“La homofobia es parte del programa antioccidental de Putin”
El británico Peter Greenaway ha cabreado al gobierno ruso con su película ‘Eisenstein en Guanajuato’, un filme que desvela la homosexualidad del legendario cineasta soviético.
BEGOÑA PIÑA
MADRID.- En la ultra homófoba Rusia de Putin, la revelación de la condición sexual de Serguéi Eisenstein, uno de los más grandes cineastas de todos los tiempos, autor de las legendarias ‘El acorazado Potemkin’ y ‘Octubre’, ha caído como una bomba. Decir que esta gloria nacional, pionero en el uso del montaje en el cine, brillante creador de nuevas narrativas visuales, era gay ha provocado incluso quejas formales del presidente ruso. El ‘acusado’, el británico Peter Greenaway, un agitador del cine que se ha emocionado tanto con esta “celebración de uno de los grandes directores de la historia” que rodará otras dos películas sobre él.
‘Eisenstein en Guanajuato’ cuenta el viaje que el soviético hizo a México en 1930, tras su paso por EEUU. Cruzó la frontera, animado por Chaplin y por Robert Flaherty, con la idea de rodar una película allí sobre la revolución. Un filme que iba a financiar Upton Sinclair. En México, el cineasta descubrió su homosexualidad y mantuvo una relación con su guía, Palomino Cañedo. Una historia de amor que ha cabreado mucho a los rusos –“están irritados porque un británico ha hecho una película sobre su más grande director, pero ¿por qué no la han hecho ellos?”- y que ha provocado que retiraran a Greenaway la invitación para participar en el Festival de Moscú.
¿Por qué ha hecho esta película ahora?
Porque el cine está muriendo, la película nace de la idea de celebración. Quería celebrar a uno de los más grandes directores de la historia antes de que el cine desaparezca del todo.
Pero ¿por qué el momento en que Eisenstein descubrió su homosexualidad?
En realidad es una aventura de amor, solo que entre dos hombres. Es una historia de amor porque eso es una gran celebración, no es una historia triste, aunque sí tiene mucha emoción. La escena sexual, en la que los personajes están hablando y hablando, es muy divertida. Podríamos reírnos todos un poco más de nuestra conducta sexual.
¿Quería mostrar una imagen diferente de la que se ha creado el mundo de Eisenstein?
Sí, él era un metaintelectual. La gente cree que Eisenstein es aburrido, por eso aquí aparece como un hombre que es casi un niño, a veces petulante, que hacía comentarios misóginos… y que era muy humano. En la película es un tipo que vomita, que caga, que folla… y eso es difícil de soportar para mucha gente. Pero es que los grandes artistas también son muy humanos. Incluso la reina de Inglaterra va al baño.
Eisenstein descubre la libertad cuando se aleja de su tierra ¿es su película un canto a la internacionalización?
Por supuesto. Cuando te vas de España ¿no te conviertes en alguien diferente? No tienes a tu madre, a tus amigos, a tus amantes cerca, estás en un ambiente nuevo que se abre y te abre, y te permite ser más auténtico… A Eisenstein le ocurrió lo mismo. Cuando se alejó de Rusia, de Stalin y del materialismo dialéctico, ¡tan terrible palabra!, se sintió libre para pensar en su trabajo y en su sensibilidad.
En Rusia ha habido incluso quejas formales por lo que cuenta en su película…
Sí, a Putin no le ha gustado nada mi película. Llevo seis meses recibiendo correos desde Rusia, mensajes de amigos y de enemigos, amenazas. Pero a mis amigos rusos no les molesta en absoluto. La homofobia es parte del programa antioccidental de Putin, intenta de esta manera la demonización de Occidente. Por otro lado, a algunos rusos les ha molestado que un inglés haya hecho esta película sobre Eisenstein, en vez de haberla hecho ellos.
En Rusia, mi película ‘El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante’ es muy popular. Aquella parodia del capitalismo sin control permitía preguntar por lo que pasa cuando capitalismo y comunismo se encuentran. Fue justamente la época de Gorbachov y había ahí algo profético. Se hablaba de vulgaridad y de corrupción y… han llegado a pasar todas esas cosas. En Rusia hay clubes de fans míos. Muchos de ellos vieron la película como la explicación del colapso del régimen comunista. Ahora esos mismos piensan que soy un traidor porque digo que Einsenstein era gay.
¿No ha habido nada de deseo de provocación con la película?
Los artistas tenemos la oportunidad de ser incómodos. Goya, Picasso… hay algo muy incómodo en lo que dicen y en lo que hacen. Te hacen pensar de modo distinto. Es una obligación de los artistas.
En la película se refiere al ‘montaje intelectual’ de Eisenstein, un gran avance en el cine, ¿usted lo aprovecha?
Sí. Es la base de un cine de poesía a diferencia de otro que pasa. Bond, por ejemplo, es lo contrario, es una película muy narrativa, un thriller que sigue las reglas de la prosa, como la novela europea del XIX. Un buen montaje, el que avanzó Eisenstein, es el que conecta las cosas, las distintas ideas que no tienen que ver con la narrativa convencional. Me gusta porque yo quiero hacer cine poético.
Por lo visto, le ha gustado mucho el actor, el finlandés Elmer Bäck, y planea seguir trabajando con él, ¿es así?
Me emocioné muchísimo con él. Es muy difícil encontrar un reparto bueno y dedicamos seis meses a buscar al protagonista. Es verdad, me emocionó tanto que he planeado ya otros dos guiones para hacer una trilogía. Habrá otra película sobre su vida en Suiza, en el primer festival de cine del mundo, donde reabriré el debate de si el cine es diversión o arte, seguimos hablando de eso. Y luego rodaré ‘Eisenstein en Hollywood’.
¿Sigue empeñado en que a todos los arquitectos les gusta el cine?
Sí. Antonioni primero fue arquitecto. No es mi formación, pero sí fui a la escuela de arte porque quería ser pintor. Los cineastas más interesantes tienen formación artística.