El World Pride acoge a los valientes personajes del nuevo documental de Fernando González Molina

‘The best day of my life’, producido por Prisa Vídeo, EL PAÍS y Sundance TV, se estrenará este otoño

De izquierda a derecha: Abril, Fernando González Molina y Geena trabajando en una escena del documental. VÍDEO: JUAN RAMÓN ROBLE

Este Orgullo Gay 2017 ha sido para Fernando González Molina (Pamplona, 1975) un viaje emocional que lo ha “agitado por dentro”. El director navarro lleva 20 años asistiendo a esta celebración, pero esta edición es aún más especial porque ha reunido a Nick, Max, Ruth, Timo, Geena y Abril, los protagonistas de The best day of my life, su documental que cuenta cinco historias que tienen que ver con la identidad y la orientación sexual. “Algunas son duras, otras optimistas o muy íntimas, y usamos el World Pride como elemento de confluencia. Es el mejor entorno que se puede tener para una historia”, dice.

El documental, producido por Prisa Vídeo, EL PAÍS y Sundance TV y que se estrenará en otoño, ha sido rodado en distintas partes del mundo. De Rusia a Uganda, de Almería a París pasando por Madrid, que se convierte en el punto de encuentro donde confluyen los personajes, pues para el director, el World Pride es un “entorno muy poderoso”. Y con este trabajo, en este entorno y casi sin quererlo, reivindica la necesidad de la no discriminación, de la aceptación, la tolerancia, la lucha contra la homofobia, que cree que están bien sobre el papel, pero ve necesario aterrizar con casos concretos. “No intento reivindicar nada, lo que intento es contar historias, y las de este documental son lo suficientemente potentes para que a través de ellas conozcamos las dificultades que supone ser gay, transexual, lesbiana, en España y en otros lugares del mundo”, señala desde el centro de Madrid, donde este domingo rueda las últimas escenas de The best day of my life.

Acostumbrado a rodar películas de ficción taquilleras como Tengo ganas de ti y Palmeras en la nieve, y a tratar con actores, el director se ha enfrentado a una experiencia totalmente diferente. Sus protagonistas son personas reales y muy diversas. Max y Nick son dos activistas rusos; Ruth es una activista lesbiana por los derechos LGTB en Uganda; Timo es un nadador francés que se enfrenta a la doble dificultad de ser sordo y homosexual; Geena es una artista transexual de Almería y Abril una dramaturga en proceso de cambio de sexo. Los une su poder y su valentía: “Lo que tienen en común los protagonistas es que son muy poderosos. Buscamos historias distintas para formar un dibujo completo sobre la realidad. Pero todos son muy valientes, ese es su rasgo principal”.

La parte más difícil de este documental la vivió en Rusia, donde el equipo de rodaje fue detenido por un supuesto problema de visado. Estuvieron bajo vigilancia y muchos de los permisos que necesitaban para las grabaciones les fueron denegados. “En Rusia nos hemos encontrado con una pared a la hora de hacer el documental. Yo sinceramente creo que lo que sucedió es que querían complicarnos las cosas para que no pudiéramos hacer nuestro trabajo, porque creo que allí la sensibilidad de las autoridades respecto al tema LGTB no es muy correcta, entonces nos lo pusieron un poco difícil”, explica.

Su viaje personal

Con The best day of my life, el director ha podido llevar a cabo un proyecto que ya venía buscando desde hace varios años, algo que le permitiera combinar el tema de la identidad sexual y la ficción. Una experiencia que le ha calado en lo personal: “No encontraba la manera natural de aunar ambas cosas. Y de repente Prisa me dio la oportunidad de hacerlo y aparte en forma de documental, que es algo que nunca había experimentado. Entonces enfrentarme al documental, a las historias reales, al tema del activismo gay, de la homosexualidad, todo a la vez, me ha removido por dentro. Me he dado cuenta de que al final estás hablando de personas, entonces yo que me dedico siempre a la ficción pues me he sentido agitado por dentro”.

La experiencia vivida en Rusia le ha hecho reflexionar también sobre su trabajo y la situación del colectivo LGTB en otros países, donde son perseguidos. “A nivel personal, darte cuenta de que eres gay y de que no puedes ejercer tu trabajo para contar historias de personajes valientes gays es duro. Más allá de que te detengan unas horas, o de que un coche te siga, me hizo pensar mucho en que Max y Nick viven allí y que ese es su día a día. Y de repente te da un poco de vueltas la cabeza y te das cuenta de que eso es lo que hace que sea tan necesario hacer este documental”, afirma Fernando González.

“Yo creo que Max y Nick son muy valientes. Lo que sucede con Max y Nick, lo que sucede con muchos activistas rusos y lo que nos pasó a nosotros hace que de repente The best day of my life sea un documental imprescindible para mí. Lo era antes de ir a Rusia y lo es mucho más ahora”.

