Los personajes homosexuales se cuelan tímidamente en las series, películas y cuentos infantiles
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Películas de animación como El alucinante mundo de Norman, Frozen o Cómo entrenar a tu dragón 2 incluyen pequeñas referencias a la homosexualidad.
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El creador de Hora de aventuras confirmó la relación amorosa existente entre dos de las protagonistas, un vínculo que en la serie tan sólo se insinúa.
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Existen muchos cuentos infantiles sobre diversidad familiar.
Los productos culturales son claro reflejo de la sociedad y época en la que se desarrollan. El cine se convirtió en arma propagandística durante la Segunda Guerra Mundial, los cómics americanos reflejaban un gran pavor a los rusos durante la Guerra Fría, los 60 y los 70 vieron el esplendor de la canción protesta… Ahora, en pleno siglo XXI, los grandes avances sociales, los nuevos modelos de familia y la normalización de la homosexualidad son elementos habituales en libros, series de televisión, películas…
La exitosa Modern Family, que se basa precisamente en esta realidad, es el mejor ejemplo, pero no el único. Con los años, Waylon Smithers (obsesionado con el Sr. Burns en Los Simpson) ha ido perdiendo reparos a la hora de mostrar abiertamente su homosexualidad; la doctora Callie Torres, de Anatomía de Grey, acabó casándose con una mujer; Fer, uno de los personajes principales de la serie española para adolescentesFísica o Química, era gay… Pero la normalización está dando un nuevo paso hacia adelante: los personajes homosexuales y el respeto a la diversidad van dejándose ver tímidamente en creaciones dirigidas al público infantil y juvenil.
No son pocos los que aseguran que el extravagante Bob Esponja es gay, y hace años hubo una gran polémica en varios países a raíz de la supuesta orientación sexual de Tinky Winky, un Teletubbie morado con dejes amanerados que tiene un triángulo invertido en la cabeza y siempre lleva bolso. Sin embargo, ninguno de estos casos es un intento explícito y claro de fomentar el respeto a la homosexualidad. En el manga y el anime deSailor Moon —que está dirigido a un público más mayor— sí aparece de forma bastante clara una pareja de lesbianas.
Diversidad en la tele
Son las series y películas de animación más recientes las que afrontan cada vez con más naturalidad este tipo de temas. Producciones como Hora de aventuras, Historias corrienteso El asombroso mundo de Gumball presentan universos poblados por personajes extremadamente dispares que conviven sin dar ninguna importancia a sus diferencias.
En ocasiones se va mucho más allá. En Hora de Aventuras hay muy buenos ejemplos, como el capítulo en el que Finn, el joven protagonista, rompe el cliché tradicional de los cuentos de hadas y besa a una rana monstruosa para que se convierta en príncipe.
Otro personaje, BMO, es una especie de videoconsola portátil con vida propia que navega entre la asexualidad y la ambigüedad sexual, ya que se trata de un ser sin género (una máquina) que a nivel emocional se relaciona indistintamente con criaturas masculinas (un señor burbuja) y femeninas (una gallina de corral). En su comportamiento también se observan actitudes tanto de chico como de chica.
Sin embargo, la referencia más llamativa se encuentra en el subtexto de la serie, donde se deja entrever que dos de las protagonistas, la vampiresa Marceline y la princesa Chicle mantuvieron en algún momento una relación que iba más allá de la amistad. Las evidencias —inapreciables para los más pequeños— son muchas: los reproches entre ellas, una foto de ambas en el armario de la princesa y, sobre todo, una camiseta de Marcy que Chicle atesora como un objeto de valor incalculable.
El cine de animación se va soltando
En la gran pantalla también van surgiendo ejemplos. Recientemente se ha abierto una gran polémica en torno a la posibilidad de que Frozen, el último gran éxito animado de Disney, sea en realidad un alegato a favor de la homosexualidad. Lo dijo escandalizado un pastor reformista, pero para la comunidad LGBT se trata de una interpretación maravillosa que resalta la tolerancia y la igualdad.
Otro personaje, BMO, es una especie de videoconsola portátil con vida propia que navega entre la asexualidad y la ambigüedad sexual, ya que se trata de un ser sin género (una máquina) que a nivel emocional se relaciona indistintamente con criaturas masculinas (un señor burbuja) y femeninas (una gallina de corral). En su comportamiento también se observan actitudes tanto de chico como de chica.
Sin embargo, la referencia más llamativa se encuentra en el subtexto de la serie, donde se deja entrever que dos de las protagonistas, la vampiresa Marceline y la princesa Chicle mantuvieron en algún momento una relación que iba más allá de la amistad. Las evidencias —inapreciables para los más pequeños— son muchas: los reproches entre ellas, una foto de ambas en el armario de la princesa y, sobre todo, una camiseta de Marcy que Chicle atesora como un objeto de valor incalculable.
El cine de animación se va soltando
En la gran pantalla también van surgiendo ejemplos. Recientemente se ha abierto una gran polémica en torno a la posibilidad de que Frozen, el último gran éxito animado de Disney, sea en realidad un alegato a favor de la homosexualidad. Lo dijo escandalizado un pastor reformista, pero para la comunidad LGBT se trata de una interpretación maravillosa que resalta la tolerancia y la igualdad.
