EL MUNDO: ESTUDIO Solo 12 pacientes. Una terapia génica demuestra por primera vez seguridad y eficacia en el tratamiento del VIH
Un grupo de expertos ha editado el genoma con la tecnología ‘nucleasa de dedos de zinc’
Cualquier llamamiento a la cautela es pequeño ante el trabajo presentado hoy en la Conferencia en Retrovirus y Enfermedades Oportunistas (CROI) y publicado simultáneamente en el New England Journal of Medicine, pero es indudable que se trata de un trabajo pionero y prometedor. Por primera vez, una terapia génica se ha mostrado segura (el objetivo primario del estudio, un fase I) y eficaz (aunque sólo parcialmente) para lograr que el sistema inmunológico sea capaz de eliminar el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), en lo que podría suponer un precoz paso hacia la erradicación del VIH, no apto, eso sí, para todos los bolsillos.
Según explica por teléfono desde la CROI el español Pablo Tebas, primer firmante del artículo, lo que se ha conseguido por primera vez con este estudio es “editar el genoma” y eliminar algunas células de la secuencia de ADN que codifica el gen CCR5. Las personas que presentan de forma natural esta mutación -CCR5-delta32- son inmunes a la infección por VIH pero el porcentaje de afortunados apenas alcanza el 1% de la población.
Para lograr esta edición, los investigadores de la Universidad de Pennsylvania (EEUU) utilizaron una tecnología denominada nucleasa de dedos de zinc (ZFN, de sus siglas en inglés), una proteína sintética desarrollada por la compañía Sangamo BioScience que, una vez dentro de la célula, sabe buscar una secuencia de ADN determinada y eliminarla. Terapia génica en estado puro.
Por supuesto, el primer paso fue muy anterior a la publicación hoy de los resultados en humanos. En 2008, la revista Nature Biotechnology recogía la prueba de que el concepto funcionaba en el laboratorio. Un año después, y financiado por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de EEUU y la propia Sangamo BioScience, comenzaba el estudio que se acaba de presentar en Boston.
Se trata de un estudio muy pequeño y que como explica Tebas es solo “una prueba de concepto” de que la terapia génica puede funcionar frente al VIH en humanos. “Faltan años para que se consiga erradicar así el virus y, probablemente, haya de utilizarse en combinación con otras estrategias”, subraya el investigador español.
Para llevar a cabo esta prueba, los científicos seleccionaron a 12 pacientes seropositivos en tratamiento para controlar la infección por VIH. Seis de ellos tenían una infección más avanzada, por lo que se decidió no retirarles la medicación antirretroviral tras la infusión de las células modificadas, bautizadas como SB-728-T, mientras que a los seis restantes sí se les retiró la terapia, sólo durante 12 semanas.
Lo que se les transfirió a los 12 pacientes no fue otra cosa que sus propias células modificadas genéticamente. La cantidad: alrededor de 10.000 millones de CD4, una cifra que parece muy elevada pero no supone más de un 14% del total de estas células inmunológicas.
Además de demostrar la seguridad de la técnica, ya que no se registraron efectos secundarios graves, lo que se vio es, según Tebas, que las células modificadas “sobrevivían mejor en presencia del VIH”. En los pacientes que seguían recibiendo el tratamiento, se observó un incremento de los CD4, “un marcador de que el sistema inmunológico mejora”. También se vio que las células modificadas se encontraban cómodas en uno de los tradicionales reservorios del VIH, el tejido linfático del intestino.
En cuatro de los individuos a los que se retiró la medicación, se observó una disminución de la carga viral e incluso en uno de ellos la reducción cayó por debajo de los niveles detectables. A todos los efectos, era como si hubiera seguido medicándose. Posteriormente se descubrió que este paciente tenía la mutación CCR5 delta -32 pero de forma heterocigota, es decir, una sola copia de la versión mutada del gen, algo que es mucho más habitual que la homocigótica y que no protege frente a la infección por VIH.
El trabajo publicado en NEJM no es el primero ni el último en explorar esta vía de acción. El pistoletazo de salida lo dio el que es hasta la fecha el único caso de curación conocido del VIH, el de Timothy Brown que, tras enfermar de leucemia y recibir un trasplante de médula ósea de un paciente con la mutación CCR5 delta-32, se curó de su cáncer y su infección por VIH. A esta buena noticia, le siguió el jarro de agua fría de otros dos pacientes que no lograron curarse tras recibir un trasplante de médula aunque, en su caso, el donante no era portador de la famosa mutación.
Aunque existe expectación en la comunidad científica, algunos investigadores se muestran extremadamente cautos con estos resultados. Es el caso del jefe del servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona, Jose María Gatell que, también desde Boston, explica a EL MUNDO que el trabajo se trata de “la primera publicación formal de un tema que lleva varios años y que por el momento no se ha concretado en nada práctico”.
Para Gatell, que en el momento de hablar con este diario no había asistido a la presentación, los resultados son “una prueba de concepto pero todavía son muy moderados. Además, el procedimiento es una especie de terapia génica con todos los potenciales problemas que este tipo de terapia puede conllevar”, añade en un correo electrónico.
El futuro
Tebas, que reconoce lo preliminar de sus resultados, se muestra sin embargo entusiasta en lo que al futuro se refiere. Y el futuro empieza muy pronto. Lo primero que va a hacer su equipo es “si la FDA [Agencia estadounidense del Medicamento] da el visto bueno” intentar incrementar el número de células modificadas genéticamente. “Se trataría de intentar llegar al 40% o 50% de los CD4”, señala.
Para ello, los investigadores utilizarán un fármaco “en muy bajas dosis” que se prescribe para algunas enfermedades como el lupus, la ciclofosfamida.
Con respecto a la financiación del trabajo y otros similares futuros, Tebas reconoce que esta terapia génica es cara y que el coste “solo de los procedimientos” rondará los 50.000 dólares. Sin embargo, cree que el coste se podría rentabilizar si se consiguiera emplear en una estrategia que hiciera innecesarios los fármacos antirretrovirales, que tienen un coste anual de alrededor de 15.000 dólares.
Respecto a esta posible erradicación del VIH, sea con su estrategia o con otra, Tebas también se muestra optimista. “Hay una importante masa crítica de gente pensando acerca de este problema. Seguramente si antes de 1987, se hubiera preguntado a los médicos si se iba a lograr controlar la infección por VIH como la hipertensión, nadie hubiera apostado por ello”, reflexiona. Y concluye: “Creo que veré el final del sida y que me tendré que cambiar de especialidad”.