Beatriz Vargas : “Hemos desnaturalizado hasta lo impensable lo más natural del mundo”

SEXÓLOGA EXPERTA EN DISCAPACIDAD

Los sexólogos critican el modelo sexual imperante en el que no hay cabida, entre tantos otros, para las personas con discapacidad y los ancianos

Beatriz Vargas Molina

Beatriz Vargas Molina.Foto: Oskar Martínez

BILBAO – Cómo cuidar la relación con nuestro cuerpo, expresar la erótica de manera satisfactoria, forjar la autoestima o saber a qué decir sí y a qué no son cuestiones básicas de la sexualidad que para la mayoría de las personas con discapacidad están “socialmente” vedadas. Beatriz Vargas Molina es sexóloga y psicóloga experta en este ámbito. Precisamente, fueron las carencias que percibió cuando trabajaba en las asociaciones de discapacitados lo que le impulsó a formarse como sexóloga. A día de hoy, éstas son algunas de sus reflexiones.

Sexualidad y discapacidad. ¿Tras varios años trabajando el tema cuál es su conclusión principal?

-Que la sexualidad de las personas con discapacidad no es diferente de la nuestra. Cada uno expresamos y vivimos la sexualidad de una manera y con estas personas ocurre lo mismo. El problema es que sufren más prejuicios. A la sociedad, en general, le incomoda abordar la sexualidad, pero le desagrada aún más afrontar la sexualidad de las personas con discapacidad. Parece que le tienen miedo. Y ello ha propiciado que pululen muchos mitos en torno a la discapacidad.

¿Cuáles son los más repetidos?

-Relacionados con la sexualidad, por ejemplo, que las personas con discapacidad son asexuadas, cuando no es cierto. No existe nadie asexuado, ni con discapacidad ni sin ella, ya que nuestra sexualidad se desarrolla desde que nacemos, es inherente a nuestra persona. Otra cosa es cómo se exprese y se viva. Aunque también hay muchos más: que son como ángeles, o como niños, que son peligrosos, que abordar su sexualidad es abrir la caja de Pandora, etc. Hay muchos mitos que son solo eso: mitos que nada tienen que ver con la realidad.

¿Cómo habría que abordar la sexualidad de las personas con discapacidad?

-Pues centrándonos en las personas, porque cada persona es única. No es lo mismo una discapacidad que otra, ni tampoco el momento de la discapacidad, ni los anhelos, gustos y deseos son los mismos en todas las personas. No se puede hablar ni de una sola sexualidad ni de una sola discapacidad. Ambos son conceptos muy amplios y por eso mismo no existen fórmulas mágicas para tratar estos casos.

¿Y a nivel social?

-Parece que las personas con discapacidad no pueden expresar su sexualidad de forma libre o formar un proyecto de vida en pareja. A nadie se nos ocurre que nos podamos enamorar de una persona que tenga algún tipo de discapacidad, porque su sexualidad no está visibilizada a nivel social. Eso se ve claramente en el cine: ¿en cuántas series o películas aparece una pareja donde uno de ellos tenga una discapacidad? No están recogidos en nuestro imaginario erótico colectivo. Y por otro lado, parte de la sociedad mira desde la sobreprotección, el miedo e incluso la compasión. Creo que es necesario que la sociedad cambie esta mirada por una más justa y realista.

¿La solución?

-Hemos desnaturalizado hasta lo impensable lo más natural del mundo y lo peor es que nos lo hemos creído. Hay que romper las barreras que nos dan miedo. El modelo sexual imperante tiene que ver con la genitalidad, la heterosexualidad, con unos cánones de belleza preestablecidos y con una determinada edad -normalmente, juventud-. Todo esto deja fuera a muchas personas. No hablo solo de personas con discapacidad, sino también de la gente mayor, entre otros. Por ello, hay que romper con esta visión tan sesgada de la sexualidad y buscar un nuevo modelo más amable en el que quepamos todos. Se está empezando a dar pasos, pero aún queda mucho trabajo.