Girl, la bailarina que nació siendo chico
Nora Monsecour quería ser bailarina. Era su sueño desde que dio sus primeras lecciones de ballet, con apenas cuatro años. Tenía el talento, la determinación y la elegancia necesarias para llegar a la élite. Sólo había un problema: había nacido en un cuerpo masculino. Su historia personal es la principal inspiración para Girl, película que logró el 19º Premio Sebastiane y el Premio del Público Ciudad Donostia a Mejor Película Europea en el pasado Festival de Cine de San Sebastián.
El éxito festivalero la precede: recibió varios premios en Cannes, entre ellos la Cámara de Oro a mejor ópera prima, y ha sido seleccionada por Bélgica para competir por el Oscar a Mejor Película Extranjera. Más allá de nominaciones, galardones y buenas críticas está lo más importante: situar en el centro del debate el punto de vista de los jóvenes que se sienten prisioneros del género que se les asigna al nacer.
Lukas Dhont (Gante, 1991), el jovencísimo director de la película, empezó esta aventura en 2009, antes incluso de ser cineasta. Tenía 18 años cuando leyó un artículo en un periódico belga sobre Nora, una adolescente por aquel entonces. En un primer momento, la llamó para hacer un documental sobre su historia y su vida cotidiana. “Lo que admiré de ella”, afirma Dhont por teléfono sobre ese primer contacto, “es que era alguien capaz de autoexcluirse de las reacciones adversas de los demás y que tenía aspiraciones muy ambiciosas. Estaba decidida a mantenerse firme con quién quería ser y me parecía un tema muy urgente sobre el que hablar”.
Nora no quiso rodar ese documental, “pero sí aceptó escribir una historia de ficción conmigo”. Así empezó un proceso en el que Dhont ha estado inmerso durante la última década. “Sus padres son muy buenas personas, tienen una asociación que comparten con otros padres de jóvenes trans. Conocí muy de cerca su mundo, así como las experiencias de otras personas transgénero y también conseguí mucha ayuda del equipo médico del Hospital Universitario de Gante”.
Todo ese caudal de información se convierte en Girl en un retrato a flor de piel, intenso y también doloroso, del día a día de Lara, personaje ficticio basado en Nora e interpretado con asombrosa naturalidad por el joven bailarín Victor Polster.
“El principal desafío de la película fue encontrar a alguien capaz de interpretar el papel protagonista”, resume Dhont. Tras un exigente proceso de casting por el que pasaron más de 500 adolescentes (chicos y chicas cis y trans), desde el momento en que Victor hizo la audición el cineasta lo tuvo claro: sólo él tenía las cualidades necesarias para interpretar el papel y bailar como un aspirante a bailarín profesional. “Cuando lo conocí sólo tenía 14 años y en su vida todo giraba en torno a la danza. Puede que no haya hecho antes ninguna película, pero sabe lo que es actuar, es alguien acostumbrado a utilizar su cuerpo para interpretar un papel y mostrar emociones”.
Lo habitual en las películas cuyo personaje protagonista es transgénero es que estén en permanente conflicto con su entorno y la sociedad en general. La serie Transparent, Boys Don’t Cry o La chica danesa son buenos ejemplos de ello. En el caso de Girl, el foco recae en la vida interior de Lara y la cárcel en la que se ha convertido su cuerpo. “Para mí era muy importante hacer una película con un protagonista trans que no fuera una víctima. Su entorno la acepta como es. Quería un personaje que no tuviera que estar peleando con el mundo exterior, para poder enfocarme totalmente en ella y en su lucha consigo misma. Pensé que eso ofrecía una perspectiva que quizá nunca se había visto antes. Es una manera de hacerla más humana”.
El monólogo interior se produce aquí a través de la expresividad corporal del actor y de tensas secuencias en las que Lara observa su reflejo en el espejo, sumida en el más conmovedor de los silencios.
Sobre las recientes polémicas tanto en EEUU como en España a raíz de losproyectos en los que actores cisgénero interpretan a personajes trans (con Scarlett Johansson y Paco León como víctimas colaterales), Dhont esgrime una argumentación tan nítida como el mensaje de su película: “La clave es el amor y el respeto por el colectivo al que representas. La conversación debería girar hacia que las personas transgénero también pueden interpretar todo tipo personajes. La exclusión nunca es buena, ni en un sentido ni en el otro”.