengua o lo es el uso que de ella hacen los hablantes. En nuestra opinión, la cuestión deja de tener sentido desde el momento en que consideramos que la distinción entre lengua y habla es puramente metodológica, no refleja ninguna dicotomía que exista materialmente en la lengua. No hay más lengua que el hablar, por tanto, parece más preciso hablar de sexismo discursivo. Y consideramos que sí ha existido y existe: la lengua refleja esquemas conceptuales y realidades sociales que, al mismo tiempo, contribuye a perpetuar.

¿Por qué sostiene que el género femenino es más complejo que el masculino?

Desde el punto de vista puramente lingüístico, el género masculino es el elemento no marcado de la oposición de género: el más general e inclusivo, y el más frecuente, frente al femenino, que es el miembro marcado, el más complejo y exclusivo, y el menos frecuente. La mente humana funciona a través de esquemas binarios, otra cosa es por qué es el masculino el término no marcado. En el origen de este hecho, ya plenamente gramaticalizado, pueden estar circunstancias históricas y sociales, pero esta es una hipótesis científicamente indemostrable. Lo que sí es verdad es que se ha utilizado el masculino genérico de forma abusiva, es decir, para hacer una referencia sólo a varones, hecho que llevó a la identificación de lo general varonil con lo universal humano, provocando la invisibilización de la mujer.

¿En qué medida el lenguaje puede invisibilizar a la mujer?

En la medida en que no permita una representación simbólica adecuada de ella. Como acabamos de decir, el uso del masculino genérico en contextos específicos naturalizó la ausencia de la mujer de la vida pública, ocultando su presencia. Cuando tras la Revolución Francesa se aprobaron los Derechos del Hombre y del Ciudadano, ni el término “hombre” ni el masculino actuaban como auténticos genéricos, pues no hace falta recordar que las mujeres no teníamos derecho al voto; la referencia, por tanto, era específica. La utilización de masculinos “genéricos” en contextos específicos, los duales aparentes, la diferencia en las formas de tratamiento, los vacíos léxicos, etc. son usos lingüísticos discriminadores.

Afirma que existen resistencias a feminizar el lenguaje, incluso entre algunos profesores de universidad, ¿a qué cree que se deben?

Yo no creo que se deba “feminizar” el lenguaje; tampoco creo que la lengua pueda modificarse voluntariamente, ni a golpe de decreto, ni tampoco a través de lecciones o prescripciones académicas, por muy magistrales que sean. Creo que la lengua es de los hablantes y cambia por nuestras necesidades expresivas. Lo que sí es conveniente es que la lengua nos sirva para hacer una operación referencial clara y precisa, que no sea ambigua; lograr un discurso en el que todos estemos simbólicamente representados. Las resistencias que se observan muchas veces proceden de las propias mujeres que comparten los valores o la ideología dominante, que dota al masculino de connotaciones de poder y de prestigio, y al femenino, de connotaciones peyorativas. Eso explicaría que las propias mujeres prefieran, en ocasiones, el uso de expresiones como “la médico”, en lugar de “la médica”. Es un caso de estigmatización y de encubrimiento de lo femenino. No hay que olvidar que el machismo es una ideología que transmitimos todas las personas, no sólo los varones.

Usted menciona en su libro a ciertos escritores, académicos o lingüistas que ridiculizan los intentos de modificar los usos comunicativos para conseguir la visibilización de la mujer, ¿por qué piensa que se equivocan?

No soy quién para decir si se equivocan o no, simplemente denuncio una actitud que no me parece académicamente adecuada, porque no hacen una argumentación seria, se valen de falacias tales como deformar la posición del contrario planteándola en términos absolutos, falseándola y ridiculizándola. Es cierto que se han cometido errores, vacilaciones, confusiones, pero esto es natural en una época de grandes cambios. Sin embargo, sus parodias no tienen nada que ver con las propuestas de las Guías de Uso no Sexista. Por ejemplo, nadie pretende cambiar el género de los sustantivos de referencia no personal, como día, mano, etc., pues sólo en el caso de los sustantivos que tienen referencia animada, especialmente personal, el género, además de una marca formal de concordancia, tiene un contenido de “sexo”, entendido este como realidad conceptual, no biológica. Tampoco es necesario cambiar el género de todos los adjetivos que acompañan a los sustantivos, pues solo en estos últimos recae todo el peso referencial.

¿Cree que no se ha comprendido bien el concepto de visibilización?

Desde luego que no, se lo ha reducido a “mostrar a través de los medios de comunicación”, cuando en realidad es algo mucho más complejo. El concepto de visibilización ha de entenderse desde sus antónimos “encubrimiento” o “invisibilización”, que hacen referencia a una operación discursiva a través de la cual se oculta cierta realidad mediante un uso lingüístico manipulador en favor de ciertos intereses. Sólo a partir de ese encubrimiento previo tiene sentido la reivindicación de visibilización, operación discursiva que presupone una revisión de esquemas conceptuales previos, de una visión automatizada de la realidad. Los descubrimientos de la ciencia, o las transformaciones sociales, por ejemplo, pueden dar lugar a realidades emergentes que requieren nuevas formas de nombrar. El sustantivo feminicidio es un ejemplo de ello.

Es sorprendente constatar que algunas mujeres se resisten a incorporar femeninos, ¿le encuentra explicación a este fenómeno?

Las mujeres podemos compartir y difundir los esquemas mentales y los valores sociales dominantes. En este sentido, algunas mujeres pueden considerar más adecuada la expresión “soy juez” o “soy catedrático”, frente a “soy jueza” o “soy catedrática”, por ejemplo, porque comparten la valoración sociolingüística peyorativa del femenino, que se observa en casos como sargenta, jefa, parienta, gobernanta, etc., y la valoración positiva que conlleva el masculino. Tras una lucha larga por la igualdad, el masculino parece una garantía de simetría, una anulación de la diferencia. Pero, en realidad, el uso del masculino por parte de las mujeres, en esos casos indicados, acusa un sentimiento de inferioridad que contradice nuestras legítimas reivindicaciones de igualdad. Y no parece que sea un argumento lícito rechazar los femeninos porque suenan mal. Como señalaba el profesor M. Seco, suenan mal porque no los usamos, simplemente. A todos nos suenan naturales femeninos como señora, española, infanta o parturienta, que no existían en los orígenes de nuestro idioma.

¿Puede detenerse por presión política el cambio lingüístico?

