Dos futbolistas de la selección mexicana femenina “huyen” a Islandia para poder vivir su amor

Bianca Sierra (d) y Stephany Mayor (i). INSTAGRAM

“En el fútbol no hay homosexuales. […] No se puede ser gay si se es futbolista”, comentó en 2008 el polémico ex director de la Juventus Luciano Moggi. No obstante, casi 10 años después, el universo deportivo se ha abierto cada vez más hacia la comunidad LGBTI. Sin embargo, aún existen situaciones en que la homosexualidad provoca discriminación, bullying e incluso marginación dentro de los equipos profesionales. Ése fue precisamente el caso de las jugadoras de la selección mexicana Bianca Sierra y Stephany Mayor, quienes -después de ser increpadas por su director técnico- se vieron “obligadas” a viajar más de 7.000 kilómetros para instalarse en Islandia. Un país que les ha ofrecido la oportunidad de trabajar juntas, además de vivir su amor de un modo libre y sin prejuicios.

Unidas por una pasión, Bianca Sierra y Stephanie Mayor nacieron en 1992… aunque en distintas partes del mundo. Hija de mexicanos en Estados Unidos, Sierra se desempeñó, desde temprana edad, como la crack de su equipo en Mountain View, California. Así, en 2010, llamó la atención de un reclutador mexicano, quien la llevó hasta el equipo sub 20 del “tri”. De esa forma, Bianca conoció a Mayor, quien hasta entonces había jugado sólo en ligas amateur, pero que -gracias a una convocatoria abierta- había sido seleccionada para jugar en el mundial juvenil de Alemania. En un principio, ambas declararon haber sido solamente amigas. Pese a ello, algo nació entre las dos.

“Hay muchos tabúes en México para hablar de la sexualidad. Hay cosas que no se hablan, es algo yo creo cultural. Para mí fue fácil abrirme con Bianca porque ella desde el principio tenía sus ideas claras de lo que quería, eso me ayudó mucho”, explicó Stephany este junio al New York Times, al que también relató cómo comenzó a fluir su amor en un torneo en Asia. En 2013, ambas fueron convocadas a jugar un campeonato en China, donde lograron pasar más tiempo juntas y aprovecharon para conocerse de verdad. Allí nació el romance. Aunque el principio no fue fácil. Sobre todo porque Sierra mantenía un contrato con un equipo de Washington, mientras Mayor continuaba en el DF.

A pesar de ello, el fútbol volvió a reunirlas en un torneo en Chipre en 2015, donde todas sus compañeras se mostraron alegres y abiertas con respecto a su relación.Pero, al contrario, su director técnico, las hizo sentir menospreciadas. Según Mayor, Leonardo Cuéllar -líder de la selección y ex volante de México- les aclaró en una práctica “a mí no me importa si son novias o no, pero no las quiero ver ahí agarradas de la mano o haciendo desfiguros”. Es decir: si querían mantener la paz con el cuerpo técnico, debían esconderse. Sin embargo, hicieron exactamente lo contrario. Algunos meses después, Bianca decidió gritarle al mundo su amor por Stephany e hizo pública su relación a través de Twitter. Lástima que muchos de sus seguidores hayan optado tomar una postura similar a la de Cuéllar.

Con mensajes como “no quiero que un par de machorras me representen” o “en mi barrio ya las hubiéramos quemado”, Sierra y Mayor notaron que su amor resultaba (para algunos) incompatible con su profesión. Por lo que decidieron buscar un lugar donde su condición sexual no fuese un impedimento para continuar con su carrera. De esa manera, aterrizaron en el Thor/KA, un equipo de la primera división islandesa, en el que su relación no es vista como una “vulgaridad”. Ese es justamente el espíritu con el que Bianca y Stephany han vuelto (temporalmente) a México para cumplir con su deber como seleccionadas. Es más, ambas se han lucido en un partido contra Suecia este sábado, en el que volvieron a demostrar que hoy -más que nunca- es necesario que el deporte se abra a la diversidad.