PUBLICO: El obispo de San Sebastián asegura que defender el derecho al aborto “es machista”

José Ignacio Munilla también dice que “la imagen de la mujer como defensora de su derecho a abortar no responde a la realidad”

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El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla. EFE

Para el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, “la imagen de la mujer como defensora de su derecho a abortar no responde a la realidad”, sino que “detrás hay un planteamiento machista”. En una entrevista concedida a Radio Euskadi, ha defendido que la reforma de la Ley del Aborto planteada por el Ministerio de Justicia es “una oportunidad” porque, “por primera vez en muchos años”, se plantea “en la dirección de la defensa de la vida”.

A su entender, la mayoría de las mujeres que abortan lo hacen “a veces desde las presiones de su pareja, desde la presión de una sociedad que no les da alternativas, que no apoya la maternidad, desde el riesgo de perder el trabajo”.

Este obispo, que ya fue criticado por asociaciones LGTB de ser homófobo y “apologeta del odio”, considera de esta forma que “la altura ética de una sociedad se mide por cómo se comporta con los más débiles y, sin duda, los más débiles son los no nacidos”, ha resaltado. En esta línea, ha indicado que, si bien “hay sentencias del Constitucional que reconocen el derecho a la vida”, pero “luego por la vía de los hechos consumados hay continuas violaciones de la ley que hacen que eso sea un coladero y que en la práctica haya un aborto libre“.

Ha insistido en que “la vida es un derecho prepolítico” y defenderlo “no es de izquierdas, de derechas o de centro”. “Que el poder legislativo, que unos partidos, pretenda legislar dónde está la frontera divisoria entre el derecho a la vida y la exclusión de tal derecho es una prepotencia inadmisible”, ha advertido. Tras insistir en que “uno tiene un derecho siempre cuando no esté en contra del otro”, ha considerado que “la madre es la segunda víctima”.

Munilla ha resaltado que “una de las cosas buenas de proyecto de Gallardón es que se renuncie a punir penalmente a la mujer que haya abortado” ya que, a su entender, “la lucha contra el aborto tiene que ser la lucha contra las clínicas abortistas y contra quienes hacen negocio”.

Abusos a menores

El obispo de San Sebastián ha afirmado por otro lado que, si bien el Vaticano es “agente activo” para combatir los casos de abusos a menores por parte de sacerdotes, ha explicado que, teniendo en cuenta la estructura de la Iglesia, “el responsable último es el obispo de cada lugar”.

Tras indicar que el papa actual y sus predecesores tuvieron “un mensaje contundente” para tener “tolerancia cero con quien haya caído en la aberración” de cometer abusos a menores, ha precisado que “mete más ruido un árbol que cae que un bosque entero creciendo en silencio” porque “esos 3.400 casos desde el año 50 son el 0,8% del clero”. “Nos avergonzamos de ese 0,8%, pero sería injusto hacer caer esa mancha sobre el conjunto de los sacerdotes que entregan su vida y luchan por los más necesitados”, ha apuntado.

En cualquier caso, el obispo de San Sebastián ha opinado que “toda la sociedad debería hacer la autocrítica que la Iglesia católica está haciendo”.

El próximo viernes 16 de mayo, el Consejo de Igualdad de Errenteria y la Agrupación Republicana de Oarsoaldea “Pikoketa” proyectarán en los cines Niessen el documental “PROHIBIDO RECORDAR”. La hora de inicio es a las 18:00h

saturraran baja

“Prohibido Recordar” es un documental de Txaber Larreategi yJosu Martínez sobre la cárcel de Saturrarán un antiguo balneario de lujo, convertido en seminario y finalmente en cárcel, situado en la playa de Saturrarán (Mutriku), albergó una de las mayores y más crueles cárceles del Régimen Franquista. Saturrarán se convirtió en prisión de mujeres clasificadas de “extremadamente rebeldes y peligrosas”. Dos mil mujeres republicanas de edades comprendidas entre los 16 y los 80 años y provenientes de todos los lugares de España, estuvieron encerradas entre 1937 y 1944.

Errepublika garaiko emakumeak / mujeres en la República

errepublika garaiko emakumeak

Berdintasunerako Kontseilua, Errepublikaren aldeko taldearekin batera, bi proiekzio antolatu ditugu Errepublika garaiko emakumeen inguruan;

– Maiatzak 13, asteartea, 18:00etan Niessen auditorioan, “Maestras de la República”.

– Maiatzak 16, ostirala, 18:00etan Niessen zinematan, “Debekatuta dago Oroitzea”. Saturrarango kartzelan emakumeek bizitakoaren inguruko dokumentala.

Ekimen biak doan izango dira eta bietan gonbidatuak izango dira pelikula ikusi ondoren ikusitakoa komentatu eta garai horiek gogoratzeko.

El Consejo para la Igualdad, junto con el grupo a favor de la República, hemos organizado dos proyecciones sobre la vida de algunas mujeres durante la República;

– Martes, 13 de mayo, a las 18:00 en el auditorio Niessen, “Maestras de la República”

– Viernes, 16 de mayo, a las 18;00 en los cines Niessen, “Prohibido recordar”. Sobre lo vivido por las mujeres en la cárcel de Saturraran.

Ambas películas serán gratuitas y en las dos habrá personas invitadas para hacer un coloquio al finalizar la película y recordar aquella época.

EL PAIS: “Mientras se compre sexo, las mafias seguirán esclavizando mujeres”

mujer de espalda

Paloma, de espaldas. / Santi Burgos

A Paloma le tiembla la voz. “Allí quedan muchas más”, se lamenta. Viste de negro riguroso, lleva una peluca del mismo color y unas grandes gafas oscuras le tapan la cara. La red que la esclavizó durante semanas en México la aterroriza. Hace ya varios años desde que logró escapar del horror y llegar a España. Ahora, la Oficina de Asilo y Refugio –que depende del Ministerio de Interior– le acaba de conceder la protección internacional. Es la segunda vez que una víctima de trata con fines de explotación sexual logra la condición de refugiada. Pero Paloma (nombre supuesto), una luchadora y una superviviente, aún tiene miedo de que sus captores la encuentren.

