“Marica, ¿qué haces en esta discoteca?”
Victoria Gómez, una mujer transexual de 34 años, es víctima de una agresión en una discoteca de Madrid
Victoria Gómez Cruz, una mujer transexual de origen hondureño y asilada en España, fue agredida el pasado enero en una discoteca en Puente de Vallecas (Madrid). Un hombre, que reconoció como parte del equipo de seguridad del club, le reprochó su presencia: “qué hace una marica en una discoteca de heterosexuales”. Los delitos de odio aumentan levemente pero de forma constante cada año en España. El Ministerio del Interior cuantificó 1.328 incidentes de este tipo en 2015, de los cuales 169 fueron provocados por la orientación o identidad sexual de la víctima, según el último informe de esta institución.
La joven, de 34 años, frecuentaba los fines de semana el club latino Melao en este distrito madrileño. “Me gustaba ir allí porque me sentía más cerca de mi cultura. Van muchos hondureños y dominicanos”. El agresor se acercó a Gómez mientras esta bailaba con sus amigas y le dijo que se fuera del local “que no quería ver maricones allí”, según cuenta la afectada. “Cuando salí a fumar me dio un golpe y perdí el conocimiento. Después me pateó y finalmente me pisó la cara contra el suelo”. Los responsables del local no han querido hacer comentarios sobre este incidente, aunque señalan que “fue algo que sucedió en la calle y no en la discoteca”.
Tras la agresión, Gómez estuvo ingresada unas horas en el hospital Infanta Leonor. El informe médico detalla que tenía múltiples contusiones y un hemotoma en el lado derecho de la cara. Arcopoli, la asociación LGTB de la Comunidad de Madrid, le dio asistencia jurídica en el proceso de denuncia. Arturo Moreno, técnico de Arcopoli, acompañó a la víctima y cuenta que, aunque en este caso el trámite fue largo, finalmente la denuncia se efectuó tres días después de la agresión, un paso que solo da el 25% de los afectados. “Los agredidos piensan que no sirve de nada o no le dan importancia y otros tienen miedo”.
Gómez lleva el flequillo teñido de morado y sombra de ojos del mismo color. Llega a la entrevista en la Puerta del Sol de Madrid y espera sentada en una fuente de la plaza. Cuenta que un hombre acaba de acercarse a pedirle el teléfono. “Estoy acostumbrada a este tipo de cosas cuando ando por esta zona”. Asegura que aunque hay días que se derrumba emocionalmente no puede permitirse estar parada. “El miedo es el principal obstáculo de los transexuales para salir de día, la transexualidad solo se ve por la noche. Mi forma de vestir y el maquillaje es una forma de provocar a la sociedad y de manifestar que no hay que tener miedo de asumirse”.
Esta mujer, pedagoga y activista de los derechos LGTB en Honduras, llegó hace un año a España como asilada internacional. “En mi país tenía que esconderme, siempre andaba por la calle acompañada y me gritaban cosas”. Pero la integración no ha sido como esperaba. No tiene trabajo y ha tenido dificultades para encontrar vivienda. “He enviado mi currículum para trabajar como camarera y en call centers pero cuando me llaman para una entrevista y escuchan mi voz dicen que el puesto ya ha sido ocupado”. En la búsqueda de piso le ha pasado lo mismo. “Imagino que piensan que soy trabajadora sexual y que el piso se va a convertir en un prostíbulo. No me lo han dicho, pero lo noto”. “Muchas transexuales se prostituyen para sobrevivir, pero yo no pienso llegar a eso aunque es a lo que te empuja la sociedad”.
El grupo parlamentario de Unidos Podemos registró a principios de este mes de mayo una proposición de ley en el Congreso para la igualdad del colectivo LGTB, que recibió el apoyo de todos los grupos a excepción del PP, que aún no se ha posicionado. El presidente de FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas Gais Transexuales y Bisexuales), reivindicó la urgencia de legislar a nivel estatal para completar las leyes autonómicas y para que “cada uno pueda ser, parecer, mostrarse e dentificarse como quiera”.
“El despertar de Victoria del país de las maravillas”, así se llamará el libro que Gómez escribirá para contar su sorpresa ante la poca aceptación de los transexuales en España, ironiza la afectada. “Lo positivo, de momento, es que aquí considero que nadie va a asesinarme”.