DIARIO PROGRASISTA: “El ministro Fernández Díaz o el Obispo Reig Pla estarían encantados de que los gays desapareciéramos del mapa”
JAVIER LARRAURI, DIRECTOR DE ´TESTIGOS DE UN TIEMPO MALDITO´
Javier Larrauiri es el realizador del documental “Testigos de un tiempo maldito”, un repaso a la homofobia de estado durante la dictadura presentado en Madrid con notable éxito este verano, y que se enmarca dentro un proyecto más amplio en el que se incluyen diferentes formas de expresión acerca de la Memoria Histórica y la cuestiones de género durante el franquismo. Lo cuenta a Diario Progresista en la siguiente entrevista.
Diario Progresista.- ¿Cómo surge este proyecto? Creo que se enmarca dentro de algo más amplio.
Javier Larrauri.- Es una larga historia. Este proyecto surge a partir de otro que hice antes: “Mujeres republicanas”. Entre 2009 y 2010 estuve localizando a mujeres que participaron en la defensa de la Segunda República durante la Guerra Civil para retratarlas y montar una exposición que sacara a la luz sus historias. Cuando las conocí me di cuenta de la importancia que tenían esos testimonios y me decidí a grabar las entrevistas. De ahí surgió mi primer documental, forzado por las circunstancias. El documental fue concebido como apoyo a la exposición que contaba con pintura, fotografía y textos biográficos sobre esas mujeres, aunque luego cobró vida propia como le ocurrió al documental de los Testigos. A todas las mujeres republicanas que iba conociendo siempre les preguntaba si habían conocido gays y lesbianas y cómo habían vivido durante la Segunda República, la Guerra Civil y la Dictadura. La información que obtuve fue muy escasa, así que al terminar ese proyecto decidí embarcarme en otro que fuera exclusivamente sobre esa temática. Así es como surge, en 2010 este otro proyecto que no terminé hasta 2012. El resultado igualmente incluye una parte plástica (pintura y fotografía), textos y el documental. Este ha tenido un recorrido bastante amplio pero la exposición completa sólo se ha montado tres veces: en Fuenlabrada y Badajoz en 2012 y en Colonia (Alemania) en 2013. Para 2014 es posible que se vuelva a montar en otra ciudad alemana. Es curioso ¿verdad?, un trabajo sobre una parte de nuestra historia que ha estado tan oculta y que cuesta tantísimo esfuerzo sacar a la luz y resulta que despierta más interés fuera de nuestras fronteras que aquí. Así nos va.
dP.- Un tema algo controvertido todavía. La Ley de Peligrosidad Social es cosa del franquismo, igual que la represión sistemática o el silenciamiento de las mujeres. Pero la ley de vagos y maleantes ya existía en la II República.
JL.- Efectivamente, se creó en la II República pero no estaba pensada para castigar la homosexualidad. Fue en 1954 cuando se decide utilizarla como arma legal para ejercer la homofobia reformando dos de sus artículos para incluir la figura del homosexual.
dP.- ¿Cómo te planteaste la mezcla de formatos de forma que el público nunca se aburriera?
JL.- La exposición está concebida así no para evitar que nadie se aburra, sino porque la pintura, fotografía y vídeo son las herramientas de comunicación de las que yo dispongo. Y respecto al documental la verdad es que no me planteé si el público se iba a aburrir o no. Me interesaba simplemente sacar a la luz determinadas cosas que creía imprescindibles. Entiendo que habrá mucha gente que se aburra o que directamente no le interese lo más mínimo, pero me da igual. Quien se aburra, que no lo vea. Había cosas que no podía permitir que quedaran en el olvido. No sólo la represión brutal de la que hablan los protagonistas. Me parece fundamental rescatar también los recuerdos personales de esas personas, que es nuestro legado. Esa fotografía en blanco y negro de Octavio con su novio, esa habitación llena de vestidos de Félix es parte de nuestra memoria marica. Y seguro que habrá más maricas como yo a quienes les interese ver esos vestidos. Con eso me basta. La memoria marica, bollo y trans es un legado que hemos despreciado constantemente desde el colectivo LGTB. La memoria marica es la memoria de los campos de concentración, de las cárceles, de los sitios de cruising en la clandestinidad para evitar la persecución policial, de los pabellones para invertidos. Es la memoria del destierro. También del exilio al que muchos se vieron obligados a marchar. La memoria de las detenciones, de las noches en comisaría, de los problemas para encontrar trabajo con unos antecedentes penales que les dejaban marcados. Es la memoria de la humillación constante, de los paseos en camión para escarnio público mientras el pueblo grita “maricones, maricones”. Y parece que todo eso no existe en nuestro imaginario colectivo, que se contenta con recordar lo que pasaba en el orgullo unos años atrás. Parte de esa memoria también son los vestidos de Félix, los pelucones y el abanico de plumas. Esas herramientas políticas de resistencia con las que tantas maricas han hecho frente a la homofobia en una España donde te jugabas ir a la cárcel o a un campo de concentración. Por eso cada plano del documental es absolutamente imprescindible. Y cada recuerdo supone una lucha que debe ser recogida y reivindicada.
dP.- El documental es lúcido y conmovedor. Hay quien echa en falta el testimonio de alguna lesbiana más. Crees realmente que es que hay menos lesbianas dispuestas a hablar o tal vez en la época su discriminación era más sutil al no considerárselas como tal. Siendo su estigma elaborado de otra forma al de la prostitutas o transexuales.