Los cárteles tienen los tentáculos muy largos, pero explica que ha decidido hablar para que lo que le ocurrió a ella no le suceda a ninguna otra. “Me encantaría ser la única”, remarca la treintañera. Trata de disfrazar el acento suave de su México natal, se esfuerza por pronunciar las eses y las ces como si fuera del Norte de la península. “Me encantaría poder decir que solo yo pasé por esto. Pero mientras exista gente, mayoritariamente hombres, que compran mujeres y niños, seguirá sucediendo. Son ellos los que realmente hacen funcionar el motor de la mafia. Mientras tengan esa falta de moral de comprar sexo y consumir drogas esto continuará en cualquier parte del mundo”, afirma, pañuelo en mano.

La policía estima que unas 12.000 mujeres son esclavizadas o explotadas sexualmente en España, y que ese negocio puede mover al día unos cinco millones de euros; casi al nivel del narcotráfico y el tráfico de armas. Un informe de la ONU publicó en 2009 que el 79% de los casos de trata tienen como objetivo la explotación sexual, en su mayoría mujeres y niños. Según ACNUR, 1,2 millones de menores de edad son víctimas de trata al año. El informe de Naciones Unidas también destacó el “desproporcionado” número de mujeres traficantes: “Las mujeres delincuentes desempeñan un papel más destacado en la esclavitud moderna que en casi todas las demás formas de delincuencia”, detalla el documento, resaltando “los casos en que las antiguas víctimas se han tornado en autoras de los delitos”.

Paloma fue captada en México, el lugar donde nació y que siempre consideró un buen lugar para vivir. Acababa de mudarse a una nueva ciudad cuando una mujer le ofreció empleo en un restaurante. Y aceptó. Pero todo era un engaño. Cuando la llevaron donde supuestamente debía empezar a trabajar solo encontró un local lleno de hombres armados y mujeres que eran obligadas a prostituirse. Ahí empezó su cautiverio. La red que la secuestró, dedicada al narcotráfico, la obligó a consumir drogas, a mantener sexo con los miembros de la banda –algunos dentro de la cárcel, mientras cumplían condena–; también a practicar “ritos satánicos de culto a la santa muerte”, explica Marta Ortega, la abogada de la organización especializada Accem, que la ha ayudado y acompañado en todo el proceso en España.

Logró escapar. De “milagro”, dice; no quiere aclarar cómo. Pero su pesadilla no terminó ahí. Intentó volver con su familia, pero entonces comenzaron a llegar las amenazas. Llamó a tantas puertas como pudo, remarca. Pidió ayuda a las autoridades –“recurrí hasta a la procuraduría general de la República”, asegura, el órgano que investiga y persigue delitos federales—; pero todo sin éxito. “Los mismos policías me decían: ‘Puedo enviar tu caso, pero puede caer en una mesa buena, o en una mala”.

Finalmente, terminó dejando su país y hace dos años se mudó a España donde, gracias a la modificación de 2009 de la ley de protección al refugiado, el mes pasado finalmente consiguió el asilo. No ha sido fácil, dice la abogada de Accem. Hasta ahora, solo una joven nigeriana y su hija pequeña habían conseguido el estatuto de refugiadas por este motivo, en octubre de 2013. Pero ese caso, explica Ortega, era distinto porque había un proceso judicial abierto en España –donde el delito de trata con fines de explotación sexual, laboral o para el tráfico de órganos se incluyó en el Código Penal en diciembre de 2010— contra la red que había captado, agredido y obligado a prostituirse a la mujer durante los dos años que duró su trayecto desde su país a España, donde llegó en patera. La joven nigeriana aceptó colaborar con las autoridades en el caso, algo muy poco habitual según las organizaciones que trabajan con mujeres que han sido esclavizadas, debido al miedo que tienen.

Se otorgan muy pocos estatutos de este tipo porque “Hhy que ir superando poco a poco las trabas que siempre encontramos al aplicar las novedades legislativas”, explica Ortega. “Estos casos no salen solos. Hace falta mucho trabajo para conseguirlo”. Su organización está estudiando otro caso, y recientemente obtuvo la protección subsidiaria para otra víctima nigeriana de trata, explica.

“Sigo muy indignada con mi país, porque yo he pagado impuestos. Tenía mi vida. No fue solo el hecho de estar allí recluida, de todo a lo que me vi sometida y forzada”, insiste Paloma. Su relato se entrecorta. Respira hondo. Baja la vista y se limpia con el pañuelo. La voz le tiembla de nuevo, pero continúa firme. “Lo peor es saber de primera mano que llega un policía y avisa a un jefe de un cártel de que vienen a por él, y le rinde una pleitesía que, con perdón, no se merece”.

Paloma se toma largas pausas entre una declaración y otra. Por la ventana entra el rumor de la calle, roto por alguna sirena de ambulancia. Critica que las redes en México campan a sus anchas con la connivencia de todo tipo de funcionarios; desde la policía a algunas altas instancias. “No va a haber manera de terminar con la trata mientras toda la corrupción no se limpie” dice. Su tono se endurece y dirige sus palabras contra quienes deciden comprar sexo: “Felicidades, están enriqueciendo a las mafias. Gracias a ustedes, miles de niñas y mujeres en este momento están secuestradas para que ustedes puedan ir a disfrutar como quieran. Las mafias las conseguirán de todos los tamaños, altas, bajas, rubias, blanca o morenas”. Deja de hablar un momento y entre sollozos exclama, “Por Dios. Son seres humanos, son niñas, iguales a vuestras hijas. Madres, iguales a vuestras madres. Hermanas, tías, abuelas”.

