‘Homosexuales no caso pero voy a las bodas de mis ediles gays’
Javier León de la Riva ha aprendido a contar hasta diez con 69 años. «Mi mujer me ha aconsejado que piense antes de hablar y ya llevo una temporada larga sin meter la pata», maúlla mohíno limándose las garras de rey del Pisuerga.
Hace casi dos décadas que León de la Riva es alcalde de Valladolid. Sus detractores siempre cuentan que entró en política a través de un singular recoveco: el doctor León era el ginecólogo de Ana Botella. «Uno de los últimos partos que asistí fue el de Alonsito en 1988 pero hacía ya un año que era consejero de Bienestar Social con Aznar». ¡Vaya cambio! «Al principio me costó dejar la ginecología. Una tarde, uno de mis hijos me dijo. ‘Pero si eras médico, tenías mejor sueldo y estabas más en casa, ¿por qué no mandas a la mierda al señor Aznar?’».
Desde entonces, Javier León comenzó a acumular cargos y, según él, sambenitos. De alcalde de Valladolid pasó a machista lenguaraz. En 2010 pensó en alto sobre Leire Pajín, entonces ministra de Sanidad del Gobierno Zapatero: «Cada vez que le veo la cara y esos morritos…». Los guardianes de la corrección política no le perdonaron su sentencia de bar de carretera. «Intenté hablar con Pajín para pedirle perdón pero no se me puso al teléfono. Luego le mandé una carta. Por lo menos, hizo acuse de recibo». Le llamaron de todo. ¿Se arrepiente? «La verdad es que sí. Estoy en contra de las cuotas pero eso no es ser machista. En mi junta de Gobierno hay cuatro mujeres y tres hombres». Entonces, ¿es feminista? «¡Desde luego que no! No hay que reconocer a la mujer ni por encima ni por debajo del hombre. Simplemente, somos distintos». ¿Ha visto el vídeo de su paisana Soraya Sáenz de Santamaría bailando la rumba? El político hace caso a su mujer: uno, dos, tres, cuatro, cinco… «No sería capaz de juzgar ese baile. Puedo decirte que este Ribera (dice señalando un lienzo de su despacho) es bueno, pero si me pones un Canogar… pues no tengo ni idea».
Todas las encuestas apuntan a que León de la Riva volverá a ser alcalde durante otros cuatro años más. Aunque eso ya no depende solo de los votantes vallisoletanos. En los próximos días, una juez podría inhabilitarle por no haber derribado unos áticos que se habían construido ilegalmente en el edificio en el que tiene su casa. «No es cierto que me hiciera un dúplex. Yo tengo un ático en el séptimo. Y encima había unas carboneras que la constructora transformó en otros dos pisos. A mí, de hecho, no me venía bien porque antes, en mi terraza yo podía salir a tomar el sol en pelotas y ahora…».
León se revuelve para no hablar de la magistrada -«aún no»- pero cree que se trata de un proceso político para evitar que el PP vuelva a ganar. «Hay casi 3.000 sentencias al año que no se cumplen pero al único que le ha llevado a un juicio penal es a mí. Molesta mucho que la derecha gane en una ciudad que pese a lo de fachadolid, siempre ha sido de izquierdas». ¿Y si le inhabilitan? «No tengo preparado nada. Supongo que me caeré de la lista».
El alcalde admite que éstas serán unas elecciones difíciles. No sólo por la «vergüenza» que puede dar reconocer que se vota al PP de Bárcenas sino por el efecto Rajoy, definitivo para la derrota del partido en las recientes elecciones andaluzas. «Le han dado las patadas al PP en el culo de Juanma Moreno». ¿Y pactará con Ciudadanos? «No sé lo que sacarán porque en Valladolid no se presenta Albert Rivera».
León de la Riva se impacienta confinado en su despacho. Aún tiene que retocar el programa sin descuidar sus obligaciones. «Caso a casi todas las parejas que puedo. Incluso arreglé este salón», dice abriendo una puerta. «Siempre recito unos versos de Jalil Gibrán:(…) ‘Hasta las cuerdas de un laúd están separadas, aunque vibren con la misma música’». Se sabe el poema de memoria. El alcalde de Valladolid no celebra matrimonios homosexuales. «Eso no significa que sea homófobo. En mi equipo hay gays declarados. ¡Incluso he ido a sus bodas! Soy católico, no meapilas, y desde que la humanidad es humanidad el matrimonio siempre ha sido entre un hombre y una mujer ya sea por el rito gitano, civil o religioso».
El León lo es también en su hogar. «Una vez, ya alcalde, me encontré con uno de mis hijos que volvía a las siete de la mañana. Le pregunté qué podía estar abierto a esa hora. Él me contestó: “¡No te jode! ¡A ti te lo voy a decir para que lo cierres!».
Si cuenta hasta diez, el alcalde de Valladolid no es tan fiero como lo pinta Leire Pajín. Cuando sus hijos eran pequeños adoptó un cachorro de león ajeno. «Estaba en un zoo y la madre le había repudiado. Lo tuve hasta que cumplió un año y era ya demasiado grande para tenerlo en casa. Después llegó una hiena».
¿Qué le parecen las nuevas formas de hacer política? «Ya se habla de la guapocracia por cómo son físicamente Pedro Sánchez, Garzón, el Coletas [Pablo Iglesias] y Rivera. De hombres no entiendo mucho pero yo por guapo, no ganaría».
Tiempo más superficial. «Desafortunadamente. Creo que en el sistema español hay que abrir puertas y ventanas y tener listas abiertas. Pero cuando le he dicho en mi partido he tenido poco éxito».
La última vez que Alfonso Guerra estuvo en Valladolid dijo que el León había perdido los dientes. «La verdad es que él ha sido de los políticos más inteligentes que hemos tenido. Tenía cierto ingenio. Nunca olvidaré cuando dijo que Soledad Becerril se parecía aCarlos II vestido de Mariquita Pérez», dice el alcalde sin pensar que él pronunció una frase similar: «Carmen Chacón es como la señorita Pepis vestida de soldado».
«La verdad es que ha bajado mucho el nivel de los políticos».