NAIZ: Los Juegos más polémicos y más caros de la historia se inauguran hoy en Sochi

Las protestas en todo el mundo por la ley contra la propaganda homosexual en Rusia y los 50.000 millones de dólares que costará la organización del torneo han agitado las horas previas a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno, cuyo programa deportivo comenzó este jueves en Sochi.

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Contra viento y marea, mientras arrecian las críticas, el Gobierno de Vladimir Putin ha logrado convertir el principal balneario soviético y ruso a orillas del mar Negro en la capital mundial del deporte de invierno.

La llamada ritual a la tregua olímpica hecha por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, iluminó, la víspera de la ceremonia inaugural, el oscuro panorama de una competición que estuvo a punto de resucitar un boicot que ya sufrieron los Juegos de Verano de Moscú’80.

La polémica troncal en torno a los Juegos, sin embargo, se centra en la ley contra la propaganda homosexual introducida en Rusia, que ha levantado oleadas de críticas en todo el mundo contra el gobierno de Vladimir Putin.

Ban Ki-moon ha condenado, en un discurso ante la 126 Sesión del COI, cualquier discriminación contra los homosexuales y ha llamado a «alzar la voz» contra los ataques que puedan sufrir.

Ban Ki-moon asistirá hoy a la ceremonia de inauguración de los Juegos de Sochi, un acto que se saltarán otros dirigentes mundiales, precisamente como forma de expresar su desacuerdo.

Putin asegura que «Rusia está preparada para los Juegos» y precisa que «el principal objetivo es convertir los Juegos Olímpicos de Sochi en una fiesta para todos los amantes del deporte en el mundo».

Algunos deportistas homosexuales han expresado su temor a la discriminación durante su estancia en territorio ruso, y otros se han mostrado dispuestos a escenificar su apoyo a las minorías sexuales.

50.000 millones de inversión

Rusia, cuya última experiencia como organizadora olímpica data de hace 34 años, cuando acogió en el estadio Lenin los Juegos de verano de 1980, se juega mucho en Sochi en términos de imagen, después de haberse gastado 50.000 millones de dólares, multiplicando por cuatro los 12.000 previstos.

Los de Sochi serán los Juegos Olímpicos más caros de la historia. Su coste supera ampliamente a los anteriores de Invierno, organizados por la ciudad canadiense de Vancouver (8.300 millones), y también a los de verano de Beijing 2008, cuyo coste ascendió a 42.000 millones de dólares.

La seguridad de los Juegos, amenazados por la guerrilla islamista del Cáucaso, está garantizada, según el Kremlin, con decenas de miles de policías, buques de guerra, drones y baterías antiaéreas.

Casi 6.000 deportistas de 88 países competirán durante las próximas dos semanas por las 98 medallas en juego en modalidades como esquí alpino, hockey sobre hielo, bobsleigh, biatlón o snowboard. Entre ellos estarán presentes los deportistas vascos Imanol Rojo, Paul de la Cuesta y Lucas Egibar.

ABORTOAREN LEGEA ESKLABUTZARAKO BIDEA

OTSAILAK 8, ARTZAI ONAREN AURREAN, 17:00etan

EMAKUME ASKEAK 

ABORTOAREN LEGEAREN  AURKAKO 

EKINTZA BURUTUKO DUGU.

EKINTZA, PARTE HARTU NAHI DUTEN GUZTIENTZAT ZABALIK DAGO.

ACCIÓN CONTRA LA LEY DEL ABORTO EN EL BUEN PASTOR.

8 DE FEBRERO A LAS 17:00.

ABIERTO A TODAS LAS INTERESADAS.

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Sexo indeterminado y mutilación genital de intersexuales

Desde noviembre de 2013 se ha incorporado al ordenamiento jurídico alemán la categoría del sexo indeterminado. Lo que aparentemente supone un reconocimiento jurídico del colectivo intersexual, se basa en las mismas categorías discriminatorias que vienen amparando prácticas aberrantes, ratificadas por la ciencia, como la mutilación genital.

