Las dos bodas de Javier Maroto
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Rajoy y altos cargos del PP como Soraya Saénz de Santamaría y Cospedal acudieron al enlace
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‘Esta boda es un paso más al reconocimiento del matrimonio sea quien sea quien lo contraiga’, dijo Javier Maroto
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El presidente del gobierno se sentó en la mesa Celine Dion
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ÁLBUM: Las fotos de la boda gay del PP
Javier Maroto y José Manuel Rodríguez reconvirtieron ayer el enlace «entre amigos» con el que habían soñado en un desfile de ‘top ten’ de la cúpula del PP que se mezclaron mal que bien con cargos locales, empleados del partido, amigos y demás familia. Una presencia ya cargada de simbolismo que elevó su carga política cuando Maroto y su ya «marido» Josema Rodríguez comparecieron ante los medios de comunicación a las 21.45 horas. “Esta boda humilde es también un paso más al reconocimiento del matrimonio sea quien sea quien lo contraiga.Libertad para todos con los mismos derechos. Y hoy, una década después, mis compañeros de mi partido han querido dar este paso al frente», manifestó Maroto junto a Josema mientras, al otro lado de la valla, toda la cúpula del PP escuchaba la canción de Building Bridges de Conchita Wurst, la cantante que creó el austriaco Thomas Neuwirth y que ganó el Festival de Eurovisión de 2014.
El alegato de Maroto a favor del «matrimonio» homosexual tuvo también el reconocimiento a «muchísimos hombres y mujeres activistas que durante muchísimas décadas han luchado por los derechos de los que hoy hemos gozado nosotros». Ni el frío ni el arranque de la fiesta acortaron lo que se había anunciado como una breve declaración y terminó convirtiéndose en el pronunciamiento oficial del PP sobre el matrimonio gay. «Mismos derechos y mismas libertades», insistió de corrido el vicesecretario general del PP que apenas unos minutos anteshabía recibido los anillos de su compañero Iñaki Oyarzábal, otro de los referentes ‘gays’ del PP en Euskadi y miembro de la dirección de Génova.
«Esto es matrimonio porque los partidos evolucionan. En España el derecho al matrimonio es para todos y hoy todos los partidos compartimos este mensaje», señaló Maroto vestido de frac y en un aparcamiento con el suelo húmedo por el frío viento del norte que envolvía el sur de Vitoria.
Detrás y casi olvidadas quedaban las angustias de la pareja por el riesgo que multiplicó hasta el infinito sus nervios cuando imaginaron que el desfile de VIPs podría haber convertido la plaza de España junto al Ayuntamiento de Vitoria en una batalla campal si la ceremonia oficial se hubiera celebrado tal y como estaba previsto.
Y es que nunca Vitoria se había visto en otra. Deprisa, deprisa y superados por la presión mediática desatada tras la publicación por EL MUNDO del debate interno sobre la conveniencia de que Mariano Rajoy bendijera (o no) con su presencia un matrimonio gay, Javier Maroto y, sobre todo, Josema Rodríguez sintieron que el mundo se les venía encima. Dos bodas por una. Y un sólo documento oficial que, con las urgencias y los nervios, tenía escrito que la pareja se casaba a las 20.00 horas y que Maroto, puntilloso, obligó a que se corrigiera para que constara que ante la Ley él y Josema iniciaron su matrimonio a las 9.30 horas de la mañana ante la mirada de Miguel Garnica, el novato concejal en lides casamenteras que ofició el acto civil. Margarita Aránzabal, madre se supone que emocionada, e Iñaki Oyarzábal rubricaron como testigos el primer acto de esta boda en dos entregas.Un ‘sí, quiero’ que rayó en la clandestinidad con Margarita y Josema colándose al edificio Consistorial por una puerta lateral y subiendo en montacargas hasta el despachito minúsculo en el que Maroto despacha con celeridad los viernes sus obligaciones como concejal.
