Abel Azcona: “Considero que el arte es una herramienta de provocación”

Vivió dos años con escolta por amenazas de Al Qaeda tras comerse un Corán. Ahora son cristianos quienes le exigen responsabilidades por supuesta blasfemia

Abel Azcona

Abel Azcona.

BILBAO- ¿En qué punto está el proceso judicial contra usted?

-Quiero que el juez se pronuncie para ver si finalmente hay juicio o si se archiva. Ellos se han encargado de retrasar todo presentando pruebas absurdas: el testimonio de un catequista que tuve de pequeño y de una directora de mi colegio para demostrar que yo tenía conocimiento de que las hostias eran Dios. No sé qué va a pasar. Creemos que lo lógico es que se archive.

¿Es el episodio más grave que ha tenido con la justicia por su arte?

-Tal vez este sea el caso más vistoso porque he tenido que ir al juzgado. Pero he tenido otros episodios bastante complicados, porque he llevado escolta durante dos años por amenazas de muerte de Al Qaeda. Eso es más complicado que esto. También he tenido detenciones en la calle. Considero que el arte es una herramienta de provocación y que nunca rozo los límites legales. Pero en estos días hay una subjetividad, como con la blasfemia, que te hacen estar a un límite de hace 20 años.

¿Qué quería expresar con esa obra en concreto?

-Es un obra fácil de entender. Yo he sufrido experiencias muy malas dentro de la Iglesia. Después de una situación muy difícil me adoptó una familia vinculada con el Opus Dei y lo viví muy malamente. Decido hacer obras con mis sentimientos y denunciando situaciones reales. En este caso hubo una investigación inicial en la que 242 personas que han tenido abusos sexuales relacionados con la Iglesia cuentan su experiencia y participan en un proyecto fotográfico. Decido hacer una experiencia vital, que es volver a esas iglesias a las que yo había ido. En lugar de comulgar, me guardo la hostia. Con esas hostias escribo pederastia en el suelo.

¿Comprende que esa obra puede ir contra los sentimientos religiosos de terceros?

-Al juez le digo que mi obra tiene un guiño de provocación. Soy consciente. Pero provocar no significa herir. Provocar significa crear una reacción en el espectador. En un estado no se puede dotar a una constitución de términos tan subjetivos como el poder divino o la blasfemia. Creo que son cosas de otra época. Pienso que las puedo tocar para provocar una reacción y un debate social sobre lo que es la pederastia. Si no hubiese tocado estos símbolos de esta forma, no habría esa reacción. Mis piezas son pequeños detonantes que crean debates. En otro proyecto me comí un Corán.

¿Dónde cree que debe estar el límite de la libertad de expresión?

-El arte no tiene que tener ningún límite. Se dice que el límite de la libertad de expresión está en el momento que genera violencia.