Madrid orgulloso, Madrid libre

La ciudad cierra sus calles para celebrar como nunca la diversidad sexual en una fiesta histórica: un millón de personas se reúne en la capital del WorldPride

Manifestación del Orgullo Gay en Madrid. J. P. GANDUL (EFE) / ATLAS

Por Enrique Gimbernat, que respondió con argumentos en 1978 al director de un hospital que había pedido públicamente que el programa La Clave no abordase el “tema de los homosexuales” al tratarse estas “aberraciones” de “una gran equivocación, cuando no un verdadero delito”. Por Daniel Zamudio, hijo de una vendedora y un obrero al que su madre dijo “cuídese” y acabó torturado salvajemente y muerto después de que cuatro asesinos le hiciesen una esvástica en el pecho con un cristal. Por Ramón, el vecino de mi calle, en Pontevedra, que de madrugada se sentaba escondido en un banco del parque de las Palmeras por si alguien quería ponerse a su lado, y así fue envejeciendo bajo los árboles. Por Amalia y por Cinthya, que tuvieron que ser amigas durante 20 años por miedo, y nunca se atrevieron a vivir juntas porque era un pueblo demasiado pequeño y su amor un escándalo demasiado grande. Por millones de rostros anónimos, aquí y allá, que siguen creciendo bajo unos marcos sociales construidos bajo un sustantivo discriminatorio (“la normalidad”) que los sitúa automáticamente al otro lado, expuestos al señalamiento, la persecución o la violencia. También, en sus círculos sociales, a la condescendencia del bienintencionado que, sin quererlo, no hace más que colocar su sexualidad bajo un foco.

Madrid fue la capital de la diversidad sexual, de la libertad y de la tolerancia; de una sociedad sacudida por su pasado y desacomplejada ante el futuro. Madrid, a esas horas de la tarde, fue el centro de un mundo que cambia poco a poco pero al que aún le quedan demasiados países siniestros a los que dar luz y justicia. Un griterío inmenso, una felicidad desbordada en todos los idiomas. Más de 50 carrozas en medio de una muchedumbre colapsaron la ciudad en una fiesta que se ha incrustado de tal forma en su ADN que este año, el primero de la historia en el que se celebra el EuroPride y World Pride al mismo tiempo, ha pedido a París el título honorífico de ciudad del amor. Lo es como no lo fue en las grandes películas de Hollywood; lo es como lo es ahora y será en las películas de futuro. Si tiene una ventaja el Orgullo es que se celebra como se quiere. Rita y Leticia llegaron a Madrid a esto: “Estamos aquí porque nadie nos conoce”. María y Luisa, que suben por la calle Reina, por otra distinta: “Somos de Madrid, vivimos aquí. Tenemos muchas razones por las que no nos debería gustar esto, razones políticas sobre todo por su deriva y demás. Es un gran acto de consumo, se han arrimado por interés tantos… Pero luego miras alrededor y piensas: si todavía sigue tanta gente insultando, tanta gente intolerante, entiendes que, con sus defectos, esto es necesario. Mientras moleste, hay que hacerlo”.

A pesar de los intereses en reducir el Orgullo a imágenes sin contextualizar, a presentarlo como una suerte de folclore exótico en vía pública para convertirlo en lo que los homófobos creen que es, lo cierto es que el desfile representaba en todas sus versiones la reivindicación de todas y todos. Si España se hubiese congelado en 1983 y se derritiese ayer en el Paseo del Prado, todos creerían estar viviendo algo irreal; si la España que se hubiese congelado fuese la de los años 50, esto sería directamente algo imposible. Pero ahí estuvimos y ahí estamos, aún entre muchos muros. Y no es poco. Lo que decía ayer Estefanía, una mujer de 36 años que esperaba el desfile como la cabalgata de los reyes, era que estaba en Madrid para “pasárselo bien”. Carlota, su novia de 25, que llegó el jueves desde Castellón, venía por la fiesta. Por Alcalá en dirección a Gran Vía un grupo —con gorros de paja de arcoíris, chicos de la mano, una pareja de lesbianas rezagada— caminaba con bolsas para un botellón en el centro en algún lugar “donde no nos pillen”.

Pasárselo bien en la calle para una pareja de lesbianas, para una pareja situada socialmente fuera de la “normalidad”, no era posible hasta hace muy poco. El gigantesco músculo que enseñó ayer Madrid al mundo, acogiendo a miles de visitantes y poblando sus edificios con la bandera arcoíris, lanzaba el mensaje de que era una ciudad libre, de acogida para todos, donde se puede amar como se quiera porque lo que destruye el mundo es la violencia; en Madrid el diferente, el perseguido y el señalado tiene que ser el que ataca uno de los principales motivos de orgullo de este país: haber legalizado el matrimonio homosexual antes que nadie, cerrar su capital para que gente de todo el mundo festeje y celebre su amor como quiera.

Se ocuparon masivamente, entre cánticos y carteles, las calles que una década antes estaban llenas de gente temerosa de que se acabase la “familia tradicional”, y en el Orgullo se demostró que lo tradicional es el amor y la tolerancia, venga de donde venga y vaya hacia donde vaya. Por los que no pudieron verlo, por los que lo vieron y lo pelearon, y por los que aún viven sin poder decirlo.

Un cabo de la Armada, Mister Gay Pride España 2017

El ganador de la gala con los otros dos finalistas en el escenario de Sol a las dos de la madrugada del sábado. @MrGayEspana

La gala Mister Gay Pride ha celebrado esta noche sus diez años de historia coronando a un cabo de la Armada -Ricardo, de Tenerife- demostrando igualdad y cumpliendo, desde la Puerta del Sol, con todos los cánones del formato: tres desfiles, larga duración y maniquíes que desfilaban sin tomar la palabra.