Aluvión de cargos
La más anormal de las 28 bodas homosexuales celebradas en Vitoria desde 2005 (23 de ellas entre hombres y sólo 5 entre mujeres) se mutó en un discretísimo desfile del quién es quién de la corte que rodea al presidente del PP y presidente del Gobierno Mariano Rajoy. El aluvión de cargos del Gobierno y de dirigentes de Génova convirtió en añicos el deseo de Javier y Josema de repetir las fiestas de cumpleaños en bares y hoteles de la ciudad o las noches de Eurovisión citas en las que primero sólo con parejas y en los últimos años con niños y adolescentes se fueron forjando su amistad con hoy políticos ya conocidos como Alfonso Alonso o Iñaki Oyarzábal. Ahhh Eurovisión! Ese fue el primer guiño para los 270 invitados que buscaron sus mesas al entrar en el salón alargado del restaurante El Caserón. Y encabezando la mesa presidencial estaba ella. Loreen. Un icono para algunos y la chica aquella que atronaba con su Euphoria en el festival de Eurovisión de 2012 para el resto.
Entre ellos Rajoy atento a su esposa Elvira Fernández que apostaron por los atuendos más previsibles; él de traje oscuro y camisa blanca con corbata y ella con un conjunto negro de falda y chaqueta alejado del glamour. Cospedal, un minuto después del presidente, desfiló por el aparcamiento por el que se accedía al restaurante con su traje de chaqueta y pantalón gris con naturalidad y la cabeza alta acompañada por su esposo. Soraya Saénz de Santamaría con la complicidad de Alfonso Alonso y de su esposa Beatriz Maylin evitó a las cámaras de la entrada y Pablo Casado con su guapísima acompañante se ganó a los periodistas con una sonrisa mientras en su muñeca izquierda asomaba una protección como la que llevan los toreros al final de temporada.
Allí se retrataron Andrea Levy, Moragas -siempre cerca del presidente-, Martinez Maíllo y Javier Arenas, Carlos Floriano y hasta Arantza Quiroga que llegó en el último momento del brazo de su marido sonriente y espectacular con una pieza gris con plumas en el cuello sobre un vestido fucsia. Pero fue Lorenzo Caprilequien, como si no, dio con el punto exacto que requería el evento «íntimo-político-renovador» de la boda gay que ha roto moldes en el PP. Su traje rosa palo con chaleco y camisa blanca dejó a todas y a algunos boquiabiertos.
Invitados que apuraron el cóctel cuando el termómetro ya bajaba de los 13 grados mientras el jazz-soul de Yolanda Gambin, LaDonnamusic, relajaba a los invitados (especialmente a Josema) y envolvía los primeros corrillos en los que se alababa el porte de Maroto y la simpatía de su ya marido. Música para las confidencias, para las primeras fotos y también para las primeras miradas de reproche a los invitados más osados que hicieron caso omiso al último correo electrónico de Josema en el que advertía de ser cuidados con móviles y cámaras de foto. Música suave y envolvente de una DJ que gana adeptos como Javier y Josema en los locales de ambiente como la Vermoutería o el OM en los que se mezclan con naturalidad gays y lesbianas como Yolanda y los contrayentes con ‘heteros’ encantados de compartir espacio sin roces.
Y entre ellos Rajoy y Elvira. El presidente fue colocado muy cerca de la mesa ‘presidencial’. Otro guiño frente a lo convencional porque en ese espacio central para una docena de personas ni estaban los ‘jefes’ del PP ni tampoco los padres y hermanos de Javier y de Josema. Y en las mesas, los novios gays bendecidos por el PP que apura sus posibilidades para seguir gobernando España tuvieron que hacer tantos equilibrios que prácticamente hasta primera hora de la tarde de ayer no terminaron de encajar los egos, rencillas y amistades de tanto dirigente del PP metido ya de lleno en campaña. Por si acaso y para no arriesgar demasiado, al presidente le ubicaron en la mesa de Céline Dion, la cantante que en el 98 ganó con su No os vayáis sin mi.