Preadolescentes y educación sexual: aún estamos a tiempo

Claves para encarar una etapa no demasiado atendida, pero perfecta para facilitar la entrada en la adolescencia y empezar a hablar de cuestiones que aún no se protagonizan, pero que ya interesan

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Se ha escrito mucho acerca de ver la preadolescencia como un “periodo de latencia” en lo que respecta a la sexualidad. Y esto ha hecho que se haya escrito poco sobre esta etapa en sí. Nada más lejos de la realidad. El que con nuestros ojos adultos no apreciemos “indicadores” relacionados con la sexualidad en este período, no quiere decir que no estén ahí. Sus curiosidades y sus preguntas de la etapa anterior se harán aún más explícitas y se dirigirán o no a nosotros en función de cómo hayamos resuelto los acercamientos anteriores. Estamos además en una fase en la que se empiezan a establecer relaciones y causalidades, en la que se aviva la imaginación y el ansia de saber. No es tan fácil responder a sus preguntas porque ya no se van a conformar con respuestas sencillas, necesitan cubrir todas las lagunas y pueden llegar a resultar exasperantes.

En la dinámica en la que vivimos inmersos a toque de reloj, va a ser necesario buscar espacios para afrontar la insaciable curiosidad de nuestros niños y niñas en la medida de nuestras posibilidades. Y si no conocemos alguna de sus preguntas, reconocérselo con la propuesta de investigar para buscar juntos la respuesta. Esto resultará mucho más valioso a los ojos de nuestro hijos que pretender ser los “padres perfectos” porque nos restará credibilidad cuando descubran que no existe tal perfección.

Temas como el embarazo (fecundación, parto, gemelos) , las diferentes relaciones de pareja (homosexuales, heterosexuales), los diferentes tipos de familias (monoparentales, padres o madres separados, hijos adoptados), van a ser centro de su interés. Además son temas que van a encontrar en su entorno, en los medios de comunicación o en su propia aula. Por lo tanto si no estamos familiarizados con alguno de ello debemos familiarizarnos, así como reflexionar sobre nuestro posicionamiento al respecto, porque en esta etapa aun somos un referente importante para nuestros hijos e hijas y un modelo para que construyan sus propios valores.

También seguirán vigentes, más afianzadas aun, todo tipo de curiosidades hacia el cuerpo de los otros, tanto de sus iguales como de los adultos, por lo cual si no nos hemos encontrado anteriormente juegos (compartidos o individuales) de descubrimiento corporal, es posible que los encontremos aquí. Aunque lo más probable es que ya se hayan ocultado de nuestra vista, por el camino de lo íntimo o de lo prohibido, según hayan percibido las actitudes adultas al respecto.

Y no debemos olvidar que los iguales comienzan a tener un cierto protagonismo, por lo que también buscarán información en los amigos, amigas, primos ,vecinos, … Que puede ser válida o no por lo que será imprescindible que sepan que estamos ahí para ayudarles a contrastar esta información.

El momento más importante

Es posible que haya personas que piensen que todavía es demasiado pronto para hablar a los hijos e hijas de determinadas cuestiones, incluso que haya quien piense que los niños a estas edades no se enteran de las cosas. Nada más lejos de la realidad.  Este es el momento más indicado para comenzar a hablar, sobre todo de todos los cambios que se les avecinan. Es buenos que sepan que esos cambios no siempre se producen a una edad concreta, sino que hay diferentes momentos y que cada persona tiene el suyo y que da lo mismo llegar a ellos el primero o el último, porque todo el mundo llega en un momento dado. Que cada cuerpo es diferente y que todos son igual de válidos para ser deseados, para ser queridos y para tener relaciones. Que nadie es más mujer ni más hombre por tener un determinado aspecto o comportarse de una determinada manera.

De nada nos servirá llegar a la adolescencia a hablarles de su sexualidad si antes no hemos ido mostrando nuestra disposición al respecto. De nada sirve ir a hablar de que los tamaños no importan a quienes ya está preocupado con el suyo (del pene, de los pechos) o hablar de modelos de belleza a quienes no se sienten capaces de gustar. Por eso ahora es el momento de hablar de todos esos temas que pueden ser de su interés sin que ellos y ellas se sientan protagonistas de los mismos. Así les ayudaremos a entenderse y les iremos preparando para que vivan su adolescencia como lo que realmente es, una etapa de cambios y no como un problema.

Menstruaciones y erecciones

Durante los últimos años parece el tema de la menstruación ya no pillaba por sorpresa a las niñas, porque las mujeres de generaciones anteriores se preocuparon de que no fuese así y de que las chicas no se llevasen los sustos y disgustos que se llevaron ellas. Pero no sirve con hablar de la regla y pensar que ya está todo el trabajo hecho. Hay un montón de cambios y de dudas que asaltarán en su momento a la adolescente si nadie la ha avisado de ellos. Al mismo tiempo, los chicos, tradicionalmente han sido dejado de lado porque como ellos no tenían la regla y además no corrían el riesgo de quedarse embarazados, pues se les dejaba a la deriva con todas sus preocupaciones, sus pudores y sus inseguridades.