Pantalón vaquero y camiseta negra, calzoncillos y por último, traje; estos son los modelos que han lucido esta noche los 16 finalistas que disputaban el título en un evento que no se ha salido del guión: ni tacones, ni boas, ni estéticas diferentes, ningún elemento lo ha diferenciado de concursos similares salvo la orientación sexual de sus participantes.

La gala ha arrancado con ambiente festivo a las 22.00 horas ante las cerca de 20.000 personas, según los organizadores, presentes en la madrileña Puerta del Sol pero ha ido perdiendo fuelle al transcurrir tres horas para conocer al ganador: Ricardo Tacoronte, de 28 años, cabo de la Armada, finalista por Tenerife y con un objetivo: acabar contra la ‘plumofobia’ que se da también en propio colectivo gay.

“¡Qué viciosos sois”, ha exclamado la maestra de ceremonias, Devora Hombres, ante los aplausos del público a los dos “chulazos” militares que concursaban; la presentadora, primera en serlo hace diez años, ha puesto el elemento lúdico a una gala que ha arrancado felicitando a Alemania por la aprobación del matrimonio igualitario.

Entre las novedades, un concursante con discapacidad, Enrique Albert, de 25 años y Mr. Alicante, que ha defendido la necesidad de “romper estereotipos” y considerar Mr Gay como un concurso de “valores, fuerzas y superación”.

El vencedor de la gala Ricardo Tacoronte.

Sin embargo, dichos estereotipos están muy marcados en el mundo gay, según explica a Efe Héctor, que ha acudido a Sol con dos amigos y ve el concurso por primera vez: “estos serían las musculosas”, “me parecen todos muy parecidos”, ha asegurado.

En opinión de este joven de Toledo, los hombres homosexuales reciben más “presión estética” que los heterosexuales al competir “en un mundo en el que se lucha por ser el más cuidado” y se busca al “prototipo ideal”.

Mr Gay fue “muy difícil” en sus comienzos, han asegurado sus organizadores, Juan Martín Boll y Nano García, agradecidos con la ayuda de unos patrocinadores cuyo gran protagonismo ha convertido a ratos la gala en una suerte de teletienda, comida al escenario incluida.

“Me aburro, quiero ver quién canta” o “hombres, hombres no quiero, prefiero que toque Rebeca ‘Duro de pelar'” han sido los comentarios que salían de algunos grupos de chicas, que no podrán acudir a un concurso equivalente con lesbianas ya que no existe, lo que la presentadora Carmen Alcayde pide remediar.

La música sí ha estado presente, como cuando Pastora Soler ha sido reconocida con el premio 2017, pero Sol, cuyo auditorio estaba dividido por carriles de emergencia y evacuación, ha vibrado sobre todo con Azúcar Moreno y su “Sólo se vive una vez” en una noche donde abundaba la música gratuita a cuenta del Orgullo en toda la ciudad.

Tanto el cuerpo como “el rollo” se han tenido en cuenta para elegir a Mr Gay, según Juan Carlos Alonso, coordinador general del WorldPride y miembro del jurado, “todos son guapísimos, pero también es muy importante lo que transmiten”, ha asegurado.

Pese a ello, el ganador, que representará a España en el concurso mundial que este año acoge Argentina, ha quedado “sin palabras” al vencer un concurso que ha denunciado la no universalidad de los derechos del colectivo LGTBI y la opresión vivida en países como Rusia.

“Madrid ha estado a la altura”

Madrid, orgullosa capital del amor

El WorldPride 2017 ha sido un evento para recordar. Durante la tarde ayer, miles de personas se congregaron en las inmediaciones del Paseo del Prado hasta la plaza de Colón para disfrutar, festejar y reivindicar. El lema de este año, “Viva la vida”, pretendía también poner el foco de atención en la despatologización de las personas transexuales.

Las fuertes medidas de seguridad generaban, para muchos, un entorno tranquilizador. El ruido del helicóptero de la Policía que sobrevoló la manifestación hacía levantar los ojos al cielo; como decían José Manuel Palomino y su novio Joaquín: “Madrid está a la altura”. “Con todo lo que está sucediendo, nos sentimos muy protegidos”, añadía Palomino.

El toque internacional de esta edición del WorldPride se dejó sentir por lo variado de las nacionalidades de los que se agolpaban a lo largo del recorrido. Sebastian, un polaco afincado en Edimburgo, había volado ayer a Madrid con una intención clara: “Quiero encontrar el amor”, explicaba. Con lo que ha dado Daniel en Madrid, siendo natural de Etiopía, ha sido con un refugio. En su país, ser homosexual está penado con la cárcel: “Lo que más siento es vivir a espaldas de mi familia. Estoy escondido”. A su lado le abrazaba Laura Ferreira, su amiga de Guinea Ecuatorial, que se sentía orgullosa de que sus familiares sí aceptaran su homosexualidad. “En mi país no hay problemas por ser quien quieras”, decía.