En noviembre de 2013, el gobierno alemán ha decidido incorporar a su ordenamiento jurídico la categoría sexo indeterminado, copiando la fórmula ya operativa en Australia (indeterminate sex). De esta forma, los progenitores de recién nacidos con ambigüedad genital podrán inscribirlos en el registro civil correspondiente en una de las ahora tres categorías posibles: masculino, femenino o indeterminado (X). Lo que aparentemente supone un reconocimiento jurídico del colectivo intersexual (ahora denominado, no sin cierta polémica, Disorders of Sex Development, más popularmente conocidos como hermafroditas: se estima que en Alemania la población intersexual oscila entre 85.000 y 100.000 personas), esconde una realidad difícil de asumir. Quisiera resaltar estas zonas oscuras que el derecho ampara, conserva e inmuniza.

En primer lugar, hablar de sexo indeterminado presupone la existencia de un sexo determinado. Volvemos a las polarizaciones, a las dicotomías, a los dualismos que tanto sufrimiento han generado a lo largo de la historia. Debemos entender que el sexo determinado es aquel que se configura dentro de los márgenes de la normalidad masculina o femenina. De ahí que quede relegado como indeterminado aquel que no encaje dentro de dicha norma. Tenemos aquí la diferencia entre lo normal (nacer con sexo determinado: varón o hembra) y lo anormal (nacer con sexo indeterminado). Ello mantiene la creencia en la naturalidad de la dualidad: se presupone que biológicamente se nace hombre o se nace mujer. Se olvida la historicidad de estos conceptos, así como la multiplicidad de posibilidades de la sexualidad (cromosómicas, hormonales, gonadales, etc.). La pretendida realidad biológica -desmentida incluso por la propia biomedicina- sobre la que se asienta la dualidad y por la que se justifica la exclusión es ficticia. Asimismo, el sujeto legitimado para clasificar al recién nacido en una de las tres categorías sigue siendo el experto. Es el equipo médico el que determina la inscripción registral de aquellos nacidos con ambigüedad genital y con posterioridad a la entrada en vigor de la ley -por lo que, en principio y a falta de interpretación jurisprudencial, las personas nacidas en fechas anteriores al 1 de noviembre de 2013 no se pueden acoger al cambio registral-, lo que a la postre significa que aquellos neonatos inscritos como X lo son por un informe elaborado por el equipo médico que los sitúa en la anormalidad.

En segundo lugar, esta anormalidad se vuelve patológica: la intersexualidad, al transgredir la norma de los dos sexos, debe ser corregida. Cuando nace un bebé con genitales ambiguos se abre un protocolo -popularizado por John Money en los años 50 del siglo pasado- en el que un equipo médico formado por endocrinos y cirujanos decide el verdadero sexo del neonato. Aplicando una simple fórmula, será puesto en una de las dos columnas de la sociedad: un pene inferior a 2,5 centímetro es insuficiente para orinar de pie o para penetrar; un clítoris superior a 1 centímetro es demasiado grande y ofensivo para la futura pareja heterosexual. Esto es lo que se ha venido a llamar el falómetro(Anne Fausto-Sterling, Sexing the Body), que presupone una futura relación heterosexual y coitocéntrica. Si el equipo médico considera que la protuberancia puede ser entendida como un pene creíble, o bien creen que pueden hacer de él un pene creíble, será asignado como varón. De lo contrario, nos encontraremos ante una hembra.

Inmediatamente tras la asignación del sexo, se procede a su producción corporal a través de cirugía de asignación irreversible. En el proceso destructivo en que consiste, el 90% de los recién nacidos anatómicamente ambiguos son asignados con el sexo femenino, salvo que se garantice una función sexual masculina correcta. Durante los siguientes meses, llegando incluso hasta la pubertad, se completa la cirugía correctiva en un doble sentido: eliminar lo que sobra (borrando así las huellas) y construir lo que falta. Se crea la forma de los órganos genitales del sexo asignado y se extirpan aquellos que no coinciden. A ello hay que sumar un proceso farmacológico de suministro de hormonas.