EL PAIS: Un cura predica con proclamas machistas durante una primera comunión

“Antes, el hombre se emborrachaba y pegaba a su mujer, pero no la mataba”, afirma el párroco

cura machista de canenaEl párroco de Canena (Jaén), Pedro Ruiz, durante la homilía de la misa de este domingo, con un templo abarrotado por celebrarse las primeras comuniones, sorprendió e indignó a muchos de sus vecinos con proclamas de tinte machista: “Antes, hace tres décadas, a lo mejor un hombre se emborrachaba y llegaba a su casa y le pegaba a la mujer, pero no la mataba como hoy ¿Por qué? Porque antes había un sentido moral, unos principios cristianos y unos valores que hoy no lo hay. Antes, un hombre, aunque se emborrachara, sabía que había un quinto mandamiento que decía no matarás”, dijo el cura.

Sus palabras no dejaron indiferentes a los asistentes que llenaban la iglesia de la Concepción de Canena, una localidad de apenas 2.000 habitantes. Al mismo tiempo han incendiado las redes sociales desde que el dueño de una televisión por cable que estaba grabando la ceremonia decidió subir el vídeo en Youtube. “Cuando escuché esas palabras se me encogió el corazón y fue tal mi indignación que decidí colgar el vídeo para que todo el mundo conozca semejantes despropósitos a estas alturas del siglo XXI”, comentó Antonio García, de TD Fran, la televisión que ha aireado el vídeo.

En la localidad se cree que las palabras del párroco estaban fuera de lugar, máxime en un templo abarrotado de niños. Y es que el cura también se despachó a gusto sobre otros temas: “Hay más crímenes, más violencia, hay más droga, hay más asesinatos, hay más violencia de género”, algo que, según dijo, no es explicable teniendo en cuenta que ahora “los seres humanos son técnicamente más perfectos que hace 30 años”.

Desde la plataforma social Change se ha iniciado una campaña pidiendo la reprobación y el cese del cura de Canena por inculcar valores de violencia hacia la mujer en sus homilías. “Carece de la moral de la que habla en su discurso y porque inculca esos valores a menores de edad”, se dice. Este periódico ha intentado, sin éxito, obtener la versión del párroco.

EL CORREO: El primer obispo abiertamente homosexual de la Iglesia Episcopaliana anuncia su divorcio

Gene Robinson, que se retiró de su cargo en 2013, anunció el futuro divorcio en una carta enviada a la diócesis episcopal de New Hampshire

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Gene Robinson. / AFP

El primer obispo abiertamente homosexual de la Iglesia Episcopaliana, cuya elección al frente de la diócesis del estado de New Hampshire hace una década desató una gran polémica, ha anunciado este domingo que se divorciará de su marido tras cuatro años de matrimonio.

Gene Robinson, que se retiró de su cargo en 2013, anunció el futuro divorcio en una carta enviada a la diócesis episcopal de New Hampshire y en un ensayo publicado por el diario ‘Daily Beast’, en el que ha subrayado que “su convicción en el matrimonio sigue intacta”.

“Es al menos un pequeño alivio para mí que, tal y como abogan los que defienden los derechos de los homosexuales y la igualdad en el matrimonio, al igual que en cualquier otro matrimonio, las parejas gays y lesbianas hacen frente a las mismas complicaciones que afectan a los matrimonios entre parejas heterosexuales”, ha sostenido.

Robinson ha indicado que los detalles de su divorcio de Mark Andrew, con el que se casó en 2010 cuando el matrimonio entre personas del mismo sexo fue legalizado en el estado, serán privados.

PUBLICO.ES: “El uso abusivo del género masculino en el lenguaje ha provocado la invisibilización de la mujer”

María Márquez, profesora de la Universidad de Sevilla, publica un libro en el que denuncia el sexismo lingüístico y carga contra el inmovilismo de intelectuales y académicos.

la profesora maría márquez

La profesora María Márquez. D. F.

María Márquez es profesora en las Facultades de Filología y Comunicación de la Universidad de Sevilla y, desde hace unos meses, autora del libro Género gramatical y discurso sexista, publicado por la Editorial Síntesis dentro de la colección Perspectivas Feministas. En él, Márquez aborda el sexismo lingüístico, es decir, los usos que en nuestra lengua pueden contribuir a la discriminación e invisibilización de las mujeres en la sociedad. Observa que, en el debate social sobre el tema, las diferentes posiciones se han polarizado generando cada una su propio fundamentalismo. La autora llama la atención sobre la resistencia de ciertas instituciones, como la RAE, y de algunos hablantes a asimilar palabras nuevas surgidas para designar realidades emergentes. Según ella, tales neologismos no tienen que ver con lo políticamente correcto, pues la tendencia a dotar de femeninos específicos a los sustantivos con referencia personal es algo espontáneo desde los orígenes del castellano.

En una presentación reciente de su libro, la autora aseguró que las Guías para un Uso no Sexista coinciden en lo esencial con los principios sólidamente establecidos en nuestro sistema gramatical, sin que pueda entenderse, por tanto, el temor irracional de algunos investigadores, escritores y académicos ante la creación de nuevos términos o la instauración de ciertos usos comunicativos destinados al ámbito de la administración. La parodia, la ridiculización, e incluso la violencia verbal de la que han sido objeto estas guías no pueden explicarse como una defensa de nuestro sistema gramatical, sino como la muestra de una posición ideológica inmovilista.

¿Es machista el idioma o lo es el uso que se hace de él?

Se han vertido ríos de tinta tratando de dilucidar si es sexista nuestra lengua o lo es el uso que de ella hacen los hablantes. En nuestra opinión, la cuestión deja de tener sentido desde el momento en que consideramos que la distinción entre lengua y habla es puramente metodológica, no refleja ninguna dicotomía que exista materialmente en la lengua. No hay más lengua que el hablar, por tanto, parece más preciso hablar de sexismo discursivo. Y consideramos que sí ha existido y existe: la lengua refleja esquemas conceptuales y realidades sociales que, al mismo tiempo, contribuye a perpetuar.

¿Por qué sostiene que el género femenino es más complejo que el masculino?