Las carrozas del Desfile del WorldPride 2017, a su paso por la plaza de Cibeles Víctor LerenaEFE

Como antesala a las carrozas, una batucada y una representación de diversos Orgullos alrededor del mundo recordaban que ciudades como Bruselas, Hamburgo, Estocolmo, Sidney, Puerto Rico u Orlando también tenían algo que celebrar. Al pasar el grupo con las pancartas recordando que en Rusia la homosexualidad no se puede vivir libremente, los asistentes no dejaban de aplaudir.

Pedro Iglesias y su hermano llegaron el viernes de Miami y no tenían más que buenas palabras para la enorme presencia policial. “No podemos dejar que el miedo nos gane. Hay que salir a disfrutar mientras podamos”, recalcaba Pedro. Sin embargo, para él, la fiesta podría haber ido un poco más allá. “Me falta música por todas partes, por la calle”.

Maider Sánchez y su marido llegaban de Guipúzcoa y también echaban en falta más ruido. “Pensaba que Madrid se iba a animar más a salir de fiesta”, se sinceraba Maider.

Muchos de los niños que acudieron se quedaban sin palabras ante los esperpénticos disfraces de quienes desfilaban y que hacían más llevadera la espera: barbas con purpurina, unicornios, hadas, tacones kilométricos… Y banderas, muchas banderas. Los nietos de María José se hacían fotos con todo aquel que accediera, y ella les animaba. “Su tío antes se llamaba Juanjo y ahora es Claudia. Y no pasa nada. Hay que educar en la normalidad“, explicaba, alisándose su banda arcoiris.

Precisamente de la falta de educación es de lo que se queja la presidenta de la Asociación de Madres y Padres de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales (AMPGYL) en la Comunidad Valenciana, Dolores Domínguez. Con el lema “Somos vuestros padres, somos vuestras madres, estamos a vuestro lado”, Domínguez afirmaba que “para las familias aún sigue siendo una mala noticia tener un hijo o hija LGTBI porque no hay espacios seguros para ellos”.

“Esto es una manifestación, no un desfile”

Saida García, vicepresidenta de la asociación de familias de menores transexuales Chrysallis, centraba la atención en todo el trabajo que queda por hacer, según ella, una vez finalice el Orgullo. “Para empezar, esto es una manifestación y no un desfile. Claro que es una fiesta, pero la reivindicación está en el día a día. A nivel legal, aún se considera a los transexuales como enfermos y eso tiene que cambiar”, aseveraba.

A pesar de que las pancartas que iniciaban la marcha defendían “los derechos LGTBI en todo el mundo”, Desde la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales recordaban que el año pasado el lema era la visibilización bisexual y que el objetivo no se ha cumplido ni de lejos. “Queremos que nos tengan más en cuenta: se habla de los gays, pero, ¿qué pasa con los bisexuales? Aún queda mucho por hacer en ese aspecto para que no se nos deje en el olvido”, afirmaba Lucía Cruz, coordinadora del área de políticas bisexuales de la FELGTB.

Muchos de los asistentes se protegían del calor a la sombra de los árboles, refrescándose con pistolas de agua y con mucha bebida; los más previsores acarreaban neveras de camping. Algunas pequeñas pancartas se hacían notar entre la multitud: “Gay, OK” o “Mi orgullo son tus derechos” salpicaban la calle. Los voluntarios ofrecieron a los asistentes abanicos de colores en los que se podían leer palabras como “orgullo”, “derechos” o “diversidad”.

“Hay demasiada gente, parecen unos carnavales y eso tampoco es”, se quejaba Miguel desde primera fila, para lo que había tenido que esperar dos horas a pleno sol. “Cuando salíamos sólo 500 personas sabíamos que tenía sentido, pero ahora la mayoría piensa que es una fiesta”, decía. De su misma impresión es Manolo López, activista de 78 años que acudió solo: “Sentía que tenía que estar hoy aquí, recordando que me siento y siempre me he sentido orgulloso de ser como soy”.

Mucho amor en el WorldPride más político: Iglesias, Rivera, Levy… orgullosos del Orgullo

Pablo Iglesias y Albert Rivera encabezan la manifestación del Orgullo Gay

Apuntaba a loca la jornada de ayer cuando se confirmó que, por primera vez en la historia, representantes de los principales partidos políticos acudirían a la marcha LGTBI como a Fuenteovejuna: todos a una. Una exaltación de los ánimos que se revalidó y se congeló en una imagen. En un bello momento de unión entre dos lideresas opuestas, dos partidos irreconciliables, dos antagonistas que se fundieron en una díscola conga reivindicativa. Manuela Carmena y Cristina Cifuentes simbolizaron a la perfección la cohesión política que existe en España a la hora de defender los derechos LGTBI cuando ambas, tras pronunciar sendos discursos al final de la marcha, se unieron a un improvisado trenecito humano que se movía y cantaba al ritmo del himno alascano A quién le importa . ¡Pues a todos! Parecía que respondían la alcaldesa de Ahora Madrid y la presidenta popular al unísono.

Mucho amor y mucho político en una jornada reivindicativa embriagada de ambiente festivo. Pablo Iglesias por Podemos, Albert Rivera por Ciudadanos, Andrea Levy y Javier Maroto por el PP, Purificación Causapié por el PSOE… Cada uno a su manera intentó aunar las reclamaciones con el gauteque, y unos lo hicieron con más gracia que otros, claro.