El poder político, institucional, académico puede condicionar la evolución de la lengua. La presión culta consiguió que se mantuvieran como masculinos los sustantivos de origen culto como profeta, planeta, fantasma, que durante siglos vacilaron en cuanto al género. También durante mucho tiempo se ha utilizado la fórmula de tratamiento “señorita”, que hace referencia al estado civil de la mujer, señalando como esencial un rasgo accidental para su identidad. Sin embargo, en mi opinión no se podrá evitar el cambio del mismo modo que no se puede forzar el curso de las aguas de un río, ni tampoco detenerlo.

LA MATERNIDAD Y LO TRANS…

Artículo publicado en ALTERSEXUAL

Por Frieda Frida Freddy
Transfeminista (y lesboterrorista) de a pié

El día que me enuncié Trans fue el día que ví y sentí claramente que no necesitaba, ni me era vital, ser mujer u hombre para existir. Más aún, identifiqué plenamente que no deseaba serlo y anclarme en una de las dos categorías sociales, porque nunca me había sentido feliz y a gusto en ninguna de ellas. Me autonombré Frieda porque soy más femenina que masculino, y porque comprendo que masculinidad y feminidad son sólo dos polos de adoctrinamiento que nada determinan, y mucho menos tendrían que “definir” ese “ser hombre” o “mujer”, que se conoce en nuestro mundo social. Escogí pues este nombre por el potente diptongo que para mí representa el puente por la dicotomía de género, mi transitar entre Frida y/o Freddy que son el pasado al que se me condenó: Chico o chica. Y del que escapé…

Así que ahora soy libre, soy Trans. No transgénero ni transexual. Verán. Se tiene la idea generalizada que ser trans es de fijo, digamos, nacer A y cambiar a B, o nacer B y querer ser A. Es decir, nacer biológicamente ‘hombre’ (por el pene que el sexo ha señalado) y querer ser socialmente una mujer. O viceversa. Nacer biológicamente ‘mujer’ (por la vulva que asigna el sexo) y desear vivir socialmente como hombre. Y sin duda que eso es una gran parte, pero no lo es todo.

Lo anterior es transgredir-traspasar una categoría de género porque nunca hubo allí pertenencia ni identidad con la que se les asignó mediante los roles; es rechazar una construcción social que se impuso a partir de una división hecha por un rasgo genital, y desde luego que eso es transgresor, pero tal práctica sigue estando dentro de un código binario. Y con esta afirmación no pretendo descalificar ni agredir a quien haya hecho todo lo posible para cambiar totalmente su cuerpo y/o modificar apariencias, desde hormonarse hasta pasar por cirugías y actualmente se sienta cómodo o cómoda con lo que es o como se ve, ya que el sólo hecho de desafiar el género y transitarlo completamente de A a B, o al revés, me parece digno de todo el respeto y la admiración rebelde.

Pero yo no quiero eso para mí. Yo además de transgredir-transitar (y no quedarme), quiero dinamitar al género. Mi lucha diaria es contra la dicotomía de género, contra la sujeción. Para eso hago transfeminismos. No quiero aprisionarme en el género, ni en sus roles, ni alcanzar sus estereotipos. Yo deseo ir y venir, fluir, como fluye mi propia sexualidad (en el sentido más amplio, no reduciéndola al mero acto sexual); mi sexualidad que está viva, y vive conmigo. ¿Por qué voy a sujetarla? ¿Por qué voy a sujetarme? No he de hacerlo. No estoy obligada.

No voy a encarcelarme en una dicotomía de género, o en alguna orientación sexual. Yo voy y vengo. Por eso me digo Trans de transformación a la idea hegemónica, Trans de transitar la heteronorma, Trans de transgresión al género y todo lo que éste conlleva. Trans de transgredir el mandato, abortar la órden. Nací A y no voy a ser B, pero que la A se joda. Podemos ser X ó Z, H ó T, o mezclas, o lo que se nos hinche la gana. Incluso a veces quedarnos un rato en B y luego botarla, por ejemplo. O ser monstruas. O ser no siendo.

Y para quienes a estas alturas del texto, ya están pensando en que estoy confundida y en realidad soy queer, lo repito, yo soy Trans, y para la deconstrucción-destrucción de la dicotomía de género voy a poner además de mi discurso, mi cuerpo. Voy a implantarme unos senos, para eso estoy ahorrando. Unos senos por decisión política, por acto performativo. No esos senos grandes y redondos, “con los que no tuve la fortuna de nacer”, para llegar a ser cien por ciento femenina, y por ende “mujer” (como lógicamente se cree), sino más bien quiero esos senos para confundir, para salir al espacio público tan normado y transgredirlo, aterrar. Ni siquiera estoy interesada en adelgazar y comprarme vestidos estilizados, o blusas de amplio escote; mi acto también será post-travesti.

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Con la operación de senos mi cuerpo será además de un campo expropiado al sistema (que antes me lo robó con sus mandatos), un arma de destrucción simbólica. De modo que lo que busco con la cirugía no es alcanzar un modelo de belleza patriarcal, sino ser una performance viviente que va por el mundo y lleva el terror Trans a todos los espacios, las calles, las ciudades. Esta es mi libre decisión y elección, como lo es la que toma la mujer de sexo-género concordantes y heteronormados cuando decide ser “madre”.

¿Pero qué pasa entonces con ambas decisiones tomadas libremente y que conciernen a un cuerpo propio, dentro de una misma sociedad, un mismo mundo social?

Pasa que cuando yo enunció ser Trans y menciono la decisión de modificar mi cuerpo, el mundo me ve como apestada, como demente, mientras que a la mujer embarazada la ve como triunfadora, como si se tratara del máximo logro de la vida. A ella se le otorga un reconocimiento social y a mí el escarnio público. A ellas se les eleva a un pedestal social y las empiezan a cuidar tan frágil como si fueran a romperse, mientras que a la mayoría de lxs transexuales, trans, y transgénero les rompen la estima y los lazos sociales, les echan de sus casas y la sociedad cierra sus puertas en casi todos los espacios públicos.

Cuando una mujer decide y elige libremente embarazarse, parir y criar, el mundo entero la llena de elogios, buenos deseos, bendiciones, dulzura, felicitaciones, no se cansan de alabarla, mientras que a la gente trans que también ha decidido y elegido libremente hacer algo con su cuerpo y un proyecto de vida, las burlas no cesan, ni los insultos, las invisibilizaciones, los chistes, las miradas reprobatorias, o las agresiones verbales y hasta físicas.

