La televisión mata a las lesbianas
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El 35% de las lesbianas que aparecen en las series norteamericanas muere
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Esa tendencia agrava un panorama televisivo en el que los referentes lésbicos son escasos y estereotipados
Ser lesbiana es peligroso. Eso es lo que dan a entender los finales trágicos que sufren en las series de televisión. Tras la muerte de Lexa, una de las protagonistas lesbianas más queridas por la audiencia de Los 100 el pasado marzo, el colectivo lesbiano y bisexual se ha movilizado. La denuncia es clara: la industria televisiva mata desaforadamente a las lesbianas, a menudo de forma muy violenta. Desde entonces, las muertes de las lesbianas en las series han ido in crescendo hasta alcanzar las 15 en lo que va de año. Felicity de la serie The Catch, recibe el disparo de un hombre, Camilla de Empire muere envenenada y Mimi Whiteman de la misma serie corre igual suerte. Nora y Mary Louise de Crónicas Vampíricasdirectamente se suicidan. No es de extrañar viendo el panorama.
Algunos dirán que también mueren muchos personajes heterosexuales. Eso es indiscutible, pero las lesbianas mueren mucho más. Ya se han hecho números. Desde finales de los 70 y hasta el 2016, el 35% de las lesbianas que aparecen en las series norteamericanas, muere. Es una cifra muy alta, pero para los que encuentren que no es suficiente justificación añadiré que las que no mueren no tienen un destino mucho más alentador. Solo un 16% tiene un final feliz. ¿Cuál es el porqué de esa condena?
Lo sabemos. Cuando un personaje de ficción va a morir en una película de terror lo sabemos. Un comentario inoportuno, un gesto demasiado extravagante y la intuición se dispara. “Este será el primero en morir”, decimos, y la persona que se sienta a nuestro lado asiente con la cabeza. Lo hemos visto en muchas ocasiones. La industria audiovisual penaliza las conductas “incorrectas”. No hay nada aleatorio en la elección de las sentenciadas, casi siempre muere quien transgrede lo códigos de lo aceptable. Y si es así es porque la audiencia lo desea.
Las espectadoras y espectadores miran la televisión con la esperanza de ver lo que quieren que pase: que este y aquella acaben juntos, que el protagonista logre vengarse de sus enemigos. Detrás de la muerte y la desgracia de todas esas mujeres se esconde el deseo de sancionar al colectivo lésbico porque las lesbianas son disruptivas solo por existir. Y si, además, su existencia es feliz, lo son todavía más.
Los clásicos son un ejemplo. Xena, un icono de la cultura popular para muchas lesbianas muere decapitada por un samurai en 2011. Gabrielle, su compañera, llora su muerte. Un año después, en 2002, la relación entre Willow Rosenberg y Tara Maclay de Buffy Cazavampiros termina, tras la muerte de la segunda por un disparo al corazón. La series españolas no son una excepción. Uno de los personajes más entrañables de Los hombres de Paco (2010), la científica forense Silvia Castro León, recibe el disparo de un gánster justo después de casarse con Pepa, su pareja. En Amar es Para Siempre (2014), la secuela de Amar en tiempos revueltos se sabe que Ana y Teresa han muerto a causa de un incendio. En resumen, si eres lesbiana no puedes tener una relación feliz y, además, es probable que mueras violentamente.
Hay algunas excepciones. En febrero del año pasado las animadoras de Glee(2009), Brittany y Santana se casaban poniendo el broche de oro a una relación que se había iniciado temporadas atrás. En España, la pediatra y la enfermera que conquistaron a la audiencia de Hospital Central (2000), Maca y Esther, se mudan a Argentina. Las dos se quedan viviendo allí, juntas. Series como Orange is the new black o Transparent también nos aportan referentes lésbicos diversos.
Pero el colectivo lesbiano merece más y no es que no se pueda echar mano de una escritura más creativa. Matar a las pocas lesbianas representadas en televisión significa condenarlas a la inexistencia. Una condena que siempre ha pesado sobre el colectivo. Porque silenciadas no, ocultadas tampoco, las lesbianas han sido inexistentes. La industria televisiva puede cambiar la situación. Tiene el poder de decidir quién merece existir. Solo tiene que representarlo, -vivo, a ser posible-. Por eso digo que cuando la televisión mata a una lesbiana da la espalda al público lésbico. Porque agrava la falta de referentes que significan el lesbianismo y permiten que exista.
Hace poco, leía en un comentario escrito debajo de un artículo sobre una serie de humor que cada vez hay más lesbianas representadas en TV. El autor del comentario expresaba esto como si fuera algo digno de celebración. Y podría serlo, desde luego. Pero el comentario seguía: las actrices que interpretan el papel de las lesbianas son las que están más buenas, nada que ver con la realidad. No sé si hay algo que celebrar pero tengo claro que no me conformo con las migajas. Las lesbianas en las series no deben estar para satisfacer los deseos eróticos de algunos hombres heterosexuales. Deben estar porque existen. Dejad de matarlas.
Para leer más:
“Las lesbianas tenemos que madurar como audiencia”: ‘Go Fish’ y ‘The L Word’ marcaron a dos generaciones de lesbianas que se vieron por fin representadas por productos audiovisuales que ponían el acento en la amistad y no en el drama.
Hey, hey, hey: Esto es lo que pasa por ser bollera: Las críticas al videoclip del grupo chileno Los Tres obvian que dos de los asesinatos son fruto de la lesbofobia.