La ex soldado Manning cuenta su transición de hombre a mujer desde la prisión donde cumple condena
EEUU Entrevista en Cosmopolitan
- “Me encantaba estar en la habitación de mi hermana, jugaba con su ropa y sus muñecas”
- “Siempre había sabido que era ‘diferente’, aunque no lo entendí hasta que me hice mayor”
- De estatura baja y complexión débil, los niños se metían con ella llamándola “marica”
- “Por el día estoy bien, pero por la noche, cuando estoy en mi celda, me vengo abajo”
- Podría haber vivido de otra manera de haberse sentido “más confiada en mi misma”
Por primera vez, la ex soldado de EEUU Chelsea Manning, antes conocida como Bradley Manning, relata en una entrevista por correo a la revista ‘Cosmpolitan’ cómo filtró documentos militares y diplomáticos a WikiLeaks, su vida en la prisión en la que cumple unacondena de 35 años por ello y su lucha por el reconocimiento de su condición sexual.
Manning creció en una zona rural de Oklahoma y, según relata, encontró un oasis en la habitación de su hermana. “Me encantaba estar en la habitación de mi hermana. Realmente la admiraba y me ponía su ropa para jugar, también jugaba con sus muñecas y con su maquillaje“, comenta. “Allí había un espejo preparado para ver lo que se vería con una iluminación diferente. Pensé que era increíble”, añade Manning.
La ex soldado saltó a la fama en el año 2010 tras filtrar cientos de miles de documentos militares clasificados a WikiLeaks. En aquel momento lo justificó como un deber para dar a conocer el coste humano de la guerra. En agosto de 2013, Manning fue condenado a 35 años en una prisión militar . Después de la sentencia, Manning acaparó titulares aún más sensacionales anunciando que su verdadero yo era Chelsea Manning.
En la prisión consiguió un cambio de nombre legal y solicitó tratamiento para la disforia de género, el término médico para las personas que se identifican con un género diferente al que tenían al nacer, que le había sido diagnosticada por los doctores. Después de un año sin la atención médica que requiere la disforia, que incluye una terapia hormonal y el arreglo personal femenino, Manning y laUnión Americana de Libertades Civiles demandaron a los militares de la prisión de Fort Leavenworth, en Kansas, donde cumple condena.
La reclusa, de 27 años, dice que su búsqueda de la atención médica que requiere ha sido angustiante porque se siente “como una broma” para los funcionarios militares. Aunque es optimista sobre el progreso que ha logrado, expresa que es “doloroso e incómodo”que no le permitan dejarse el pelo largo. “Me siento presionada”, dice. “Por el día estoy bien, pero por la noche, cuando estoy en mi habitación, me vengo abajo”, añade.
Un infancia difícil
“Pasé mucho tiempo negando la idea de que podía ser gay o trans. Desde los 14 a los 16 años, estaba convencida de que estaba pasando por ‘fases'”, dice a ‘Cosmopolitan’. “Siempre había sabido que era ‘diferente’, aunque realmente no entendí todo hasta que me hice mayor”, añade. “Pero siempre tuve el presentimiento de que algo estaba equivocado. Nunca supe cómo hablar de ello. Sólo recuerdo haberme sentido aterrorizada de lo que pasaría si alguien se enteraba. Era una sensación de soledad”.
Su vida en el colegio no fue fácil, como ella misma relata. De estatura baja y complexión débil, los niños se metían con ella llamándola “niño afeminado” y “marica”. Según relata, el consejo de su padre era “dar un puñetazo en la cara” a los matones que se burlaban de ella, lo que le supuso “muchas peleas en la escuela”.
Tras hundirse el matrimonio de sus padres, se trasladó a Gales con su madre. Allí, encontró nuevos amigos con los que comenzó a salir, pero pronto empezó a recibir burlas de los que “creía amigos” y acabó repitiendo curso. En 2005 regresó a Oklahoma donde vivió con su padre y más tarde se mudó a casa de una tía cerca deWashington y se enroló en el Montgomery College.
Según relata, los pensamientos de vivir como una mujer se incrementaban pero su “agenda era muy apretada y los terapeutas demasiado caros”. “A pesar de que empecé a ver a un psicólogo con la intención específica de explorar mi identidad trans, me entró el pánico y nunca hable el tema con él. Comencé a consumir gran cantidad de refrescos y cigarrillos, y usaba Internet como vía de escape“, explica.
Entonces comenzó a sopesar su entrada en el ejercito, también animado por su padre. “Yo estaba siguiendo la cobertura de la guerra de Irak y empecé a preguntarme si podía ayudar. Efectivamente, me alisté”, cuenta Manning.
Irak, punto de inflexión
En el Ejército tampoco lo pasó bien ya que no “estaba físicamente preparada” y tuvo algún que otro incidente como cuando su sargento rebuscó en sus pertenecidas y encontró un teléfono móvil rosa. Finalmente Manning se convirtió en un analista de Inteligencia del Ejército en Nueva York y se preparó para ser enviado a Irak. Entró en una fase más feliz, comenzando una relación con un estudiante de la Universidad de Brandeis. “Me enamoré de él. No era mi primera relación, pero fue sin duda la más importante”, dice ella.
La experiencia en Irak “me hizo estar absolutamente segura de lo que soy”, dice. “Tratar con correos electrónicos, notas e informes de personas que mueren a mi alrededor todos los días me hizo darme cuenta de lo corta y preciosa que es nuestra vida. Así que, ¿qué mejor día para empezar a ser yo misma que hoy, ¿no? Cuando me fui de permiso en enero de 2010, me vestía como una mujer en público. No habría sido capaz de hacer eso antes”, comenta.
Aunque Manning se negó a responder preguntas acerca de la fuga masiva de documentos, sí explicó que hasta que no llegó a Irak no empezó a “cuestionar la moralidad” de lo que se estaba produciendo. Ahora cumple 35 años de condena en una prisión militar donde recibe miles de cartas de transexuales de todo el mundo. “Me halaga que sientan que les he inspirado de alguna manera. Pero, sinceramente, creo que es al revés, ellos me inspiran más de lo que pueden imaginarse”, explica.
Su estado actual no es lo que había deseado para su futuro cuando era niño, ya que se veía “en los negocios o la política, como un CEO de una gran empresa, un senador de Estados Unidos, un astronauta o un oficial militar”. Lo que sí tiene claro es que podría haber llevado su vida de otra manera de haberse “sentido más cómoda y confiada en mi misma, y no aterrorizada del mundo” que la rodeaba.