EL MUNDO: Ángeles Álvarez: ‘No soy la única diputada lesbiana del Congreso’
- Diputada por el PSOE desde 2011, es la primera parlamentaria que ha salido del armario
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“Me gustaría saber qué pensaban los gays del PP cuando votaban contra sus derechos”
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“La Reina ha vivido lo que cualquier mujer de su edad. Es una buena antena para el Rey”
- ¿Alcaldesas lesbianas? “Deberían saber que la gente sabe lo suyo”
Angeles Álvarez (53 años) pertenece a la misma estirpe que Clara Campoamor, la de las mujeres que nacieron para ser libres y romper los moldes de la Historia. Menuda, reflexiva y feminista hasta la médula, esta diputada por el PSOE desde 2011 ha sido la primera mujer con ovarios para declararse abiertamente lesbiana en el Congreso. Llegar hasta este momento no ha sido fácil. A los 17 años tuvo que dejar Coreses, su pequeño pueblo de Zamora, y venirse a Madrid, “con una mano delante y la otra detrás”. Pero no le quedaba otra si quería vivir su vida conforme a su manera de entender el mundo.
Curtida en la causa feminista (ha escrito varios manuales sobre violencia de género) y como concejala del Ayuntamiento de Madrid, ahora recorre con paso ágil todos los rincones de las Cortes, como en su día lo hicieron la propia Campoamor o Victoria Kent. Al posar para la foto, cerca de su escaño, señala irónica la estatua de Isabel La Católica junto a la tribuna. “Es la única mujer que ha estado siempre aquí”.
- Ser la primera mujer abiertamente lesbiana del Congreso supondrá un cierto orgullo, ¿pero también soledad?
- Te tengo que matizar una cosa: no soy la única lesbiana del Congreso, sí soy la única visible. Por tanto, no siento soledad. Siento que di un paso que me pidió una organización universitaria llamada Arkópolis y que creo que le debía al movimiento. Sí que da satisfacción poner en evidencia que el Congreso de los Diputados es un reflejo de lo que hay en la calle y, por supuesto, en la calle hay muchas más lesbianas de las que se ven.
- ¿Por qué cuesta tanto encontrar lesbianas visibles en la política?
- Bueno también cuesta encontrar varones homosexuales. Digamos que ellos han dado primero el paso porque están más omnipresentes en toda la vida social y por tanto es más fácil.
- ¿Cree que es moralmente lícito que los políticos oculten su orientación sexual cuando legislan sobre materias que afectan a la sexualidad de los ciudadanos?
- Yo he vivido alguna situación en la que un diputado de otro grupo parlamentario, en debates sobre derechos de gays y lesbianas y ante mi queja por la homofobia del Partido Popular, me miraba con los ojos muy abiertos, como diciendo: “No seas injusta, yo también soy gay”. Bueno, yo creo que eso no vale. Las complicidades políticas se muestran con los hechos políticos, no con la privacidad de cada uno. A mí me gustaría saber qué pensaban los gays y lesbianas del PP cuando votaron contra sus propios derechos o se recurrió el matrimonio igualitario. ¡Eso debe generar una esquizofrenia absoluta!
- Pero la ‘armarización’ no es patrimonio de la derecha, Zapatero tuvo varios ministros que se negaron a hablar públicamente de su homosexualidad.
- A veces, se siente presión y a la gente le inquieta que su vida política se pueda ver amenazada por manifestarte como gay o lesbiana. Pero este país ha dado los pasos legales suficientes para que la gente deje de tener miedo. El problema es que están en el armario en su vida privada. Quien está en el armario en la vida pública también lo está en la privada.
- ¿Pero se siente defraudada por compañeros de partido que no han dado la cara?
- No, no creo que se deba forzar a la gente. Las personas tienen que entender que no pasa nada, que su vida no se va a ver afectada por eso. La gente de este país tiene interiorizada la normalidad en la vida cotidiana porque tienen amigos y familiares homosexuales. Por tanto, lo más ético es manifestarte como eres.
- ¿Usted nunca se ha escondido?
- No, nunca. También te digo una cosa, cuando entré en el Ayuntamiento de Madrid me preguntaron si podían poner en mi ficha que estaba casada y dije que sí. “¿Pero puedo poner que estás casada con una mujer?”. Les respondí que podían hacerlo si en el resto de fichas ponían el sexo de las personas con las que estaban casadas el resto de concejales. O se pone para todo el mundo o para nadie. Esto es algo que me pasa mucho con mi pareja en la vida cotidiana.
- ¿Por ejemplo?
- Desde que vas al hospital hasta cuando haces el seguro del coche. Siempre hay un señor en la ventanilla que me dice: “Se ha confundido, aquí tiene que poner el nombre de su marido” (ríe). Yo les digo que no. En ese momento la gente hace un click en su cabeza y se da cuenta de que en este país esto ya es algo normal. Estas pequeñas cosas son los gestos revolucionarios que cambian las cosas. De hecho, lo revolucionario no es ser gay ni lesbiana sino vivirlo con normalidad.
- Hoy en día, las lesbianas siguen sin tener muchos personajes públicos como referencias…
- Ahora, por fortuna está Internet. La primera vez que yo leí algo relacionado con el lesbianismo político fue en mi pueblo en la mítica revista ‘El viejo topo’. A mediados de los 70 era incluso exótico que una chica de un pequeño pueblo la comprase. Es verdad que aquí no hay muchas lesbianas visibles, pero todo está cambiando muy rápido. Cada uno debe escoger el momento, no hay que forzar a nadie. Pero sería aconsejable que lo hicieran.
- Esta semana los Reyes se reunieron con ONGs de gays y lesbianas por primera vez en su historia, ¿algo está cambiando en la Corona?