La destrucción de genitales intactos está institucionalizada y legitimada por el discurso médico-científico como corrección de genitales deformes, anormales, ofensivos, embarazosos o viciados en su desarrollo

Se podría pensar que esta cirugía es de libre elección para los progenitores. Aquí tenemos otro grave problema. La medicina ha considerado que nos encontramos ante una urgencia psicosocial, pues aunque la intersexualidad no es una situación dañina para la salud (salvo excepciones), se entiende que en el futuro la persona intersexual tendrá problemas de adaptación social si no es corregida antes de los 18 meses de edad. Al tratarse de una urgencia, no se ejecuta el protocolo del consentimiento informado: se miente a los progenitores señalando que su bebé tiene una anomalía o bien no está desarrollado del todo y necesita de la tecnología quirúrgica para solucionar su problema. Sobre esto último también en Alemania hubo una sentencia histórica hace unos pocos años: el equipo médico que extirpó los órganos reproductivos de Christiane Volling sin su consentimiento fue condenado a pagar una indemnización por valor de 100.000€.

La destrucción de genitales intactos está institucionalizada y legitimada por el discurso médico-científico como corrección de genitales deformes, anormales, ofensivos, embarazosos o viciados en su desarrollo. A través de esta corrección se desvela el verdadero sexo. Todo ello amparado por un sistema jurídico que obliga a los sujetos a vivir conforme a uno de los dos únicos sexos. En este sentido, ni siquiera la reforma alemana que incorpora el sexo indeterminado evitará la cirugía de asignación de sexo. Algunas asociaciones (Deutsche Gesellschaft für Transidentität und Intersexualität o Zwischengeschlecht) creen que, ante el temor de la indeterminación, los progenitores de recién nacidos con ambigüedad genital optarán por la cirugía correctora sucumbiendo a la presión normalizadora.

Un cuarto problema no menos grave. Lo planteo a través de algunas preguntas: ¿cómo se compatibilizará la categoría sexo indeterminado con una legislación -en vigor tanto en Alemania como en España, entre otros Estados- que clasifica a las personas transexuales como enfermos mentales (disforia de género) a la hora de solicitar el cambio registral del nombre y sexo? Como se ha dicho, solo podrán acogerse al sexo indeterminado aquellas personas diagnosticadas médicamente con ambigüedad genital y nacidas con posterioridad al 1 de noviembre de 2013. Asimismo, ¿qué ocurre con el pasaporte o con el matrimonio?

Por todo ello, aunque se haya dado un paso reconociendo la existencia jurídica de intersexuales a través de la malograda fórmula del sexo indeterminado, aún queda mucho camino para erradicar lo que podemos llamar sin riesgo a equivocarnos mutilación genital (denunciada desde hace ya varias décadas por Cheryl Chase, por ejemplo en Hermaphrodites with Attitude). Esta se produce diariamente en el Occidentedemocrático y defensor de los derechos humanos. La posibilidad jurídica de la indeterminación no implicará la supresión de estas prácticas. Lejos de conformarse como un mecanismo de lucha contra la mutilación genital, la reforma alemana incide en el empoderamiento del experto. En última instancia es el profesional de la medicina el que determina el sexo del neonato, así como su sometimiento a cirugía de urgencia. Creo que el único sendero viable es aquel que elimine jurídicamente la categoría sexo de nuestros ordenamientos y deje la decisión quirúrgica al propio intersexual (prohibiéndose, por tanto, la cirugía neonatal), como se hace en Colombia desde las afortunadas sentencias de su Corte Constitucional en 1999.

En un marco interfóbico y transfóbico en el que el sistema jurídico inmuniza las categorías varón-hembra (el dimorfismo sexual como si fuese natural, negando la multiplicidad de sexualidades en todos los niveles: cromosómico, hormonal, gonadal, etc.) e impone la heterosexualidad, día tras día personas de todo el mundo son sometidas por la fuerza a este tipo de mutilación y patologización consentida por la medicina, por el derecho y, lamentablemente, por la sociedad.

Sexo indeterminado y mutilación genital de intersexuales

Desde noviembre de 2013 se ha incorporado al ordenamiento jurídico alemán la categoría del sexo indeterminado. Lo que aparentemente supone un reconocimiento jurídico del colectivo intersexual, se basa en las mismas categorías discriminatorias que vienen amparando prácticas aberrantes, ratificadas por la ciencia, como la mutilación genital.