Desde el punto de vista puramente lingüístico, el género masculino es el elemento no marcado de la oposición de género: el más general e inclusivo, y el más frecuente, frente al femenino, que es el miembro marcado, el más complejo y exclusivo, y el menos frecuente. La mente humana funciona a través de esquemas binarios, otra cosa es por qué es el masculino el término no marcado. En el origen de este hecho, ya plenamente gramaticalizado, pueden estar circunstancias históricas y sociales, pero esta es una hipótesis científicamente indemostrable. Lo que sí es verdad es que se ha utilizado el masculino genérico de forma abusiva, es decir, para hacer una referencia sólo a varones, hecho que llevó a la identificación de lo general varonil con lo universal humano, provocando la invisibilización de la mujer.

¿En qué medida el lenguaje puede invisibilizar a la mujer?

En la medida en que no permita una representación simbólica adecuada de ella. Como acabamos de decir, el uso del masculino genérico en contextos específicos naturalizó la ausencia de la mujer de la vida pública, ocultando su presencia. Cuando tras la Revolución Francesa se aprobaron los Derechos del Hombre y del Ciudadano, ni el término “hombre” ni el masculino actuaban como auténticos genéricos, pues no hace falta recordar que las mujeres no teníamos derecho al voto; la referencia, por tanto, era específica. La utilización de masculinos “genéricos” en contextos específicos, los duales aparentes, la diferencia en las formas de tratamiento, los vacíos léxicos, etc. son usos lingüísticos discriminadores.

Afirma que existen resistencias a feminizar el lenguaje, incluso entre algunos profesores de universidad, ¿a qué cree que se deben?

Yo no creo que se deba “feminizar” el lenguaje; tampoco creo que la lengua pueda modificarse voluntariamente, ni a golpe de decreto, ni tampoco a través de lecciones o prescripciones académicas, por muy magistrales que sean. Creo que la lengua es de los hablantes y cambia por nuestras necesidades expresivas. Lo que sí es conveniente es que la lengua nos sirva para hacer una operación referencial clara y precisa, que no sea ambigua; lograr un discurso en el que todos estemos simbólicamente representados. Las resistencias que se observan muchas veces proceden de las propias mujeres que comparten los valores o la ideología dominante, que dota al masculino de connotaciones de poder y de prestigio, y al femenino, de connotaciones peyorativas. Eso explicaría que las propias mujeres prefieran, en ocasiones, el uso de expresiones como “la médico”, en lugar de “la médica”. Es un caso de estigmatización y de encubrimiento de lo femenino. No hay que olvidar que el machismo es una ideología que transmitimos todas las personas, no sólo los varones.

Usted menciona en su libro a ciertos escritores, académicos o lingüistas que ridiculizan los intentos de modificar los usos comunicativos para conseguir la visibilización de la mujer, ¿por qué piensa que se equivocan?

No soy quién para decir si se equivocan o no, simplemente denuncio una actitud que no me parece académicamente adecuada, porque no hacen una argumentación seria, se valen de falacias tales como deformar la posición del contrario planteándola en términos absolutos, falseándola y ridiculizándola. Es cierto que se han cometido errores, vacilaciones, confusiones, pero esto es natural en una época de grandes cambios. Sin embargo, sus parodias no tienen nada que ver con las propuestas de las Guías de Uso no Sexista. Por ejemplo, nadie pretende cambiar el género de los sustantivos de referencia no personal, como día, mano, etc., pues sólo en el caso de los sustantivos que tienen referencia animada, especialmente personal, el género, además de una marca formal de concordancia, tiene un contenido de “sexo”, entendido este como realidad conceptual, no biológica. Tampoco es necesario cambiar el género de todos los adjetivos que acompañan a los sustantivos, pues solo en estos últimos recae todo el peso referencial.

¿Cree que no se ha comprendido bien el concepto de visibilización?

Desde luego que no, se lo ha reducido a “mostrar a través de los medios de comunicación”, cuando en realidad es algo mucho más complejo. El concepto de visibilización ha de entenderse desde sus antónimos “encubrimiento” o “invisibilización”, que hacen referencia a una operación discursiva a través de la cual se oculta cierta realidad mediante un uso lingüístico manipulador en favor de ciertos intereses. Sólo a partir de ese encubrimiento previo tiene sentido la reivindicación de visibilización, operación discursiva que presupone una revisión de esquemas conceptuales previos, de una visión automatizada de la realidad. Los descubrimientos de la ciencia, o las transformaciones sociales, por ejemplo, pueden dar lugar a realidades emergentes que requieren nuevas formas de nombrar. El sustantivo feminicidio es un ejemplo de ello.

Es sorprendente constatar que algunas mujeres se resisten a incorporar femeninos, ¿le encuentra explicación a este fenómeno?

Las mujeres podemos compartir y difundir los esquemas mentales y los valores sociales dominantes. En este sentido, algunas mujeres pueden considerar más adecuada la expresión “soy juez” o “soy catedrático”, frente a “soy jueza” o “soy catedrática”, por ejemplo, porque comparten la valoración sociolingüística peyorativa del femenino, que se observa en casos como sargenta, jefa, parienta, gobernanta, etc., y la valoración positiva que conlleva el masculino. Tras una lucha larga por la igualdad, el masculino parece una garantía de simetría, una anulación de la diferencia. Pero, en realidad, el uso del masculino por parte de las mujeres, en esos casos indicados, acusa un sentimiento de inferioridad que contradice nuestras legítimas reivindicaciones de igualdad. Y no parece que sea un argumento lícito rechazar los femeninos porque suenan mal. Como señalaba el profesor M. Seco, suenan mal porque no los usamos, simplemente. A todos nos suenan naturales femeninos como señora, española, infanta o parturienta, que no existían en los orígenes de nuestro idioma.

¿Puede detenerse por presión política el cambio lingüístico?

