Soy una pervertida sexual

Salirse de las normas sociales establecidas

En 1987 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría ya se encargó de eliminar esta expresión de la terminología psiquiátrica mundial

 

Salirse de las normas sociales establecidas

  • ANA SIERRA

Sí, lo soy, y estoy encantada de serlo. Puede que como usted o su vecin@, aunque no lo quieran reconocer. Sin ánimo de ofender en absoluto, únicamente haciendo énfasis en cómo nos catalogaría la sociedad si realmente conociera nuestros más profundos deseos e incluso, las prácticas sexuales que llevamos a cabo en nuestra mente y con nuestro cuerpo y los ajenos.

Amiga de la perversión

Una persona pervertida muestra tendencias sexuales consideradas socialmente negativas o inmorales que se alejan de “lo normal”. En 1987 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría ya se encargó de eliminar esta expresión de la terminología psiquiátrica mundial.

Cada uno tenemos nuestras pequeñas parafilias o desviaciones de la norma, aunque el límite entre estas y el interés sexual inusual sea bastante difuso. Por tanto, no tendríamos que ir a consulta por las mismas si no generan daño a los demás ni a uno mismo, o malestar subjetivo, ni son restrictivas o nos generan dependencia, obsesión o compulsión, básicamente.

Tengo mi mente llena de erótica, pienso bastante en estos aspectos a lo largo del día, sin llegar a la obsesión, por supuesto. Una maravillosa ‘deformación’ profesional quizá y sinceramente, lo considero un auténtico logro. Fantaseo todo lo que puedo, menos de lo que quisiera, aunque no desee poner en práctica cada historia que mi mente creativa me muestra. Bien porque no me apetece o porque me generan temor las consecuencias personales, emocionales y sociales que pudieran traer. Muchas quedan en mi imaginario y las disfruto allí.

Sexualidad fuera de “lo normal”

Salirnos de la norma moral establecida puede generarnos conflicto, aunque también nos suele excitar la erótica de lo prohibido. Pero, ¿quién puede determinar qué debo desear, cómo y cuándo?

Es curioso que en Estados Unidos aún exista el delito de sodomía al practicar sexo anal y las relaciones coitales sin casarse estén prohibidas en según qué estado. ¿Lo cumplirán las personas solteras? China prohíbe mirar a los pies de las señoras y Rusia los besos muy apasionados en público. Sí, increíble pero parece ser cierto.

¿Qué es ‘lo normal’ en la sociedad española?

Seguimos siendo una sociedad coitocéntrica. “¿A qué edad mantuviste tu primera relación sexual completa?” Me preguntó un ginecólogo. Yo contesté: “¿Completa?, ¿Se refiere a satisfactoria?” Él, sonriendo enternecido por mi ignorancia, me comentó lacónico: “No mujer, coital”. Dio por hecho que tenía que practicar el coito, pero a mi historial clínico parece que no le importa si disfruto con ello.

Si la gran mayoría no quiere reproducirse cada vez que mantiene relaciones sexuales, ¿por qué seguir realizando con tanta frecuencia la única práctica natural que nos llevaría a ello? Tampoco es reconocida como la más placentera físicamente, sobre todo por las mujeres. Recordaré que, salvo la llamada plataforma orgásmica, que supone el primer tercio de la vagina, esta es bastante insensible en comparación con el clítoris por ejemplo. El coito vaginal es práctica de riesgo para el embarazo no deseado y una de las más arriesgadas en cuanto a infecciones de transmisión sexual, si no se ponen los medios adecuados. Sin embargo, es algo psicológico y social. Aunque aparezca dolor, se desea y generalmente, no nos sentimos normales si no lo practicamos.

La falocracia, o culto al pene erecto y vigoroso, sigue siendo muy común en nuestra cultura y sin éste no podemos conseguir la penetración tradicional. Así que ya sabe, si no hay erección, no puede mantener relaciones sexuales completas ni satisfactorias y es ‘anormal’ y si hace alguna otra práctica sin contar con su pene, es un pervertido. No lo digo yo, lo dice nuestro marco referencial social y cultural, cargado de modelos erróneos pero que aceptamos y creemos apropiado.

Además somos monógamos, aunque sucesivos, al menos de cara a la galería. Aunque la doble moral está muy extendida, no sólo en nuestro país. Heteronormativos, seguimos pensando en hombre y mujer al hablar de pareja y la homofobia sigue vigente en nuestros días.

