EL PAIS: Conchita Wurst usa la música para la reivindicación homosexual
Dinamarca convirtió Eurovisión en un gran evento para el colectivo de gais y lesbianas
Copenhague es una ciudad moderna, relajada y liberal, cuya actitud hacia gais, lesbianas, bisexuales y transexuales es abierta y normal. Dinamarca ha presumido siempre de tener una legislación vanguardista en defensa de la igualdad. No son pocos los políticos, presentadores de televisión o cantantes que sin tapujos declaran abiertamente su condición de homosexuales y no pasa nada. Por eso a nadie sorprendió sino que enorgulleció la victoria de Conchita Wurst en el Festival de Eurovisión, celebrado el sábado en la capital danesa.
En realidad, Conchita Wurst es un personaje creado por el cantante y compositor Tom Neuwirth, que estuvo a punto de participar en Eurovisión en 2012. En el proceso de selección de la televisión austriaca quedó en segundo lugar.
En la 59ª edición la organización del certamen se había centrado de hecho, como en ningún otro sitio antes, en el colectivo de gais y lesbianas. Durante la última semana, al amparo de Eurovisión se han celebrado bodas gais multitudinarias, eventos homosexuales y hasta se ha bautizado una plaza de la ciudad el pasado viernes 9 de mayo, como Regnbuepladsen, plaza del Arco Iris. Una particular manera de conmemorar el 25 aniversario de la legalización en Dinamarca y por primera vez en el mundo, de la unión civil de parejas del mismo sexo. “Desde que supimos que Copenhague iba a acoger Eurovisión, nos dimos cuenta que este era también un importante evento para gais y lesbianas, de hecho, la mayoría de los turistas que han llegado para el festival, en torno al 85%, son hombres gais” explica Lars Henriksen, presidente de Copenhaguen Pride.
No es de extrañar que el triunfo de la drag queen austríaca se festejara la noche del sábado por todo lo alto no solo en Austria sino también en Copenhague. Pero el de la reivindicación festiva del colectivo gay no fue la única novedad del Festival de Eurovisión de este 2014, concebido para darle una dimensión global y no sólo europea.
Cuando hace un año la danesa Emmelie de la Forrest se hizo en la ciudad sueca de Malmö con el primer lugar en el Festival de Eurovisión, muchos en Dinamarca, un país en el que casi todo se mide en términos de retabilidad, pusieron cara de pocos amigos. Pasado la impresión inicial, un miembro de la organización declara: “Decidimos ir a por todas”.
Y así lo hicieron. “Los planes que teníamos con el espectáculo, han logrado un 110 por ciento de nuestras expectativas. El espectáculo irradió energía desbordante, entusiasmo. “Todo ha salido como lo teníamos preparado, incluso mejor”, contó nada más acabar el espectáculo Jan Lagermand Lundme, encargado de la organización de DR.
Los ojos del mundo entero se rendían ante la trabajada realización, iluminación, planos y escenografía. Combinaron y planificaron al extremo cada detalle: gustos y deseos de los artistas, peticiones de las delegaciones y, por supuesto, la presentación de sus tres conductores, Lise Rønre, Nikolay Koppel y Piloy Asbæk, este último conocido previamente ya en 70 países del mundo por su papel protagonista en la serie danesa Borgen. No hubo lugar a la improvisación. Todo estaba previsto y estudiado. Desde su reacción a los sonoros pitidos que las representantes rusas recibieron de principio a fin de la gala, a los simpáticos guiños cómicos a un público supuestamente no invitado a la fiesta, China.
España quedó décima, como Dinamarca la anfitriona y eso pese a que Ruth Lorenzo y su Dancing in the rain fue una de las más ovacionadas en el Refshaløen de Copenhague. Una vez más, quedó demostrada la falta de solidaridad entre los países vecinos del sur de Europa. Mientras Suecia, Finlandia y Dinamarca o los países del Este de Europa dieron a sus vecinos de frontera 8, 10 o 12 puntos, ni Francia, ni Portugal, ni Italia hicieron lo suyo con Dancing in the rain.