El poder político, institucional, académico puede condicionar la evolución de la lengua. La presión culta consiguió que se mantuvieran como masculinos los sustantivos de origen culto como profeta, planeta, fantasma, que durante siglos vacilaron en cuanto al género. También durante mucho tiempo se ha utilizado la fórmula de tratamiento “señorita”, que hace referencia al estado civil de la mujer, señalando como esencial un rasgo accidental para su identidad. Sin embargo, en mi opinión no se podrá evitar el cambio del mismo modo que no se puede forzar el curso de las aguas de un río, ni tampoco detenerlo.

LA MATERNIDAD Y LO TRANS…

Artículo publicado en ALTERSEXUAL

Por Frieda Frida Freddy
Transfeminista (y lesboterrorista) de a pié

El día que me enuncié Trans fue el día que ví y sentí claramente que no necesitaba, ni me era vital, ser mujer u hombre para existir. Más aún, identifiqué plenamente que no deseaba serlo y anclarme en una de las dos categorías sociales, porque nunca me había sentido feliz y a gusto en ninguna de ellas. Me autonombré Frieda porque soy más femenina que masculino, y porque comprendo que masculinidad y feminidad son sólo dos polos de adoctrinamiento que nada determinan, y mucho menos tendrían que “definir” ese “ser hombre” o “mujer”, que se conoce en nuestro mundo social. Escogí pues este nombre por el potente diptongo que para mí representa el puente por la dicotomía de género, mi transitar entre Frida y/o Freddy que son el pasado al que se me condenó: Chico o chica. Y del que escapé…

Así que ahora soy libre, soy Trans. No transgénero ni transexual. Verán. Se tiene la idea generalizada que ser trans es de fijo, digamos, nacer A y cambiar a B, o nacer B y querer ser A. Es decir, nacer biológicamente ‘hombre’ (por el pene que el sexo ha señalado) y querer ser socialmente una mujer. O viceversa. Nacer biológicamente ‘mujer’ (por la vulva que asigna el sexo) y desear vivir socialmente como hombre. Y sin duda que eso es una gran parte, pero no lo es todo.

Lo anterior es transgredir-traspasar una categoría de género porque nunca hubo allí pertenencia ni identidad con la que se les asignó mediante los roles; es rechazar una construcción social que se impuso a partir de una división hecha por un rasgo genital, y desde luego que eso es transgresor, pero tal práctica sigue estando dentro de un código binario. Y con esta afirmación no pretendo descalificar ni agredir a quien haya hecho todo lo posible para cambiar totalmente su cuerpo y/o modificar apariencias, desde hormonarse hasta pasar por cirugías y actualmente se sienta cómodo o cómoda con lo que es o como se ve, ya que el sólo hecho de desafiar el género y transitarlo completamente de A a B, o al revés, me parece digno de todo el respeto y la admiración rebelde.

Pero yo no quiero eso para mí. Yo además de transgredir-transitar (y no quedarme), quiero dinamitar al género. Mi lucha diaria es contra la dicotomía de género, contra la sujeción. Para eso hago transfeminismos. No quiero aprisionarme en el género, ni en sus roles, ni alcanzar sus estereotipos. Yo deseo ir y venir, fluir, como fluye mi propia sexualidad (en el sentido más amplio, no reduciéndola al mero acto sexual); mi sexualidad que está viva, y vive conmigo. ¿Por qué voy a sujetarla? ¿Por qué voy a sujetarme? No he de hacerlo. No estoy obligada.

No voy a encarcelarme en una dicotomía de género, o en alguna orientación sexual. Yo voy y vengo. Por eso me digo Trans de transformación a la idea hegemónica, Trans de transitar la heteronorma, Trans de transgresión al género y todo lo que éste conlleva. Trans de transgredir el mandato, abortar la órden. Nací A y no voy a ser B, pero que la A se joda. Podemos ser X ó Z, H ó T, o mezclas, o lo que se nos hinche la gana. Incluso a veces quedarnos un rato en B y luego botarla, por ejemplo. O ser monstruas. O ser no siendo.

Y para quienes a estas alturas del texto, ya están pensando en que estoy confundida y en realidad soy queer, lo repito, yo soy Trans, y para la deconstrucción-destrucción de la dicotomía de género voy a poner además de mi discurso, mi cuerpo. Voy a implantarme unos senos, para eso estoy ahorrando. Unos senos por decisión política, por acto performativo. No esos senos grandes y redondos, “con los que no tuve la fortuna de nacer”, para llegar a ser cien por ciento femenina, y por ende “mujer” (como lógicamente se cree), sino más bien quiero esos senos para confundir, para salir al espacio público tan normado y transgredirlo, aterrar. Ni siquiera estoy interesada en adelgazar y comprarme vestidos estilizados, o blusas de amplio escote; mi acto también será post-travesti.

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Con la operación de senos mi cuerpo será además de un campo expropiado al sistema (que antes me lo robó con sus mandatos), un arma de destrucción simbólica. De modo que lo que busco con la cirugía no es alcanzar un modelo de belleza patriarcal, sino ser una performance viviente que va por el mundo y lleva el terror Trans a todos los espacios, las calles, las ciudades. Esta es mi libre decisión y elección, como lo es la que toma la mujer de sexo-género concordantes y heteronormados cuando decide ser “madre”.

¿Pero qué pasa entonces con ambas decisiones tomadas libremente y que conciernen a un cuerpo propio, dentro de una misma sociedad, un mismo mundo social?

Pasa que cuando yo enunció ser Trans y menciono la decisión de modificar mi cuerpo, el mundo me ve como apestada, como demente, mientras que a la mujer embarazada la ve como triunfadora, como si se tratara del máximo logro de la vida. A ella se le otorga un reconocimiento social y a mí el escarnio público. A ellas se les eleva a un pedestal social y las empiezan a cuidar tan frágil como si fueran a romperse, mientras que a la mayoría de lxs transexuales, trans, y transgénero les rompen la estima y los lazos sociales, les echan de sus casas y la sociedad cierra sus puertas en casi todos los espacios públicos.

