Preguntas con respuesta sobre el ‘Chemsex’
Sexo realizado bajo los efectos de diversas combinaciones de drogas para prolongar su duración. Ese es el punto de partida del Chemsex, una práctica que ha sido declarada problema de salud pública en las ciudades de Madrid y Barcelona, dando una idea de sus dimensiones.
Para exponer los riesgos para la salud del Chemsex, José Luis Blanco, investigador del Hospital Clínic de Barcelona, y Santiago Moreno, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal (Madrid), entre otros profesionales sanitarios, han participado en una jornada organizada por la Cátedra Extraordinaria de Salud, Crecimiento y Sostenibilidad MSD-Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y la Cátedra de Enfermedades Infecciosas y Vacunología Universidad Rey Juan Carlos (URJC).
¿En qué consiste el ‘Chemsex’?
La palabra viene de la expresión anglosajona Chemical Sex, que significa sexo químico. Dicha práctica sexual en la que se utilizan drogas para alargar la sesión está cada vez más extendida, sobre todo en grandes núcleos urbanos de Europa y Estados Unidos, con mayor incidencia en el colectivo de hombres que tienen sexo con hombres (HSH) de entre 20 y 40 años. Aunque también empieza a verse la participación heterosexual. Reino Unido y España están a la cabeza en el ranking en Chemsex.
Según explica Daniel Anadón Mateo, psiquiatra de la Clínica Nuestra Señora de La Paz (Madrid), -en declaraciones a CuídatePlus y al margen de la citada jornada-, “el Chemsex son orgías y fiestas donde hay uso de drogas para facilitar la desinhibición grupal y acceder al sexo en grupo y prácticas que pueden entrañar riesgo, como el bareback (sin preservativo). Muchas veces, pacientes infectados o que han participado en Chemsex confiesan que practican sexo seguro, pero tras el efecto depresor de algunas drogas o anulador de la capacidad volitiva pueden practicarlo sin preservativo, incluso sin acordarse después. Suelen existir combinaciones realmente peligrosas de drogas depresógenas y euforizantes. Por ejemplo: alcohol unido a mefedrona, cocaína, GHB y citrato de sildenafilo (un conocido fármaco para la disfunción eréctil)”.
Sin embargo, Blanco puntualiza que no tiene por qué practicarse necesariamente en grupo. Los componentes de una sesión de Chemsex pueden ser incluso dos personas. La duracióntambién es variable, desde horas hasta varios días.
Los expertos no dudan en afirmar que las sesiones de Chemsex son la “tormenta perfecta” para contraer infecciones de transmisión sexual o ITS, embarazos no deseados o accidentes graves. “Algunos usuarios señalan que las utilizan para manejar los sentimientos negativos, como la falta de confianza o de autoestima, la homofobia internalizada y el estigma por tener VIH, ocultando este hecho a otros participantes del Chemsex”.
¿Por qué es una práctica en aumento?
“El origen del Chemsex (el sexo con sustancias recreativas) es tan viejo como la vida misma”, señala el investigador del Clínic. “Pero las aplicaciones móviles de búsqueda de contactos facilitan este fenómeno. Dan sexo fácil, desinhibido, anónimo e inmediato”, dice Anadón.
Al respecto, Blanco dice que “los propios pacientes cuentan que en estas app es sencillo localizar a las personas que practican Chemsex porque muchas veces lo especifican en su perfil”.
En opinión de Moreno, “lo que ahora se inicia como un problema emergente, se puede convertir en un auténtico problema de salud si no se actúa de manera eficiente”.
¿Eleva el riesgo de infecciones de transmisión sexual?
Claramente, sí. “Como consecuencia de la desinhibición, el Chemsex lleva implícito no usar preservativo, poniendo en riesgo de contraer diferentes infecciones de transmisión sexual a los que lo practican. Desde clamidia, sífilis y gonorrea, hasta virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y virus de la hepatitis C (VHC)”, especifica Blanco.
Los resultados del estudio U-Sex, realizado por Gesida en 22 hospitales madrileños, reflejan que el 54 por ciento de la muestra de 511 pacientes VIH pertenecientes al colectivo de HSH refirió haber utilizado drogas durante las relaciones sexuales en el último año. El 62 por ciento refirió haber sido diagnosticado de alguna ITS. La más frecuente fue la sífilis, en el 64 por ciento, habiendo tenido el 43 por ciento de ellos más de un episodio, seguida de gonorrea (29 por ciento de los casos), virus de la hepatitis B (VHB, 18 por ciento de los casos) y VHC (10 por ciento; con más de un episodio en el 8 por ciento). Además, el diagnóstico de VHC se asoció con sexo anal desprotegido y slamming o slamsex, que es la utilización de drogas por vía endovenosa (inyectadas).
“Lo que hace que los virus se transmitan no es el consumo de drogas, sino las consecuencias de este uso: una mayor frecuencia de relaciones y parejas sexuales, no utilizar preservativos u otros métodos de barrera y compartir agujas y jeringuillas”, indica Moreno. Por ello, insiste en la importancia de las medidas de prevención, para evitar el riesgo de transmisión de patógenos por vía sexual o sanguínea.
¿Qué drogas se consumen para las sesiones?
Las tres drogas más características consumidas durante las sesiones de Chemsex son la mefedrona (que tiene un efecto estimulante), la metanfetamina (incrementando la estimulación) y el GHB (depresor del sistema nervioso central que favorece la erección). “A veces las intoxicaciones derivadas del uso de estas sustancias se quedan en una visita a urgencias. En otras ocasiones se producen sobredosis que llegan a provocar la muerte”, advierte Blanco.
Hay todavía más, “principalmente en Alemania –pero también en nuestro país- se está viendo el consumo de drogas por vía endovenosa”, dice el especialista del Clínic.
Pasa otra cosa, comenta Blanco, “los expertos en el tratamiento de la drogadicción no están tan habituados al abordaje de pacientes que consumen sustancias como el GHB o la metanfetamina”. Es uno de los motivos por los que han creado una consulta médica específica sobre Chemsex en el Clínic de Barcelona.
¿Cuáles son las consecuencias sociales?
“Se constatan efectos negativos psicológicos, o bajón, en los días posteriores a una sesión de Chemsex, además del deterioro en la calidad de las relaciones”, dice Anadón.
“En las personas en las que hay un consumo problemático de chemsex las consecuencias sociales, familiares y laborales son un drama. Y es que, en algunos casos ese consumo se convierte en un acto diario. Afortunadamente, dicho consumo problemático es reducido”, comenta Blanco. No obstante, “en consulta cada vez vemos más personas infectadas, por ejemplo, por sífilis que inicialmente no presentaban un supuesto consumo problemático”.
¿Los jóvenes son conscientes del peligro asociado?
“Los jóvenes tienen en cuenta los efectos iniciales de las drogas, que supuestamente ayudan al acceso al sexo. Supongo que si se conocieran los efectos a largo plazo o los riesgos de dependencia, no habría tanto inicio en el consumo. No obstante, existen estudios recientes en los que se intuye una percepción actual del sexo donde chicas y chicos evitan considerar peligros asociados a prácticas sexuales inseguras. La prueba es que ha disminuido alarmantemente el uso el preservativo en España en menores de 20 años y, con ello, se ha producido un repunte de ITS”, cuenta Anadón. Este psiquiatra menciona la existencia de otras investigaciones que también lo asocian con mayores dificultades para vincularse emocionalmente. “Mediante el sexo sin control se entra en un falso vínculo con el otro u otros, una especie de disociación emocional”.
La última pregunta, todavía sin respuesta, es la repercusión a medio o largo plazo que tendrá esta práctica.