JL.- Su discriminación fue distinta, efectivamente, pero en mi caso no he sido capaz de encontrar más lesbianas que quisieran hablar sobre el tema. Al principio buscaba lesbianas que hubieran vivido el franquismo y hubieran sufrido algún tipo de discriminación. Al final, como quería que hubiera lesbianas a toda costa (en mi trabajo lucho constantemente contra la invisibilidad de la mujer), me conformaba con que fueran simplemente lesbianas dispuestas a hablar de su experiencia. Sólo encontré a Coral dispuesta a hablar públicamente.
dP.- ¿Conocías otros trabajos anteriores sobre el tema como “Ocaña” de Pons, los documentales realizados por Towanda Aragón o pioneros como “Parágrafo 174” de Friedmann y Epstein?
JL.- Ventura Pons es uno de los directores españoles que más me interesan. Ha hecho películas absolutamente maravillosas. Vi “Ocaña” hace ya unos años y le sigo la pista. Intento ver todo lo que hace. Los otros dos documentales de los que hablas los vi cuando empecé con el proyecto. Estuve buscando toda la documentación que hubiera sobre el tema y entre los pocos documentales que hay sobre el tema vi esos dos.
dP.- Lo que está pasando en Rusia o los debates en Venezuela hacen pensar que el heterosexismo aunque promovido por una sociedad patriarcal y capitalista no es patrimonio exclusivo de ninguna ideología política. ¿Crees que esto va cambiando?
JL.- El machismo y la homofobia no entienden de ideologías. Esto es así desde siempre y lamentablemente no tiene pinta de que vaya a cambiar en breve. El hombre blanco hetero está muy cómodo controlándolo todo, desde su posición privilegiada de poder absoluto, y no va a renunciar a él así como así. Y no hay más que oír hablar fuera de cámara a algunos dirigentes políticos de izquierdas, los supuestamente progresistas que representan el cambio, incapaces de superar de una vez el machismo, la homofobia y la transfobia, para darte cuenta de que nada va a cambiar desde las instituciones. Como mucho nos podrán regalar unas migajas para que así no protestemos, que es lo que han hecho. Pero para que realmente haya un cambio tendría que haber una verdadera revolución desde abajo, desde la ciudadanía, que acabe con todos los tipos de opresión (clasista, machista, heterosexista, racista). Si eso no se da, nada cambiará.
dP.- ¿Qué crees que es más difícil actuar o contar tu experiencia – sobre todo si es dolorosa- ante la cámara?
JL.- Creo que es más difícil y más duro contar tu propia vida que escudarte en un personaje. Actuar es una técnica que se aprende y se podrá hacer mejor o peor, pero es un trabajo mecánico aunque pueda tener que ver con los sentimientos. Contar tu vida, sobre todo las partes más oscuras, supone un ejercicio de transparencia, de desnudarse y descubrir tu intimidad absolutamente brutal. Eso es algo muy delicado y tiene que ser tratado con mucho tacto. Para ello, se tiene que haber establecido previamente un lazo con la persona entrevistada, de manera que ella pueda confiar en ti. Y hay que crear las circunstancias y el entorno apropiado para poder llevar a cabo esa entrevista. Sólo en unas condiciones apropiadas se puede dar ese nivel de intimidad.
dP.- “Testigos de un tiempo maldito” es un filme más que necesario. Máxime cuando todavía hoy en TV es más fácil ver 50 documentales sobre vegetales o futbolistas coreanos que sobre temas del pasado histórico. ¿No crees que queda un largo camino por recorrer?
JL.- Por supuesto. Queda un camino enorme por recorrer y actualmente cada día vamos en retroceso en lo que a libertades y derechos se refiere. Así que en realidad cada día queda más camino por recorrer porque lo que se había conseguido después de años de lucha se está perdiendo a marchas forzadas.
dP.- El género del documental ha conocido una época de auge con trabajos como los de Joaquín Jordá o Jose Luis Guerín. ¿Crees que la situación actual en España nos devolverá al documental o al realismo en la ficción? ¿Podemos ser testigos de -salvando las distancias- “otro tiempo maldito”?
JL.- Por supuesto que podremos volver a vivir otro tiempo maldito o incluso peor. Seguramente gente como el Ministro Fernández Díaz o el Obispo de Alcalá de Henares estarían encantados de que desapareciéramos del mapa. Rusia nos está demostrando que se puede retroceder hasta lo impensable. La situación que vivimos hace más necesario que nunca despertar las conciencias adormecidas de la gente. Para ello el documental podría ser un arma muy útil. Pero al poder no le interesa eso, sino precisamente todo lo contrario. Así que mejor darles fútbol, toros y realities y tener a la gente adormecida, anestesiada. Que no piensen. Ojalá el documental estuviera valorado como se merece y las televisiones emitieran los trabajos de Albert Solé, José-Luís Peñafuerte o Antonio Girón en horario de máxima audiencia. Pero eso sería muy peligroso porque si la sociedad abriera los ojos al engaño y la manipulación tan tremenda a que nos someten, a esa oligarquía que maneja todo y nos explota se le podría acabar el chollo.