EL MUNDO:Héroes en el corazón de la pandemia del sida
- Un grupo de profesionales lleva 10 años luchando contra el VIH en New Crossroad
- Este suburbio de Ciudad del Cabo tiene una incidencia de VIH entre el 28% y el 30%
- La tasa de infección es casi 10 puntos más de la global que se da toda Sudáfrica
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“Me alegro de que conozcáis la auténtica Ciudad del Cabo. La Table Mountain (la montaña más emblemática de la ciudad) está muy bien, pero esta es la realidad”. Quien así habla es Ntando Yola, el coordinador con la comunidad del Centro de Investigación Emavundleni, situado en el barrio New Crossroad, plagado de chabolas y donde la incidencia del VIH oscila entre el 28% y el 30%, casi 10 puntos más de la ya por sí elevada prevalencia deSudáfrica. New Crossroad es un lugar peligroso y a los periodistas que acuden a las instalaciones no se les permite descender del autocar. “Podría haber problemas serios”, apunta Ntando.
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Pero allí, en este epicentro de criminalidad y pobreza, se erigen orgullosas unas instalaciones que tienen poco que envidiar a las de un centro de salud de cualquier capital española. Un lujo, como definen sus responsables, liderados por la profesora Linda-Gail Bekker, de la Desmond Tutu HIV Foundation. La presencia del Premio Nobel de 1984 es constante en el lugar, donde hay hasta un muñeco de trapo con la figura del activista y arzobispo anglicano.
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El Emavundleni se construyó en 2004 y, en este tiempo, ha probado todas las estrategias en estudio frente al VIH, desde vacunas terapéuticas y preventivas hasta geles microbicidas yanillos vaginales impregnados de antirretrovirales. Todo para intentar aportar alguna solución más a una pandemia que, según se empeñan en demostrar los datos, no consigue controlarse solo con la promoción del uso del preservativ
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Las razones de su éxito, más allá de la apuesta de la institución que la puso en marcha residen sobre todo en dos puntos: la inversión en la comunidad y el mantenimiento de buenas relaciones con sus miembros. Aunque a largo plazo, la vacuna y en definitiva la cura del VIH /sida sean el objetivo de los investigadores que aquí trabajan, insisten en que a corto plazo hay que lograr promover la abstinencia entre la gente joven y conseguir que utilicen los medios preventivos a su alcance, aquellos cuya eficacia ya está demostrada -como el preservativo o la circuncisión- y aquellos más prometedores, como el uso de terapia antirretroviral preexposición (PReP) o los microbicidas.
Kewana tiene 25 años y está sentada en el pasillo del centro, a punto de entrar en una de las pequeñas consultas, donde no ha parado de pasar gente durante toda la visita, organizada por el centro a los periodistas asistentes al primer congreso HIV Research for Prevention(HIVR4P). Con un hijo de cinco años, Kewana fue consciente de lo que suponía el VIH cuando su hermana mayor falleció por sida, algo que cuenta sin grandes tragedias porque, en este barrio de Ciudad del Cabo, dista de ser una excepción. Sin embargo, la muchacha se muestra sorprendida cuando se le pregunta si es por esa razón por la que se acercó al centro de investigación, como si no tuviera sentido la conexión de ambos hechos. Y no, lo hizo simplemente porque una amiga suya trabajaba en el lugar.
Hace cinco años, Kewana accedió a implantarse un anillo vaginal microbicida, una de las estrategias más prometedoras en la prevención de la transmisión del VIH. Al contrario que con los preservativos, con el anillo no hace falta llegar a un consenso con la pareja, aunque la joven esperó seis meses para decirle a su pareja que lo estaba utilizando. “Me dijo que lo notaba; fui al baño y le dije que me lo había quitado y era mentira; él dijo que ya no lo sentía”, cuenta riéndose, aunque aclara que ahora ya sabe la situación real. Cuándo se le pregunta qué sintió al ver el anillo, Kewana no se avergüenza: su principal temor era que, desde la vagina, se desplazara por todo el cuerpo, causando daños irreparables. Ya ha visto que no es así, y está tranquila.