El centro de esta teoría se puede resumir con la canción central del filme, la oscarizada Let It Go (Libre soy, en la versión en español), un himno a la autoaceptación que muchos ven como una clara “salida del armario”. Entre otras cosas, Elsa dice frases como “lo que hay en ti no dejes ver buena chica tu siempre debes ser”, “libre soy, no puedo ocultarlo más. Libre soy, libertad sin vuelta atrás. ¿Qué más da? No me importa ya” y “Mirando a la distancia, pequeño todo es y los miedos que me ataban, muy lejos los dejé”.
Aunque el personaje de Elsa es lo más comentado, lo cierto es que sí hay un momento de homosexualidad explícita enFrozen. En cierto momento de la película, el tendero Oaken (un personaje secundario) señala a su familia, que resulta serun hombretón y cuatro niños que saludan desde una sauna.
Pero este no es el primer personaje abiertamente homosexual en una película animada para niños. Ese honor recae en Mitch, uno de los protagonistas de El alucinante mundo de Norman (ParaNorman), quien en un determinado momento comienza a hablar de su chico con toda naturalidad.
Los creadores de esta película, los miembros del estudio Laika (también padres de Los mundos de Coraline), parecen dispuestos a seguir defendiendo la tolerancia a la homosexualidad y la diversidad familiar. Lo dejaron muy claro en el teaser trailer de su próximo trabajo, Los Boxtrolls, donde se enumeran los distintos tipos de familias: “A veces hay una madre, a veces hay un padre, a veces hay dos padres, a veces hay dos madres…”. Toda una declaración de intenciones.
Dreamworks también se ha subido al carro y en su reciente Cómo entrenar a tu dragón 2también ha dejado caer una sutil referencia a la homosexualidad de uno de sus personajes más queridos. Menos ejemplar es el caso de Justin y la espada del valor, criticada por mostrar un villano gay basado en clichés y que algunos dicen que ridiculiza al colectivo.
Cuentos y obras de teatro
Los ejemplos en cine y televisión son llamativos, pero aún muy escasos y casi siempre bastante velados. Donde sí hay ya bastante material infantil relacionado con la igualdad y la diversidad familiar es en las librerías. Cada vez hay más cuentos con personajes homosexuales: niños que empiezan a descubrir su orientación, otros con dos madres, algunos con dos padres…
La lista es larga. Algunos de los títulos más populares son El gran libro de las familias, El pequeño tragaluz, Aitor tiene dos mamás, La princesa valiente, El lapicero mágico, Amigos y vecinos, Está bien ser diferente, Piratas y quesitos y La princesa Li, donde la joven no está enamorada de un chicosino de una valiente chica extranjera. También existen varios relatos sobre las abundantes historias de pingüinos homosexuales (se repiten año tras año por todo el globo) que en muchos casos acaban adoptando polluelos (Tres con Tangoy Cebollino y Pimentón).
Pequeñas editoriales como Nube Ocho, A Fortiori Editorial y Topka han asumido el compromiso de ofrecer libros educativos que inculquen en los niños tolerancia y otros buenos valores. Por otro lado, COGAM (colectivo de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales de Madrid) ofrece de forma totalmente gratuita más de una veintena de cuentos para la diversidad.
También en teatro infantil es posible encontrar algunos ejemplos con historias similares a las de los cuentos. En El cuentacuentos que no sabía contar cuentos (que volverá a representarse en Madrid y Toledo en las próximas fechas navideñas), Pinocho revela que lo que le gustan no son las chicas.
Por otro lado, en La princesa Ana (que actualmente se representa en el teatro Tarambana) se cuenta cómo la joven protagonista no quiere seguir la tradición y casarse con uno de sus pretendientes. Ella sólo quiere seguir siendo feliz junto a su mejor amiga, una dulce ranita que se acaba transformando en una hermosa chica. A partir de ahí, tendrán que luchar y demostrar que pueden reinar y hacer felices a su pueblo gracias al amor que las une.
La figura de los padres es fundamental
La psicóloga Silvia Álava, directora del área de información del centro de psicología Álava-Reyes, explica a 20minutos que “los niños tienen que ver que tanto sus adultos de referencia (padres, profesores…) como la sociedad son tolerantes con la diversidad en todas sus formas”, pero señala que, no obstante, “hay que cuidar mucho los contenidos culturales dirigidos a ellos”.
“Los niños son niños, y hay que tratarles como tales, no hay que darles más información de la que necesitan en cada rango de edad. A veces cometemos el error de querer adelantarles las cosas”, añade.
No es fácil saber a qué edad comienzan los niños a comprender estas realidades. “Hay muchas diferencias individuales. Hay niños que con 8 años ya lo van a entender muy bien y hay otros mucho más infantiles que a lo mejor hasta los 10 no van a asimilarlo, ya que antes no perciben ese tipo de connotaciones sexuales”, asegura Álava.
Por tanto, para la psicóloga, por encima de los cuentos o las películas sigue predominando el ejemplo de los padres y el mensaje que transmiten ellos. “Hay que abordarlo con toda normalidad, decirles que igual que hay chicos que de mayores tienen novias también hay chicos que de mayores tienen novios. Cada vez hay más familias con dos padres o dos madres, no son las mayoritarias pero hay que hacerles ver a los pequeños que son tan buenas como las demás, ni mejores ni peores”, cuenta.
Por último, según Silvia Álava, otra actitud recomendable es “crear un clima de confianza y comunicación para que los niños vean que siempre va a ser posible hablar del tema”. De este modo, la homosexualidad nunca se convertirá en un tema tabú y se evitará en gran medida el miedo y el rechazo.