Aquí vemos a Iglesias intentando reprimir el movimiento de pies que le han provocado -según sus palabras- las letras de Mecano: “A los que nos criamos en los 80 se nos mueven los pies, incluso con Mecano“, bromeaba el líder de Podemos; que ponía en valor el “orgullo de vivir en un país que es una referencia internacional” en materia de derechos LGTBI.

Hoy España ha demostrado ser un ejemplo mundial en tolerancia y por los derechos LGTBI #MadridWorldPridepic.twitter.com/y0mS4oCavb

? Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 1 de julio de 2017

Ciudadanos

Un Albert Rivera de camisa pero sin corbata estaba entregado a la causa. En esta imagen se le ve móvil en mano enarbolando la bandera LGTBI con las siglas de Ciudadanos mientras un selfie inmortaliza cómo dirige a las masas. “Hoy es un día de orgullo, igualdad y libertad para todos; Madrid es hoy el foco mundial de la tolerancia”, declaró el líder de C’s, quien abogó por “hacer” en el Congreso una Ley de Igualdad. “Esto no tiene marcha atrás”, dijo, en referencia a los avances en materia de derechos LGTBI.

Un poco más exaltado parecía Íñigo Errejón, a los mandos de la carroza de Podemos en el desfile. Con las gafas de sol ataviadas para fijar el pelo, alzaba la voz en medio de la música “por un país de gente igual, diversa y libre. ¡Hoy festejamos que sí se puede!”.

Mucho más protocolarios y endorsados, con poca chispa, vamos a ser claros, pero con mucho discurso, se mostraron Levy, Maroto y Causapié (por lo menos de cara a la galería). Lo cual no es óbice, por supuesto, para luchar por lo que uno cree:

Sorprendió a muchos la ausencia de Pedro Sánchez, tanto en la marcha como en las carrozas, pues si hoy España puede hinchar el pecho cuando se habla de derechos LGTBI es, en buena parte, gracias a los socialistas. Y así lo recordaba el PSOE en las redes sociales:

Por las redes se dice que el mundo se divide hoy entre los que defendieron sus derechos en la marcha, los que la politizaron y los que le dieron ritmo.

La entrevista de ‘La Sexta’ en directo sobre el Orgullo que demuestra que aún queda mucho por hacer

Las declaraciones de una señora en una entrevista de La Sexta durante la manifestación del World Pride en Madrid evidencian que, a pesar de los avances alcanzados en los derechos LGTBI, aún queda mucho por luchar. “Una cosa es lo que sean y lo que hagan, pero no es para sentirse orgullosos de pasearse por aquí y manifestarse”, critica la mujer, que asegura que no entiende esta petición de igualdad.

“Los que somos normales no vamos por ahí manifestándonos”, afirma la señora. La periodista que está realizando la entrevista, perpleja ante el discurso, le recalca que “los homosexuales también son normales” y que esta fiesta mundial se celebra para reivindicar los derechos de un colectivo que ha sido discriminado desde siempre.

 

A pesar de sus esfuerzos por hacerle entender el significado de este movimiento, el objetivo de la periodista se convierte en una misión imposible y la señora continúa con su discurso. “La alcaldesa Carmena no quiso poner en Navidad el Belén porque decía que no todos los madrileños eran católicos, pero ahora se supone que está diciendo que todos los madrileños son maricones”, agrega. “Le animo a que abra un poco los ojos”, le recalca la periodista.

El periodista Iñaki López ha concluido la conexión asegurándole a la mujer que al final del día le terminará gustando la fiesta del movimiento o que, incluso, podría echarse novia.

Negro y homosexual, tabú en Sudáfrica

‘The Wound’, que ilustra amores gais y el rito de la circuncisión dentro de la tribu Xhosa, gana el Cinema Jove de Valencia

Fotograma de ‘The Wound’, con su actor protagonista, Nakhane Touré, con camiseta.

Estaba interesado en explorar lo que ocurre cuando un grupo de hombres se reúne y se organiza fuera de la sociedad y de los códigos de la vida cotidiana”, contaba hace una semana en Valencia el director sudafricano John Trengove,cuyo primer largo, The Wound, ganó anoche el certamen Cinema Jove. Y sí, su película habla de esa confraternización, pero va más allá, mucho más allá, para ilustrar una relación homosexual y el rito de la circuncisión, ukwaluka,dos de los tabúes más grandes que existen en la sociedad negra sudafricana, en concreto en la tribu Xhosa. Como confirmaba Trengove, “representarlo de la manera en que lo hacemos es polémico; sabíamos desde el principio que podría provocar reacciones fuertes de parte de los tradicionalistas”.

