François Ozon: “La crisis agudiza el odio por lo diferente, inmigrantes o gays”

El realizador francés juega con la transexualidad, el amor después de la muerte y el poder de la amistad en su nueva película, ‘Una nueva amiga

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El director François Ozon en una imagen de archivo GYI

Madrid (EFE/Alicia G.Arribas).- El realizador francés François Ozon juega con la transexualidad, el amor después de la muerte y el poder de la amistad en su nueva película, Una nueva amiga, que habla sobre todo de libertad, explica en una entrevista con Efe, y que trata de normalizar al “diferente”.

“Estoy convencido de que la crisis económica y social crea mucha tensión; en ese contexto se tiene tendencia a buscar chivos expiatorios, ya sean inmigrantes o gays, en definitiva, la caza al diferente”, señala el director de “8 mujeres” (2002), ganadora del Oso de Berlín, convencido de que lo que es un buen argumento para el cine puede ser terrible cuando salta la homofobia.

“A mí siempre me han interesado personajes que no vayan rectos, sino los que se desvían para coger caminos que les ayuden a encontrarse a sí mismos porque, realmente, si lo piensas, no hay una identidad general, nadie es igual que el otro. Desde luego, no me interesa hacer cine sobre un señor cualquiera, para nada”, aclara.

Ozon se puso a trabajar en el guion de “Una nueva amiga”, que se estrena mañana en España, tras estrenar “Joven y bonita” (2013) y apoyándose en el recuerdo de un pequeño cuento de Ruth Rendell que leyó veinte años atrás; esta narración se le vino a la cabeza cuando una amiga le contó una historia real sobre un hombre que se disfrazaba de su mujer fallecida para devolverla a la vida.

A sabiendas de que aquello podía resultar “un poco tenebroso”, explica, decidió convertirlo en “un cuento de hadas, una película tipo Hollywood, con final feliz”.

“Es verdad que la película no es muy realista, los personajes están muy idealizados; si hubiéramos querido dar ese sesgo habría tenido que ser mucho más dramática, pero no”, apunta y agrega: “Quería hacer una película un poco política y el humor, justamente, era la forma de llegar a más gente, y darle ese final hollywoodiano, también”.

Pero puntualiza que también quería “hacer una película para la gente a la que le gusta disfrutar con el cine, que lo pasa bien viendo buen cine”.

Preocupado por su aspecto, el director francés (París, 1967) nominado para el BAFTA por “Potiche, mujeres al poder” (2010) y ganador de la Concha de Oro de San Sebastián por “En la casa” (2012), pide al cámara que suba un poco el plano para esconder “los efectos de las tapitas” que se cenó anoche, aunque lo hace entre risas.

Con un ojo en “Tootsie” y otro en la señora Doubtfire, David/Virginia nace con vocación de ser un referente de libertad, insiste Ozon.

“Mi película trata sobre todo de que cada uno pueda encontrar su propia identidad; hay que pensar que empieza con una muerte que destroza a dos personas y que ellos consiguen superar ese duelo a través de una tercera persona que crean entre los dos, que es Virginia”, agrega.

En “Una nueva amiga”, la muerte de Laura, una mujer que deja atrás un bebé provoca una extraña reacción en David, su enamorado marido (Romain Duris), que parece capaz de cualquier cosa para no perderla del todo.

Cuando aparece en escena la mejor amiga de Laura, Claire (Anaïs Demoustier), David cree ver en ella a la única persona capaz de entender por qué se perfuma, se pinta y se viste con la ropa de la fallecida.

Ozon bromea cuando se le recuerda su apodo de “El pervertido” con que le ha bautizado el cine francés, y explica que “quizá no sea el concepto en francés tan radical como en español”, aunque enseguida reconoce que sí, que es porque es poco convencional, “rarito”.

“Cada realizador tiene ganas de hacer escenas catárticas, filmar una escena sexual, un asesinato, cosas que no haces en la vida y lo haces en el cine, quizá sea por eso”, acepta, complacido al comentar el paralelismo evidente de las temáticas de sus cintas y su atrevimiento con algunos asuntos, con Pedro Almodóvar.

Ya está terminando de escribir el guion de una película que “será -cómo no- una historia de amor retorcida”, en este caso, entre un francés y una alemana, “muy, muy retorcida”, se ríe.