HISTORIAS DE LA VIDA ‘Sexo en boca’ de Erika García, una mujer con ideas

ERIKA GARCÍA OFRECE SESIONES DE ‘TUPPERSEX’ Y TALLERES DE SEXOLOGÍA A TRAVÉS DE LA WEB QUE ABRIÓ HACE DOS AÑOS

Erika posa con algunos de los productos que vende durante las sesiones de ‘tuppersex’

Erika posa con algunos de los productos que vende durante las sesiones de ‘tuppersex’. (Pablo Viñas)

RECONOCE que siempre ha sido una mujer “lanzada, con ideas y con ganas de hacer cosas”, pero nunca hubiese pensado que iba a acabar con una maleta yendo por las casas vendiendo bragas vibradoras en sesiones de tuppersex e impartiendo talleres de sexualidad por colegios o asociaciones. Eso es lo que hace hoy en día Erika García desde que se quedó en paro, hace ya unos cuantos años. Desde entonces disfruta con su trabajo, que nada tiene que ver ni con su formación, ya que es licenciada en Administración y Dirección de Empresas, ni con su último empleo como economista en una empresa de venta de leche al por mayor en Karrantza. “Esto es más divertido que llevar contabilidades”, dice riéndose, “y además te sientes mejor porque estás ayudando a los demás”. Se refiere a la labor didáctica que desarrolla en las charlas sobre sexualidad. Porque Erika descubrió en sus reuniones con la mujeres, donde les ofrece todo tipo de objetos placenteros, que sobre el sexo “existe mucha ignorancia y todavía sigue siendo un tema tabú del que se habla muy poco”. Por eso decidió prepararse y sacarse todos los diplomas posibles relacionados con la sexología. Sus conocimientos los vuelca a través de su página web Sexo en boca. Pero advierte: “El nombre no tiene doble intención. Significa simplemente hablar de sexo”.

Erika empezó de la forma más tonta vendiendo artilugios relacionados con el sexo. “Como mi marido tiene un comercio en Karrantza y yo le hacía los pedidos, fui metiendo cosas de sexo, pero en un pueblo no se vendían muy bien”, cuenta. Así que se le ocurrió “hacer tuppersex”. Primero comenzó con las amigas. Recuerda muy bien el primero que hizo porque “vino mi hermana y me hundió la reunión”. “Saqué las bolas chinas y dijo ella: ¡Uf!, que infección cogí yo con eso”. A pesar del desastre inicial, “porque tampoco nos entendíamos con lo que hablábamos”, Erika no se desesperó, continuó con las sesiones de tuppersex. “Fui poco a poco, gracias al boca a boca, teniendo más clientas”, señala. Pero no se conformaba con eso. Su espíritu emprendedor le llevó a realizar un curso debranding en el Inguralde de Barakaldo y allí decidió crear un tienda on line. “Pero mi idea era que no fuese solo un comercio, sino un foro y un blog sobre sexo que fuera interesante”, recuerda. Al principio habló con una sexóloga para llevar a cabo juntas el proyecto, pero al final se quedó Erika sola. Así que comenzó a formarse como sexóloga sin abandonar el tuppersex.

El negocio del tuppersex es muy sencillo. Erika acude con su voluminosa maleta al lugar donde previamente la ha convocado un grupo de mujeres creado por ellas mismas. “Primero enseño la lencería, los adornos, la cosmética, las cremas, chocolates… y para cuando llego a los vibradores ya ha pasado hora y media”, señala. Durante ese tiempo son muchas las preguntas que tiene que responder Erika, “porque hay mucho desconocimiento sobre el sexo”. Por ejemplo, recuerda una sesión de tuppersex en la que “una mujer moderna, de unos cuarenta y tantos, dijo que había encontrado el punto G ahí fuera, y se refería al clítoris”. Por eso Erika, desde el minuto cero de la reunión, dice que “intento explicar las cosas, enseñar a la gente”. Su experiencia le dice que en cuestión de sexo “estamos como en la época de mi madre”. “Los padres no hablan con sus hijos sobre este tema”, dice.

MUJERES También ha descubierto que “las jóvenes de veintitantos saben menos que las de 40, pero creen que saben mucho más, y las que superan los 40 están muy abiertas y quieren saber mucho más”. Tampoco hay una edad límite para sus reuniones. “Recuerdo untuppersex en el que la más joven tenía 65 años”. A todas les da el mismo consejo, tanto en los tuppersex como en los talleres: “Que se hable, porque nadie habla de sexo, ni con el médico, ni en casa, ni con las amigas”. Esa es su única receta para acabar con el tabú. Y Erika ha roto muchos. Por ejemplo, cuando sacó a sus dos hijos del colegio para escolarizarlos en casa. “Fue un proyecto personal mío, pero no me dejaron seguir haciéndolo, entonces es cuando pensé hacer otra cosa”, recuerda. Por su cabeza siempre han pasado ideas. Unas las ha cumplido y otras no. Entre las que sacó adelante destaca el grupo de danzas que creó en Karrantza, el Mendi Arana, cuando era muy joven. El próximo proyecto seguro que será novedoso y atrevido, pero por ahora no piensa en ello. Erika está entusiasmada con su Sexo en boca.