Es uno de los ejemplos de los muchos prejuicios con los que se enfrentan a diario los tres médicos, cuatro enfermeras y dos técnicos de laboratorio que trabajan en el centro. Así lo recuerda una de ellas, que habla de aquel ensayo de PReP, ya finalizado en el que había que tomar muestras del pelo de los participantes, el lugar idóneo para analizar los niveles de fármaco. “Nos costó muchísimo convencerlos, porque el pelo se utiliza para hacer magia negra“, comenta la enfermera.
Esta es una de las razones por las que tanto los profesionales contratados como los voluntarios han de hablar forzosamente no solo inglés, sino también xhosa, el idioma local más hablado en la zona y conocido por ser la lengua materna de Nelson Mandela. Lo importante es conseguir que la comunidad se comprometa. A favor, cuentan con una asistencia médica que supera con mucho, aunque sea en reducción de burocracia, a la sanidad pública suráfricana. En contra, como subraya Bekker, la cruda realidad: “Se sacrifican siendo parte de los estudios; pedimos a individuos sanos que tomen fármacos que pueden tener efectos secundarios y que acudan regularmente para el seguimiento; el buen ambiente es imprescindible”.
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Precisamente el punto a favor preocupa no solo a los gestores de este centro, sino de otros similares en distintos países. El principal temor es que la gente solo acuda a las instalaciones a hacerse sus chequeos y recibir gratis, rápido y bien lo que no es fácil en otras facilidades. Pero una cosa es ir al médico y otra ser serios a la hora de participar en un ensayo clínico. Para esto, insisten los responsables, es imprescindible el compromiso por parte de la comunidad, hacer que se involucren y que sientan los éxitos y fracasos de las investigaciones allí llevadas a cabo como propios.
Sin duda, en Emavundleni se ha conseguido. Bekker todavía recuerda como fueron los propios participantes en el estudio los que consolaban a los investigadores cuando se supo que el ensayo Phambili (también conocido como STEP, en el que se probó en fase III una prometedora vacuna contra el VIH) se tuvo que interrumpir prematuramente al ver que la inmunización no era eficaz. “Ya nos habíais dicho que esto podía pasar, nos decían los participantes. Fue emocionante“.
Además de este ensayo, el centro va a ser en breve una de las sedes del ensayo que va a replicar en Suráfrica el RV144, el trabajo tailandés en el que se logró demostrar la eficacia (de alrededor de un 25%) de la única vacuna contra el VIH que se ha mostrado capaz de proteger frente al virus. También van a comenzar a probar la PReP inyectable, algo “emocionante y nuevo”.
Y en un momento en que precisamente esta forma de prevención, consistente en tomar de forma regular antirretrovirales para evitar la transmisión del virus en caso de no utilización o fallo del preservativo, está más avalada que nunca, en este centro de Sudáfrica van a probarla en un grupo hasta ahora virgen de este tipo de intervenciones: los adolescentes de entre 15 y 19 años. “Nos interesan sobre todo las niñas, lo primero que estudiaremos será la seguridad y cómo se acepta su uso“, destaca Bekker, quien apunta a que no solo se trata de evaluar la eficacia de las distintas intervenciones, sino también saber si serán fáciles de utilizar, si se podrán aplicar a la vida diaria. “Se trata también de tener varias opciones, porque lo que estamos viendo es que hay mujeres que prefieren los anillos a los microbicidas, o la PReP al presevartivo; cuantas más opciones haya, será mejor”, concluye.
Pero nada de esto se consigue sin entusiasmo por parte de los promotores y lo que queda claro tras visitar Emavundleni es que Bekker, Ntando y los participantes en los ensayos destilan ilusión. Ese ingrediente de la cura contra el VIH ya se ha probado con éxito.