En la mujer embarazada las familias y amistades y la sociedad en general, se toman la tarea de procurarla y cuidarla, las mandan al médico y el Estado las recibe gratuitamente mediante el sector salud con chequeos prenatales, y las activistas hasta abogan por ellas alto a la violencia obstétrica. Pero de los altos y violentos índices de natalidad nadie dice nada.

En ese mismo tenor, cuando la persona trans ha empezado a hormonarse o está por hacerse una cirugía, las familias y amistades y la sociedad en general se han reducido, le han enjuiciado, y el Estado las recibe con el psiquiatra, a quien tendrán qué convencer de su propia decisión de transitar. El sector salud las recibe también, aunque la mayor de las veces con desprecio y maltrato, manejándoles como tontxs y no escuchando sus sentires, sino sólo inyectándoles las hormonas o dándoles medicamentos (cuando los hay), en una posición de: pues si no quieres ser hombre, ¡toma, sé mujer! O viceversa. Todo de golpe y porrazo, siendo poco claros con las reacciones secundarias de bajar o subir testosterona o estrógenos en niveles acelerados. Y eso en escasas ciudades donde hay legislaciones que lo permiten. Si no las hay, lxs trans tendrán que pagarse todo solas, como puedan. Tendrán que costearse los tratamientos y cirugías completas, y si no tienen dinero ahí está el aceite de cocina o el anticongelante para coches para hacer crecer un poco glúteos o senos. Acá cada quien aboga y sobrevive por sí misma, a pesar de los informes anuales de las activistas, donde anuncian su preocupación por los derechos sexuales de todas y cada una de las personas en el mundo y proclaman “los avances”.

Cuando yo decido y elijo ser Trans, todxs me diagnostican sin ser médicos: tengo “disforia de género”, estoy enferma de la mente, y loca. Lo dice la ciencia y lo publica la OMS en su lista de enfermedades mentales. Nadie habla de la violencia cultural, ni la cultura de la violencia, contra mi persona y mi libre decisión, porque lo que yo hago es “anormal”, “claro está”, mientras que lo que hace la embarazada es no sólo “normal” sino además “lo más natural del mundo”. Así el panorama a grandes rasgos. Y no me estoy victimizando con estas analogías. Más adelante aclararé el punto.

Lo que la embarazada está haciendo en realidad (por más libre y elegida que sea la decisión) es seguir reforzando y reproduciendo un sistema heteronormativo, un régimen heterosexual que no es orientación como tanto se nos ha dicho, sino un régimen ordenador del mundo social, controlador de cuerpos y de vidas; lo que ella está haciendo es seguir unas rígidas normas aprendidas que a otras iguales biomujeres como ella las estigmatiza y frecuentemente las condena como “mujeres a medias, incompletas, o malas mujeres”, porque no “se realizan nunca mediante la maternidad”.

La decisión libre y elegida de la mujer embarazada traspasa lo personal e impacta desfavorablemente el afuera. Fortalece un mundo social que a mí, como a mucha otra gente disidente sexual, incluso a ella misma, nos está matando, literalmente (feminicidios, transfeminicidios). En ese mismo sentido, lo que yo hago con mi decisión libre es joderme en la heterosexualidad y otras ficciones políticas, en imposiciones sociales, en el régimen heterosexual, destruirlo, deconstruirlo, porque ese sistema simplemente no es normal ni natural.

¿Pero por qué el Estado costea el embarazo, aún en mujeres no inscritas en el sector laboral, en todo el mundo? Porque le conviene, es una inversión a corto plazo para este modelo global de producción-consumo. Le conviene para seguir reproduciendo el modelo de familia y sacar de ahí más mano de obra barata en el mercado laboral y la producción en masa; sirve además para mantener a la gente educada, normada, callada, pasiva y apática, bajo la telenovela del amor romántico y el “vivieron felices para siempre”. Y ya después Familia y Estado, en unión, mantendrán más fácilmente controladas-oprimidas las disidencias sexuales, planeando captarlas para normarlas, desarticularlas o exterminarlas.

En el modelo producción-consumo también se maquila Familia, que no es el único agente socializador, pero sí el de mayor peso. Ese modelo rector de la moralidad, la buena conciencia, la coerción, la dominación, la represión, la violación de derechos humanos básicos y de las garantías individuales, ese modelo del chantaje emocional-sentimenal y económico. La familia, hoy día reproducida a la par por los homosexuales misóginos y machistas, y por las lesbianas patriarcales, es un modelo opresor que funciona de formas muy visibles como golpes, insultos y maltratos, hasta formas delicadas y sutiles como: “hijx me lo tienes que contar todo y decirme cada paso que des porque somos familia y nos tenemos confianza, ¿verdad? O el: yo sólo te vigilo y te ordeno porque te quiero y me preocupo por tí, todo esto es por tu bien, te respeto. Le llaman “educación”. Y con ella violando severamente la privacidad de cada miembrx que por un lazo de sangre no significa que sea un objeto de propiedad. Pero eso sí, estas formas irán siempre disfrazadas de mucho cariño, abnegación, buenas intenciones y preocupación porque por eso existe el “amor de familia”.

Hay una negación consciente de que la familia (como el Estado) da órdenes y castiga a quien no las cumple, su irracional poder autoconcebido les hace pensar que tienen toda la autoridad para hacerlo. Las familias controlan, asfixian, a veces lentamente, a veces en pocos pasos y de manera expedita. Y es evidente que el Estado no dejará de producir familia, pero las personas sí podemos dejar de hacerlas, y no estarlas sólo cambiando de nombre: familias diversas, nuevas familias, otras familias, dos mamás, dos papás, madre soltera. No veo a ninguna lesbiana poniéndoles vestidos a sus “niños”. Sí veo a mucha embarazada llamando princesa al feto “mujer”, o “mi rey”, que se mira en el ultrasonido, por ejemplo.

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Esa misma negación consciente les alcanza hasta para cubrir que los derechos sexuales y reproductivos también fueron un instrumento que el Estado “firmó y reconoció” para darle a toda esta diversidad sexual heterosexuada (que no disidencia) lo que estaban pidiendo y así mantenerles un tanto a raya para que ya no estuvieran “molestando” más. Habría que ver esa parte manipuladora de un aparato de gobierno, como el Estado, que ha dado más que pruebas suficientes de lo mezquino, controlador, corrupto, chantajista, despótico y traidor que es.

