EL MUNDO:Espejo del amor y de la muerte
LITERATURA Testimonio de dos enfermos de VIH
- “La mayorÃa sigue rechazando a los seropositivos”
- “Nos habÃamos equivocado, pero la factura no podÃa ser tan alta”
“Hizo falta que él muriera para llevar el problema a las casas”. Él era Rock Hudson, el hombre que personificó la lacra de los 80, la pandemia que demonizó la pasión y provocó resacas irreversibles. “No estoy feliz por tener sida, pero, si esto puede ayudar a otros, al menos puedo saber que mi propia desgracia tiene un valor positivo”, anunció a principios de 1985. Murió a los pocos meses de confesarse miembro del grupo de los amorales. Murió consumiendo las esperanzas de Xulia y Nico, que tras meses con las venas limpias de heroÃna se vieron obligados a saltar a su nueva vida sin paracaÃdas.
“SÃ, es verdad, nos habÃamos equivocado, sin embargo la factura no podÃa ser tan cara”, escribe Xulia Alonso en Futuro imperfecto (ed. Mar Maior). Un testamento prematuro para narrar la historia que, estaba convencida, no tendrÃa tiempo para contar más adelante.
Xulia y Nico se vieron inmersos en el Santiago de finales de los años 70 y principios de los 80. Todo en Compostela olÃa a libertad, a adrenalina, a noches de dos dÃas… y se dejaron llevar. “No recuerdo la primera vez que consumÃ, tampoco la última, empecé a tontear con la heroÃna, conocà a Nico, nos enamoramos y un dÃa nos dimos cuenta de que lo único que nos importaba era conseguir esa dosis”, relata. Juntos se metieron en el infierno y juntos decidieron salir de él. Ingresaron en un centro de desintoxicación, que en aquella época eran casas ruinosas con veteranos de guerra que entrenaban a sus soldados para la lucha que suponÃa volver a un mundo sin distracciones. Lo consiguieron y juntos imaginaron ese futuro lleno de oportunidades hasta que Rock Hudson hizo saltar la alarma social y los hospitales se llenaron de jóvenes chupados y temblorosos. “Llevábamos mucho tiempo sin consumir, estaba segura de que Ãbamos a dar negativo pero los dos estábamos infectados”, recuerda Xulia.
Desde ese dÃa, sus planes de futuro se difuminaban por la falta de noticias. Cuando les dieron el diagnóstico no sabÃan qué les iba a ocurrir, qué era el VIH ni cuáles eran sus consecuencias.
“Esa época ha sido la que más me ha costado narrar, porque me dolÃa mucho recordarla. Todo era incertidumbre”. Pero cuando confirmaron que podrÃan tener una familia con un alto porcentaje de posibilidades de que su hijo no cargase con ese peso añadido, tuvieron a LucÃa. Xulia empezó a escribir este libro para ella, “para contarle cómo llegamos a esa situación. Dejarle por escrito el relato de la historia de amor que la sustenta a ella. No querÃa que, si nosotros nos Ãbamos, ella tuviese un sentimiento de abandono”.
Xulia no llegó a desarrollar la enfermedad. Nico luchó con uñas y dientes, pero el VIH se impuso ante su tozudez y murió en 1992 tras años de ataques, hospitales, esperas y desesperación. Xulia no escribió este libro con la intención de publicarlo, pero, tras años en una clandestinidad forzada, consideró que contar su historia ayudarÃa “a poner las cosas en su sitio”. “Y reivindicar la memoria de los que yo conocà y ahora no pueden narrar lo que les ocurrió. La mala reputación y el adjetivo de amoral que se aplicó a los seropositivos durante esos años me parece muy injusta”.
Futuro imperfecto es, además de la memoria de Xulia, un retrato de una sociedad desinformada, llena de tabúes y que afrontó el problema construyendo un muro de hormigón.
“Aunque han pasado muchos años, los seropositivos son rechazados por la mayorÃa. Voy a dar charlas a colegios y los jóvenes se sienten ajenos a esta enfermedad.Tienen muy poca información de cómo pueden contagiarse y, como nosotros, piensan que a ellos no les puede pasar”, denuncia Xulia.
Para ella se trata de su «historia de superación»: la de Nico, la de LucÃa y la de todos los que aún guardan silencio. Esos que son, de algún modo, ella y él. Dos cómplices del mismo infierno que los separó. “Me preparé, pues, para salvarte, y asà empezó el último capÃtulo de nuestra vida juntos, un capÃtulo que serÃa de tal intensidad, autenticidad, sencillez y complejidad que, a pesar de fracasar en mi propósito de salvarte, dio sentido a toda mi existencia, la pasada, la presente y la futura, y eso, amor mÃo, no te salvó a ti, pero sà a mÔ.