Hasta ahora no se había mostrado la circuncisión en la gran pantalla, un rito secreto rodeado de gran silencio —y con muertes por falta de higiene o hemorragias— que en los xhosa marca el final de la adolescencia y el inicio de la madurez, como el mismo Nelson Mandela, perteneciente a esta tribu, recordaba en su biografía Un largo camino hacia la libertad: “Recuerdo caminar más recto aquel día, más alto, más firme”. El protagonista, Xolani (encarnado por Nakhane Touré, conocido artista y roquero xhosa, además de activista gay), es un cuidador-guía de los chavales que tras ser circuncidados pasan unos días con él en el campo. Este evento anual le sirve para reencontrarse sexualmente con su amigo de la infancia, Vija, que vive casado en Johannesburgo. Una especie de Brokeback Mountain que deviene en Moonlight cuando aparece un joven chaval en el rito, al que su padre acusa de blando y del que Xolani descubre su homosexualidad oculta. El tercer vértice del triángulo tensará la situación hasta un estallido de violencia.

Trengove, blanco, recurrió al novelista xhosa Thando Mgqolozana, que ya había publicado una novela sobre el ritual, para coescribir con precisión el guion. “Recurrimos a actores xhosa, incluso a no profesionales, para darle verosimilitud a la historia. Algunos de los protagonistas fueron amenazados de muerte”, asegura el cineasta, candidato al Emmy internacional por la miniserie Hopeville.

 

“Google, ¿cómo sé si soy lesbiana?”

El buscador se convierte en el consultorio perfecto para solventar las cuestiones LGTB+

Dulceida y su novia Alba durante el pregón del World Pride 2017 SAMUEL DE ROMAN GETTY IMAGES

Con motivo de las celebraciones del World Pride de Madridy del Día Internacional del Orgullo Gay del 28 de junio, la comunidad LGTB+ ha logrado ser tendencia en Internet. Facebook, Instagram o Twitter se han convertido en el lugar ideal para manifestar públicamente la opinión, el apoyo y el respeto por los derechos de homosexuales, bisexuales, transexuales e intersexuales, sin olvidar otras identidades y orientaciones. En todas estas acciones online hay un componente fundamental: la publicidad que implica compartirlo, lo que se complementa con la intimidad de las búsquedas más personales en Google. Por ejemplo, durante las celebraciones de Madrid, han aumentado las búsquedas en la capital sobre Chuecabares para gais o chats de lesbianas.

La visibilidad estacional del Orgullo Gay esconde millones de historias e intenciones. Una información que el gran buscador universal, Google, ayuda a esclarecer a través de los términos que se emplean al escribir en él. En un primer análisis sobre el interés que genera esta causa en la red, se comprueba que el crecimiento de su popularidad está muy sujeto a las celebraciones del Orgullo. Pero, si se observa la tendencia detenidamente, uno de los picos más altos coincide con la elección de Donald Trump como presidente de EE UU, en noviembre de 2016, lo que reafirma el interés que la sociedad estadounidense mostró sobre las políticas LGTB+ del republicano.

Nada pasa por casualidad, siempre se esconde un buen motivo detrás de cada búsqueda, y Google lo sabe. Su apariencia está protagonizada por el arcoíris de la bandera gay y, por dentro, su algoritmo responde a todas aquellas cuestiones que los usuarios lanzan cuando surgen las dudas. En México, por ejemplo, destaca la búsqueda cómo saber si soy lesbiana, y en España uno de los términos más relevantes dentro de la temática gay es el cine homosexual. Sin quererlo, Google se ha convertido en una especie de consultorio donde informarse y tratar la causa LGTB+. La actualidad y citas como el World Pride de este año también están siendo un buen motivo para preguntarle al buscador sobre los campos de concentración para homosexuales en Chechenia o cuál fue el primer país en aprobar el matrimonio gay.

Google también es capaz de medir la respuesta social a una moda. En 2016, el término pansexual resucitó de entre las cenizas gracias a un icono juvenil como Miley Cyrus. La cantante confesó esa orientación sexual en una entrevista a la revista Variety, motivo por el cual logró convertir a este término en tendencia global. Su anuncio hizo que una de los interrogantes más populares en todo el mundo fuese ¿Qué es pansexual? El furor fue tal que se generó un gran debate sobre las diferencias entre pansexualidad y bisexualidad en las preguntas y respuestas del buscador.

Cada vez que un usuario se dirige a Google para saber algo más sobre la homosexualidad el buscador sugiere palabras para continuar la búsqueda. La fórmula habitual ofrece la posibilidad de reafirmar la orientación sexual de las celebridadaes, una muestra de lo que le interesa a la gente a la hora de buscar. En este punto se produce un momento insólito, donde la barra de búsquedas actúa como un oráculo de la verdad para saber si una persona es gay o lesbiana. Algunos de los ejemplos más claros son Paco León es gay, Lady Gaga es hombre o mujer, Gloria Fuertes lesbiana, futbolistas homosexuales famosos gays. 

Todo esto es una forma de manifestar el deseo por encontrar la verdad, empatizar y desvanecer el misterio de la sexualidad a través de las respuestas de Google. Las dudas y la falta de información hacen que muchas veces Internet sea el único aliado. La intimidad que ofrecen el ordenador y el móvil desvelan las numerosas realidades. A pesar de haber avanzado mucho hacia la igualdad y de ser uno de los países de referencia en materia de derechos LGTB+, aún existen personas en España que le siguen preguntando a Google si la homosexualidad es una enfermedad, y algo mucho peor, si tiene cura.

