La Iglesia mexicana en lucha contra los matrimonios y adopciones gay
El Papa humilla a la Iglesia católica mexicana
La Iglesia Católica mexicana vuelve a plantar cara al “sagrado” laicismo mexicano ratificado después de la Revolución de principios del siglo pasado. Los movimientos más conservadores católicos han protagonizado en 124 ciudades manifestaciones para oponerse al proyecto federal de regulación de las adopciones y bodas igualitarias para el colectivo homosexual.
El pulso, dentro del segundo país con más católicos del mundo tras Brasil, donde un 83% de los 122 millones de mexicanos profesa esta religión, se mueve ahora en el terreno político e incluso en clave interna. La cúpula eclesial mexicana, encabezada por el cardenal Norberto Rivera debe renovarse en unos meses y, mientras, demostrar con las movilizaciones su fuerza social ante un presidente que pasa por momentos bajos de popularidad y la perspectiva de los comicios presidenciales de 2018. De fondo, también, Roma y la pésima relación del Papa Francisco con el mandatario de la Iglesia en México.
“Ni por moda se puede aceptar el matrimonio gay”, valoró Rivera en junio, para en agosto dejar en el semanario. Desde la Fe, revista de su arquidiócesis, un auténtico curso de anatomía humana que levantó miles de críticas en un artículo que se titulaba ¿Por qué la Iglesia se opone a la iniciativa del Presidente que promueve el matrimonio Igualitario?: “El cuerpo humano no está diseñado para la relación homosexual. La mujer tiene una cavidad especialmente preparada para la relación sexual que se lubrica para facilitar la penetración, resiste la fricción, segrega sustancias que protegen el cuerpo femenino de posibles infecciones presentes en el semen. En cambio, el ano del hombre no está diseñado para recibir, sólo para expeler. Su membrana es delicada, se desgarra con facilidad y carece de protección contra agentes externos que pudieran infectarlo. El miembro que penetra el año lo lastima severamente pudiendo causar sangrados e infecciones”, justificaba la publicación católica.
“El matrimonio igualitario es un proyecto de ideología de género que golpea muy fuerte el tema de identidad en nuestros niños y jóvenes”, ha declarado Guillermo Montaño, integrante del “Frente Pro-Familia” el día después de la primera de las grandes demostraciones de repulsa ante un proyecto que encabeza de forma personal el presidente Peña Nieto. “Debe cambiar de postura si le interesa el sentir de la nación”, le ha recomendado Montaño al mandatario mexicano.
Carácter presidencialista
El proyecto tiene de hecho un carácter muy presidencialista. Fue Peña Nieto el que el pasado 17 de mayo anunció que presentaría iniciativas para reformar el Código Civil y regular el matrimonio igualitario. El problema es que algunas voces dentro del gubernamental Partido Revolucionario Institucional (PRI), tras entre otras cosas el descalabro electoral de los comicios estatales celebrados el pasado mes de junio que algunos enlazaron con la iniciativa, quieren paralizar el proyecto ante lo que puede suponer una nueva pérdida de votos para 2018: “Las iniciativas sobre matrimonio igualitario no están entre las prioridades”, declaró en agosto César Camacho, coordinador del PRI en la Cámara de Diputados.
El presidente, por su parte, tras perfilar algo su propuesta, quiere enviar a la Cámara un artículo bajo este epígrafe: “El varón y la mujer son iguales ante la ley.Ésta protegerá la organización y el desarrollo de la familia. Toda persona mayor de 18 años tiene derecho a contraer matrimonio y no podrá ser discriminada por origen étnico o nacional, género, discapacidades, condición social, condiciones de salud, religión, preferencias sexuales, o cualquier otra que atente contra la dignidad humana”.
Además, recientemente en el marco de su Cuarto Informe de Gobierno, Peña Nietoaseguró: “Yo he presentado mi propuesta y ahora deben definir las Cámaras”, ante la pregunta de un joven sobre esta iniciativa de modificación legislativa. El presidente sabe que hay reticencias dentro de su partido y prefiere abrir un diálogo en el que él mantenga su liderazgo antes que su bancada demuestre justamente lo contrario.
Por su parte, desde los sectores más reaccionarios del catolicismo mexicano se propone que el mismo artículo diga lo siguiente: “El varón y la mujer son depositarios del derecho humano a ser definidos por su naturaleza y no por la cultura, y son iguales ante la ley. Esta protegerá el desarrollo de la familia”.
Mientras, tras unas manifestaciones que en ocho estados estuvieron encabezadas por los obispos, que en casos como el de Tampico dijeron no estar en contra de que la comunidad gay adopte, pero pidió que “no se le llame matrimonio, se le llame sociedad de convivencia”, otra gran parte de la sociedad mexicana exige más laicismo y echa en cara a los prelados que “se manifiesten por el matrimonio igualitario y no lo hagan por la violencia y corrupción”.
“Se ha intensificado la campaña de desinformación y homofobia. La insensatez de estos grupos ultraconservadores es tal que acusan al Gobierno de pretender quitar patria potestad a los padres de familia para que no puedan oponerse a la ideología de género”, explica Angélica de la Peña, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado y miembro del izquierdista PRD.
Sustitución del Cardenal Norberto Rivera
De fondo, en medio de este pulso social en las calles con las urnas de fondo, está lasustitución el año que viene del polémico Cardenal Norberto Rivera. “El Papa exigió que el Nuncio fuera siempre en el coche para no tener que estar sólo con Rivera”, explicaba a EL MUNDO una fuente de la Iglesia católica mexicana que vivió muy de cerca la visita a México del pasado mes de febrero. “No le soporta”, explicaba la misma fuente, algo que pareció evidente tras aquel rapapolvo que Francisco dio a todos los obispos mexicanos, llamándolos príncipes e intrigantes, en la catedral de Ciudad de México.
El nuevo Papa es consciente de que el actual 83% de católicos en México supone la pérdida de 16 puntos respecto a mediados del siglo pasado y que la imagen de la Iglesia católica ha sufrido fuertes reveses en un país del que es originario Marcial Maciel, creador de los Legionarios de Cristo, y acusado de todo tipo de abusos a menores y escándalos que han ejemplificado la imagen generalizada e interesada en algunos sectores de corrupción de la Iglesia.
En ese doble pulso, político y en la calle, el derechista PAN parece oponerse, no abiertamente, a la ley que será llevada al Congreso. Tampoco le conviene al PAN, extrañamente aliado con el PRD en los gobiernos de diversos estados, tener una postura que le aleje del añorado centro con el que pretende retomar el poder en 2018 ni tampoco puede permitirse enfrentarse abiertamente a la sensibilidad de algunos cientos de miles de sus votantes. “Hay opiniones de todo tipo, pero no hemos revisado la iniciativa del presidente, no estamos en esa etapa”, explicaba el diputado federal Jorge Triana al conocerse el proyecto. Postura común de todo el grupo que se limita a decir que no era una ley necesaria “porque ya está reconocido el matrimonio igualitario en los tribunales”, mientras que en muchos estados sus representantes votan en contra de las mimas propuestas regulatorias a nivel local.