Portugal, refugio para homosexuales huidos de Brasil
El día después de que el ultraderechista Jair Bolsonaro ganara las elecciones presidenciales en Brasil, Ariadna Seixasdecidió huir de Florianópolis, una de las mayores ciudades de la región Sur.
La brasileña, que se identifica como una mujer transexual,había regentado un popular café de la ciudad durante años y nunca había tenido problemas con nadie. Sin embargo, en las semanas previas a las elecciones -a la par que crecían las probabilidades de que el líder populista asumiera la presidencia-, ella y su pareja comenzaron a recibir amenazas a través de las redes sociales.
“Nos llamaban pervertidos y decían que nos iban a matar”, recuerda Seixas. Intentó ignorar los insultos, pero el día después de la victoria de Bolsonaro un grupo de personas asaltaron su café, llevándose todo lo que había de valor y destruyendo lo demás.
“Para nosotros fue obvio que el ataque iba ligado a su elección. Bolsonaro dice que las personas LGTBI representan un peligro para Brasil, y su victoria dio legitimidad al odio sin complejos. Algunos amigos homosexuales fueron agredidos en la calle y sé que asesinaron a varias personas trans en otras ciudades. El asalto que sufrimos fue terrible, pero comparado con otras barbaridades que tuvieron lugar, tuvimos suerte”, relata la brasileña.
Convencida de que si no salía del país iba a morir, Seixas comenzó a buscar dónde exiliarse. Inicialmente pensó en irse a Canadá, país que ha aceptado numerosas peticiones de asilo formuladas por víctimas de violencia homófoba, pero mientras ojeaba su cuenta de Facebook una mañana dio con la página de Portugay Tropical. El grupo, gestionado por brasileños asentados en el país vecino, ofrece asesoramiento a las personas LGTBI que intentan huir de la violencia en Brasil. Con la ayuda de la organización, la pareja de Seixas solicitó un visado de estudios en Portugal y ella consiguió su permiso de residencia por reagrupación familiar.
“Malvendimos el café y, con ese dinero, nos trasladamos aquí en enero”, cuenta la brasileña, que ahora vive en Oporto. “Tenemos que averiguar cómo hacer para quedarnos aquí a largo plazo, pero de momento es un alivio vivir en un sitio donde podemos andar por las calles sin miedo”, relata Seixas.
EL PAÍS DONDE MÁS PERSONAS LGTBI ASESINAN
Seixas es una entre los centenares de brasileños LGTBI que han elegido a Portugal como refugio tras sufrir agresiones homófobas en el país sudamericano. Desde hace una década, Brasil es el país del mundo donde más personas LGTBI son asesinadas. Según los informes de la ONG Grupo Gay da Bahia, 4.422 asesinatos homófobos tuvieron lugar en Brasil entre 2011 y 2018. La cifra implica que se produjo un crimen de estas características cada 16 horas.
En la segunda mitad de 2018 la situación crítica fue a peor debido a la influencia de Bolsonaro, quien reconoce ser “orgullosamente homófobo” y ha declarado que preferiría tener un hijo muerto antes que un hijo ‘maricón’.
Las noticias sobre la escalada de violencia contra las personas del colectivo LGTBI hicieron que Debora Ribeiro, que vive en Oporto desde hace una década, fundara Portugay Tropical en otoño. “Muchos amigos me contactaron preguntando cómo podían hacer para emigrar, y se me ocurrió que habría miles de personas como ellos. Creé la página en Facebook y, en ese primer día, llegaron miles de mensajes de personas pidiendo ayuda”.
Actualmente el grupo tiene más de 3.000 miembros,asesorados por Ribeiro y los trabajadores sociales y psicólogos que pertenecen a la organización. “Damos apoyo a personas que temen por su vida. Algunos se ven obligados a ocultar su identidad y fingir ser heterosexuales para sobrevivir; otros ni siquiera pueden salir de casa porque, si pisan la calle, les van a matar. La policía ya no hace nada para protegerles;están desamparados”.
UN REFUGIO IMPERFECTO
Al ser un país lusófono y seguro, Portugal es un destino natural para el colectivo perseguido. No obstante, aunque viajar al país vecino es fácil -los brasileños no requieren visado para hacerlo-, pedir asilo es complicado.
“Lo normal sería aprobar las peticiones de asilo de los brasileños que demuestren que sufren persecución debido a su orientación social”, explica Marta Ramos, directora de la ONG LGTBI ILGA Portugal. Aclara, sin embargo, que “hacerlo pondría al Ejecutivo luso en una situación delicada, pues implicaría reconocer que el Gobierno de Bolsonaro no respeta los derechos humanos del colectivo”.
“Ese paso podría provocar un incidente diplomático entre los países hermanos, algo que debe evitarse, pues podría empeorar la situación del colectivo en Brasil. Entretanto, estamos buscando vías alternativas para ayudar a los afectados”, añade Marta Ramos.
Además de las complicaciones que pueden surgir a la hora de obtener la residencia lusa, algunos de los brasileños que ya están asentados en el país vecino puntualizan que la vida portuguesa no es utópica.Emmerson Pessoa, profesor universitario de Rondonha, está cursando un doctorado en Lisboa desde hace un año. El académico ya sufrió agresiones por ser gay en su estado natal -el más evangélico de Brasil-, y una compañera trans fue víctima de un ataque homófobo en el periodo postelectoral.
“La elección de Bolsonaro me ha hecho dudar si volver a Brasil cuando concluya mi tesis. Sé que retornar es peligroso, pero ahí tengo mi puesto en la universidad. Si me quedo en Lisboa, tendré que empezar de cero, sin nada”, reflexiona Emmerson Pessoa.
“Sigo la situación en Brasil muy de cerca y, en unos meses, decidiré si me quedo o me voy. Cuando mis amigos me escriben desde ahí, preguntando cómo emigrar. Les cuento que las dos decisiones conllevan riesgos. Portugal es un puerto seguro, pero no es una panacea, y el exilio puede ser muy duro”, concluye este profesor universitario.