La deseabilidad social nos hace esclavos sexuales. Tememos expresarnos libremente y no ser aceptados, lo que genera disfuncionalidad y pacientes en las consultas. El miedo a ‘no dar la talla’ o no sentirnos representativos de nuestro género, es bastante recurrente. Somos una sociedad sexista, en la que si no cumplimos con lo que se espera de nosotros, nos sentimos rechazados y anormales. Los estereotipos de género, construidos social y artificialmente, suelen generar displacer y bloquear nuestro sistema fisiológico innato, al igual que nuestra capacidad de disfrute.

Otros factores, como la edad biológica o la fértil, nos marcan las prácticas consideradas apropiadas en nuestra cultura. A qué edad podemos empezar a tener relaciones genitales o debemos dejar de tenerlas es un imperativo social y no siempre natural. Por ejemplo, en la senectud podemos tener una sexualidad muy despierta, funcionar bien fisiológicamente y, aunque no fuera así, tener un deseo estupendo y disfrutar la sexualidad de manera plena. Y en la infancia encontramos que muchos niños y niñas, estimulan sus genitales desde los 2 o 3 años, sin intencionalidad sexual pero obteniendo placer.

Nos llegó una pregunta sobre estos temas al consultorio sexozen@elmundo.esreferente a la normalización de nuestra sexualidad. Creí interesante contestarlo en esta ocasión:

“Tengo una relación con un hombre mayor y aunque tiene orgasmos, yo no noto que eyacule. Le gusta el sexo oral pero como preámbulo, nunca quiere llegar al orgasmo en mi boca. A veces se lo he propuesto y evita hablar del tema (no sé si le acompleja que note que no hay semen o muy poca cantidad). Incluso he llegado a pensar que a veces finge los orgasmos. ¿Está teniendo orgasmos? ¿Es normal llegar al orgasmo sin eyacular siempre?

Realmente la única manera de conocer si alguien tiene orgasmo o no es preguntarle y confiar en su respuesta. Lo habitual es que orgasmo y eyaculación vayan de la mano, pero no siempre sucede así pues son dos fenómenos diferentes en realidad. Si la persona no presenta ningún problema médico que pueda generar esta situación, no debemos asustarnos, en absoluto.

Por otro lado, las prácticas sexuales como el sexo oral no gustan a todas las personas, independientemente de su edad, sexo o género, y es una cuestión muy personal. La comunicación es fundamental en este caso y podréis ajustaros y conseguir disfrutar plenamente de vuestras relaciones sin mayor preocupación. La seducción, y nunca la exigencia, es siempre nuestra aliada en el campo sexual. Quizá le pueda seducir para que desee realizarlo.

En cuanto al complejo, por la supuesta escasa cantidad de esperma eyaculado, es bastante recurrente. Le comentaré que el volumen habitual por eyaculación suele variar de 1.5 a 5.0 mililitros, pero no tenga en cuenta este dato ni se ponga a medirlo pues no todos los hombres son iguales, ni es necesario eyacular esa cantidad para ser más o menos fértil, la calidad del esperma no tiene que ver con la cantidad del eyaculado. Eyacular menos se debe a diversos factores como la idiosincrasia fisiológica o haber eyaculado recientemente. Si deseamos que nuestra pareja eyacule una mayor cantidad es por una cuestión erótica aprendida socialmente, a través de las películas pornográficas, por ejemplo. Estas nos muestran eyaculaciones cuantiosas y espectaculares, con lanzamientos vigorosos casi olímpicos. Pero es una película y tienen sus trucos para ello. Se entrenan, repiten escenas y se editan después o bien, ingieren zumo de tomate, como algún actor de la industria pornográfica ha confesado, pues parece que aumenta la cantidad de esperma. Podríamos probarlo pero, ¿para qué? Si es por un deseo erótico, adelante, haga realidad su fantasía si lo considera. Pero que nos cuenten películas no significa que tengamos que creérnoslas.

No se compare con nadie, la norma sólo nos indica el quehacer de la mayoría, que no siempre es acertado, lógico, placentero ni coincide con lo que usted desea.

Le invito entonces al mundo de la nueva ‘perversión’ sana, placentera y consentida, si lo desea.

*Ana Sierra es psicóloga y sexóloga https://about.me/AnaSierra