Pero dejar de hacer familias es algo sencillamente impensable para la mayoría de gente en el mundo, ¿qué más harían sino sólo lo que le han interiorizado muy bien en sus cabezas desde que nacieron? ¿Pero qué hay de toda esa gente que se dice feminista, y habla y habla de su preocupación sobre la violencia de género y la violencia contra las mujeres? ¿Esa gente que tanto cita a Foucault y la historia de la sexualidad en volumen uno, dos, y tres, y no se saca de la boca el biopoder y la biopolítica, y hasta duerme con la foto de Simone de Beauvoir sobre la cabecera de su king size? Su heterocentrismo se les mira desde la luna a la tierra. Sus discursos contradictorios evidencian por sí mismos su falta de compromiso para dejar de hacer lo que en resumidas cuentas agrede y estigmatiza a esa misma gente que pretende apoyar. ¿Le vamos ganado al heteropatriarcado capitalista?

Hacer feminismos institucionales, reproduciendo familias y pidiendo cosas al Estado que es la figura paternal (macho protector, padre benefactor), es simplemente la primera de las grandes contradicciones. Pero insisten en jactarse totalmente concientizadas y deshteropatriarcalizadas, hablando de la igualdad de género, ancladas para no variar en una dicotomía carlcelaria. Criando solamente niños y niñas. Y se llenan de paridad, y cuotas, insertando a grandes mujeres librepensadoras y hacedoras, dentro de un sistema podrido que termina sujetándolas, llenándolas de su peste, y obligándolas a trabajar bajos sus formas y reglas. Porque no es la falta de capacidad, sino el modelo en sí. Pero se niegan a aceptarlo. Se ofenden si alguien lo menciona. No les basta las evidencias diarias en las calles y los espacios públicos. Es más importante llenar el informe, comprobar los gastos de la beca con erario, y la selfie que puedan hacerse en los encuentros internacionales. Que al cabo “con eso poquito que se gane, ya es un avance”, dicen.

Así que como leerán, mis anotaciones no son para victimizarme rogando al Estado que deje de tratarme como ciudadana de cuarta categoría, yo en lo personal no quiero nada suyo, ni les estoy pidiendo tampoco a las feministas activistas institucionales que me arropen “maternalmente” en mi renacer Trans. Mi transfeminismo es anarco, radical y autogestivo. En todo caso sólo como un lindo detalle estoy sugiriendo que el Estado debería dejar de costear los embarazos y lo que implican. Quien quiera un hijo que se lo pague, que lo costeé desde la sola planeación de su propia idea y libre elección. Que sea su propio lujo. Que se dejen de usar los impuestos de otrxs tantxs trans para tales efectos , porque ya estuvo bueno hasta de pagar económicamenre por la transfobia que se recibe. O que por lo menos la que quiera ser “madre” se pase también con el psiquiatra para que explique el por qué de su decisión, que convenza a la ciencia y a la OMS del por qué tiene la certeza y la seguridad de poder parir y criar y formar una nueva persona. Su sólo argumento de un compromiso total, protector y procurador, anclado en un rol de género inventado, no es suficiente. Es mera seguridad romántica arraigada al régimen heterosexual. Creer que todo lo va a poder con mucho amor y “cuidados”, es sólo lo que le hicieron creer.

Finalmente, para cerrar acá mis disertaciones, quiero aclarar algunas cosas, ya que una de las deficiencias del sistema educativo escolar tienen que ver precisamente con la comprensión de la lectura, y yo estoy muy cansada de que se vaya por ahí diciendo que yo dije, de modo pues que este texto como han leído es completamente antimaternal, sí, pero yo en ningún renglón he dicho que dejen de embarazarse y parir. Lo que yo estoy haciendo acá es una feroz crítica para señalar lo que nadie parece querer decir por miedo a sonar políticamente incorrectx y empañar su currículum profesional, o que se les tache de violentas, de no ser sororarias o dejar de serlo, y así perder el viático, la alianza, ser expulsada de la colectiva, sacada de la ONG, caer mal o dejar de recibir los saludos “fraternos y sonrientes” de otrxs compañerxs.

Yo lo que digo con este texto, hablando de las que deciden, eligen-desean la maternidad y formar familias, es que se deje de esparcir por el mundo el cotilleo de que un embarazo y ser madre, y hacer familia, es la ostia, y lo más de lo más, porque también con el habla y la lengua y las percepciones propias regadas al vapor se siguen alimentando-construyendo ad infinitum los roles de género en lo societal.

Lo que yo digo es que dejen de contar el cuento rosa y dulce, y de comprar la familia de cajita feliz mac donalds, y asuman honestamente las atroces responsabilidades sociales que implican gestar, parir y criar, en un contexto tan capitalista y heteropatriarcal, como el arriba descrito, y que sepan de una vez que su decisión libre y elección no se queda en la pareja, ni en las cuatros paredes de su guarida de amor, ni en la mujer sola o acompañada que decide hacerlo, un embarazo traspasa el hogar y colabora directamente con el sistema que nos jode en conjunto.

Yo Frieda, lo que digo, es que dejes pues de respetarme con la lógica de: “yo no tengo ningún problema con la gente trans”, desde tu aplastante posición de normalidad. Y de que crían para formar sólo hombres y mujeres, omitiendo desde el mismo nacimiento la intersexualidad, y después en la socialización del género a la transexualidad, bajo el yugo heterosexual, ¡ahí te encargo!

Porque somos lxs trans que la dicotomía de género no pudo normar. Estamos aquí, y no vamos a callarnos, ni guardarnos en ningún calabozo sólo para que tus hijitxs no se espanten y/o “contagien” de algo.

EL MUNDO: Sexo para salvar el bosque

ACTIVISMO Fuck For Forest es el nombre de la ONG

  • La ONG más ‘verde’ del mundo es la de los sexy-activistas Leona y Tommy

  • Cuentan con 1.300 afiliados, españoles incluidos

  • Practican porno al aire libre y lo graban para hacer caja

  • Lo reunido, más de 360.000 euros, se destina a salvar bosques de Perú, Brasil…

     

    sexo para salvar el bosque

    «Salvar al planeta puede ser muy sexy», se lee en una señal amarilla a la entrada de la sede de Fuck For Forest, un apartamento en el distrito berlinés de Friedrichshain. Allí viven Leona y Tommy junto a su perra Janis. El techo está decorado con luces fluorescentes de todos los colores. Plantas, velas y basura rodean el salón. De una pequeña mesa de cristal se vislumbran restos de incienso y colillas de porros de marihuana. En una gran pared blanca cuelgan varios artículos de prensa. En uno de ellos aparece en alemán un llamativo titular: «¿Esto es arte, protección de la naturaleza o revolución sexual?».