Cuando una mujer decide y elige libremente embarazarse, parir y criar, el mundo entero la llena de elogios, buenos deseos, bendiciones, dulzura, felicitaciones, no se cansan de alabarla, mientras que a la gente trans que también ha decidido y elegido libremente hacer algo con su cuerpo y un proyecto de vida, las burlas no cesan, ni los insultos, las invisibilizaciones, los chistes, las miradas reprobatorias, o las agresiones verbales y hasta físicas.

En la mujer embarazada las familias y amistades y la sociedad en general, se toman la tarea de procurarla y cuidarla, las mandan al médico y el Estado las recibe gratuitamente mediante el sector salud con chequeos prenatales, y las activistas hasta abogan por ellas alto a la violencia obstétrica. Pero de los altos y violentos índices de natalidad nadie dice nada.

En ese mismo tenor, cuando la persona trans ha empezado a hormonarse o está por hacerse una cirugía, las familias y amistades y la sociedad en general se han reducido, le han enjuiciado, y el Estado las recibe con el psiquiatra, a quien tendrán qué convencer de su propia decisión de transitar. El sector salud las recibe también, aunque la mayor de las veces con desprecio y maltrato, manejándoles como tontxs y no escuchando sus sentires, sino sólo inyectándoles las hormonas o dándoles medicamentos (cuando los hay), en una posición de: pues si no quieres ser hombre, ¡toma, sé mujer! O viceversa. Todo de golpe y porrazo, siendo poco claros con las reacciones secundarias de bajar o subir testosterona o estrógenos en niveles acelerados. Y eso en escasas ciudades donde hay legislaciones que lo permiten. Si no las hay, lxs trans tendrán que pagarse todo solas, como puedan. Tendrán que costearse los tratamientos y cirugías completas, y si no tienen dinero ahí está el aceite de cocina o el anticongelante para coches para hacer crecer un poco glúteos o senos. Acá cada quien aboga y sobrevive por sí misma, a pesar de los informes anuales de las activistas, donde anuncian su preocupación por los derechos sexuales de todas y cada una de las personas en el mundo y proclaman “los avances”.

Cuando yo decido y elijo ser Trans, todxs me diagnostican sin ser médicos: tengo “disforia de género”, estoy enferma de la mente, y loca. Lo dice la ciencia y lo publica la OMS en su lista de enfermedades mentales. Nadie habla de la violencia cultural, ni la cultura de la violencia, contra mi persona y mi libre decisión, porque lo que yo hago es “anormal”, “claro está”, mientras que lo que hace la embarazada es no sólo “normal” sino además “lo más natural del mundo”. Así el panorama a grandes rasgos. Y no me estoy victimizando con estas analogías. Más adelante aclararé el punto.

Lo que la embarazada está haciendo en realidad (por más libre y elegida que sea la decisión) es seguir reforzando y reproduciendo un sistema heteronormativo, un régimen heterosexual que no es orientación como tanto se nos ha dicho, sino un régimen ordenador del mundo social, controlador de cuerpos y de vidas; lo que ella está haciendo es seguir unas rígidas normas aprendidas que a otras iguales biomujeres como ella las estigmatiza y frecuentemente las condena como “mujeres a medias, incompletas, o malas mujeres”, porque no “se realizan nunca mediante la maternidad”.

La decisión libre y elegida de la mujer embarazada traspasa lo personal e impacta desfavorablemente el afuera. Fortalece un mundo social que a mí, como a mucha otra gente disidente sexual, incluso a ella misma, nos está matando, literalmente (feminicidios, transfeminicidios). En ese mismo sentido, lo que yo hago con mi decisión libre es joderme en la heterosexualidad y otras ficciones políticas, en imposiciones sociales, en el régimen heterosexual, destruirlo, deconstruirlo, porque ese sistema simplemente no es normal ni natural.

¿Pero por qué el Estado costea el embarazo, aún en mujeres no inscritas en el sector laboral, en todo el mundo? Porque le conviene, es una inversión a corto plazo para este modelo global de producción-consumo. Le conviene para seguir reproduciendo el modelo de familia y sacar de ahí más mano de obra barata en el mercado laboral y la producción en masa; sirve además para mantener a la gente educada, normada, callada, pasiva y apática, bajo la telenovela del amor romántico y el “vivieron felices para siempre”. Y ya después Familia y Estado, en unión, mantendrán más fácilmente controladas-oprimidas las disidencias sexuales, planeando captarlas para normarlas, desarticularlas o exterminarlas.

En el modelo producción-consumo también se maquila Familia, que no es el único agente socializador, pero sí el de mayor peso. Ese modelo rector de la moralidad, la buena conciencia, la coerción, la dominación, la represión, la violación de derechos humanos básicos y de las garantías individuales, ese modelo del chantaje emocional-sentimenal y económico. La familia, hoy día reproducida a la par por los homosexuales misóginos y machistas, y por las lesbianas patriarcales, es un modelo opresor que funciona de formas muy visibles como golpes, insultos y maltratos, hasta formas delicadas y sutiles como: “hijx me lo tienes que contar todo y decirme cada paso que des porque somos familia y nos tenemos confianza, ¿verdad? O el: yo sólo te vigilo y te ordeno porque te quiero y me preocupo por tí, todo esto es por tu bien, te respeto. Le llaman “educación”. Y con ella violando severamente la privacidad de cada miembrx que por un lazo de sangre no significa que sea un objeto de propiedad. Pero eso sí, estas formas irán siempre disfrazadas de mucho cariño, abnegación, buenas intenciones y preocupación porque por eso existe el “amor de familia”.

Hay una negación consciente de que la familia (como el Estado) da órdenes y castiga a quien no las cumple, su irracional poder autoconcebido les hace pensar que tienen toda la autoridad para hacerlo. Las familias controlan, asfixian, a veces lentamente, a veces en pocos pasos y de manera expedita. Y es evidente que el Estado no dejará de producir familia, pero las personas sí podemos dejar de hacerlas, y no estarlas sólo cambiando de nombre: familias diversas, nuevas familias, otras familias, dos mamás, dos papás, madre soltera. No veo a ninguna lesbiana poniéndoles vestidos a sus “niños”. Sí veo a mucha embarazada llamando princesa al feto “mujer”, o “mi rey”, que se mira en el ultrasonido, por ejemplo.

