Los adolescentes vascos se inician a los 15 años en el alcohol y en el sexo
Los adolescentes vascos toman su primera copa a los 14,8 años y fuman su primer cigarro o canuto de cannabis a los 15, la misma edad en la que tienen una relación sexual completa.
Son datos del informe “La realidad de la infancia y la adolescencia vasca en cifras. 2014”, elaborado por el Departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco y que recopila y analiza estudios relacionados con los niños y adolescentes de Euskadi publicados en los últimos años.
Según este documento, el alcohol se prueba a los 14,8 años y es a los 15 cuando comienza a fumarse tabaco y cannabis, cuyos consumos han descendido 7 y 5 puntos, respectivamente, entre 2008 y 2010. El resto de drogas ilegales tienen una presencia menor y más tardía.
Los adolescentes relacionan el alcohol con espacios lúdicos y con desinhibirse. En los últimos años ha aumentado el porcentaje de menores que bebe (lo hace el 77,1 % de los jóvenes de 15 a 19 años), pero el consumo habitual y el de riesgo -vinculado a los fines de semana- se ha reducido.
El sexo
En cuanto a la sexualidad, la edad media de la primera relación sexual completa era de 15 años en 2006, referencia más reciente del informe. Tres de cada diez jóvenes de entre 14 y 17 años han mantenido relaciones sexuales plenas.
El uso de anticonceptivos ha crecido y nueve de cada diez jóvenes usan preservativos o toman la píldora. Sin embargo, un 4,5 % de estos chavales ha tenido sexo de riesgo (sin protección o relaciones no deseadas) tras haber bebido alcohol o tomado otras drogas.
En 2012, por cada mil niñas menores de 15 años hubo 1,77 nacimientos (9,32 en el caso de menores extranjeras) y un año antes se contabilizaron 426 abortos voluntarios entre chicas menores de 20 años.
Prejuicios
El aborto y la homosexualidad se asumen con naturalidad entre los jóvenes vascos y sólo un 15 % y un 9 % se oponen a interrumpir el embarazo y a las bodas gais, respectivamente. Persisten no obstante los prejuicios hacia drogodependientes, gitanos y expresos, tres colectivos que no desean como vecinos.
Los adolescentes dan gran importancia a la imagen física, ya que condiciona su integración y éxito social, especialmente en el caso de las chicas. Como consecuencia, sólo seis de cada diez jóvenes de entre 15 y 24 años está satisfecho con su peso.
El informe pone de relieve que el 84 % de los chavales de 11 a 17 años practica deporte (más los chicos que las chicas), pero la cifra desciende a medida que crecen y en la franja 15-24 años el porcentaje se queda en el 77,7 %. De hecho, dos de cada diez jóvenes de este último grupo nunca hacen deporte (tres de cada diez en el caso de las chicas).
En cuanto a la vida escolar, el 85 % se muestra satisfecho, aunque el porcentaje mengua a medida que los chavales van creciendo, especialmente entre los chicos.
Los problemas de integración en el colegio van disminuyendo pero persisten “ciertos conflictos” relacionados con las diferencias físicas y, principalmente, de nacionalidad.
Maltrato y nuevas tecnologías
Dos de cada diez alumnos afirma haber sufrido a menudo algún tipo de maltrato en la escuela (el verbal es el más frecuente) aunque este tipo de episodios disminuye a medida que se crece y cambian las formas de relación.
El informe señala no obstante que el mayor número de casos detectado puede deberse a una mayor conciencia sobre este tipo de actitudes, que lleva a identificar conductas de maltrato que antes no consideraban como tales y no tanto a un aumento de los mismos.
Los adolescentes vascos invierten una hora y media semanal a hacer los deberes, la mitad pasa una hora o más cada día frente a la televisión y dos cada diez dedica ese mismo tiempo a los videojuegos, a internet y al ordenador.
Precisamente las nuevas tecnologías han cambiado las formas de relacionarse y han podido relegar actividades como leer: el 24,6 de los adolescentes de 11 a 17 años nunca lee libros.
El creciente uso de internet y las redes sociales ha dado lugar a “nuevas formas de violencia”: un 15 % de niños de 10 a 12 años se ha sentido incómodo, amenazado o insultado por llamadas o mensajes a su móvil. Además un 24 % ha grabado o fotografiado a alguien sin su consentimiento.