Esperar a que cada verano el Orgullo Gay regale protagonismo a la causa es alentador, y observar como aumenta el interés en todo el mundo sobre derechos como el matrimonio igualitario resulta esperanzador. Una popularidad que coincide con la aprobación y el reconocimiento de estas uniones en países como Estados Unidos en 2015, en Colombia durante la primavera de 2016 o en Alemania este 2017.

Alice Bah Kuhnke, ministra sueca, sobre los derechos LGTB: «Necesitamos leyes fuertes e igualitarias»

Con motivo de la doble celebración del World Pride y el Europride ayer llegó a Madrid Alice Bah Kuhnke, ministra de Cultura y Democracia de Suecia perteneciente al Partido Verde. Además de recibir el ‘kilt’ de relevo -el año que viene Estocolmo y Gotemburgo serán las capitales del Europride- la política visita la capital para descubrir nuevas maneras de trabajar por los derechos de las personas LGTBI en su país.

P- ¿Por qué ha venido al World Pride Madrid?
Para mí es importante viajar a todos los lugares donde pueda tener discusiones sobre cómo mejorar los derechos humanos y los derechos de las personas LGBT. Veo el World Pride Madrid como una oportunidad fantástica para conocer a representantes del gobierno y activistas españoles para tener más opiniones sobre el trabajo que queda por hacer, también en Suecia.

 Muchas personas se preguntan por qué es necesario celebrar un día del Orgullo LGTB. ¿Qué les respondería?

Porque es necesario. Durante 364 días luchamos de diferentes maneras, desde diferentes plataformas. Yo como ministra debato con otros políticos, escribo, hablo con los activistas y hacemos progresos. Pero un día de esos 365 también celebramos los éxitos que hemos logrado. Y es especialmente importante para esas personas que viven en el campo y que vienen a Madrid al Orgullo ser por un día la mayoría, porque quizá no muestran quiénes son en realidad durante 364 días pero una vez al año pueden salir y estar orgullosos de quiénes son. Es triste, pero también hace que el Orgullo sea muy importante.

 ¿Cree que España es un país tolerante con las personas LGTBI?

Comparado con muchos otros países en Europa y en el mundo España es absolutamente uno de los países liberales. Pero queda mucho por hacer

¿Qué cree usted que queda por hacer?

En Suecia, en 2017, los jóvenes LGTBI son el grupo con peor salud mental y mayor tasa de suicidios. Están los derechos de las personas trans, el cambio de identidad de las personas transexuales, cuestiones familiares relacionadas con padres del mismo sexo.

 ¿Y cómo va a hacerlo?

En Suecia tenemos un refrán: ‘Las leyes fuertes construyen naciones fuertes’. Es importante que las leyes sean fuertes y con fuertes quiero decir que no pueden ser solo palabras bonitas en un papel. Las leyes tienen que ejecutarse con acciones. Por ejemplo, en Suecia tenemos que asegurarnos de incluir a las personas trans cuando cambiemos las leyes por delitos de odio. Pero la ley no es suficiente: tenemos que asegurarnos de que la policía sabe tiene los conocimientos para trabajar con la ley de forma que las cifras de personas que no denuncian no aumenten. Y necesitamos leyes igualitarias para que los derechos humanos también incluyan a las personas LGTB.

Violencia extrema en Centroamérica contra personas LGTBI

El mundo tiene que abrir todas las ventanas posibles para ver lo que pasa en las casas LGTBI de Centroamérica

Un manifestante en una marcha por los derechos LGTBI en Honduras. EFE

No es habitual que alguien que modera una mesa de debate rompa a llorar ante los testimonios de los ponentes. Pero es lo que estuvo a punto de sucederme. Tuve el honor de ser invitada a moderar la mesa ‘Conversatorio Centroamericano’, dentro de la programación de la Conferencia Internacional de Derechos Humanos ‘Summit World Pride 2017’. Y cuando Donny Reyes, activista gay de Honduras, contó su experiencia personal, se hizo un nudo en el estómago colectivo de aquella sala de la Universidad Autónoma de Madrid, y quedó patente de nuevo la razón última de la lucha LGTBI: una cuestión de derechos humanos que compromete la existencia, desde la relación con la familia hasta la propia integridad física, hasta la vida misma. En su caso, como en el de todas las personas que por su orientación sexual o por su identidad de género difieren de la norma, una vida vulnerada desde la infancia.

Donny Reyes, procedente de una zona rural hondureña, contó el rechazo que siempre sufrió en el que debía ser su hogar, cómo sus numerosos hermanos le reprochaban que los pusiera en evidencia ante los demás, cómo se sintió culpable por no querer salir a jugar al fútbol y a levantarle las faldas a las niñas, cómo se fue aislando de todos hasta huir de allí, muy joven, sin dejar rastro. “Solo quería vivir. Mejor que mi familia creyera que me morí”.

Ahora Reyes es coordinador general de la Asociación Arcoiris de Honduras, miembro del Consejo Nacional de Protección a Defensores y Defensoras de Derechos Humanos en Honduras, miembro de la plataforma Regional Centroamericana Orgullo Centroamérica y miembro activista del comité de la Diversidad Sexual de Honduras. Ha recibido numerosos premios internacionales por su activismo, aunque el camino tras verse obligado a abandonar su casa y su pueblo ha sido duro: “Ser migrante es un delito, y el 30% de los migrantes en Honduras son personas LGTBI”.

