Rajoy con Celine Dion y Soraya con Camela
Javier Maroto estuvo acompañado el día más feliz de su vida por toda la cúpula del Partido Popular
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, es a estas horas todo un experto en iconografía gay. Al líder nacional del PP, así como a su esposa, Elvira Fernández, y al resto de los 270 invitados de la boda de Javier Maroto y José Manuel Rodríguez, les recibió musicalmente Conchita Wurst -la mujer barbuda que arrasó en Eurovisión hace dos años- y cenó con Celine Dion, a escasa distancia de Raphael, Miguel Gallardo, Nana Mouskouri o Massiel.
Los contrayentes, seguidores acérrimos del macrofestival en el que la madrileña triunfó con su ‘La la la’, distribuyeron a sus familiares, amigos y compañeros de partido en mesas redondas que bautizaron con participantes en el histórico certamen continental. Así, para el máximo responsable del Ejecutivo madrileño, la pareja eligió la dedicada a Celine Dion; para la ‘número dos’ de su gabinete, Soraya Sáenz de Santamaría, la de Camela; o para la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, la de Olivia Newton-John. La misma que le tocó a la presidenta del PP vasco.
Enfundada en un favorecedor vestido de color magenta, Arantza Quiroga y su marido fueron los últimos en recorrer el parking del hotel-restaurante El Caserón, situado en el Alto de Armentia, a las afueras de la capital vasca, donde se festejó el enlace civil. El desfile de invitados, que accedieron directamente a las carpas instaladas en el jardín del complejo, comenzó hacia las siete y media de la tarde. A juzgar por la variedad de modelos que se vieron, la pareja no decretó ningún ‘dress code’. Así, ellos lucieron mayormente trajes, camisas blancas -y, eso sí, muchas barbas pobladas de inspiración ‘hipster’-, si bien una minoría se unió a los novios para vestir chaqué. Entre ellos no se encontraba el prestigioso diseñador Lorenzo Caprile, una aguja muy conocida para la Casa Real, quien se decantó por un provocador look ‘todo rosa’ a juego con una amplia sonrisa. “Estoy muy feliz y contento de estar aquí. Y por muchos motivos”, apostilló a su llegada. Al igual que el modisto, Rajoy también rehuyó la chaqueta de pingüino para lucir un traje gris marengo y dos “buenas tardes” con los que cortó de cuajo cualquier pregunta incómoda de los cerca de cuarenta cámaras y periodistas que estaban allí apostados.
Gildas, solomillo y chocolate
Ellas, por su parte, prescindieron de los tocados, a excepción de la parlamentaria conservadora Carmen López de Ocáriz, y los mismo se vistieron de largo que de corto. Predominaron, eso sí, los hombros al descubierto en una noche de desapacible temperatura otoñal.
Una vez todos dentro, Maroto y Rodríguez reeditaron una unión que habían legalizado a primera hora de la mañana en el despacho municipal del ex alcalde de Vitoria. La ‘reboda’, plagada de cariñoso discursos de sus amigos en la que la palabra matrimonio sonó varias veces, aplausos de los asistentes y la intervención de una cantante lírica, se prolongó una hora hasta que llegó el “por supuesto que sí quiero” del interventor del Ayuntamiento de Durango a Maroto.
Sencillos centros de paniculata y velas blancas decoraron un convite que empezó con un cóctel a base de jamón, queso y gildas, y continuó con una ensalada de gambas y fruta con vinagreta de yogur, solomillo con foie y, de postre, una degustación de dos tartas de chocolate y frutas y mucho baile. Los éxitos de Eurovisión aún resuenan en la cabeza del presidente Rajoy.