Sexo: los genes también influyen en la primera vez
Los amigos, la escuela, la familia, la pareja, la personalidad… En la edad de inicio de las relaciones sexuales influyen multitud de factores a los que, a partir de ahora, habrá que sumar también los genes. Según una amplia investigación anglosajona, determinadas variantes genéticas relacionadas con la madurez de la personalidad y el desarrollo cerebral pueden influir en la edad de debut sexual.En España, según varios estudios, la edad a la que los jóvenes mantienen su primera relación sexual está en torno a los 15,4 años para los varones y 16,1 para las chicas. Hasta ahora ya se conocía la influencia de multitud de factores psicosociales en esa primera vez; sin embargo, como acaba de demostrar un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) en las páginas de la revista Nature Genetics, también los genes tienen algo que decir en el estreno sexual.Para llegar a esta conclusión, un equipo dirigido por el británico John Perry analizó los datos de casi 400.000 individuos cuyos datos personales y genómicos están incluidos en diversas bases de datos: 125.000 de ellos (59.000 varones y 66.300 mujeres) en un biobanco británico, otros 241.000 en un registro poblacional de Islandia y, finalmente, otros 20.000 sujetos estadounidenses.El primer análisis genómico con la base de datos británica (el llamado UK Biobanc) permitió identificar 38 variantes genéticas asociadas con una edad más temprana en el inicio de las relaciones sexuales. Muchas de estas variantes ya se habían asociado con anterioridad con otros rasgos reproductivos (como la edad a la que se tuvo la primera regla, el primer embarazo o el número de hijos), pero también con ciertos rasgos del carácter, como tener un temperamento irritable o una personalidad más propensa al riesgo.
Como explica a EL MUNDO el doctor Ignacio Blanco, vicepresidente de la Asociación Española de Genética Humana, estas variantes genéticas descubiertas gracias al estudio de tantos individuos no permiten establecer una relación de causalidad, pero sí una predisposición: “Esto no quiere decir que los genes en los que se ha hallado el cambio genético sean los responsables, pero sí que los individuos portadores de estas variantes tienen mayor probabilidad”.A su juicio, se trata de un estudio “muy serio”, y aunque este tipo de trabajos no dan respuestas a individuos concretos, sí habrá que tener en cuenta sus resultados en el futuro, a la hora de planificar las actividades sanitarias de educación sexual. “Hasta ahora en la edad precoz de las relaciones sexuales sólo se tenían en cuenta factores socioeconómicos o educativos, pero quizás en el futuro se pueda clasificar a los individuos de riesgo también en función de su perfil genético”.El especialista español coincide con el doctor Perry en que más allá de la influencia de factores sociales y culturales (que son claramente relevantes en el debut sexual) este amplio estudio también refleja la influencia de la genética, a través de ciertos genes implicados en la maduración, la edad de pubertad, y el desarrollo de la personalidad.Un ejemplo de esas piezas es CADM2, un gen que controla las conexiones neuronales y la actividad cerebral y que ya se había relacionado con anterioridad con ciertas personalidades más predispuestas a participar en comportamientos de riesgo. En el estudio, los individuos portadores de esta variante genética no sólo tenían una edad de inicio sexual más temprana, sino también un mayor número de hijos en su edad adulta. “Algunos de estos genes están relacionados con los receptores de estrógenos, lo que podría explicar, por ejemplo, que los individuos con esta variante tendrían más probabilidad de que el óvulo anide y tengan hijos de forma precoz”, apunta el especialista español.Como explica otro de los firmantes, Ken Ong, el adelanto de la pubertad ya se había relacionado hasta ahora con ciertos problemas de salud en la edad adulta (como un mayor riesgo de diabetes o enfermedades coronarias). Sin embargo, añade, este estudio demuestra que estos factores pueden tener consecuencias incluso previas en la vida de los adolescentes. De hecho, según explican en su artículo, existen algunas evidencias que relacionan un debut sexual más prematuro con mayor abandono escolar (menos probabilidades de seguir estudiando después de los 16 año, por ejemplo), inestabilidad familiar o mayor incidencia de enfermedades infecciosas de transmisión sexual.Algunos estudios señalan que la pubertad se ha adelantado en los países occidentales desde los 18 años en el siglo XIX a los 12,5 años en la actualidad, por una mezcla de factores (que incluyen desde la nutrición, el aumento de peso o la exposición a ciertos disruptores endocrinos en el ambiente).