EEUU gasta 10 veces más en Viagra para sus soldados que en soldados transgénero
- Las Fuerzas Armadas de EEUU informan a Donald Trump de que un tuit no es una orden
- El Pentágono no expulsará de sus filas a las personas transgénero hasta que la Casa Blanca no siga el procedimiento legal
- Donald Trump prohibirá a las personas transexuales servir en el Ejército de EEUU
Los tuits no son órdenes militares. Ése parece ser el mensaje subliminal que el presidente de Estados Unidos, y tuitero en jefe, ha recibido del jefe de la Junta de Estado Mayor, el general de la Infantería de Marina Joseph Dunford. Trump lanzó ayer tres tuits en los que declaraba que “el Gobierno de EEUU no aceptará o autorizará a individuos transgénero servir, en ninguna posición, como militares”. La noticia provocó una más que notable controversia, tanto entre la oposición demócrata como entre los correligionarios republicanos del presidente.
Pero – y ahí está el detalle – el tuit no es una orden. Eso debe ser producido por el presidente, en un documento oficial al secretario de Defensa, James Mattis, cuya reputación de duro ha quedado un tanto cuestionada después de que haya trascendido que no ha hecho nada en las -varias- ocasiones en las que el presidente le ha colgado el teléfono mientras discutían asuntos de escasa importancia como, por ejemplo, el envío de 50 soldados de las Fuerzas especiales a las afueras de la ciudad de Raqa, en Siria.
Y, a falta de norma de Mattis, ha entrado en juego Dunford. En un mensaje enviado a los mandos de las Fuerzas Armadas de EEUU, el veterano general de los Marines ha explicado que “no habrá modificaciones en la actual política hasta que la orden del presidente haya sido recibida por el secretario de Defensa, y el secretario haya emitido normas para ponerla en práctica”, según ha informado la agencia de noticias Reuters. “Entretanto, continuaremos tratando a nuestro personal con respeto. Igualmente importante es el hecho de que, dada la actual lucha y los desafíos a los que nos enfrentamos, todos nos centraremos en cumplir las misiones que nos sean encomendadas”.
Trump dijo en sus tres tuits que la razón de su decisión eran “los tremendos costes médicos” que las personas transgénero suponen para las Fuerzas Armadas. Un transgénero es una persona que no se identifica con su sexo biológico, lo que puede implicar operaciones de cambio de sexo. En las Fuerzas Armadas de EEUU, cuando esos procedimientos médicos son considerados necesarios, se llevan a cabo a cuenta del contribuyente.
En realidad, el argumento de Trump es mentira. Según un estudio de la Universidad de California, en 2014 había 15.500 personas transgénero en las Fuerzas Armadas de EEUU, que cuentan en total con 2,1 millones de uniformados. Los costes sanitarios extras de ese grupo eran de 8 millones de dólares (6,9 millones de euros), según el ‘think tank’ especializado en estudios de defensa RAND Corporation, una de las instituciones de investigación con más solera de EEUU y, precisamente, el principal laboratorio de ideas en el que se fraguó la Guerra de Vietnam.
Las cifras oficiales del Pentágono, sin embargo, muestran que el Departamento de Defensa de EEUU se gasta cada año 84,2 millones de dólares (78,2 millones de euros) en Viagra y otras medicinas similares destinadas a combatir la disfucción eréctil de los uniformados y, sobre todo, de los militares jubilados. Desde 2011, los bravos varones en uniforme estadounidenses han necesitado para la defensa de la libertad en el mundo 1,2 millones de recetas para Viagra, Cialis, y Levitra, los tres medicamentos cuya principal misión es algo clave para la moral de la tropa: tener una buena erección.
Trump también dijo en sus tuits que había decidido esa medida tras consultar con las Fuerzas Armadas. Tampoco es verdad. El miércoles, el Pentágono remitía a la Casa Blanca a los periodistas que pedían más detalles sobre la nueva normativa. La decisión del presidente, según la web ‘Politico’, se debió a la necesidad de aplacar una revuelta de senadores republicanos ultraconservadores que estaban a punto de bloquear la aprobación del Presupuesto de Defensa y la asignación de fondos para empezar la construcción del controvertido muro entre EEUU y México.
Los republicanos están irritados por los ataques de Trump al máximo responsable del Departamento de Justicia, Jeff Sessions, por no frenar la investigación sobre los vínculos de su campaña con Rusia, y no perseguir judicialmente a los enemigos políticos del presidente, en particular Hillary Clinton. Sessions es un conservador tal que en la década de los 80 llegó a afirmar de la organización racista y ultranacionalista Ku Klux Klan que “dejó de gustarme el día que me enteré de que sus miembros fuman porros”.