En noviembre de 2013, el gobierno alemán ha decidido incorporar a su ordenamiento jurídico la categoría sexo indeterminado, copiando la fórmula ya operativa en Australia (indeterminate sex). De esta forma, los progenitores de recién nacidos con ambigüedad genital podrán inscribirlos en el registro civil correspondiente en una de las ahora tres categorías posibles: masculino, femenino o indeterminado (X). Lo que aparentemente supone un reconocimiento jurídico del colectivo intersexual (ahora denominado, no sin cierta polémica, Disorders of Sex Development, más popularmente conocidos como hermafroditas: se estima que en Alemania la población intersexual oscila entre 85.000 y 100.000 personas), esconde una realidad difícil de asumir. Quisiera resaltar estas zonas oscuras que el derecho ampara, conserva e inmuniza.

En primer lugar, hablar de sexo indeterminado presupone la existencia de un sexo determinado. Volvemos a las polarizaciones, a las dicotomías, a los dualismos que tanto sufrimiento han generado a lo largo de la historia. Debemos entender que el sexo determinado es aquel que se configura dentro de los márgenes de la normalidad masculina o femenina. De ahí que quede relegado como indeterminado aquel que no encaje dentro de dicha norma. Tenemos aquí la diferencia entre lo normal (nacer con sexo determinado: varón o hembra) y lo anormal (nacer con sexo indeterminado). Ello mantiene la creencia en la naturalidad de la dualidad: se presupone que biológicamente se nace hombre o se nace mujer. Se olvida la historicidad de estos conceptos, así como la multiplicidad de posibilidades de la sexualidad (cromosómicas, hormonales, gonadales, etc.). La pretendida realidad biológica -desmentida incluso por la propia biomedicina- sobre la que se asienta la dualidad y por la que se justifica la exclusión es ficticia. Asimismo, el sujeto legitimado para clasificar al recién nacido en una de las tres categorías sigue siendo el experto. Es el equipo médico el que determina la inscripción registral de aquellos nacidos con ambigüedad genital y con posterioridad a la entrada en vigor de la ley -por lo que, en principio y a falta de interpretación jurisprudencial, las personas nacidas en fechas anteriores al 1 de noviembre de 2013 no se pueden acoger al cambio registral-, lo que a la postre significa que aquellos neonatos inscritos como X lo son por un informe elaborado por el equipo médico que los sitúa en la anormalidad.

En segundo lugar, esta anormalidad se vuelve patológica: la intersexualidad, al transgredir la norma de los dos sexos, debe ser corregida. Cuando nace un bebé con genitales ambiguos se abre un protocolo -popularizado por John Money en los años 50 del siglo pasado- en el que un equipo médico formado por endocrinos y cirujanos decide el verdadero sexo del neonato. Aplicando una simple fórmula, será puesto en una de las dos columnas de la sociedad: un pene inferior a 2,5 centímetro es insuficiente para orinar de pie o para penetrar; un clítoris superior a 1 centímetro es demasiado grande y ofensivo para la futura pareja heterosexual. Esto es lo que se ha venido a llamar el falómetro (Anne Fausto-Sterling, Sexing the Body), que presupone una futura relación heterosexual y coitocéntrica. Si el equipo médico considera que la protuberancia puede ser entendida como un pene creíble, o bien creen que pueden hacer de él un pene creíble, será asignado como varón. De lo contrario, nos encontraremos ante una hembra.

Inmediatamente tras la asignación del sexo, se procede a su producción corporal a través de cirugía de asignación irreversible. En el proceso destructivo en que consiste, el 90% de los recién nacidos anatómicamente ambiguos son asignados con el sexo femenino, salvo que se garantice una función sexual masculina correcta. Durante los siguientes meses, llegando incluso hasta la pubertad, se completa la cirugía correctiva en un doble sentido: eliminar lo que sobra (borrando así las huellas) y construir lo que falta. Se crea la forma de los órganos genitales del sexo asignado y se extirpan aquellos que no coinciden. A ello hay que sumar un proceso farmacológico de suministro de hormonas.

Se podría pensar que esta cirugía es de libre elección para los progenitores. Aquí tenemos otro grave problema. La medicina ha considerado que nos encontramos ante una urgencia psicosocial, pues aunque la intersexualidad no es una situación dañina para la salud (salvo excepciones), se entiende que en el futuro la persona intersexual tendrá problemas de adaptación social si no es corregida antes de los 18 meses de edad. Al tratarse de una urgencia, no se ejecuta el protocolo del consentimiento informado: se miente a los progenitores señalando que su bebé tiene una anomalía o bien no está desarrollado del todo y necesita de la tecnología quirúrgica para solucionar su problema. Sobre esto último también en Alemania hubo una sentencia histórica hace unos pocos años: el equipo médico que extirpó los órganos reproductivos de Christiane Volling sin su consentimiento fue condenado a pagar una indemnización por valor de 100.000€.