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Esa misma negación consciente les alcanza hasta para cubrir que los derechos sexuales y reproductivos también fueron un instrumento que el Estado “firmó y reconoció” para darle a toda esta diversidad sexual heterosexuada (que no disidencia) lo que estaban pidiendo y así mantenerles un tanto a raya para que ya no estuvieran “molestando” más. Habría que ver esa parte manipuladora de un aparato de gobierno, como el Estado, que ha dado más que pruebas suficientes de lo mezquino, controlador, corrupto, chantajista, despótico y traidor que es.

Pero dejar de hacer familias es algo sencillamente impensable para la mayoría de gente en el mundo, ¿qué más harían sino sólo lo que le han interiorizado muy bien en sus cabezas desde que nacieron? ¿Pero qué hay de toda esa gente que se dice feminista, y habla y habla de su preocupación sobre la violencia de género y la violencia contra las mujeres? ¿Esa gente que tanto cita a Foucault y la historia de la sexualidad en volumen uno, dos, y tres, y no se saca de la boca el biopoder y la biopolítica, y hasta duerme con la foto de Simone de Beauvoir sobre la cabecera de su king size? Su heterocentrismo se les mira desde la luna a la tierra. Sus discursos contradictorios evidencian por sí mismos su falta de compromiso para dejar de hacer lo que en resumidas cuentas agrede y estigmatiza a esa misma gente que pretende apoyar. ¿Le vamos ganado al heteropatriarcado capitalista?

Hacer feminismos institucionales, reproduciendo familias y pidiendo cosas al Estado que es la figura paternal (macho protector, padre benefactor), es simplemente la primera de las grandes contradicciones. Pero insisten en jactarse totalmente concientizadas y deshteropatriarcalizadas, hablando de la igualdad de género, ancladas para no variar en una dicotomía carlcelaria. Criando solamente niños y niñas. Y se llenan de paridad, y cuotas, insertando a grandes mujeres librepensadoras y hacedoras, dentro de un sistema podrido que termina sujetándolas, llenándolas de su peste, y obligándolas a trabajar bajos sus formas y reglas. Porque no es la falta de capacidad, sino el modelo en sí. Pero se niegan a aceptarlo. Se ofenden si alguien lo menciona. No les basta las evidencias diarias en las calles y los espacios públicos. Es más importante llenar el informe, comprobar los gastos de la beca con erario, y la selfie que puedan hacerse en los encuentros internacionales. Que al cabo “con eso poquito que se gane, ya es un avance”, dicen.

Así que como leerán, mis anotaciones no son para victimizarme rogando al Estado que deje de tratarme como ciudadana de cuarta categoría, yo en lo personal no quiero nada suyo, ni les estoy pidiendo tampoco a las feministas activistas institucionales que me arropen “maternalmente” en mi renacer Trans. Mi transfeminismo es anarco, radical y autogestivo. En todo caso sólo como un lindo detalle estoy sugiriendo que el Estado debería dejar de costear los embarazos y lo que implican. Quien quiera un hijo que se lo pague, que lo costeé desde la sola planeación de su propia idea y libre elección. Que sea su propio lujo. Que se dejen de usar los impuestos de otrxs tantxs trans para tales efectos , porque ya estuvo bueno hasta de pagar económicamenre por la transfobia que se recibe. O que por lo menos la que quiera ser “madre” se pase también con el psiquiatra para que explique el por qué de su decisión, que convenza a la ciencia y a la OMS del por qué tiene la certeza y la seguridad de poder parir y criar y formar una nueva persona. Su sólo argumento de un compromiso total, protector y procurador, anclado en un rol de género inventado, no es suficiente. Es mera seguridad romántica arraigada al régimen heterosexual. Creer que todo lo va a poder con mucho amor y “cuidados”, es sólo lo que le hicieron creer.

Finalmente, para cerrar acá mis disertaciones, quiero aclarar algunas cosas, ya que una de las deficiencias del sistema educativo escolar tienen que ver precisamente con la comprensión de la lectura, y yo estoy muy cansada de que se vaya por ahí diciendo que yo dije, de modo pues que este texto como han leído es completamente antimaternal, sí, pero yo en ningún renglón he dicho que dejen de embarazarse y parir. Lo que yo estoy haciendo acá es una feroz crítica para señalar lo que nadie parece querer decir por miedo a sonar políticamente incorrectx y empañar su currículum profesional, o que se les tache de violentas, de no ser sororarias o dejar de serlo, y así perder el viático, la alianza, ser expulsada de la colectiva, sacada de la ONG, caer mal o dejar de recibir los saludos “fraternos y sonrientes” de otrxs compañerxs.

Yo lo que digo con este texto, hablando de las que deciden, eligen-desean la maternidad y formar familias, es que se deje de esparcir por el mundo el cotilleo de que un embarazo y ser madre, y hacer familia, es la ostia, y lo más de lo más, porque también con el habla y la lengua y las percepciones propias regadas al vapor se siguen alimentando-construyendo ad infinitum los roles de género en lo societal.

Lo que yo digo es que dejen de contar el cuento rosa y dulce, y de comprar la familia de cajita feliz mac donalds, y asuman honestamente las atroces responsabilidades sociales que implican gestar, parir y criar, en un contexto tan capitalista y heteropatriarcal, como el arriba descrito, y que sepan de una vez que su decisión libre y elección no se queda en la pareja, ni en las cuatros paredes de su guarida de amor, ni en la mujer sola o acompañada que decide hacerlo, un embarazo traspasa el hogar y colabora directamente con el sistema que nos jode en conjunto.

Yo Frieda, lo que digo, es que dejes pues de respetarme con la lógica de: “yo no tengo ningún problema con la gente trans”, desde tu aplastante posición de normalidad. Y de que crían para formar sólo hombres y mujeres, omitiendo desde el mismo nacimiento la intersexualidad, y después en la socialización del género a la transexualidad, bajo el yugo heterosexual, ¡ahí te encargo!