    Leona y Tommy son «sexy activistas». Así se autodenominan. Llevan la premisa de la ecología sexual marcada en el corazón, combatiendo los problemas medioambientales con orgasmos en la naturaleza. Muchos les critican por su extraña cruzada ambientalista, pero ellos llevan 10 años repitiéndose día a día: «¿Por qué salvar el planeta de forma aburrida, cuando se puede hacer de manera excitante?».

    En 2004, Leona Johansson (30 años) y Tommy Hol (37) -ella sueca y él noruego- se pusieron a practicar sexo en un escenario delante de 4.000 espectadores como manifestación ecológica, durante el concierto en Noruega del Quart Festival en el que actuaba la banda The Cumshots (los eyaculadores). Leona y Tommy querían hacer una protesta diferente para defender el medio ambiente.

    Tras esa polémica actuación, se les ocurrió la idea de fundar Fuck For Forest (sexo por los bosques), o simplemente FFF. Seguramente sea la ONG más extraña del mundo. Sí, es una ONG. Una organización sin ánimo de lucro en la que la pornografía y ecología van de la mano en defensa de la naturaleza. «Queremos divertirnos con el sexo y mostrar la naturaleza a la gente», afirman. Su web es la única sobre ecoporno del mundo.

    Por sólo 12 euros

    ¿Pero es serio todo esto? La realidad es que Fuck For Forest cuenta con más de 1.300 afiliados, ecoamantes, sexy-activistas…, autodenominados de diversas formas, de varias partes del mundo, que pagan mensualmente 12 euros para ver fotos y vídeos de sexo amateur. El funcionamiento es sencillo. Al realizar una donación en su web vía tarjeta de crédito se tiene acceso a una serie de contenidos pornográficos. Escenas que están protagonizadas por miembros y colaboradores de la ONG. Gente de a pie convertida en estrellas del porno en la intimidad de la naturaleza.

    El sexo vende, pero ¿qué puede comprar? Esa es la pregunta intrigante que persigue el documental Fuck For Forest, con una gran difusión en los últimos meses, realizado por dicha organización y dirigido por el cineasta polaco Michael Marczak en 2012.

    Muestra la vida de neohippies que profesan el amor libre, el sexo y la ecología. A ritmo de música tecno se adentran en la selva acompañados por un grupo de indígenas, bailan, se desnudan; practican el sexo en la calle, en los parques, en una iglesia… «La gente en occidente ha perdido su conexión con la naturaleza y con su propio cuerpo», dice Tommy. «Haz el amor y no la guerra», proclamaban los pacifistas en los años 60. Ahora que el activismo sexual está de moda y que «salvar el planeta es sexy», quién sabe si en estos tiempos de calentamiento global la solución viene por el calentamiento inguinal. ¿Verdad Paloma? Porque así se llama una de las afiliadas españolas al movimiento. Madre de un niño pequeño, ella se define como una mujer de mente abierta. Lleva desde 2008 colaborando con la ONG.

    Desde sus inicios, FFF ha recaudado más de 360.000 euros, con los que financian ocho ecoproyectos para salvaguardar los bosques tropicales. En Costa Rica, por ejemplo, la organización compró 60 hectáreas arboladas, ahora zona protegida. En Ecuador, junto con indígenas shuar, han creado un centro cultural de intercambio de conocimiento sobre medicina herbolaria. Y en Perú, con su proyecto Comunidad Arco Iris, han invertido 13.000 euros en hectáreas para reforestar y reeducar a las poblaciones en el uso responsable de los recursos. Invernaderos, un horno solar, un extractor de aceite de coco son algunos de los instrumentos con los que cuentan.

    Sin embargo, la crisis también ha perjudicado a esta nueva industria ecopornográfica. «El año pasado los ingresos disminuyeron ligeramente. Pero el dinero no es para nosotros más que una herramienta para ayudar al medio ambiente», afirma a Crónica Leona. Esta joven activista cuyas rastas le caen sobre su desnudo cuerpo piensa que la sexualidad se ha convertido en una herramienta de marketing en la sociedad actual. «La pornografía genera mucho dinero, ¿Por qué no invertirlo en crear una cultura positiva del sexo, donde se celebre el placer y nos ayude a conectar con la naturaleza?».

    Varias instituciones públicas y ONG se oponen a este modo de acutar. Se preguntan hasta dónde es realmente activismo cruzar la línea de la exposición y venta sexual. «Todo lo hacemos nosotros, no somos un negocio», dice Leona, «sino una expresión contra la destrucción del medioambiente».

EL MUNDO: Ranking de los ‘delitos del odio’

SOCIEDAD Informe del Ministerio del Interior

  • La mayoría de los ataques se produce por la orientación sexual o por el origen étnico

  • El Ministerio del Interior cifra en 1.172 los ataques durante 2013

     

    ranking delitos de odio en españa

    El origen étnico o racial, el antisemitismo, la discapacidad, la religión, la orientación sexual, la exclusión social… Éstos son los principales motivos en España que despiertan conductas de odio y que pueden desembocar en delito.

    Estas acciones de odio se traducen en abusos y agresiones sexuales, lesiones, amenazas, hurtos, violaciones… y acaban en infracciones administrativas y civiles, faltas o delitos.

    El número de delitos de odio acontecidos en España durante el año 2013, asciende a 1.172. Así lo muestra un informe pionero, elaborado por el Ministerio del Interior y presentado esta última semana con el objetivo de identificar conductas discriminatorias y poder, así, diseñar una política real y efectiva contra la discriminación.

    Se trata del primer balance de personas discriminadas por cuestiones relacionadas con los delitos de odio. Actualmente, España está siendo pionera en la recopilación y publicación de este tipo de datos, incluyendo, en la medida de lo posible, el número de incidentes denunciados y registrados por las autoridades policiales.

    La cooperación entre los cuerpos de Seguridad del Estado ha sido la clave para su elaboración. Han colaborado en el informe la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía, los Mossos d’Esquadra, la Policía Foral de Navarra y las policías locales. En cuanto al procedimiento, se graba el tipo de hecho en cuestión y se especifica el ámbito o contexto delictivo en el cual se desarrolla la acción.

    Por ejemplo, un acoso en un campo de fútbol por motivos raciales con humillaciones será objeto de aplicación de la ley contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el deporte. Se impondrá una sanción administrativa a esta norma y se contabilizará como un delito de odio. Por último, se incluirá, en este caso, en el ámbito del racismo como motivo de la discriminación.

    Pocas denuncias

    Según la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA), entre el 60% y el 90% de las víctimas de delitos motivados por sentimientos de odio no denuncian su caso. Según indica este organismo, las víctimas «no denuncian porque creen que nada va a cambiar si lo hacen, y porque sucede tan a menudo, que piensan que de nada sirve».