La destrucción de genitales intactos está institucionalizada y legitimada por el discurso médico-científico como corrección de genitales deformes, anormales, ofensivos, embarazosos o viciados en su desarrollo. A través de esta corrección se desvela el verdadero sexo. Todo ello amparado por un sistema jurídico que obliga a los sujetos a vivir conforme a uno de los dos únicos sexos. En este sentido, ni siquiera la reforma alemana que incorpora el sexo indeterminado evitará la cirugía de asignación de sexo. Algunas asociaciones (Deutsche Gesellschaft für Transidentität und Intersexualität Zwischengeschlecht) creen que, ante el temor de la indeterminación, los progenitores de recién nacidos con ambigüedad genital optarán por la cirugía correctora sucumbiendo a la presión normalizadora.

Un cuarto problema no menos grave. Lo planteo a través de algunas preguntas: ¿cómo se compatibilizará la categoría sexo indeterminado con una legislación -en vigor tanto en Alemania como en España, entre otros Estados- que clasifica a las personas transexuales como enfermos mentales (disforia de género) a la hora de solicitar el cambio registral del nombre y sexo? Como se ha dicho, solo podrán acogerse al sexo indeterminado aquellas personas diagnosticadas médicamente con ambigüedad genital y nacidas con posterioridad al 1 de noviembre de 2013. Asimismo, ¿qué ocurre con el pasaporte o con el matrimonio?

Por todo ello, aunque se haya dado un paso reconociendo la existencia jurídica de intersexuales a través de la malograda fórmula del sexo indeterminado, aún queda mucho camino para erradicar lo que podemos llamar sin riesgo a equivocarnos mutilación genital (denunciada desde hace ya varias décadas por Cheryl Chase, por ejemplo en Hermaphrodites with Attitude). Esta se produce diariamente en el Occidentedemocrático y defensor de los derechos humanos. La posibilidad jurídica de la indeterminación no implicará la supresión de estas prácticas. Lejos de conformarse como un mecanismo de lucha contra la mutilación genital, la reforma alemana incide en el empoderamiento del experto. En última instancia es el profesional de la medicina el que determina el sexo del neonato, así como su sometimiento a cirugía de urgencia. Creo que el único sendero viable es aquel que elimine jurídicamente la categoría sexo de nuestros ordenamientos y deje la decisión quirúrgica al propio intersexual (prohibiéndose, por tanto, la cirugía neonatal), como se hace en Colombia desde las afortunadas sentencias de su Corte Constitucional en 1999.

En un marco interfóbico y transfóbico en el que el sistema jurídico inmuniza las categorías varón-hembra (el dimorfismo sexual como si fuese natural, negando la multiplicidad de sexualidades en todos los niveles: cromosómico, hormonal, gonadal, etc.) e impone la heterosexualidad, día tras día personas de todo el mundo son sometidas por la fuerza a este tipo de mutilación y patologización consentida por la medicina, por el derecho y, lamentablemente, por la sociedad.

 

EL PAIS: El PP europeo rechaza un informe que reclama derechos de gais y lesbianas

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¿Debería la UE trazar un plan para proteger los derechos fundamentales de gais, lesbianas y transexuales? ¿Es necesario asegurarse de que en Europa no se tolera la homofobia? El Parlamento Europeo acaba de responder sí a estas dos preguntas al aprobar por una muy holgada mayoría el informe que reclama acciones para defender a un colectivo en el que la mitad de sus integrantes dice haberse sentido discriminado, y un cuarto reconoce haber recibido amenazas o ataques físicos.

Pero este diagnóstico no lo comparte el Partido Popular Europeo, que ha votado en contra. 130 diputados del grupo mayoritario en la Cámara de Estrasburgo rechazaron el informe escrito por la verde austriaca Ulrike Lunacek. Solo 69 parlamentarios populares respaldaron un documento que previamente se había aligerado para no despertar las susceptibilidades de los más conservadores.