Su relato de terror coincide con el del resto de las personas LGTBI que componían la mesa del Summit: un camino hecho de exclusión, violencia física, asesinatos, abusos sexuales, prisión. Galilea Bracho, fundadora y directora Ejecutiva de la Red Multicultural de Mujeres Trans de Guatemala (REDMMUTRANS), se refirió a los crímenes sistematizados en su país contra las personas LGTBI, que se llevan a cabo en un contexto de racismo y de un fundamentalismo religioso que, a pesar de ser el guatemalteco un Estado laico, impulsa los influyentes lobbies católico y evangelista en Guatemala.

“Yo soy portavoz de aquellos que han perdido su vida”. De manera tan escalofriante comenzó Bianka Rodríguez, de El Salvador, a relatar la situación de violencia y discriminación que sufren en su país las personas transgénero, como ella, los gais y las lesbianas. Torturas, amenazas y persecución son el pan nuestro de cada día en un Estado podrido por la corrupción y organizado en torno a la extorsión, donde la discriminación a las personas LGTBI las condena aún más a una pobreza sistémica.

Construir desde ahí políticas públicas inclusivas no es tarea fácil, pero Bianka Rodríguez, alentada por todas aquellas vidas que fueron cercenadas y pondrían haber sido la suya propia, decidió entregarse a visibilizar la realidad de las personas LGBTI en su país y a defender sus derechos, siendo en la actualidad responsable del área de comunicación de la Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans (COMCAVIS TRANS), asociación que también reclama al Estado salvadoreño el cumplimiento del respeto a los derechos humanos de las personas con VIH y privadas de libertad por su orientación sexual o su identidad o expresión de género. “Trabajo en pos de la democracia, los derechos humanos y la paz”.

A pesar de que en Nicaragua la ley ya no penaliza a las personas LGTBI, los cambios legislativos han sido tan recientes que la sociedad nicaragüense sigue discriminándolas. Las estadísticas que Chester Cortez aportó al respecto resultaron desoladoras: alrededor del 80% de los jóvenes de aquella “república cristiana, socialista y solidaria” (como Cortez contó que la definía el Gobierno de la nación) sigue considerando la homosexualidad y la transexualidad como una enfermedad. Desde la Red Juvenil del MRS (Movimiento Renovador Sandinista), la sub-coordinación nacional de la Red PREVIOS (Red de Prevención de Violencias Sociales) y el Club Metamorfosis, Chester Cortez trabaja por la incidencia política y la no violencia desde un enfoque de nuevas masculinidades, derechos sexuales y reproductivos y diversidad sexual.

Caso aparte es el de Costa Rica. Tres personas vinieron al Summit Wold Pride desde aquel país. Una de ellas era Ana Helena Chacón, vicepresidenta de la República. Casi un milagro político en una región, Centroamérica, donde la situación es de violencia extrema. Si bien se trata de un país que no tiene ejército y cuyas universidades se han declarado por decreto libres de discriminación (es decir, un sistema que apuesta de raíz por la paz social), se da la circunstancia de que mantiene como oficial una religión católica que, unida a la cada vez más vigente iglesia evangelista, colapsa y bloquea en el Congreso los avances legislativos relativos a la población LGTBI.

La vicepresidenta Chacón, no obstante, vino en representación de un Gobierno desde el que ha firmado y defendido la Consulta que el Estado de Costa Rica realizó a la Corte Internacional de Derechos Humanos sobre los derechos de las parejas del mismo sexo y las personas trans, con la intención de crear mayor seguridad jurídica en la región. Ha impulsado políticas públicas para la inclusión y la no discriminación hacia las personas LGBTI, declarando también al Poder Ejecutivo libre de toda discriminación hacia las personas LGBTI y permitiendo que el Ministerio de Educación Pública y el Instituto Nacional de Aprendizaje reconociese su identidad de género a estudiantes trans. La vicepresidenta de la República de Costa Rica contó que tomó conciencia de lo que supone la discriminación cuando tuvo un hijo con diversidad funcional.

Con ella, desde Costa Rica, estuvo Javier Umaña Rivera, presidente del Pride Costa Rica, que trabaja por una alianza de organizaciones de los distintos países de la región para la organización de un Pride Centroamericano, y la activista e investigadora Emma Chacón, coordinadora de la construcción de la Memoria Histórica del Movimiento Lésbico en Costa Rica, sobre la que ha escrito un libro que se publicó en 2015, que denunció la invisibilidad de las lesbianas en su país.

Cuando desde el público tomó la palabra la activista española Desirée Chacón, abogada que durante años ha coordinado la celebración del Orgullo en Madrid como secretaria general de la FELGTB, recordó el enorme instrumento político que esas citas suponen, al hacer las veces de una gran ventana desde la que mostrar al mundo la realidad de la comunidad LGTBI. Desde luego, el mundo tiene que abrir todas las ventanas posibles para ver lo que pasa en las casas LGTBI de Centroamérica. Al otro lado, el mundo verá violencia extrema, fundamentalismo religioso, pobreza y desigualdad sistémicas, patriarcado y misoginia que se transforman en la más brutal de las homofobias. De llorar. De luchar.