    Por esa razón, una de las novedades que incluye este balance es que, aunque la víctima no sea capaz de identificarse como discriminada, lo puede hacer cualquier otra persona, incluido el agente de Policía o cualquier otro testigo, incluso aunque la víctima no esté de acuerdo.

    Los motivos más frecuentes en España que demuestran con acciones el sentimiento de odio son: la orientación sexual y la identidad de género (452 casos identificados en nuestro país); el origen étnico o racial (381); la discapacidad (290); la religión o las creencias (42); la situación de pobreza y la exclusión social (también conocida como aporofobia) (cuatro) y el antisemitismo (tres). En total, 1.172 incidentes en 2013 catalogados como delitos de odio, entre delitos, faltas e infracciones.

    Alrededor del 20% de los hechos producidos contra las personas con discapacidad están relacionados con los hurtos. Casi un 12% se identifican con abusos sexuales.

    En cuanto a las víctimas en situación de exclusión social o pobreza, se identifican como hechos producidos por el odio las expresiones y conductas de intolerancia referidas al odio, repugnancia u hostilidad ante la persona pobre, sin recursos o en desamparo.

    Los tipos de hechos delictivos relacionados con el odio son: abuso sexual (164 casos registrados en España); lesiones (149); amenazas (114); agresión sexual (91); actos racistas, xenófobos e intolerantes en el deporte (83);hurto (67); agresión sexual con penetración (64); vejaciones leves (58); exhibicionismo (32) y otros (350). El primer tipo penal, de abusos sexuales, está muy relacionado con los hechos cometidos contra la orientación o identidad sexual.

    Andalucía, Cataluña y Madrid poseen los valores más destacados, con 299, 188 y 136 casos respectivamente. Las comunidades que tienen menos de 10 casos de delitos de odio son Ceuta y Melilla (cuatro), La Rioja (dos), País Vasco (cuatro) y Cantabria (seis).

    El secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, explicó en el Senado que su objetivo es «identificar y perseguir cualquier tipo de delito de odio para diseñar una política de prevención de estas conductas discriminatorias».

EL MUNDO: El tiempo de eyaculación, una cuestión cultural

SEXUALIDAD Aspectos médicos y culturales

  • El tiempo de eyaculación estipulado ‘normal’ varía según países

  • Antes, ser eyaculador precoz era considerado un signo de virilidad

  • En España un 20% de los hombres tiene esta afección

Se estima que en España un 20% de los hombres tienen eyaculación precoz, es decir, eyaculan rápidamente, sin control alguno y produce problemas de gran impacto psicológico tanto en el hombre como en su pareja. Se trata de una disfunción sexual que afecta tanto a mayores y a jóvenes. Pero, ¿qué tiempo de eyaculación debe considerarse ‘normal’? ¿Cuándo estaríamos ante una disfunción sexual de este tipo? Este y otros aspectos relacionados con esta disfunción fueron expuestos recientemente en Programa Científico del III Foro Nacional de Salud Sexual celebrado recientemente en Santander. El tiempo de latencia intravaginal eyaculatorio (IELT) se define como el número de segundos/minutos entre la penetración vaginal y la eyaculación. Como se ha demostrado en diferentes estudios, este tiempo varía según el país, es decir, la duración ‘normal’ es diferente en función de donde se viva. Por ejemplo, según explica Antonio Fernández Lozano, urólogo y andrólogo de la Fundación Puigvert, en Turquía se considera normal unos 3,5 minutos, en España, 5,8 (aproximadamente lo mismo que en Francia o Italia), y en Inglaterra, 9. Según un estudio en el que fueron consultados miembros de la Society for Sex Therapy and Research de EEUU y de Canadá, en el que se les pidió que cuantificaran lo que es adecuado, deseable, muy corto o muy largo al hablar de tiempo de latencia intravaginal eyaculatoria, estos expertos etiquetaron los 4,91 minutos como tiempo ‘adecuado’, 8 minutos como el ‘deseable’, 1,25 minutos como un tiempo ‘muy corto’ y 19,96, como ‘muy largo’. Pero, ¿son aplicables los conceptos y criterios de terapeutas sexuales de dos países al resto de la humanidad? Los factores culturales, religiosos y sociales juegan un papel muy importante, no es lo mismo, por ejemplo, en países donde no se tiene en cuenta el disfrute sexual de la mujer. ¿Cuándo hablamos de EP? Teniendo en cuenta esta variabilidad intercultural, ¿hay un criterio común para la eyaculación precoz? En el Congreso de Salud Sexual celebrado en Lisboa en 2007, se estableció que “el 93% de las personas con esta disfunción eyacula antes de un minuto”, afirma Fernández Lozano. Al tiempo hay que unir la falta de control y la aparición de sentimientos como tensión, angustia y ansiedad en el varón y en su pareja. De hecho, “es una de las causas de hostilidad, insatisfacción y hasta de rupturas dentro de una pareja”, comenta. La prevalencia de este trastorno, según estudios nacionales e internacionales, se sitúa entre un 20-25% de la población masculina, lo que significa que “uno de cada cuatro o cinco hombres pueden tener alteraciones del control eyaculatorio en un momento determinado de su vida sexual”, mantiene Carlos San Martín, médico, sexólogo y coordinador del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA de Santander. Fundamentalmente, la eyaculación precoz es una conducta y, como tal, puede cambiarse. Para ello, existen tratamientos farmacológicos y terapias de tipo conductual. “Actualmente, la eyaculación precoz tiene solución a través de fármacos y consejo o terapia sexual, por lo que el paciente debe buscar la ayuda de su médico de atención primaria o del especialista en sexología o andrología”, sostiene San Martín, con lo que consultar problemas estos problemas es fundamental. “Se deben consultar estos problemas, pero también los médicos tenemos que preguntar por ellos, pues forman parte de nuestra salud y de nuestra calidad de vida”, añade Fernández Lozano. Antes, era un signo de virilidad Hace tan sólo unos años la eyaculación precoz no era considerada como una disfunción sexual, sino como un signo de virilidad. Sin embargo, a partir de los años 60 y 70, con los estudios de investigadores como Masters y Johnson entre otros y con la liberación sexual femenina, las cosas empezaron a cambiar porque la mujer empezó a ser dueña de su sexualidad y a disfrutar de la misma forma. Según cuenta Fernández Lozano, “antes la mujer era considerada un objeto de deseo sexual y no un sujeto sexual, por lo que hasta ese momento, eyacular de forma precoz era estimado como un signo viril, ya que sólo era el hombre quien ‘podía’ disfrutar del sexo”. El problema de la eyaculación precoz empezó a evidenciarse, sobre todo, con la aparición de los fármacos para tratar la disfunción eréctil. “A raíz de haber resuelto los problemas de erección, se empiezan a consultar otros problemas sexuales”, dice el experto. Así, la eyaculación precoz es hoy la segunda disfunción más frecuente en nuestro país, después de la disfunción eréctil. Sin embargo, “todavía se consulta poco, aunque cada vez se hace con más frecuencia, y no debemos olvidar que la salud sexual es algo clave”, comenta. Según un estudio realizado por este facultativo en 2004 sobre cuáles eran los factores más importantes de intervención en la satisfacción sexual, los hombres señalaron que lo más importante para ellos era “conseguir satisfacción”, mientras que las mujeres dijeron que “tener un juego preamatorio” era fundamental. El factor de “experimentar placer” fue considerado de forma parecida por hombres y mujeres, dando una puntuación de 8,9 y 8,1, respectivamente. De este modo, insisten ambos expertos, es fundamental tratar los problemas de salud sexual porque forman parte de la calidad de vida del individuo. “Es importante que la población masculina sepa reconocer con naturalidad la posibilidad de desarrollar a lo largo de su vida algún tipo de disfunción sexual y que busque ayuda médica lo antes posible, porque no suelen ser problemas que se resuelvan por sí solos”, concluye San Martín.