Entre los eurodiputados del PP contrarios al informe hay cuatro españoles: Jaime Mayor Oreja, Alejo Vidal-Quadras, Cristina Gutiérrez-Cortines y José Ignacio Salafranca. Mayor Oreja acudió a las anteriores elecciones como cabeza de lista de los populares, pero ya ha anunciado que no se presentará en los comicios del próximo mes de mayo. Vidal-Quadras, por su parte, ha abandonado el partido con el que consiguió un escaño y ha dado su apoyo a la nueva formación ultraconservadora Vox.

Los que se han opuesto a firmar el documento antidiscriminación manejan dos argumentos. El primero es que este es un tema en el que Europa carece de competencias, y que por lo tanto no tiene sentido aprobar un informe que resultará papel mojado. El segundo, defendido por los más conservadores, ataca directamente a la filosofía del informe de defensa de los derechos gais. Entre los opositores abundan los eurodiputados polacos y de otros países del Este.

La resolución, que ha contado con el voto positivo de 394 diputados —frente al no de 176 y la abstención de 72— reclama a la Comisión Europea y a los Gobiernos nacionales que cooperen para proteger los derechos del colectivo LGTB. La votación no obliga a nada ni tendrá ningún efecto directo. “El derecho europeo no alcanza por sí solo a imponer la remoción de legislaciones que contengan discriminaciones. Es un mensaje, una señal política del Parlamento Europeo”, explica el diputado socialista Juan Fernando López Aguilar.

Estrasburgo reclama, entre otras medidas, que los Gobiernos reformen sus legislaciones sobre crímenes de odio (contra el racismo y la xenofobia) para incluir los ataques por razón de discriminación sexual, anima a la Comisión Europea a asegurarse de que los derechos de movimiento de las familias incluyan aquellas formadas por parejas del mismo sexo y a promover los programas en las escuelas contra el acoso a estudiantes gais, lesbianas o transexuales. “Los Estados miembros deberían también introducir cambios o revisar los procedimientos de reconocimiento de género para respetar íntegramente el derecho a la dignidad y a la integridad de su cuerpo de los transgénero”, añade la ponente, Ulrike Lunacek.

EL PAIS: Brasil después de aquel beso

Juan Arias

Nunca un beso tuvo tanta resonancia nacional en Brasil como el de los dos gais de la novela Amor à vida de TV Globo. Lo importante es que la resonancia fue notoriamente positiva, casi una fiesta. ¿Significa eso que la sociedad brasileña está madurando en su grado de aceptación de los diferentes? ¿Brasil es otro después del viernes 31 de enero de 2014 cuando, a las 23.08, dos homosexuales se besaron ante millones de personas sin que nadie se escandalizara?

He leído críticas desde Argentina por Internet de personas que critican a Brasil por la “absurda resonancia” despertada por un simple beso gay. Y critican a este país de ser un país “socialmete atrasado”.

Se equivocan esos nuestros hermanos argentinos. Quizás Brasil proceda más lento que otros en su conquista de las igualdades sociales, de la defensa de los derechos humanos y de la aceptación de los diferentes, pero tiene una cualidad: cuando lo hace no vuelve atrás. En los últimos 20 años, a pesar de los graves retrasos en algunos temas de derechos sociales, Brasil ha avanzado de manera significativa.

Hoy la mayoría (54%) de los brasileños acepta el matrimonio entre personas del mismo género y ha subido de un 40% a un 54% el porcentaje de los que ven con buenos ojos que una pareja de gais o lesbianas adopten hijos, algo impensable hace solo algunos años.

Suele también decirse que la sociedad brasileña es más atrasada, más conservadora y de derechas que el Congreso. El beso de TV Globo y la simpatía despertada en todo el país por aquella escena revela que no siempre es así. Hoy por ejemplo, está parada en el Congreso una ley que considera crimen la homofobia. Los ilustres y progresistas congresistas no son capaces de aprobarla a pesar de haber habido en 2012 la cifra espantosa de 338 asesinatos homofóbicos o transfóbicos, un 27% más que en 2011 como recordó en este diario Talita Bedinelli en su preciosa crónica. Todo ello porque el grupo de diputados evangélicos impide su aprobación. Un grupo que es más conservador e intransigente que su mismo público religioso ya que no cabe duda, que entre los millones de telespectadores que vieron con simpatía quebrarse el tabú del beso gay, una buena parte (quizás una mayoría) era de evangélicos. Y no parece que se hayan escandalizado. En estos tiempos de manifestaciones callejeras no ha habido ni un pequeño grupo que haya salido a protestar contra aquel beso.

