La ‘ruina’ de Jimena y Shaza
- “No tenemos ni un duro. Me está costando la vida encontrar trabajo”, explica la malagueña
- Mohamed Ismail: “Jimena ha manipulado a mi hija Shaza”
- Jimena Rico: el ‘no sin mi novia’ de la maestra coctelera de Torrox
Su historia de amor imposible conmovió a España entera. Las dos jóvenes que huyeron de Dubái por las amenazas del padre musulmán de una de ellas se convirtieron en iconos del movimiento LGTB. En todo un símbolo de la lucha contra la represión islámica que llegó incluso hasta las páginas de The New York Times. Las televisiones retransmitieron su odisea por las ásperas cárceles turcas, donde llegaron a ser acusadas de terrorismo y a vivir un auténtico calvario. Insultos, vejaciones, amenazas… El Gobierno español puso toda la carne en el asador para sacarlas del atolladero otomano y permitir que su romántico idilio continuase en nuestro país. Finalmente Jimena (28 años) y Shaza (21) llegaron sanas y salvas a Torrox (Málaga) el pasado 30 de abril como si fuesen estrellas de rock. Pronto comenzó su tour mediático. No había prácticamente espacio televisivo que no pisasen. Eran reclamadas. Se sentían queridas. Incluso Juan Carlos Ferrero, el dueño del exclusivo club de playa de Marbella Funky Buddha Beach, contrató a Jimena tras verla pidiendo empleo en un plató. Pero no todo tiene tintes de cuento feliz. La realidad es que ahora la pareja vive una situación complicada porque no tiene “ni un duro”, relataba Jimena el pasado jueves a Crónica.
“Estoy buscando trabajo, seguro que me sale algo. Vivimos en la casa de mis padres que son los que nos mantienen”, comentaba la malagueña, de familia humilde, y que ahora pasa sus días al sol en la tranquila localidad de Torrox. Shaza tampoco puede colaborar en la economía de la pareja pues aún no tiene papeles para trabajar. Su petición de asilo a España todavía está en curso y ha tenido dos entrevistas en Madrid en una oficina del Ministerio del Interior para acelerar su situación. El funcionario le pidió que probase que efectivamente su padre le había amenazado por su condición sexual (le llegó a recomendar ir al psicólogo y su madre le amenazó con suicidarse). “Le pidió pruebas como whatsapps con las amenazas del padre o la imagen de la caja fuerte donde guardó el pasaporte de ambas para que no saliesen de Dubái. Soy optimista y creo que el Gobierno va a atender su petición de asilo en un proceso que se puede demorar seis meses”, señala su abogado, Borja Fernández, del prestigioso despacho Fuster Fabra, que ha renunciado a sus honorarios para defenderlas.
Jimena y Shaza sólo han cobrado por ahora 5.000 euros brutos por salir en una publicación, dinero que la malagueña destinó en su mayor parte a amueblar una casa en Marbella. El propietario del club que la contrató como coctelera les había facilitado gratuitamente un dúplex de su propiedad en una de las zonas más exclusivas del municipio, a diez minutos en coche del establecimiento. Estuvieron allí varias semanas, pero al no tener Jimena modo de transporte para ir a trabajar se buscaron un alojamiento más cercano al negocio.
Muebles para la casa
Jimena le pidió al dueño de su nuevo piso que le “acondicionase” mejor el inmueble. Se negó, según ella, porque era árabe y no quería que viviesen allí al tratarse de lesbianas. “Él no quería que estuviesen allí, no estaba cómodo, y no les facilitó las cosas”, cuenta una persona cercana al arrendador. Buscaron otros sitios, pero los precios estaban por las nubes. Además, los bolos televisivos de la pareja en Madrid hacían imposible que Jimena pudiese trabajar full time en el club de playa. Desde Funky Buddha Beach aseguran que estaban encantados de contar con Jimena pero que sus continuos viajes a Madrid hacían imposible que pudiese trabajar allí dado que necesitan dedicación plena. Ellas sólo tienen palabras de agradecimiento a Juan Carlos Ferrero, al que consideran su “padre adoptivo”. Las chicas volvieron a Torrox y Jimena buscó empleo, pero al haber comenzado la temporada fue imposible. “Me está costando la vida encontrar trabajo porque todos los locales ya tienen a su gente“, decía el jueves.
Jimena se encuentra buscando “curro” en discotecas de Madrid para mudarse en septiembre junto a Shaza. Ambas jóvenes se han unido más que nunca en la adversidad y mantienen su amor intacto. El padre de la chica egipcia ha dejado de amenazar a su hija y no ha podido venir a nuestro país en su busca ya que no ha conseguido visado. Ahora tiene otro fuego en casa: otra de sus hijas está amenazando con fugarse a España con su hermana Shaza, que huyó de Dubái harta de tener que esconder su homosexualidad en un emirato que castiga con penas de prisión esa condición.
El único balón de oxígeno que tienen las jóvenes es un proyecto de telefilme que esperan que fructifique. Las veinteañeras han cedido a una productora los derechos de una historia de amor que comenzó en Tinder. Y de rebote. En 2016, la empresa donde estaba Jimena en Londres la envió a un elitista restaurante de Dubái a servir los cócteles con los que había maravillado al público londinense. Una vez regresó a la capital inglesa, abrió la app y las primeras mujeres que le salieron eran de Dubái. Comenzaron a chatear durante varias semanas y en junio de 2016 Jimena puso rumbo al emirato. Se enamoraron a primera vista. Y comenzaron a vivir su affaire a escondidas. Teniendo relaciones en la casa de los padres de Shaza mientras éstos hablaban para casarla con el hijo de un hombre rico. Las separaba una pared.
Jimena tuvo que volver a Inglaterra y Shaza se inventó un viaje a Londres con su universidad. Allí decidió que no quería regresar a Dubái y le mandó un whatsapp a su madre reconociéndole su homosexualidad. El padre le pidió que volviese a Dubái pero era una trampa. Jimena decidió acompañarle y allí el padre las quiso retener guardándoles los pasaportes en una caja fuerte. Ahí empieza la gran huida que las llevó a Georgia, con el padre de Shaza presentándose en el aeropuerto de Tiflis para impedir que su hija se fuese a Londres. Rompió el pasaporte de Shaza, pero pudieron escaparse. Viajaron en bus hasta Estambul donde fueron encarceladas acusadas de terrorismo hasta que el Ejecutivo español consiguió la liberación de Jimena. Ésta le dijo al cónsul que no se iba sin Shaza y consiguió que el Gobierno arreglase la salida de una chica egipcia. Llegaron exultantes a España, pero ahora rezan para que Jimena pueda encontrar un empleo pronto. El viernes, a punto de cerrar esta edición, Jimena aseguraba que una persona le acababa de ofrecer un trabajo en su tierra como niñera. A doce euros la hora. Pero su objetivo es Madrid.