EL CORREO:Eutanasia tras un cambio de sexo que lo convirtió en un «monstruo»

El suicidio asistido de Nathan Vertheist, que nació como mujer, por declararse incapaz de soportar las consecuencias de las operaciones para convertirse en hombre desata la polémica

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Nathan Vertheist, en una foto de su Facebook.

En 2002, Bélgica se convirtió en el segundo país del mundo en despenalizar la eutanasia activa. Un año antes Holanda había tomado la delantera de tan controvertida regulación. Con Suiza y Luxemburgo, son hoy ya cuatro los estados europeos que permiten la interrupción voluntaria de la vida. Pero la promulgación de la norma no ha detenido la controversia que rodea el tema. La divulgación de un último caso en el país belga ha enardecido el intenso debate en torno a una posible modificación de la ley.

El pasado domingo terminó la vida de Nathan Vertheist, un transexual de 44 años que optó por someterse a la eutanasia (a través de una inyección letal) para poner fin a una existencia que, según su testimonio, se hizo insoportable por los insatisfactorios resultados derivados de las intervenciones quirúrgicas que sufrió para completar el proceso de cambio de sexo. “El día que me dispuse a celebrar mi renacer, me paré frente al espejo y vi un monstruo”, afirmaba afligido Vertheist, que nació como Nancy, la única niña entre cuatro hermanos, una identidad que nunca sintió como propia. Una mastectomía conflictiva y un implante genital con visos de rechazo frustraron su sueño.

La ley que regula la eutanasia en Bélgica permite a los médicos aplicarla a enfermos que lo soliciten y padezcan dolencias incurables que les ocasionen “sufrimientos físicos o psíquicos insoportables”. En casos como el de Vertheist, sin enfermedad terminal, la autorización del tratamiento requiere de la opinión de hasta tres especialistas diferentes. El doctor que supervisó este proceso, Wim Distlemans, ha reiterado sin ápice de dudas que en este caso el suicidio asistido reunía todas las condiciones médicas y legales. El nombre del facultativo no es desconocido para los belgas. Hace algunos meses autorizó el mismo proceso para dos hermanos gemelos que padecían glaucoma. Antes de que la ceguera les impidiera valerse por sí mismos, eligieron morir.

Aunque la polvareda desatada en el viejo continente a raíz del reconocimiento legal de la eutanasia en los países del Benelux ha remitido con el paso de los años, el repunte de las solicitudes para someterse al proceso en los dos últimos años -1.432 casos en 2012, un 25% más respecto al año anterior- ha reactivado el debate entre la opinión pública. Los sectores más progresistas plantean ampliar la normativa en casos excepcionales a los menores de edad. En la otra orilla, los democristianos -que votaron en contra en 2002- proponer la revisión de la norma. Entretanto, vidas dolorosas como la de Nathan Vertheist se apagan alejadas de dilemas éticos o morales.