Las lesbianas reivindican más visibilidad: “Seguimos siendo el patito feo en el colectivo LGTB”

Artículo publicado en Huffingtonpost

Isabel Quintairos trabajó durante 17 años en la COPE de Galicia

Comforting friend

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. En 2007, reveló que era lesbiana y pidió una excedencia para trabajar en política. Cuando quiso volver a su plaza, la radio la despidió. Aún piensa que, si hubiera sido hombre, aunque hubiera sido gay, no le habría ocurrido. “Creo que un hombre lo habría tenido más fácil para conseguir la readmisión”, afirma. Ella tuvo que ir a los tribunales y conseguir la primera sentencia que reconocía un despido por orientación sexual.

Las lesbianas denuncian una doble discriminación: por ser mujeres y además, homosexuales. Esta discriminación llega hasta en los sitios más inesperados. Conchi Unanue, profesora en la UNED y la Universidad de León y socióloga especializada en discriminación y lesbianismo, ha encontrado todo tipo de casos, “desde expulsiones de una hermandad hasta la eliminación de un perfil de la Xbox porque su autora había especificado que era lesbiana”.

Unanue apunta que el mayor problema de las lesbianas es la invisibilización. “Cuando un colectivo es invisibilizado, no existe, no tiene derechos ni puede luchar por ellos. Al no dar voz a un colectivo, no existen modelos reales de ese grupo y puedes imponer el tuyo”, explica. El ejemplo que propone es el sexo lésbico, “una manera de excitar a los hombres” en la pornografía. “Se crea la sensación de que, si no hay penetración, no hay sexo real o ‘falta algo’. Es una visión coitocentrista y limitada”, critica.

A este respecto, la directora de la revista especializada para lesbianas MagLes, Celina Koekenbier, cree que las marcas no tienen en consideración a las lesbianas. “Noto que no nos toman en serio económicamente. Cuando vendemos publicidad, no nos consideran porque piensan que las lesbianas, o no tenemos, o no gastamos dinero. Tampoco aparecemos nunca en la publicidad”, sostiene. Esa falta de información para lesbianas y sobre ellas es lo que le impulsó a abrir la revista.

Quintairos, que fue indemnizada pero no ha vuelto a encontrar trabajo, destaca el desconocimiento que existe sobre el lesbianismo, al que califica de “universo desconocido”. Entre otras cosas, por la poca cobertura mediática. “He llegado a oír que cómo puede una lesbiana tener hijos siendo lesbiana, como si no tuviéramos útero. Siempre nos hemos ocultado más, históricamente, somos más discretas y seguimos teniendo miedo a hablar en público y que nos vean”, reflexiona la activista de Nosmesmas.

INVISIBILIZADAS HASTA POR LOS GAYS

“Seguimos siendo el patito feo en el colectivo LGTB”, denuncia Unanue. La socióloga asegura que, en la pirámide social, las lesbianas se sitúan en la base, sólo superadas en irrelevancia mediática y social por los trans. “Estamos invisibilizadas hasta en nuestro movimiento. Los gays siempre tienen la voz cantante porque están acostumbrados a utilizar la palabra y el espacio público para reivindicar. Son hombres”, analiza.

Quintairos critica que los medios sólo tengan en cuenta a los homosexuales varones. “No es el Orgullo Gay, es el Orgullo LGTB”, enfatiza. En su opinión, los gays las ignoran, más que discriminarlas. “Hace unos años se planteó en la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) que un hombre dirigiera las políticas lésbicas”, recuerda. Cree que las asociaciones sólo de unos o de otros son “un paso atrás”, pero comprensible por el “peso insuficiente” que tenían las lesbianas en las mixtas.

“Los grupos mixtos terminan separándose siempre por la doble discriminación”, asegura una activista que prefiere permanecer en el anonimato, voluntaria de la asociación feminista catalana Ca La Dona. “Los gays tienen más posibilidades económicas, el llamado ‘dinero rosa’, por lo que tienen más locales, negocios y voz”, explica.

La socióloga Unanue asegura que la mayor “perversidad” que ha visto en esta lucha dentro del colectivo es el secuestro de la lucha lésbica por parte de los gays, para luego retomarla ellos. “Se erigen en portavoces de una causa robada y no permiten a las lesbianas contar su propia historia”, recrimina.

ESPAÑA ES “UN PAÍS HOMÓFOBO Y PUTERO”

Todas las expertas consultadas creen que la homofobia sigue siendo un problema real. La activista de Ca La Dona realiza una crítica velada, por ello, a los desfiles del Orgullo: “No tienen nada que ver con lo que es ser homosexual en este país. No es para montar una fiesta, aún hay discriminación y mucho que reivindicar”.

La socióloga Unanue enumera ámbitos donde las lesbianas sufren una especial discriminación. “Cuando vas al ginecólogo, la consulta va a ser asumiendo que tienes una pareja masculina. Cuando pides una beca o subvención para investigar el lesbianismo, es un tema penalizado”, sostiene. Recuerda el caso de una empresa, cuyo bonus al mejor vendedor, en una plantilla principalmente femenina, era una noche en un local de alterne. “Seguimos siendo un país homófobo y putero”, sentencia.

La profesora de la UNED asegura que una lesbiana que no se comporta o viste como una mujer tradicional, es sometida a que se cuestione su identidad de género. “Y, por contra, cuando son muy femeninas, se cuestiona que sean lesbianas”, lamenta. La socióloga cree que esto es una constante histórica, ya que la mujer “nunca ha tenido pleno derecho sobre su sexualidad y el disfrute que conlleva” y un espacio solo de mujeres como el lesbianismo “pone en peligro los roles del sistema”.

MIEDO A LA EXCLUSIÓN

Unanue cree que, en temas de homofobia, España es igual que el resto de países de su entorno y mucho peor que los del norte de Europa. “Quitando las zonas más turísticas, Madrid, Barcelona, País Vasco y algunas zonas de Canarias y Andalucía… El resto del país sigue siendo reaccionario y machista”, critica.

“Si aún hay lesbofobia es que no hemos avanzado tanto. Si sigue habiendo entre las lesbianas tanto pánico a las salidas del armario es por algo. Si aún te pueden hacer chantaje amenazando con revelar que eres lesbiana es porque hay algo detrás que lo va a castigar: una exclusión”, finaliza Unanue.

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