- Algo está cambiando en el país y si la Corona quiere ser un elemento de autoridad, respetada e incluso querida por la gente, tiene que estar próxima a la ciudadanía. Si la ciudadanía se compone también de gays y lesbianas, es normal que hagan estos gestos. La verdad es que me agradó mucho leer la noticia. Es el segundo gesto importante que hacen, porque en la proclamación no hubo misa ni acto religioso.
- La Reina Sofía en el libro de Pilar Urbano se destapó con comentarios despectivos hacia el colectivo…
- Yo creo que aquello fue una equivocación de la Reina si es que de verdad dijo aquello -porque parece ser que hubo interpretaciones respecto a lo que dijo-. Si lo dijo, mal. Si pusieron esas palabras en su boca, peor.
- ¿Doña Letizia en ese sentido es muy diferente?
- Ella ha vivido lo que ha vivido cualquier mujer de su edad en este país. El Rey debe saber que tiene a su lado a una persona que posiblemente tenga una antena conectada con gente con la que tradicionalmente la Corona no ha estado conectada… O sea, que le va a venir muy bien.
- Apoya la candidatura de Pedro Sánchez a liderar el PSOE, ¿es el candidato más ‘gayfriendly’?
- Yo he trabajado con él en varias actividades relacionadas con esto y lo tiene absolutamente claro. ¡Es gayfriendly!
- ¿Por qué las alcaldesas no salen del armario?
- Bueno, pues no sé por qué, porque yo no soy alcaldesa… Es que no sé en quién estás pensando (ríe). En cualquier caso, las alcaldesas deberían de saber que la gente sabe lo suyo.
- ¿Qué sintió al ver los insultos que recibió Zerolo cuando anunció su cáncer?
- Son cosas absolutamente indignas y las cosas indignas a la gente decente les hace sentir mal. Seas gay o no. Quiero aprovechar que me preguntas por Pedro para decirte que es un hombre imprescindible, que ha hecho algo fundamental: hacer que este país se sienta orgulloso del Orgullo. A mí me emociona siempre hablar de él.
- Precisamente, Zerolo ofició su boda con Teresa, su pareja…
- Sí, me casé el mismo año que se aprobó la ley, en 2005, creo que fuimos de las primeras mujeres en Madrid que se casaron. La madrina fue Elena Valenciano. La verdad es que fue una boda, boda. Lo pasamos genial. Tanto que nos han pedido que repitamos la fiesta cuando hagamos 10 años. Asistieron los hijos menores de nuestros amigos, niños y niñas de siete u ocho años, que luego fardaron en el colegio de que habían ido a la boda de dos chicas. A mí aquello me pareció lo más. Hoy en día son ya adolescentes con los que tenemos una relación estupenda. Para que veas cómo es la normalización.
- ¿Se han planteado ser madres?
- No, no. Tenemos muchas amigas con hijos adoptados o propios, así que tenemos mucha sobrinada. En Navidad celebrábamos con ellas la fiesta de las reinas magas. Ya han crecido.
- Aunque salió del armario públicamente el año pasado, no se ocultaba. ¿Cómo vivió aquella jornada más mediática?
- Tuve muchos mensajes de guasa de mis amigos. En plan, “no sabía que habías salido del armario”. Se rieron de mí, pero bueno.
- ¿Alguna vez se ha sentido discriminada en su carrera política por ser lesbiana?
- En absoluto. Jamás.
- ¿Y en su vida privada?
- Siempre me he movido en ambientes feministas y he tenido la suerte de vivir mi lesbianismo con una libertad absoluta. La gente que se ha acercado a mí, siempre ha sabido lo que había.
- ¿Es consciente de que eso no es lo habitual, y menos en una persona de su generación?
- Ya te he dicho que soy de un pueblo pequeño. Sé lo que significa ser lesbiana en un pueblo de Castilla. Lo sé tan bien que me tuve que ir de uno con 17 años.
- ¿Alguna vez ha imaginado cómo sería su vida si se hubiera quedado allí?
- Me hubiera resultado muy difícil vivir en un espacio hostil a cualquier tipo de vida que no fuese el del estereotipo heterosexual. Yo creo que la gente joven que vive en los pueblos pequeños tiene que darse alguna vuelta. Aunque, ahora, por suerte, gays y lesbianas tambien se casan ya en los pueblos. Por eso fue tan importante la ley del matrimonio igualitario de José Luis Rodríguez Zapatero, porque ha cambiado la vida de muchas familias y de su entorno. Creo que nunca una modificación de un artículo del código civil tan corta ha cambiado tanto la vida de tanta gente.
- ¿Cómo recuerda su llegada al Madrid de final de los 70?
- Encontré un Madrid donde aún se vivía la homosexualidad clandestinamente. Había bares que eran auténticos guetos. Al primer bar de ambiente que yo conocí en Madrid se accedía después de cruzar una barra americana. Eran bastante oscuros. El gueto termina haciendo unos ambientes desagradables, feos. La democracia cambió esa situacion rápidamente. Comenzaron a existir otros espacios. Yo regenté durante 10 años un clásico de los años 80 como fue El Barberillo de Lavapiés y ésos ya eran espacios abiertos y dignos.
- ¿Ha vuelto a su pueblo?
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Sí, precisamente el verano pasado, y fue un reencuentro estupendo. Vi a la gente a la que dejé atrás cuando me vine a Madrid. Sentí muchísimo afecto, cariño… y también mucha pena por haber perdido durante todo este tiempo la relación con quien pasé mi infancia. Me gustaría volver a encontrarme con los de mi quinta este verano. Creo que es importante que nos contemos muchas cosas.