¿El hombre gay es mejor amigo?
Los psicólogos tratan de resolver si este diálogo entre los actores Rupert Everett y Julia Roberts que marca el final de ‘La boda de mi mejor amigo‘ se traslada al mundo real. Parece que sí, pero con reservas. La primera es obvia: La condición de homosexual no incluye las características físicas de Rupert Everett, sus modales exquisitos o su habilidad para estar sin necesidad de que se le llame. No es tan fácil encontrar un hombre tan estiloso, prudente, reflexivo y cabal como lo es Everett en su papel de amigo gay. ¿Cómo no querer un hombre así, aunque haya que descartar el enamoramiento? ¡Qué demonios!, diría Julia Roberts. ¿A quién le importa eso frente a una magnífica amistad?
La segunda reserva, y aquí interviene el psicólogo Vicente Briet, director desexologosalicante.org, tampoco entraña misterio: “La calidad de una relación de amistad entre heterosexuales de diferente sexo puede ser igual o superar a la que ofrece un amigo gay. Tampoco la relación mujer hetero-hombre gay es tan diferente de la amistad entre personas del mismo sexo. Contiene las mismas crisis emocionales y sirve de la misma forma que las heterosexuales a la hora de concebirse como redes de apoyo”.
Quizá todo esto viene del juego que ha dado esta amistad en el cine, en la televisión o en parejas muy populares, como vimos, por ejemplo, con Elton John y Diana de Gales o Claire y su cuñado Cameron en ‘Modern Family’. En estos casos el amigo gay ejerce de inigualable consejero amoroso, ‘coach’ sexual, confidente y testigo irónico de sus andadas. “En la vida real la amistad entre hombre y mujer no parece que sea exclusiva de una determinada combinación de orientación del deseo sexual. No niego la posibilidad de que algunas mujeres puedan sentir una mayor confianza, entrega, complicidad, relajamiento y ausencia de juicios, pero es que estos mismos sentimientos pueden incluso competir con los experimentados con sus amigas heterosexuales”, explica Briet.
Eric Russell, investigador de la Universidad de Texas (Austin), ha medido el índice de confianza y la credibilidad en las relaciones en cada una de las diferentes combinaciones posibles con mujeres y hombres homosexuales y heterosexuales. En sus experimentos se trasluce esa buena sintonía entre hombre gay y mujer heterosexual que, según indica, se debe sobre todo a la falta de competencia sexual y el exclusivo intercambio de información que se da habitualmente entre ellos.
De acuerdo con sus experimentos, su nivel de confianza mutua resulta un 20% mayor que en el resto de las relaciones y además ha comprobado que se trata de una amistad muy gratificante para los dos. Aunque pueda estar sobrevalorada en el cine y en la literatura, también se da en la vida real. En cualquier caso, la motivación principal es el intercambio de consejos románticos y sexuales.
¿Por qué no ocurre esto mismo entre una mujer lesbiana y un hombre heterosexual? La razón, según Russell, es el componente sexual, casi ineludible, que irrumpe cuando un hombre heterosexual y una mujer se aproximan. Tampoco esta complicidad es muy común entre hombre gay y hombre heterosexual. Briet lo achaca a la presión y a los sentimientos homofóbicos presentes que podrían hacer que se interpretase una supuesta relación afectiva (no erótica) como una amenaza para la masculinidad del varón heterosexual.
“A las mujeres se les permite tener amistades íntimas sin penalización social, pero no se ve con buenos ojos la cercanía emocional o sexual entre varones. La conclusión es que la homofobia nos perjudica gravemente como varones (tanto homosexuales como heterosexuales)”, añade el psicólogo.
A la hora de elegir amigos, Briet apuesta por personas con las que uno se siente apreciado, querido, tomado en cuenta, cómplice del otro… independientemente de la orientación del deseo sexual. Y así debería tomarse la amistad entre hombre gay y mujer, separando en cada una de las siguientes ventajas la realidad del cliché:
- El hombre gay puede ser mejor conocedor del género masculino, con mayor sensibilidad y capacidad empática que una amiga o un amigo heterosexual y sin las características de rol rígidas que se esperan de un hombre.
- Podría ser también que algunas mujeres sintieran una especial sintonía empática que va más allá de lo sexual, concibiendo la relación con el amigo gay como un espacio de seguridad, donde ambos pueden ser ellos mismos y compartir abiertamente sus sentimientos.
- El hecho de que no exista riesgo de tensión erótica, ni confusión de sentimientos facilita la cercanía emocional y la opinión desinteresada.
- Con su percepción del universo femenino, a veces histriónica, a veces irónica, saben sacar el lado divertido de una mujer y a valorar los problemas desde una perspectiva diferente y libre de prejuicios.
- El amigo gay se ha convertido en tendencia, pero entonces, ¿qué quiere de él una mujer? ¿Una amistad? ¿Un bufón para sus fiestas? ¿Un complemento de moda?