EL MUNDO: ‘Ya tenemos las herramientas para acabar con el sida’
El cierre del Gobierno Federal de EEUU ha impedido al director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID), Anthony Fauci, acudir a la XIII Conferencia de Vacunas de Sida, que se está celebrando en Barcelona. Pero ser funcionario no le impidió estar despierto el lunes a las 4.30 am para participar en la primera rueda de prensa por teléfono, ni grabar una intervención para la sesión inaugural de la conferencia. Porque este histórico de la lucha contra el VIH (lleva en su cargo desde el mismo año que se identificó el virus como causa del sida, en 1984) tiene un optimismo nato. El mismo que le hace afirmar, en entrevista telefónica con ELMUNDO.es, que ya se cuenta con las herramientas necesarias para acabar con la enfermedad.
En septiembre de 2009, el mundo se despertó con la noticia de que por fin había una prueba de concepto que demostraba que se podía desarrollar una vacuna efectiva contra la transmisión del VIH. Pero han pasado cuatro años y todavía no tenemos ninguna inmunización ni siquiera cercana a ser autorizada. ¿Ha servido del algo el ensayo RV144?
Yo no estoy nada decepcionado con lo que ha pasado con esta vacuna, más bien al contrario. En primer lugar, el ensayo RV144 demostró por primera vez que era posible cierto grado de eficacia, aunque modesta. Es algo que no sabíamos que se podía conseguir. Pero, además, en estos años que han pasado hemos descubierto el valor de los anticuerpos no neutralizantes. Hasta este ensayo, en una vacuna siempre intentábamos que se generaran anticuerpos neutralizantes dirigidos a determinados componentes de la envoltura del VIH, para proteger frente a la infección. Pero lo que hemos visto es que en las personas que sí consiguieron protección de esta vacuna, los niveles de estos anticuerpos no eran muy altos y lo eran más los de los anticuerpos no neutralizantes. Esto nos ha marcado un camino claro para el desarrollo de próximas vacunas.
Si el acceso a fármacos antirretrovirales es cada día más amplio y existe la posibilidad de alcanzar el acceso universal en unos años y, al mismo tiempo, se está viendo que la terapia preexposición parece eficaz para reducir las infecciones y que hay avances en los microbicidas ¿No sería lógico centrarse en el desarrollo de una vacuna terapéutica y dejar un poco de lado la preventiva?
No. Ambas vacunas son muy importantes. El problema de la prevención con fármacos son los resultados a largo plazo, porque sabemos que la gente tiene problemas para mantener la adherencia, lo que llevaría a un fallo de la estrategia incluso en circunstancias óptimas, como que se pudiera pagar toda esa terapia. En general, las herramientas de las que disponemos en la actualidad para controlar el VIH requieren de un comportamiento estricto, lo que choca con la naturaleza humana. Por esta razón, necesitamos una forma de prevención que sirva también para quiénes no tomen medidas y eso es lo que aportaría la vacuna preventiva.
En la Conferencia de Sida de 2008, usted declaró que en 2031 se habría acabado la enfermedad. ¿Sigue manteniéndolo?
No recuerdo haber hablado de esa fecha concreta, pero la realidad es que estamos asistiendo a avances extraordinarios. En más de 60 países de los más pobres se ha llegado a lo que yo llamo el punto de inflexión, la situación en la que empieza el tratamiento antirretroviral más gente que la que se infecta. Esto implica una desaceleración en la transmisión que, siguiendo un modelo matemático, podría llevar a la erradicación del virus. De hecho, ya tenemos las herramientas para acabar con el VIH. Pero si tuviéramos una vacuna, el proceso sería más rápido y duradero, porque si lo conseguimos sólo con las medidas de las que disponemos ahora, nos podríamos descuidar y volver a incrementar las cifras.
En los últimos años, hemos asistido a tres episodios de ‘curación’ del VIH. ¿Qué opinión le merecen?
No se puede hacer una valoración en conjunto porque los tres episodios son muy distintos. La primera curación documentada fue la de Timothy Brown que, obviamente, no puede generalizarse, ya que depende de un trasplante de médula, que requirió por padecer otra enfermedad grave. Aunque se están haciendo ensayos con terapia génica para intentar imitar lo que se consiguió de esta forma, aún no hay resultados. Tanto el caso del bebé de Missisipi como los ejemplos de la cohorte Visconti son ejemplos claros del beneficio de administrar la terapia nada más detectarse la infección, un campo en el que tenemos que seguir trabajando y que, sin duda, es muy esperanzador.
En este congreso se ha incluido por primera vez una sesión sobre vacunas terapéuticas. ¿Cuál cree que es la más cercana a la comercialización? ¿En el NIH lo están estudiando?
No hay suficientes datos como para decir qué vacuna terapéutica está más cerca de ser una realidad, pero el hecho positivo es que hay muchísimos estudios con candidatos prometedores. En mi grupo estamos probando una en un ensayo que hemos empezado hace tan solo un mes. La idea es administrarla durante seis meses, con la intención de estimular los CD8 y, a continuación, parar la terapia antirretroviral durante el mismo tiempo y ver si la respuesta se mantiene.
En los últimos años, el mundo ha estado (y está) inmerso en una importante crisis económica. ¿Cree que esto ha tenido o tiene algún impacto a la hora de encontrar la vacuna del VIH?
Por supuesto. Incluso en EEUU, la crisis ha ralentizado el progreso en la vacuna frente al VIH. Y el hecho es que hace falta más dinero. Porque no son sólo los avances científicos los que paran, que también, sino el propio cuidado de la enfermedad, incluyendo datos como el acceso a los antirretrovirales y otras medidas de prevención.