En Brasil -como en general en los países latinoamericanos- la aceptación de los diferentes y el respeto a que cada uno use con libertad su propio cuerpo y pueda vivir sin ser discriminado por su sexualidad ha avanzado en los últimos tiempos.

A todos los verdaderamente demócratas les gustaría que ese proceso fuera más rápido, pero en realidad hoy las cosas avanzan en pocos años más que antes en siglos. Hace solo 70 años (no siglos) en la hoy moderna y secularizada España, los sacerdotes y obispos lanzaban desde los púlpitos de las Iglesias anatemas contra los católicos que frecuentaban las playas y contra las mujeres que osasen aparecer en ellas en biquini, una prenda de la que se decía que era “objeto de pecado” e “inventada por el demonio”.

Las autoridades franquistas, obedientes con la Iglesia, prohibieron el uso del biquini, lo que provocó escenas grotescas como la de los guardias civiles vigilando en las playas para llevarse a la comisaría a las mujeres “indecentes” que seguían usándolo. Se cuenta que una mañana un guardia se encontró con una turista en una playa del sur y le preguntó si no sabía que estaba prohibido estar allí con un traje de baño de “dos piezas”, es decir, en biquini. La turista- debía ser británica por su humor- le respondió: “Entonces, señor guardia, dígame cual de las dos piezas me quito”. Y eso fue prácticamente ayer.

¿Y los gais? A ellos se les llamaba despreciativamente maricas, un apelativo que constituía la mayor afrenta, el mayor insulto capaz de hacerse a un hombre, que debía ser “cuanto más macho mejor”. Los diferentes eran mariquitas y el dictador Franco los odiaba y perseguía.

Que las cosas han cambiado es innegable; que Brasil después del beso gay será más abierto a las diferencias también es muy posible. Nadie, es verdad, va a pensar que a partir de hoy se acabarán las agresiones y asesinatos de homosexuales, pero es muy posible que esa cifra que avergonzaba a esta sociedad de 338 asesinatos homofóbicos pueda disminuir a partir de ahora. Con que un solo homosexual menos fuera asesinado ya valdría la pena aquel beso de la televisión.

Los analistas sociales están convencidos de que el avance que Brasil ha hecho en estos años en la batalla a favor del respeto a las diferencias se ha debido en buena parte a una sociedad más consciente y abierta que, junto con los grandes medios de comunicación y las redes sociales, ha criticando machaconamente los intentos de las fuerzas más reaccionarias contra los homosexuales.

Hubo gais que hasta lloraron de alegría y emoción viendo caer aquel tabú caer en TV Globo. Lo entiendo. Esos millones de diferentes han sufrido ya demasiadas humillaciones y hasta el papa Francisco tuvo que salir en su defensa. Ha llegado la hora de que puedan vivir en paz como los demás ciudadanos.

Lo que sería positivo es que, ya que la sociedad se está acercando a ellos para comprenderles y defenderles, también ellos hicieran un esfuerzo para reconocerlo. Existe. por ejemplo, una expresión usada por los gais que quizás debería desaparecer de su diccionario ya que al haber cambiado la sociedad podría carecer de interés. Me refiero al orgullo gay. Es cierto que era una provocación a los que nos creíamos superiores por no serlo. Hoy, que empezamos a aceptarnos todos como iguales, esos orgullos deberían desaparecer para enarbolar juntos, gais y no gais, la misma bandera de la libertad para vivir la propia sexualidad.

Deberíamos sentirnos felices y orgullosos, todos, de haber avanzado en la aceptación de los que hasta ayer considerábamos diferentes de forma negativa. Sentirse todos iguales respetando nuestras diferencias es la mejor conquista civilizatoria. Brasil se ha puesto en camino. Y con un beso. En la filosofía gnóstica, que estuvo a punto de convertirse en la primera teología del cristianismo, el beso significaba además de un símbolo de afecto sexual, “trasmisión de sabiduría”, algo que no entendió la Iglesia cuando se escandalizó de que en los evangelios gnósticos se leyera que Jesús “besaba en la boca” a María Magdalena. De eso hace más de dos mil años.