EL PAIS: Las familias españolas buscan vientres de alquiler ‘baratos’

Más de 800 parejas acuden cada año a clínicas en el extranjero para tener un bebé

familia homoparental

Pedro Fuentes (con su hijo Alonso encima) y su marido Javier González. / James Rajotte

“Son muchos años los que llevamos en este camino”, farfulla Iván. Él y su pareja Mirella, residentes en España, llevan 12 años intentando tener un hijo. En tratamientos de fertilidad fallidos en los que se han gastado unos 30.000 euros. Juntos acudieron este jueves en Barcelona a una conferencia sobre maternidad subrogada (lo que se conoce como vientre de alquiler) que ofreció un bufete. Cabizbaja, Mirella apenas alzaba la voz. “Es la última opción que nos queda”, confesó.

La práctica es ilegal en España. A falta de registros oficiales, el bufete, que posee una división especializada en gestación subrogada (Subrogalia), ha hecho su cómputo: al menos unas 800 parejas españolas alquilan un vientre en el extranjero cada año. “Hemos calculado a la baja. Creemos que puede aumentar hasta los 1.200”, apuntó su director, Diego Sánchez.

Otras empresas confirman que la cifra es razonable. “Nosotros atendemos a unas 60 personas al año, pero solo trabajamos con clínicas de EE UU”, explica Sara Altamirano, del despacho VAE (Vientre de Alquiler España). Los 800 casos de los que habla Subrogalia tienen su lógica, explica, porque ellos trabajan con clínicas de varios países. Lo mismo afirma una portavoz de Neovida, otro bufete que trabaja en EE UU.

Ucrania, México y Tailandia son los destinos más solicitados para alquilar un vientre, según la empresa que realizó el recuento. Los precios, que oscilan entre los 50.000 y los 200.000 euros, decantan la balanza en favor de uno u otro país. En Tailandia el proceso ronda los 45.000 euros, mientras que en Estados Unidos puede superar los 120.000. “México puede estar en torno a los 60.000 y Ucrania sobre los 50.000”, explicó ayer el responsable del área de familia del bufete, Jordi Amo.

Pedro Fuentes y su marido Jordi González tuvieron un hijo hace cuatro años mediante esta técnica. Lo hicieron en California y se gastaron 100.000 euros. Para ellos mereció la pena, pero Fuentes admite que el precio elimina esta opción para muchas parejas. Fuentes, que es ginecólogo, aboga por legislar en España. “Sabemos hacer las cosas bien. Mira la ley de trasplantes: funciona de maravilla y se ha imitado en todo el mundo. Cuando hay un caso de tráfico de órganos, saltan todas las alarmas. Por eso es deseable regularlo, desde un punto de vista ético, médico y legal”, afirma.

La variación de precios entre países tiene un componente controvertido. “El problema es que las agencias exportan el negocio al tercer mundo legal para maximizar los beneficios”, afirma Joan Cerdá, abogado de la Asociación Gestación Subrogada. “A estas empresas no les interesa una ley en España que lo regule y legalice”, afirma. “El único lugar que ofrece una seguridad jurídica y médica total a la madre gestante, a los padres y al niño es California; las empresas se limitan a exportar el drama a Ucrania o la India”. La asociación con la que trabaja ha redactado una proposición de ley que pretende presentar en el Congreso como una Iniciativa Legislativa Popular. No han realizado el trámite todavía, explica su secretaria Aurora González Ginto, para conseguir la mayor difusión posible antes de recoger firmas. La organización se constituyó hace un año y tiene 3.378 fans en Facebook. “Si no hubiera tanta demanda no existirían tantas agencias en España”, afirma González.

Al factor económico se le une la facilidad que ponen los distintos países a padres solteros u homosexuales. Aunque Ucrania es uno de los destinos más frecuentados, México está ganando protagonismo porque permite este servicio a ambos colectivos, algo que Ucrania prohíbe.

Para contratar a una madre subrogada, la pareja se desplaza al país seleccionado para que el hombre done su esperma y se realice la fecundación in vitro, ya sea con el óvulo de su pareja o el de una donante. La pareja puede volver a España hasta que nazca el niño. Cuando lo recojan, el padre deberá registrar al bebé como hijo suyo en el registro civil del consulado español de ese país. La madre contratante, por su parte, deberá tramitar la adopción una vez llegue a España y después de que la mujer que ha alquilado su vientre renuncie a la patria potestad del niño. En California, a los seis meses los padres de intención pueden inscribirse como progenitores, siempre que la madre gestante renuncie. El proceso se complica para gais o solteros.

Iván y Mirella han visto en la maternidad subrogada su última salida: ni contemplan la adopción, por “complicada, larga y costosa”. La pareja, que de seguir adelante alquilará un vientre en Ucrania, calcula que tendrá que gastarse otros 50.000 euros más. “Aunque hay dinero de por medio, es un procedimiento solidario porque nos ayudamos entre las dos partes y, lo mejor de todo, traemos una vida al mundo”, concluye.

