PUBLICO: Ira Sachs: “El matrimonio gay en EEUU es un blanco en movimiento”
Los críticos norteamericanos pusieron el grito en el cielo cuando supieron que Love is strange, nueva película del cineasta Ira Sachs, había recibido la calificación ‘R’ (“puede contener lenguaje fuerte o muy fuerte énfasis sexual, desnudez explícita y fuerte, fuerte contenido de violencia y ‘gore’ inquietante, o de fuerte contenido de drogas”). La decisión contenía un clarísimo tinte homófobo. Love is strange es una película amable que comienza con la boda de una pareja de sesentones homosexuales. Ni sexo, ni violencia, ni gore, ni drogas… “la excusa que pusieron es que alguien en la película dice ‘mother fucker’ (hijo de puta)”.
La realidad es que a Hollywood no le gustó nada que una película independiente que intuía que iba a funcionar muy bien entre el público tuviera a una pareja de gais como protagonistas y, además, denunciara la intolerancia de la iglesia católica. Protagonizada por unos maravillosos Alfred Molina y John Lithgow, la historia cuenta cómo a uno de ellos le despiden del colegio en el que da clases por haberse casado con otro hombre. Al perder su salario, el dinero que tienen no les alcanza para pagar su casa y se ven obligados a separarse eventualmente y vivir en casa de familiares y amigos.
Inspirada en una noticia real, esta es la segunda entrega de la trilogía de Nueva York que Ira Sachs, un cineasta comprometido desde el cine con la causa gay, inició con Keeps the Light on. Fundador del programa Queer/Art/Mentorship de artistas homosexuales, el director y guionista no necesitó ni un solo dólar de Hollywood para producir este filme, que se hizo con el dinero de “26 personas, 23 de ellas lesbianas, mujeres de negocios no relacionadas con el cine”.
En EE.UU. calificaron R la película, para mayores de diecisiete años, ¿qué explicación dieron?
Que alguien dice en la película “mother fucker” (“hijo de puta”). Tengo amigos que han tenido que dejar a sus hijos de catorce años en casa con una canguro para poder ir a verla, ¡eso no es realista! Ahí me di cuenta de que la calificación sí influye en el público y de la gente que no iba a ir a verla. La calificación hace pensar a la gente de que hay escenas de sexo gay y no las tiene la película. Es una forma discreta, pero muy eficaz de censura. Hollywood está dominado por el miedo, por la cobardía del dinero.
Deben pensar que el cine es una herramienta poderosa…
Porque lo es. Incluso una película como ésta, que es gentil, es una película de resistencia porque se opone a las imágenes que se muestran habitualmente. Las películas que me gustan ofrecen imágenes diferentes de lo que se ha mostrado hasta ahora.
La pareja de El amor es extraño tiene dos enemigos clarísimos: la intolerancia de la Iglesia y el dinero. ¿No es también una película sobre eso?
Jane Austen dijo que todas las novelas tienen solo dos temas, el amor y el dinero. Aquí eso también define a los personajes. Si nos preguntamos cómo vivimos, tenemos que hablar de cosas relacionadas con el dinero, no solo con la cultura. No podemos separarnos del mundo que nos rodea, aunque no nos guste, ni de sus leyes, su cultura, su dinero… Hoy en EEUU la ley sigue teniendo cierto temor a interferir con las reglas de la Iglesia.
¿Pretendía usted con la película denunciar la existencia de prejuicios de la sociedad norteamericana hacia los homosexuales?
Sí. El matrimonio gay en EE.UU. es un blanco en movimiento. Por otro lado, mi trabajo como cineasta es ser historiador y mostrar con exactitud los cambios culturales que se producen. Esta también es una película sobre el amor, sobre la celebración del amor. Empieza con luminosidad, con una familia celebrando una boda. En esa cena se describe el tiempo que vivimos. Y es algo que podía pasar en cualquier ciudad, donde nadie se avergüenza de nada.
Solo hace dos años hizo usted Keeps the Light on, sobre el encuentro de una pareja homosexual y el tono era diferente.
Sí, eran dos jóvenes y en la primera escena tenían sexo en la oscuridad, sin luz… Y antes, quince años antes, había hecho The Delta, donde contaba la historia de un chico de dieciocho años que descubría su homosexualidad. Supongo que las películas son reflejo del profundo cambio producido en mí.
Y en su siguiente película ¿qué momento va a reflejar?
Bueno, es verdad que corresponde también a una etapa en mi vida, porque soy un director muy personal. Es una película escrita con Mauricio Zacharías también y es la tercera parte de la trilogía neoyorquina (Keeps the Light On y El amor es extraño). El título será Gracias por ser honesto y será una película para adolescentes y adultos. Será la historia de dos chicos que hacen un juramento de no volver a hablar a sus padres.
Ha ido ganando en sentido del humor, ¿no?
Sí. Llega un momento en que ya no te identificas con el dolor de la juventud. Ahora soy feliz de que mis películas sean más felices. Es importante para mí conectar con la felicidad que hay en el mundo.
¿Qué necesitaba de los protagonistas (John Lithgow y Alfred Molina) de esta película?
Necesitaba la experiencia del amor. Ellos lo han aportado todo. Cuando haces una película escribes ficción, pero ruedas un hecho. John Lithgow y Alfred Molina son hombres muy diferentes a los que yo ideé en el guion. El cine en EE.UU. está basado en la invención y en la interpretación, pero a mí me interesa mucho más un cine en el que el actor pide al realizador que de más de sí mismo. Eso no significa que no sean importantes los actores y aquí aportan mucho también de ellos mismos. Cuando decidí contratarles creo que fue cuando vi sus toques de humor, sus habilidades como cómicos. He aprendido que el humor permite que el público tenga una experiencia más real. Regreso más al cine de Renoir que al de Bergman con esta película.