“Ya está, ya no volverán a llamarme otra vez Luken”
Un juzgado de Tolosa autoriza el cambio de nombre a una niña transexual de 5 años
DONOSTIA – Lucía cumplió 5 años el pasado 20 de diciembre, pero su regalo llegó con antelación el 28 de octubre de 2015, cuando un Juzgado de Tolosa le autorizó cambiar su nombre original de Luken por el de Lucía por motivos de transexualidad, convirtiéndose en la primera menor guipuzcoana en lograrlo y la más joven de todo el Estado. “Ella no sabía nada, tampoco sus hermanos, pero cuando se lo dijimos, se echó a llorar y dijo: Ya está, ya no volverán a llamarme otra vez Luken”, recuerda su madre, Abi Labaien.
Para entonces, la pequeña llevaba ya un año viviendo con normalidad bajo el nombre que se correspondía con su verdadera identidad sexual. En la escuela de Asteasu, donde vive la familia, el médico, sus amigos y su familia, todos se dirigían a ella como Lucía, pero todavía había situaciones que escapaban a su control. Por ejemplo, el nombre que aparecía en las recetas, lo que le producía “intranquilidad, a ella y a sus hermanos que no lo terminaban de entender”.
La familia “no tenía intención” de dar el paso para cambiar el nombre del registro civil, ya que Lucía se mostraba satisfecha con el hecho de que se le hubieran adecuado en el perchero de la escuela. Pero, quizá, no era suficiente. “Un amigo nos preguntó qué pasaría en un aeropuerto cuando Lucía apareciera vestida de mujer pero en su carné tuviera la foto de un chico de cuatro años llamado Luken…; y eso nos hizo reflexionar”, recuerda su madre.
Así, decidieron dar el paso el 24 de septiembre sin decir nada a Lucía ni a sus hermanos Bingent, de 7 años; Karan, de 6, y Kerman, de 3. “Al principio, la Fiscalía nos dio una negativa. Nos decía que estaba abierto a estudiar el caso cuando tuviera más edad, pero la resolución pasó a la jueza y estimó que Lucía solo podía desarrollarse en un entorno seguro con su nuevo nombre”, explica Labaien.
Los 15 días que la Fiscalía tenía de plazo para recurrir el auto judicial fueron “eternos” para esta familia asteasuarra, aunque, finalmente, lograron su visto bueno. “Cuando se echó a llorar, ves que sí que le estaba causando cierto sufrimiento, aunque no le afectara en su día a día”, rememora emocionada su madre.
Lucía tuvo que esperar todavía un tiempo para tener en sus manos el nuevo DNI. El 30 de diciembre fue a renovarlo, pero como se trataba de un cambio de nombre, el documento no se expide en el momento, sino que tiene que pasar antes por Madrid. Ya en su manos, cuando la funcionaria le preguntó si quería mantener el antiguo DNI, Lucía respondió rotundamente que no. “Yo lo quería guardar, no sé por qué, pero fue con su padre y como dijo que no, pues allí mismo lo rompieron”, explica Labaien.
EL PROCESO DE CAMBIO Lucía nació con genitales masculinos, pero como detallan sus padres, desde pequeña solía usar cosas de niñas. Al principio, creían que era “un juego”, pero poco a poco Lucía fue expresando de un modo u otro su identidad sexual. “Fue paulatino, pero con tres años y medio comenzó a hablar en castellano para referirse a ella en femenino”, relata su madre. A partir de ahí, decidieron acudir a la Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis, donde obtuvieron mucha información que les sirvió de guía para actuar. “Parece ser que la identidad sexual está establecida entre los 2 y los 5 años de edad y no siempre se adecua con los genitales”, reflexiona. Fue entonces cuando a Lucía le surgió una pregunta. “¿Puedo ser una niña con pene?”. A los primeros silencios ante la sorpresa y el no saber qué hacer, le siguieron una respuesta afirmativa y, poco a poco, se fue reafirmando en su identidad. Así, las Navidades de 2014, su hermano mayor le propuso el nombre de Lucía cuando hacían una tormenta de ideas sobre cómo podía llamarse y a ella “le encantó”. Pero ese mismo día, 15 minutos después, su madre trató de comprobar si realmente ese iba a ser el apelativo que debían usar a partir de entonces, pero Lucía respondió: “Bueno, mejor no, que soy una niña con pene”.
Sin embargo, un mes después sorprendió a sus padres cuando les pidió un favor al que no se pudieron negar. “Quiero que vayáis a la escuela y pidáis que me llamen Lucía, que ya estoy preparada para hacer frente a todas las burlas”, repite Labaien las palabras que pronunció en euskera Lucía. “Qué potente tiene que ser el sentimiento para ir a por ello de esa manera, esa es la fuerza que transmite Lucía a todo aquel que está a su alrededor”, admite su madre orgullosa.
Pero la lucha de estos padres no ha terminado. “Sí, en su DNI pone que es Lucía, pero el género sigue siendo masculino”, lamenta Labaien. Tanto los padres de Lucía como la Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis reclaman al Estado un cambio regulativo en esta materia.