Campaña de la Renta 2014: Gure zergetatik euro bat ere ez elizarentzat

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-No marques la casilla de la Iglesia. La financiación de la Iglesia se hace con los impuestos de toda la ciudadanía y no , cómo erróneamente se piensa, con los que marcan X en esta casilla.

-No marques la casilla de “otros fines sociales”. No es “una X solidaria”. Este dinero va directamente a organizaciones de la Iglesia o vinculadas a la iglesia, sin que la ciudadanía tenga ningún control. Es la administración la que tiene que cubrir las demandas sociales, y, en todo caso, subvencionar proyectos de organizaciones sociales, controlados, y que cubran una demanda determinada.

La separación de la Iglesia y el estado es necesaria en un estado de derecho y es un exponente de la salud democrática de la sociedad.

LAIKOTASUNA

EL MUNDO: Un tribunal francés rechaza que una lesbiana adopte al hijo de su pareja

INTERNACIONAL La sentencia será recurrida

Un tribunal francés rechazó por primera vez la adopción por parte de una lesbiana del hijo biológico de su mujer, que nació gracias a la reproducción asistida en Bélgica.

La ley francesa sobre el matrimonio homosexual, promulgada en mayo de 2013, permite la adopción de niños, pero no contempla que las parejas de lesbianas puedan acceder a las técnicas de reproducción asistida.

La sentencia del Tribunal de Gran Instancia de Versalles, publicada el 29 de abril y que va a ser recurrida, considera que ha habido un fraude a la ley francesa al ampararse en la legislación belga para eludir las normas francesas, que “impiden la adopción del niño ilegalmente concebido”.

La asociación Niños del Arco Iris ha expuesto en un comunicado este caso, que consideran como una prueba de “la desigualdad que persiste” entre los hijos de las parejas homosexuales y los de los heterosexuales.

Por su parte, la agrupación Homosexualidad y Socialismo consideró que la decisión del tribunal demuestra que las familias homoparentales están sometidas “a la voluntad arbitraria de los jueces”.

La mayoría de izquierdas, que fue la que promovió la ley sobre el matrimonio homosexual, no incluyó la procreación médica asistida en su promulgación, y dijo que lo regularía con otra ley sobre familia que estaba previsto que se aprobara el pasado marzo.

Sin embargo, en febrero el Gobierno anunció que retiraba el proyecto por la oposición que suscitaba, aunque no descartó volver a presentarlo en el futuro.

Tras la aprobación de la ley del matrimonio homosexual, algunos fiscales se habían pronunciado contra la adopción por parte de la cónyuge de la madre biológica de un niño nacido gracias a la reproducción médica asistida, aunque este caso es el primero en el que un juez lo impide.

PUBLICO: ¿Por qué a nadie le gusta Femen?

Sonia Núñez Puente

Profesora del Máster en Comunicación, Cultura y Ciudadanía Digitales y coordina el Seminario de Estudios de Identidad y Género de la Universidad Rey Juan Carlos

Los cuerpos como lugares de poder e identidad no constituyen ni persiguen una identidad, o una imagen, que sólo pueda entenderse como única, sino, más bien al contrario, buscan la pluralidad de identidades e imágenes. Esta afirmación que, por obvia, puede parecer trivial cobra un nuevo significado cuando nos aproximamos a las prácticas activistas de Femen.

Beatriz Gimeno, activista en favor de los derechos LGBT, nos dice que Femen no despierta simpatía dentro del feminismo y que fuera de él casi nadie las toma en serio. La imposición de un modelo normativo de identidad y, por tanto, de una serie de imágenes aceptadas del cuerpo femenino, puede tener mucho que ver con la incomprensión del activismo que Femen ha venido desarrollando de manera transnacional y transcultural.

La pregunta que las acciones de Femen plantean se refiere esencialmente a si todavía existe la necesidad de definir una alternativa política a un tipo de poder tan impreciso como totalizador. El poder genera un modelo que se asienta en un imaginario corporal del que se ha visto excluido el cuerpo político de la mujer. Quizá el poder político de la imaginería del activismo de Femen resida en el modelo político de lo monstruoso, entendido como aquello que no resulta comprensible en el discurso dominante.

Si el cuerpo desnudo de la mujer es sometido a un proceso continuo en el que el cuerpo se transforma en un objeto en casi todos los discursos, cabe indagar acerca de cuál es la razón por la que el uso político del cuerpo desnudo por parte de las activistas de Femen causa rechazo o es considerado, en el mejor de los casos, inapropiado. Y ello porque el cuerpo que se observa como un objeto dispuesto para ser consumido en el discurso hegemónico, no tiene la capacidad, sin embargo, de erigirse como sujeto político. Pensemos, por ejemplo, en la imagen del cuerpo femenino semidesnudo en casi cualquier portada de casi cualquier revista de gran consumo y comparémosla con la imagen semidesnuda y desafiante de Inna Shevchenko, la líder del movimiento Femen. Se trata de la misma imagen corporal con usos muy diferentes. La monstruosidad del cuerpo desnudo de las activistas de Femen responde a la imposibilidad de que el cuerpo femenino sexualizado pueda ser un actor político en la esfera de lo público.

Si el cuerpo es la encarnación de una manera de hacer y de reproducir situaciones históricas, el cuerpo desnudo de las activistas de Femen resulta un intento de desestabilizar la construcción de una identidad corporal unitaria y de buscar consecuentemente un espacio de aparición para un tipo de cuerpos que parecen haber sido excluidos del espacio público.

El espacio de aparición, es decir, quién y cómo pueden aparecer en el espacio público para realizar demandas políticas, determina la dimensión política del sujeto y está definido por la propia política de género dependiente, a su vez, de una distinción entre la esfera pública y la esfera privada. El cuerpo en la esfera pública es masculino y racional. El cuerpo de la esfera privada es, en cambio, femenino y prepolítico. Y ahí radica el extrañamiento que provoca Femen. A nadie le gusta Femen porque la emancipación de la identidad impuesta que el activismo corporal propone está fuera del espacio de lo público.

El cuerpo desnudo de la mujer no está en el espacio público y, lo que es más, se encuentra privado de realidad. Nos topamos así con la imagen fantasmática, esto es, ausente, del cuerpo político de la mujer. Y pudiera ser que, para dotarlo de realidad, la política monstruosa de Femen sea oportuna. Femen, aunque, o precisamente, porque no le gusta a nadie, contribuye a construir políticamente el género no como lo que somos, sino como lo que hacemos, más allá de cualquier fijación histórica, dotando al cuerpo desnudo, a la sexualidad misma del cuerpo político, de una realidad tangible en el espacio público.