Efectivamente, habrá que contarles a las niñas que en un momento dado tendrán su primera menstruación; pero tan importante como eso, será hablar de que su cuerpo va a cambiar, que sus caderas y su pecho irán teniendo más volumen y se harán más redondeadas. Que les va a salir pelo en determinadas zonas donde ahora no lo tienen; que sus genitales van a cambiar de forma y probablemente también de color; que no todos los pechos tienen el mismo tamaño, incluso puede ser uno más grande que otro; que la forma de los genitales va a ser diferente en cada chica, aunque todas tengan las mismas cosas (también todas las personas tenemos ojos nariz y boca y sin embargo nuestras caras son diferentes …); que no todas las niñas cambian a la misma velocidad, unas lo harán antes otras después, pero todas van a pasar por ese proceso.

Y este será el momento también de hablar a los chicos de todos esos cambios y transformaciones que va a experimentar: las erecciones involuntarias, los cambios en el tono de voz, las poluciones nocturnas, el crecimiento irregular de sus extremidades, la aparición del vello facial y en otras partes del cuerpo menos visibles, también del cambio de color de sus genitales…

Sería buena cosa que tanto a ellos como a ellas se les contase también lo que les va a suceder a los chicos y chicas de su edad, para que se den cuenta de que se trata de un proceso que les afecta a todas y a todos por igual, aunque no les suceda a la vez ni de la misma manera. Y por supuesto todo lo que les contemos lo haremos en clave de complicidad, intimidad y buenas expectativas. Preparándoles para algo positivo y satisfactorio, un nuevo escalón en su forma de vivir su sexualidad.

Sus modelos referentes

Nuestros niños y nuestras niñas van construyendo su identidad sexual (masculina o femenina) con todos los modelos referentes que se encuentran a su paso. Ya no contrastan solo con los referentes familiares, si no con todos los modelos de hombres y de mujeres de su entorno. En este sentido serán muy importantes también los mensajes que reciban de lo que significa ser hombre o ser mujer. Hay que dejarles claro que todos somos verdaderos hombres y verdaderas mujeres, aunque nos comportemos de forma diferente y nos gusten distintas cosas. Porque tanto en el colegio como en los medios de comunicación, incluso dentro de la propia familia y vecindario, se van a encontrar con formas muy diferentes de entender lo que significa ser hombre y ser mujer, de lo que significa ser niño y ser niña. Y con niños y niñas que actúan y se comportan de maneras muy distintas.

Mensajes del tipo “los niños no lloran” apuntan a un modelo en el que no es válido que los hombres muestren sus sentimientos y se desahoguen; mensajes del tipo “siéntate como una señorita”, apuntan a un modelo en el que no es válido que una mujer explore su mundo y sea ágil y dinámica dentro del mismo. Y aunque estos son mensajes que nos han llegado a las generaciones anteriores, todavía alcanzan a nuestros niños y niñas.

Con respecto a los libros y películas infantiles, si bien se ha avanzado un tanto en la imagen que se transmitía de las protagonistas femeninas, aun queda mucho por trabajar con respecto al modelo masculino, que ha pasado de ser el príncipe azul que rescataba a la desvalida damisela (lo cual ahora no tendría mucho sentido, porque las mujeres ni están desvalidas ni pretenden que se las rescate), a ser un torpe y zafio galán con pocas habilidades sociales y con pocas estrategias para la convivencia (un ejemplo de este modelo podría ser el ogro Shrek ).

Y en cuanto a los demás medios de comunicación, también nos presentan modelos masculinos y femeninos bastante estereotipados. Casi todos guapos y guapas, jóvenes, heterosexuales y sin discapacidades. Un perfil muy limitado en el que cabemos muy pocos. Pero igual que sucede con los libros y películas infantiles y con los mensajes del entorno, están ahí y nuestros niños y niñas conviven con ellos. Por eso habrá que contarles que existen muchas y diferentes realidades y que lo que sale en la televisión no siempre es como nos lo muestran.

¿Cuál ha de ser nuestro papel entonces, como principales educadores de nuestros hijos? Pues simplemente ir dando nuestra opinión, ir ilustrando con nuestro ejemplo. Pero esto no quiere decir que no existan cierto límites en este servirles de ejemplo. Es posible que si les hemos hablado de sexualidad, ellos y ellas se tomen la libertad de preguntarnos por la nuestra. Esto también es lícito y debemos reconocerles su interés. Aquí cada familia deberá ser quien establece sus propios límites, pero siempre dejando claro que la vida sexual de cada persona pertenece a la esfera de lo íntimo y que “entiendas que hay cosas de las que no te voy a hablar así como yo respetaré que tú no me cuentes algunas cosas que son tuyas personales”.

En estos años nuestra opinión y nuestra forma de ver las cosas es importante para ellos y ellas y es un buen momento para ir transmitiendo esos valores con los que queremos que vayan conformando sus identidades. Y en lo sucesivo ayudar a que se construyan como ese verdadero o hombre o esa verdadera mujer que quieren ser, sea cual sea el modelo que elija.

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