EL MUNDO: Casi un tercio de los españoles mantiene prejuicios frente a los seropositivos

ESTUDIO Encuesta con más de 1.500 personas 

  • Un 29% no estaría cómodo con un dependiente seropositivo

  • Un 14,9% piensa que el VIH puede transmitirse por los estornudos

     

    puerta alcalá

    La Puerta de Alcalá, con el lazo rojo que simboliza la lucha contra el sida. B. DÍAZ

    Es de suponer que pocas personas en sus cabales reconocerían tener prejuicios frente a las personas infectadas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Sin embargo, un estudio que acaba de publicarse en la revista AIDS Care desvela que casi una tercera parte de los españoles preferiría evitar el contacto con seropositivos en alguna de estas tres situaciones: como compañero de clase de su hijo, compañero de trabajo o empleado en una tienda a la que acude con frecuencia.

    El objetivo principal del trabajo, llevado a cabo por investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (SEISIDA), no es hacer una radiografía de la situación del estigma en España, sino comparar éste con el registrado en 2008. Así, los autores llevaron a cabo dos encuestas a más de 1.600 participantes, separadas temporalmente en cuatro años.

    Aunque las cifras han mejorado en los cuatro años que distan entre las dos encuestas, se observa que, por ejemplo, un 49,5% de los españoles estaría incómodo si un compañero de colegio de su hijo fuera seropositivo, un 39% se sentiría así si estuviera infectado por VIH un compañero de trabajo y un 29% no estaría cómodo con un dependiente de una tienda que presentara la infección.

    “Los datos que manejamos y el descenso pequeño en algunas de las variables nos hacen temer que la tendencia pueda ser creciente“, explica a EL MUNDO María José Fuster, profesora de la UNED y autora principal del estudio, que achaca su predicción a la “falta de financiación de ONG encargadas hasta ahora de hacer campañas de prevención y divulgación sobre la infección”.

    Otras variables de la encuesta hablan del conocimiento científico en torno a la transmisión de la enfermedad y son precisamente estas las que menos han cambiado a lo largo de los cuatro años. Así, aunque el porcentaje de personas que tiene creencias incorrectas sigue siendo menor del 20% en la mayoría de los casos, apenas varía dos puntos entre 2008 y 2012. Por ejemplo, en el primer año un 15,1% de los encuestados declaraba pensar que el VIH se transmitía compartiendo un vaso y un 13,9% lo seguía creyendo cuatro años después, a pesar de la avalancha de datos científicos que desmienten esta posibilidad.

    Algo similar ocurre con la creencia de que la infección puede transmitirse sentándose en los mismos sanitarios de un seropositivo, algo que apoyaba un 17,3% de la población en 2008 y un 13,9% en 2012. La tercera variable de este campo apenas se mantiene estable en las dos encuestas y es la que se refiere a la creencia de que el VIH se trasmite a través de estornudos, algo que pensaba y piensa que puede suceder un 14,9% de la población.

    “Si extrapolamos estas cifras a la población general, salen millones de personas”, reflexiona Fuster.

    La principal autora del trabajo considera que las mejoras observadas podrían deberse a las diferentes políticas públicas en prevención de VIH que en los últimos años han disminuido considerablemente. De hecho, Fuster ni siquiera sabe si contará con financiación para llevar a cabo una encuesta similar dentro de dos años, ya que las ayudas públicas por las que se financiaron las dos anteriores no se han convocado en el último año. “Si no, intentaremos conseguirla a través de los patrocinadores privados de SEISIDA”, explica.