Porque somos lxs trans que la dicotomía de género no pudo normar. Estamos aquí, y no vamos a callarnos, ni guardarnos en ningún calabozo sólo para que tus hijitxs no se espanten y/o “contagien” de algo.

EL MUNDO: Sexo para salvar el bosque

ACTIVISMO Fuck For Forest es el nombre de la ONG

  • La ONG más ‘verde’ del mundo es la de los sexy-activistas Leona y Tommy

  • Cuentan con 1.300 afiliados, españoles incluidos

  • Practican porno al aire libre y lo graban para hacer caja

  • Lo reunido, más de 360.000 euros, se destina a salvar bosques de Perú, Brasil…

     

    sexo para salvar el bosque

    «Salvar al planeta puede ser muy sexy», se lee en una señal amarilla a la entrada de la sede de Fuck For Forest, un apartamento en el distrito berlinés de Friedrichshain. Allí viven Leona y Tommy junto a su perra Janis. El techo está decorado con luces fluorescentes de todos los colores. Plantas, velas y basura rodean el salón. De una pequeña mesa de cristal se vislumbran restos de incienso y colillas de porros de marihuana. En una gran pared blanca cuelgan varios artículos de prensa. En uno de ellos aparece en alemán un llamativo titular: «¿Esto es arte, protección de la naturaleza o revolución sexual?».

    Leona y Tommy son «sexy activistas». Así se autodenominan. Llevan la premisa de la ecología sexual marcada en el corazón, combatiendo los problemas medioambientales con orgasmos en la naturaleza. Muchos les critican por su extraña cruzada ambientalista, pero ellos llevan 10 años repitiéndose día a día: «¿Por qué salvar el planeta de forma aburrida, cuando se puede hacer de manera excitante?».

    En 2004, Leona Johansson (30 años) y Tommy Hol (37) -ella sueca y él noruego- se pusieron a practicar sexo en un escenario delante de 4.000 espectadores como manifestación ecológica, durante el concierto en Noruega del Quart Festival en el que actuaba la banda The Cumshots (los eyaculadores). Leona y Tommy querían hacer una protesta diferente para defender el medio ambiente.

    Tras esa polémica actuación, se les ocurrió la idea de fundar Fuck For Forest (sexo por los bosques), o simplemente FFF. Seguramente sea la ONG más extraña del mundo. Sí, es una ONG. Una organización sin ánimo de lucro en la que la pornografía y ecología van de la mano en defensa de la naturaleza. «Queremos divertirnos con el sexo y mostrar la naturaleza a la gente», afirman. Su web es la única sobre ecoporno del mundo.

    Por sólo 12 euros

    ¿Pero es serio todo esto? La realidad es que Fuck For Forest cuenta con más de 1.300 afiliados, ecoamantes, sexy-activistas…, autodenominados de diversas formas, de varias partes del mundo, que pagan mensualmente 12 euros para ver fotos y vídeos de sexo amateur. El funcionamiento es sencillo. Al realizar una donación en su web vía tarjeta de crédito se tiene acceso a una serie de contenidos pornográficos. Escenas que están protagonizadas por miembros y colaboradores de la ONG. Gente de a pie convertida en estrellas del porno en la intimidad de la naturaleza.

    El sexo vende, pero ¿qué puede comprar? Esa es la pregunta intrigante que persigue el documental Fuck For Forest, con una gran difusión en los últimos meses, realizado por dicha organización y dirigido por el cineasta polaco Michael Marczak en 2012.

    Muestra la vida de neohippies que profesan el amor libre, el sexo y la ecología. A ritmo de música tecno se adentran en la selva acompañados por un grupo de indígenas, bailan, se desnudan; practican el sexo en la calle, en los parques, en una iglesia… «La gente en occidente ha perdido su conexión con la naturaleza y con su propio cuerpo», dice Tommy. «Haz el amor y no la guerra», proclamaban los pacifistas en los años 60. Ahora que el activismo sexual está de moda y que «salvar el planeta es sexy», quién sabe si en estos tiempos de calentamiento global la solución viene por el calentamiento inguinal. ¿Verdad Paloma? Porque así se llama una de las afiliadas españolas al movimiento. Madre de un niño pequeño, ella se define como una mujer de mente abierta. Lleva desde 2008 colaborando con la ONG.

    Desde sus inicios, FFF ha recaudado más de 360.000 euros, con los que financian ocho ecoproyectos para salvaguardar los bosques tropicales. En Costa Rica, por ejemplo, la organización compró 60 hectáreas arboladas, ahora zona protegida. En Ecuador, junto con indígenas shuar, han creado un centro cultural de intercambio de conocimiento sobre medicina herbolaria. Y en Perú, con su proyecto Comunidad Arco Iris, han invertido 13.000 euros en hectáreas para reforestar y reeducar a las poblaciones en el uso responsable de los recursos. Invernaderos, un horno solar, un extractor de aceite de coco son algunos de los instrumentos con los que cuentan.

    Sin embargo, la crisis también ha perjudicado a esta nueva industria ecopornográfica. «El año pasado los ingresos disminuyeron ligeramente. Pero el dinero no es para nosotros más que una herramienta para ayudar al medio ambiente», afirma a Crónica Leona. Esta joven activista cuyas rastas le caen sobre su desnudo cuerpo piensa que la sexualidad se ha convertido en una herramienta de marketing en la sociedad actual. «La pornografía genera mucho dinero, ¿Por qué no invertirlo en crear una cultura positiva del sexo, donde se celebre el placer y nos ayude a conectar con la naturaleza?».

    Varias instituciones públicas y ONG se oponen a este modo de acutar. Se preguntan hasta dónde es realmente activismo cruzar la línea de la exposición y venta sexual. «Todo lo hacemos nosotros, no somos un negocio», dice Leona, «sino una expresión contra la destrucción del medioambiente».